Alfonso Chico Carrasquel
El 23 de enero de 1928, en la ciudad de Caracas,
nacía para hacer historia en el béisbol Alfonso "Chico"
Carrasquel. Es el segundo de diez hijos y su única pasión es el
juego de pelota, amor que heredó de su tío
Alejandro
"Patón" Carrasquel, quien fuera el primer
venezolano en jugar en la Gran Carpa.
La calidad de Carrasquel en el infield empezó a hacerse evidente
desde sus once años, cuando el poder de su brazo le permitía
jugar en una liga reservada para jóvenes de 16. A los 15
abandonó la escuela para trabajar en una fábrica de neumáticos,
donde se le contrató básicamente para jugar en el equipo de
béisbol de la empresa.
En 1946 Carrasquel inició su carrera en el ámbito profesional
con el conjunto Cervecería Caracas. Ese año disparó el primer
cuadrangular de la pelota rentada venezolana y se convirtió en
el novato del año. "Chico" jugaría un total de 21 temporadas en
la liga local, defendiendo los colores de Cervecería Caracas
(ahora Leones del Caracas), Pampero, Oriente, Orientales,
Magallanes y Aragua.
Firmó contrato con los Dodgers de Brooklyn en 1948 y fue
asignado a Montreal, pero el manager Clay Hooper de los Royals
no quería alinearlo porque Carrasquel no sabía hablar Inglés.
Entonces los Dodgers lo reasignaron al Forth Worth de la Liga de
Texas, donde recibió el apodo de "Chico". En el campeonato
tejano, bateó para un promedio de 315 en su primera temporada y
consiguió el segundo mejor promedio de fildeo entre los
campocortos regulares.
A pesar de su excelente actuación en la Liga de Texas, como los
Dodgers no tenían intención de reemplazar Pee Wee Reese en el
campocorto, negociaron a Carrasquel con los Medias Blancas de
Chicago. "Chico" empezó a jugar con los patiblancos en 1950,
para finalizar de tercero en la votación al premio de novato del
año de la Liga Americana, gracias a un promedio de bateo de 282,
con 72 anotadas y 46 impulsadas, en un total de 141 salidas al
campo.
Aunque su habilidad en el campo le permitió adaptarse
rápidamente al béisbol de las Grandes Ligas, la barrera del
idioma fue un obstáculo difícil de superar, pero como él mismo
decía: "ni la pelota ni el bate hablan Inglés".
Para suerte de "Chico" los Medias Blancas contaban con un
lanzador de origen cubano llamado Luis Aloma, quien traducía las
instrucciones del manager. Carrasquel también contó con la
paciente ayuda de Luke Appling, a quien sucedió en el campocorto
de Chicago. Appling se convirtió en coach de los patiblancos y
se dispuso a convertir a Carrasquel en un shortstop de Grandes
Ligas.
En 1954 Carrasquel lideró a todos los campocortos
de la Liga Americana en doble plays, bateó 12 cuadrangulares y
anotó 106 carreras. En la siguiente campaña bateó para 256 y fue
negociado a los Indios de Cleveland. Carrasquel fue sustituido
en el campocorto de los Medias Blancas por el también venezolano
Luis Aparicio, quien
haría historia al convertirse en el primer y único pelotero
criollo en alcanzar el Salón de la Fama de Cooperstown.
Carrasquel cubrió el campocorto de los Indios
durante dos temporadas (1956 y 1957) y en 1958 fue negociado a
Kansas City por el infielder Billy Hunter. Cuatro meses después
los Reales lo cambiaron a Baltimore por Dick Williams. En 1959,
después de batear para un promedio de 223, "Chico" se retiró.
Regresó a Venezuela para convertirse en coach y
manager de los Leones del Caracas, equipo al cual llevó a ganar
su único título en la Serie del Caribe.
Luego de su pasantía por el banco felino, Carrasquel siguió
vinculado al béisbol trabajando como Scout (busca talentos) en
Venezuela para los Reales y los Mets de Nueva York.
"Chico" continúo su carrera beisbolística tras los micrófonos
como comentarista de radio y televisión en la Liga Venezolana de
Béisbol Profesional. En 1990 se unió al Circuito de
transmisiones en español de los Medias Blancas de Chicago.
Además de ser el primero de una dinastía de campocortos
venezolanos que han hecho historia en las Grandes Ligas, Alfonso
"Chico" Carrasquel es un ejemplo de amor al béisbol. Desde su
infancia y hasta el momento se ha mantenido vinculado a este
deporte de una manera u otra, brindando su experiencia y sus
recuerdos a quienes comparten con él la pasión por el juego de
pelota.
Tomado de
MIPUNTO.COM
Alfonso
Carrasquel, un hombre de barrio que triunfó en las Grandes Ligas
El “Chico” grande del béisbol
A los 74 años de edad todavía recibe
homenajes por sus logros en el campocorto. Resultó el primer
latino en participar en un Juego de Estrellas. Dejó las
alpargatas y el uniforme de saco de harina para alcanzar la
gloria en la gran carpa.
Texto: Antonio José
Medina
El 23 de
enero de 1928 en el caserío Corao entre las parroquias La
Candelaria y San José en la urbe capital, Cristóbal Colón y
María Lourdes Carrasquel celebran el nacimiento del primer
varón, quien veintidós años después se convertiría en uno de los
peloteros más famosos en las Grandes Ligas.
Bajo un
ambiente de pobreza la familia decidió mudarse a Sarría, otra
populosa barriada capitalina. El papá era un obrero que laboraba
en una cervecería en La Guaira, mientras que su progenitora
trataba de levantar a sus pequeños vendiendo arepas.
El
primero de los varones asumió el rol de padre dentro de la
familia: Alfonso Carrasquel. Era niño alto, delgado y con
alpargatas, siempre fiel a su madre. Le acompañaba a las
diligencias pero atento por el futuro de sus hermanos. Ya a los
9 años vendía las arepas que amasaba su mamá. En las tardes
cumplía su horario en la escuela. El infante apenas cumplió los
estudios de primaria, tuvo que salir a trabajar. Así lo requería
la situación de la casa. Fue repartidor en una bodega del
suburbio y lavaba vasos en un negocio en la esquina de
Gradillas, pero jamás dejaba la pelota en los terrenos baldíos
de Sarría y San Bernardino. Su pasión por el béisbol aumentaba
con la ayuda de su tío Alejandro "Patón" Carrasquel, el primer
venezolano en jugar en las Grandes Ligas.
Lucha sin parar
En 1939
nace el equipo del barrio: los Brookling de Sarría. Los
uniformes fueron elaborados con los famosos sacos de harina Gold
Medal, que por cierto, no quedaron bien teñidos de gris. Las "caimaneras"
en los terrenos de su barrio no eran en vano, simplemente luchar
por una vida mejor para sus familiares, en especial, para su
mamá que tuvo que asumir la responsabilidad de hogar y por ello
le concede el apellido a sus hijos. Alfonso Carrasquel cuando
percibe el sueldo de trescientos bolívares como jugador, lo
primero que le compra a su madre fue un radio, una nevera y una
cocina. "Estaba seguro que este deporte sacaría de la pobreza a
mi familia", expresa el legendario campocorto.
El 17 de
enero de 1946 debuta con la camiseta del Cervecería Caracas y
por todo lo alto, tras conectar un jonrón en el séptimo episodio
contra Bill Jefferson y de esa forma se convirtió en héroe junto
a Julio Bracho y Guillermo Vento. Desde ese momento, se traza
dos metas: la superación de su familia y llegar a lo máximo del
béisbol.
"Antes
que un hermano, siempre ha sido mi padre. Se entregó por
completo en su profesión. Sin embargo, nunca olvidó a su
familia. Nos sigue ayudando. Como ser humano, es noble, humilde,
tranquilo y bondadoso, pero rechaza que lo contradigan", revela
su hermana Emilia, una de las menores de la dinastía Carrasquel.
Se estrena en la gran carpa el 18 de abril de 1950 con el
uniforme de las Medias Blancas de Chicago y frente a los
Carmelitas de San Luis, conectando su primer imparable ante un
lanzamiento del norteamericano Ned Garver.
A partir
de ese fabuloso estreno, se inicia la campaña desenfrenada de
éxitos para el tercer venezolano en jugar en las Grandes Ligas y
el primer latino en actuar en un Juego de Estrellas con la Liga
Americana, el 10 de julio de 1951 en el estadio Briggs de
Detroit.
Sus
actuaciones en Estados Unidos también vibraron en el pequeño
refugio de sus familiares. Tenía una deuda con su mamá: una casa
propia. Por ello adquirió una modesta residencia entre las
esquinas de San Narciso y Santa Inés, en la avenida Panteón por
un costo de 19 mil bolívares. "Ese es mi lugar preferido cuando
vengo a Caracas. Allí se guardan mis mejores recuerdos como
pelotero", cuenta Carrasquelito.
Orgullo
"Fue el
ídolo de mi generación. Abrió el camino para una gran cantidad
de jugadores que destacan en las grandes ligas. Fue mi maestro.
Es un hombre que jamás cultiva celos ni egoísmo. Su principal
virtud es su humildad", así lo define Dámaso Blanco, ex pelotero
y comentarista deportivo.
A su
llegada a los Estados Unidos tuvo que superar muchos obstáculos
para tocar la cima: el idioma y el racismo. No obstante, jamás
perdió el ánimo porque siempre "me he caracterizado por ser un
vencedor y sabía que mi guante hablaría". Desde el 27 de mayo al
17 de julio de 1951 fue capaz de mantener una cadena de 297
lances consecutivos sin cometer errores, para superar la marca
del efectivo Phil Rizzuto de 288 en la Liga Americana. Además de
sus valiosas manos, fue muy efectivo con el madero: el 26 de
abril de 1956 impulsó siete carreras en un partido con un jonrón
y un doble. "Es más grande como persona. Un ser humano fabuloso.
Es mi hermano y amigo. Quizás tuvo un defecto, que para muchos
no lo era: demasiado mujeriego. No le gustaba el licor, pero
tenía una novia en cada ciudad. Fíjese, hasta Marilyn Monroe
recibió sus piropos", revela el doctor Jesús Morales, su amigo
desde la infancia.
El ex
grande liga se expresa sin censura sobre este "débil turno" que
le dominó en casi toda su carrera en el terreno de juego.
Las mujeres...
"Yo tuve
fama de mujeriego y la verdad que he sido un gran admirador de
las mujeres. Todo lo que se puede hacer con una mujer, yo lo he
hecho. Eso es lo que les digo a los peloteros jóvenes. Cuando a
ti te gusta una mujer, te vas a la cama con ella y la besas, la
muerdes, la disfrutas toda, todo su cuerpo. Así mismo es el
béisbol: si no lo disfrutas no lo gozas", relata Carrasquel a la
escritora Milagros Socorro. En 1959 el popular "Chico", quien
así fue bautizado por sus amigos de Estados Unidos, vive uno de
sus peores momentos en el béisbol, cuando termina su campaña con
los Orioles de Baltimore logrando apenas 223 de promedio. Fue
dejado sin contrato cuando apenas era un joven: 31 años de edad.
"Sentía cansancio en los ojos, piernas y brazos", se confiesa.
Permaneció diez años en las grandes ligas. Vistió las camisetas
de las Medias Blancas de Chicago, Indios de Cleveland, Atléticos
de Kansas City y Orioles de Baltimore. Bateó 1.199 hits, 172
dobletes, 25 triples, 55 jonrones, 568 carreras anotadas, 474
impulsadas, 31 bases robadas y concretó promedio de 258. En
Venezuela destacó con Cervecería, Orientales, Pampero, Oriente,
Leones, Tigres y Magallanes.
Se fue
totalmente complacido, pero con una pequeña frustración: asistir
a una Serie Mundial, tras llegar a la gloria en los Juegos de
Estrellas de 1951, 1953, 1954 y 1955.
Después
de tanta lucha en un campo de pelota, recibe la triste noticia
que ablanda su corazón: la muerte de su madre el 30 de noviembre
de 1963. El sufrimiento no termina: el 15 de marzo del 2000
muere su esposa Conny y en julio de este año fallece Marcela, su
primera compañera. Hoy Carrasquelito se abriga en sus hijos y
principalmente en sus hermanos: Reina, Martín, Isabel, Bernarda,
Domingo, Antonia, Emilia y Maritza.
Tras su
retiro como jugador activo, ha sido jefe civil de la parroquia
23 de Enero, entrenador, coach, cazatalentos, comentarista de
radio y televisión. Sin embargo, una de sus mayores conquista
fue en 1982: la corona como el único manager venezolano en ganar
una Serie del Caribe con los Leones del Caracas en Hermosillo,
México.
"Carrasquel
como estratega fue una eminencia. Respetado, querido, sensato y
educado. Jamás le escuché una mala palabra. Le admiré como
jugador y hoy como persona, mucho más. Aprendí de él, porque ha
sido un claro ejemplo de superación. Nunca le observo defectos,
porque se trata de un ser humano con infinidades de virtudes",
así lo detalla Víctor Davalillo, entre los grandes jugadores en
la historia del béisbol venezolano.
EL "CHICO" DE
HOY
ALFONSO
Carrasquel reside con su hermana Maritza en Chicago. Está de
visita en Caracas, concretamente en casa de sus hermanas ubicada
en la avenida Panteón, el mismo techo que le compró a su madre.
Ha sido invitado para la celebración de los 50 años de su
equipo: Los Leones del Caracas.
Descansa
bajo sus recuerdos, pensando simplemente que es un hombre del
béisbol. Hoy enfrenta la diábetes, enfermedad que le obliga
suministrarse insulina tres veces a la semana, hormona que
regula la cantidad de glucosa contenida en la sangre. Una
estrella del campocorto que brilló en las grandes ligas antes
que Luis Aparicio, David Concepción, Enzo Hernández, Oswaldo
Guillén, Alvaro Espinoza y Omar Vizquel.
"Logré lo
máximo. Me considero un victorioso en la vida, con el sólo hecho
de haber nacido en un barrio y ser un personaje importante
dentro del béisbol. Un mensaje a los muchachos: tienen que
luchar bastante para conseguir las metas. En la vida, no existe
ningún obstáculo que no podamos superar".
tomado de
Panorama Digital, 2002
Alfonso Carrasquel
invitado perenne a la Serie del Caribe
Pedro Reyes
Tremenda alharaca debió haberse formado en San Juan, la ciudad a
la que tanto le compuso canciones Rafael Hernández, cuando el
Magallanes anunció, que en su plantel, traía a Alfonso
Carrasquel cuya fama peloteril era bien conocida en la isla
borinqueña. Por supuesto que el famoso rótulo de "Primer latino
en intervenir en un Juego de Estrellas" pudo haber sido titular
de más de un medio impreso. Hacía pocos días que el "Chico" se
había vestido de personal de los Medias Blancas de Chicago en
Grandes Ligas. Para los amantes de las precisiones escribimos
que fue el 21 de febrero de 1950 en Puerto Rico.
«En mi viejo San Juan cuantos sueños de amor yo forjara en mi
infancia…»
Claro, no era el debut del pelotero venezolano en esa sociedad
de la que Cuba y Panamá también formaban parte. El primer vals
lo danzó el año anterior con el Cervecería Caracas, en el
"Estadio del Cerro" en La Habana, Cuba. Doce años después, en
1960, el clásico es llevado a terapia intensiva porque cubiches
y canaleños botaron tierrita y no jugaron más (Decir de nuestra
chamitud para renunciar a una u otra diversión). Y nosotros, que
hemos hurgado la vida peloteril de Alfonso en más de una
biblioteca, película, vídeo o con testimonios orales, entre
ellos los del propio expelotero, en esta ocasión encontramos un
gran comodín en el General de Brigada José Antero Núñez, quien
ha publicado muchos volúmenes acerca de la Serie del Caribe.
Recordemos las pasantías que como activo tuvo el guarismo «17»
más famoso de nuestra pelota profesional en el bonsai campeonato
del mes de febrero:
1949 Cervecería Caracas, Estadio del Cerro La Habana, Cuba
1950 Magallanes Estadio Sixto Escobar, Puerto Rico
1952 Cervecería Caracas, Estadio Olímpico de Panamá
1953 Leones del Caracas, Estadio del Cerro La Habana, Cuba
1955 Magallanes, Estadio Universitario Caracas, Venezuela
1957 Leones del Caracas, Estadio del Cerro La Habana, Cuba
1958 Valencia, Estadio Sixto Escobar, Puerto Rico
EL DETALLE QUE FALTABA
Afirma mucha gente que la década de los 40 a los 60 fue
caracterizada por un gran romanticismo hacia la pelota que era,
además, un espectáculo muy familiar y de arraigado fanatismo.
Usted pertenecía a un equipo y esa militancia se eternizaba
hasta tal punto, que los hijos recibían una especie de
adoctrinamiento para que no desviaran su sentir. No hablamos de
dictadura alguna y que sepamos, a ninguno lo botaron de la casa
ni lo desheredaron por llevarle la contraria a los progenitores.
Se podía dar el caso por poner un ejemplo, que la madre era
magallanera y el padre caraquista y, cuando el chamo comenzaba a
hablar, lo manipulaban para que se inclinara por uno u otro
equipo.
Para evocar preteridades -que nos perdone la Real Academia- y
meter la cosa en la iglesia, un padre asignado a Bella Vista,
barrio caraqueño donde nos criamos, al enterarse que Alfonso
sería refuerzo del Magallanes exclamó: ¡Eso es un sacrilegio, un
pecado!
A lo mejor, dice uno, si el pelotero habría pisado su iglesia y
se confesaba, todavía tuviera pagando las penitencias.
Cuando el hombre usaba el guante y el bate, jamás llegó a alzar
el trofeo de campeón. Estuvo cerca, muy cerca, a la vuelta de la
esquina pero, "hay ficciones que siempre dan a lo inaccesible
una proximidad de lejanía". Y ese Niño Jesús le llegó años
después, pero le llegó y como estratega de los Leones del
Caracas.
La justa fue escenificada en Hermosillo, México, del 4 al 9 de
febrero de 1982. Los otros competidores, Escogido -República
Dominicana-, Hermosillo por la nación sede y Ponce -Puerto
Rico-. Tres leones en actividad con excepción del conjunto de
los manitos que entre sus lanzadores presentó a Fernando
Valenzuela. Una de las tantas veces que concurrió el dominicano
Tony Peña.
Los Leones del Caracas habían ganado el campeonato local en una
final contra Cardenales de Lara 4-1 y en la semifinal
dispusieron de las Águilas del Zulia 4-1. El recibimiento en el
Aeropuerto de Maiquetía y en el parque de Los Chaguaramos fue
una manifestación de verdadero sentido popular que se prolongó
hasta la madrugada.
El róster triunfador: Ron Gardenhire, Luis Salazar, Dave García,
Antonio Armas, Gregg Burtt, Willibaldo Quintana, Baudilio Díaz,
Luis Leal, Tom Dixon, Graig Eaton, Ed Vanderberg, Harry "Buddy"
Black, Joe Cowley, Ubaldo Heredia, Luis Peñalver, Luis Turnes,
Emilio Carrasquel, Jesús Alfaro, Andrés Galarraga, Ángel Vargas,
José Alfaro, Rubén Caldera, Pedro José Chávez y Leonardo
Hernández.
ALGUNOS DATOS PARA EL SUSPIRO LEÓN
La inauguración fue contra los dominicanos y la tropa venezolana
se impuso 7-3 carreras, ganó Luis Leal y lo relevó D. Burtt.
Victoria a base de 12 hits, entre ellos un jonrón del careta
Baudilio Díaz, quien logró 3 hits en 4 turno. Iguales dividendos
para Leonardo Hernández. Sus rivales necesitaron la utilización
de cinco serpentineros.
De seis partidos la divisa capitalina ganó cinco y perdió uno,
que fue en el tercero de la serie ante Puerto Rico 7-1.
La soberbia actuación leona le llevó a meter siete hombres en el
"Todos Estrellas": Baudilio Díaz, catcher -fue el campeón bate y
mejor jonronero-, Luis Salazar, jardinero izquierdo; Antonio
Armas, jardinero central -mejor impulsor-; Luis Leal -venció en
dos ocasiones-, Alfonso Carrasquel, Manager y el más valioso
resultó Baudilio.
El quinto juego que le dio el título al conjunto venezolano fue
contra Puerto Rico y no obstante haber bateado diez hits, los
nuestros solamente pudieron anotar en par de ocasiones: en el
segundo inning con vuelacercas de Baudilio y en el sexto la otra
rayita. Además dejamos 4 corredores en circulación. La rayita de
los contrarios entró en el séptimo capítulo.
En ese choque Luis Leal demostró el porqué lo escogieron como
refuerzo. En siete episodios le hicieron una carrera limpia,
permitió 4 imparables, ponchó a 7 y concedió una base por bolas.
Lo relevaron Eaton y Vanderberg a quienes solamente se les puso
en tránsito un pelotero.
La divisa capitalina debió asistir a la conocida competencia el
año anterior pero lo impidieron diferencias entre la
Confederación de Peloteros Profesionales del Caribe (CONPEPROCA)
y la Confederación de Béisbol del Caribe que agrupa a las ligas
de Venezuela, República Dominicana, México y Puerto Rico.
Este ligero repaso por el curriculum de Alfonso Carrasquel
afianza aún más nuestra admiración por este hombre que hizo que
los gringos descubrieran a Venezuela desde el lado del béisbol y
más allá del petróleo.
Tomado de Meridiano
Alfonso "Chico" Carrasquel, con 75 años a cuestas
siempre es noticia. No podía ser de otra manera, ya que la
historia de uno de los mejores jugadores venezolanos que han
participado en la gran carpa está llena de hechos, curiosidades
y recuerdos que enriquecen su leyenda.
Por Fernando
Ramón de los Ríos
"Chico" Carrasquel, el tercer venezolano en jugar en grandes
ligas, nos contó algunas anécdotas de su vida, tanto antes de
convertirse en jugador de los Medias Blancas de Chicago, como
las que le acontecieron luego de su retiro.
"Yo disfruto mucho con todos los equipos que están en la Liga
Americana, que son con los que tengo más contacto. No falto a un
juego, sobre todo donde participan los peloteros venezolanos,
como es el caso de Omar (Vizquel)", señaló Carrasquel, quien
vive en Chicago gran parte del año.
El ex de los Medias Blancas, Indios, Atléticos y Orioles asegura
que disfruta cada instante en un parque de pelota y "por lo
tanto, trato de llegar temprano para poder hablar con los
peloteros".
"Sé que cuando se llega al parque, el jugador tiene que cumplir
con ciertas obligaciones, como darse unos masajes, poder
prepararse mentalmente, detallitos necesarios que requieren los
peloteros. No es sólo llegar a ponerse el uniforme y playball.
Son muchas cosas íntimas de la profesión que te ayudan a
triunfar", dice como consejo el ídolo de Sarría.
ENTRE CAMPOCORTOS
Las preferencias del "Chico" para ver jugar a los campocortos,
la posición que lo lanzó al estrellato, es lógica. Sobre los
paracortos actuales, sentenció: "A Álex (Rodríguez) lo he visto
desde que llegó al equipo de Seattle y a Omar también lo he
visto. Los dos son de los mejores campocortos de la Liga
Americana. Sin embargo, también posee un gran nivel Garcíaparra.
Lo que más me agrada como venezolano es que Omar Vizquel ganó
nueve guantes de oro, lo que es un orgullo para todos nosotros".
El triste recuerdo de no haber alcanzado un "clásico de otoño"
no le hace restarse mérito respecto a sus años de gloria en la
Gran Carpa: "Yo no jugué una Serie Mundial, sin embargo, sé que
soy un triunfador. Fui cuatro veces al Juego de las Estrellas,
aunque en mi época no existía el Guante de Oro, había una
selección llamada All American en la que se escogía entre los
jugadores de las dos ligas, de la cual yo quedé seleccionado en
tres oportunidades, lo que me llena de orgullo, de alegría.
Cuando se convocaba al equipo, nos llevaban a un programa de
televisión y conocía a la gente, y me sentía muy contento de
saber que estaba entre los mejores peloteros del béisbol de
grandes ligas, de las dos ligas".
De esa selección guarda con especial agrado "haber ido a Nueva
York al famoso programa de Ed Sullivan, que era muy famoso en
aquel momento".
EN COOPERSTOWN
No pudo llegar a Cooperstown, pero está orgulloso de sus logros:
"Recuerdo como soñaba con estar entre los mejores jugadores de
las mayores y, por supuesto, soñaba con el Salón de la Fama. Sin
embargo, hay una parte de la carrera de Carrasquel en
Cooperstown. Lo único que yo tengo ahí es un guante, porque yo
jugué nueve años con el mismo guante, que estaba cosido y
remendado, y me lo pidieron para exhibirlo en ese templo de la
pelota" (risas).
Los hobbies del "Chico" necesariamente tienen que estar
relacionados con el diamante de juego: "A mi me gusta comparar a
los shorts stops entre ellos. De hecho, me gusta ir a verlos en
el Comiskey Park, el estadio de los Medias Blancas".
La evolución del talento venezolano no escapa a la vista de este
legendario venezolano: "Me sorprende ver a gente que ve a
compatriotas y que los reconocen por los movimientos. Vemos que
imitan a Luis Aparicio, a David Concepción, y que los que están
empezando ven a Omar y en un futuro, cuando lleguen a jugar en
las Grandes Ligas, copian la escuela que han sido Vizquel,
Aparicio, Concepción y todos los venezolanos que han pasado por
cualquiera de los estadios de Grandes Ligas".
- Siempre intenta ir a los Juegos de Estrellas...
-La explicación es muy sencilla, ya que fui el primer
latinoamericano en ganar unas elecciones para un juego de las
estrellas. Y tengo la suerte que todos los años recibo una
invitación por parte de los organizadores, ya que defendí en
cuatro oportunidades con el uniforme de los Medias Blancas de
Chicago, al equipo de la Liga Americana. En una oportunidad, el
día que presentaron el logo del Juego de las Estrellas,
estábamos varios ex integrantes del equipo Medias Blancas y nos
hicieron una especie de día de fiestas para todos.
El aprendizaje de la pelota para Alfonso fue en la calle "ya que
en mi época no existían las clínicas, porque la sociedad
caraqueña nos veía como unos vagos.
Estos jóvenes de hoy en día juegan con un Rawlings u otra marca,
mientras yo jugué con un pedazo de lona que me había robado de
un camión".
Otra anécdota que recuerda, con bastante humor fue: "Yo comí jam
and eggs (jamón y huevos) por cuatro meses, porque era lo único
que sabía pedir en un restaurante".
Otra más para el recuerdo: "Me acuerdo que cuando me despedí en
definitiva, Delio Amado León me dijo Tu te retiras más que un
torero. Le pregunté por qué y me respondió porque ellos se
retiran una semana y a la siguiente vuelven, lo que me ofendió
un poco".
"Nadie que haya jugado en las Grandes Ligas le gusta dejar las
facilidades, los viajes, las enormes ciudades, las comodidades
que le brindan", reflexionó Carrasquel, lo que nos hace meditar
sobre el valor de hacer bien las cosas: "Nosotros los peloteros
vivimos muy poco de vida productiva dentro del diamante, y
tenemos una vida muy larga fuera del mismo. A mi me gusta que se
me acerque la gente y me diga yo le vi jugar o mi abuelo le vio
jugar, porque es un reconocimiento a la labor bien hecha".
Tomado de Meridiano