Adolfo
Luque (Papá Montero)
Este
hermoso artículo fue obtenido de la página de
Juan
F. Pérez cuya
dirección es:
http://www.juanperez.com/baseball/adolfoluque.htm
le
recomendamos visitarla y disfrutar de la maravillosa
historia del béisbol cubano
BRAULIO ARTEAGA.
Adolfo
Luque, nació en La Habana el 4 de agosto de 1890.
El
Habana Perfecto, fue un gran lanzador y poseedor de
una de las personalidades, más volátiles en la
historia del deporte de las bolas y los strikes. Al
extremo que en una ocasión, molesto por los
improperios que le dedicaban los peloteros de los
Gigantes de Nueva York, atacó el solo como un toro
miura, la cueva contraria, para fajarse con todos
los jugadores a la vez, y antes de ser contenido, le
rompió la nariz de una tremenda trompada a Casey
Stengel.
Luque,
quien es recordado por los fanáticos de la vieja
guardia, por el sobrenombre de Papa Montero, fue el
primer serpentinero cubano y latinoamericano que
actuó en las Mayores. El primero en ganar un juego,
ponchar a un bateador, propinar una lechada,
terminar un encuentro, coronarse campeón de los
lanzadores tanto en partidos ganados y perdidos como
en carreras limpias permitidas. También fue el
numero uno en participar y ganar un desafió de
Serie Mundial, pero sobre todo, el primero en ser
considerado una verdadera luminaria del béisbol. |
|
Se inició con los Bravos de Boston
en la liga Nacional en 1914, y después se desempeñó con
los Rojos de Cincinnati, que no se distinguían por su
bateo, hasta 1929. A continuación lanzó para los Dodgers
de Brooklyn y Gigantes de Nueva York, para quienes ganó un
partido en el Clásico Otoñal de 1933, contra los Senadores
de Washington. En esa oportunidad, lanzó 4 1/3 entradas
como relevista, en el encuentro final y decisivo de la
competencia. Fue la segunda Serie Mundial donde participó,
pues en 1919 tuvo dos apariciones como relevista de los
Rojos de Cincinnati, contra los Medias Blancas del Chicago.
En cinco episodios no permitió anotaciones, le conectaron
un hit, ponchó a 6 y no otorgó bases por bolas.
Finalizó su carrera de 20 años en
las Grandes Ligas en 1935, con record de 194 victorias y 179
derrotas en 550 juegos, de los cuales abrió 365 y terminó
206. Como relevista tuvo marca de 32-16 con 28 rescates.
Ponchó a un total de 1,130 bateadores, regaló 918 bases
por bolas y propinó 26 lechadas. Su promedio de carreras
limpias fue de solamente 3.24 en 3,220 1/3 entradas
lanzadas. La mejor temporada de Luque fue la de 1923, cuando
encabezó ambos circuitos con 27 triunfos, 8 perdidas
(.771), y un promedio de carreras limpias de 1.93, acompañado
de 6 blanqueadas. Dos años después, volvió a liderar la
Liga Nacional con 2.63 carreras limpias y 4 veces donde
blanqueó a sus rivales. Las 27 victorias logradas en 1923,
es la mayor cantidad jamás alcanzada por un serpentinero
cubano o latinoamericano, en toda la historia de las Grandes
Ligas.
Lanzó en Cuba durante 23 años
ganando 93 juegos y perdiendo 62, en 211 partidos, siendo 90
de ellos completos. Sin embargo, sonreía con orgullo, al
recordar que jugando para los Orientals en 1917 logró
honores como campeón de los bateadores de la Liga Cubana,
al conectar para un promedio ofensivo de .355, producto de
11 indiscutibles en 31 veces al bate.
Debutó con el Fe en 1912 - 1913,
vistiendo luego los uniformes del Habana, Almendares,
Orientals, Alacranes, Cuba y Cienfuegos.
El Habana Perfecto, realizó su
ultima aparición en un montículo de las Ligas Mayores, con
los Gigantes en 1935 y aunque aparentemente se retiró como
jugador de la Liga Cubana en 1936-37 con los Azules del
Almendares, no pudo resistir lanzar en un desafió cada vez
en 1937-38 y 1938-39. Sin embargo su penúltima y mas dramática
actuación, se produjo cuando dirigió a los Petroleros del
Cienfuegos, en el campeonato de 1944-45.
El primero de febrero de 1945 en La
Tropical, los futuros Elefantes, se enfrentaron a los
Alacranes del Almendares y estos comenzaron a bombardear sin
misericordia a los serpentineros Terris McDuffie y Juan
Montero. Esto enfureció a Papa Montero, quien después de
cinco años sin lanzar una pelota, decidió enseñarles a
sus discípulos, el arte de lanzar. La noticia produjo el
resultado de una bomba en todo el estadio y los fanáticos
asistentes permanecieron como paralizados cuando Luque se
encamino a la lomita en la cuarta entrada. El primer
bateador que se le enfrentó fue Héctor Arago, quien recibió
una transferencia, al no poder controlar Luque sus
lanzamientos hacia el plato. Antonio "El Pollo"
Rodríguez, que le siguió en el orden al bate, quiso
sorprenderlo con un toque de bola, como era su especialidad,
pero elevo un inofensivo fly al segunda base Cocoliso
Torres. Al ver esto, un iracundo Luque, le gritó al Pollo:
"Eso les pasa a los que tienen miedo de batear como los
hombres". Santos Amaro le conecto un sencillo y Andrés
Fleitas bateó un flai de sacrificio, con el que anotó
Arago. Héctor Rodríguez, impulse al "Canguro"
con un imparable y Chiflan Clark finalizó el histórico
episodio roleteando al torpedero Silvio García. Eso fue
todo lo que pudieron hacerle al veterano de 56 años de
edad.
Dos innings mas tarde, Chito
Quiqutis, bateó de emergente por Luque, quien realizó de
ese modo, su aparición semifinal en un campeonato de la
Liga Cubana. Durante la justa siguiente (1945-46), cuando
lideró a Cienfuegos a la conquista del banderín, Luque
realizó su despedida como lanzador de la Liga Cubana, en
una esporádica intervención en un encuentro.
Como manager, Luque guió al
Almendares a 7 gallardetes y al Cienfuegos a uno. En la
pelota mexicana, fue el sexto timonero que tuvieron los
Leones de Yucatán en 1956 y posteriormente, guió al
campeonato dos años consecutivos, a los Tecolotes de Nuevo
Laredo en 1953 y 1954. Nunca dirigió en la pelota de Liga
Mayor, pero fungió como entrenador de los Gigantes de Nueva
York, por varios años.
El temperamental Luque, quien representaba la típica
guayabera de hilo cubano, y el sombrero de jipijapa, murió
después de ver su ultima pelea de gallos, el 3 de julio de
1957 en La Habana.
Fue exaltado al Salón de la Fama
del béisbol Cubano en 1958 y lo mismo ocurrió en el de México
en 1985. En la ultima de las ocasiones, fue invitada a la
ceremonia, su viuda, la dama poblana mexicana, Ivonne Resek
de Luque. Al tomar la palabra, la señora Resek, dijo que
ella no era la viuda de Luque y a modo de explicación dijo:
"No soy viuda, porque Luque no ha muerto todavía".
Y aclarando sus enigmáticas palabras, relató una anécdota
que le sucedió a Papa Montero. "A Luque lo velaron en
vida", dijo. "Durante un viaje que hizo en barco
de La Habana a Miami, la nave se perdió en el Triangulo de
las Bermudas. Como reguero de pólvora, se dio a conocer en
La Habana, que Luque y sus compañeros de viaje habían
desaparecido. A los tres días y cuando en toda Cuba se había
declarado duelo nacional, los náufragos, entre ellos Luque,
aparecieron en las costas de la Florida. Eso dio pauta a una
famosa canción titulada:
"A LLORAR A PAPA MONTERO"
(A llorar a Papa Montero, zumba, canalla rumbero).
e-mail:
[email protected]
|