2 de Diciembre de 1915 fecha en la cual el tristemente recordado Francisco Villa
asesina a cerca de 100 personas perdiendo su titulo de Caudillo
para convertirse en bandido, asesino y saqueador de pueblos
como eran sus orígenes en Durango

En la historia de padecimientos de San Pedro de la Cueva, se encuentran no pocas epidemias que diezmaron a sus habitantes:

Tal vez lo de estas epidemias ya esta olvidado por los sanpedreños, pero lo que nunca podremos olvidar es: 2 de Diciembre de 1915, murieron injustamente 84 hombres por órdenes del “Centauro, Francisco Villa”,Lo que a continuación se presenta son testimonios de testigos presénciales como: Idelfonso Encinas, Aurelio Mendoza, Juan Castillo, de un escrito que dejo otro sobreviviente, Don Enrique Duarte; otro escrito que realizo Santos Encinas  además del libro Massacre at San pedro de la Cueva: The Significance of Pancho Villa´s Disastrous Sonora Campaign de Thomas H. Naylor.

 San Pedro de la Cueva 86 años de Luto

 Como Consecuencia de la Revolución Mexicana y aprovechando el rió revuelto, aparecieron un gran numero de bandoleros baquetones, que en lugar de ponerse a trabajar, mejor se dedicaban al pillaje y a molestar constantemente a los pobladores de San Pedro de la Cueva y alrededores, exigiéndoles comida, dinero a la fuerza. Entonces esta gente como ya estaba hasta el “copete” de tanto atropello, acordaron formar un grupo para defender las pocas, pero valiosas pertenencias; de tal manera, que se unieron 50 hombres mal armados. Se instalaron en un lugar cercano al pueblo llamado “El Cajete” y ahí hacían Guardia.

Corrían los últimos días del mes de Noviembre de 1915, cuando en nuestro país existían sangrientas guerras de hermanos contra hermanos. El señor Pancho Villa gozaba de gran fama y se creía el elegido para la guerra, pues era terrible su proceder cuando encontraba la cosa fácil; pero cuando pisó nuestro suelo sonorense, “se le apareció Juan Diego”, pues nada consiguió que pudiera satisfacer sus pretensiones.

El general Plutarco Elías Calles resguardaba Agua Prieta junto al joven Teniente Coronel Lázaro Cárdenas, Cruz Gálvez, entre otros. El señor Villa miro hacia Sonora Y creyó poder controlar el norte del país. Entonces subió a la Sierra Madre Occidental, enfrentándose con el intenso frió y con la incertidumbre.

El General Calles ya lo esperaba pacientemente. El señor Villa fue derrotado sorpresivamente. Después tomo Naco pero en el Alamito y Hermosillo, el General Manuel M. Dieguez le recetó otro descalabro militar, de tal manera que emprendió la retirada por la Colorada, después Tecoripa, luego Mazatán; y desde el puerto de Mátape divisaba San Pedro de la Cueva y Batuc.

En Mátape pasó la noche con toda su gente y allí tuvo conocimiento que había un camino que lo llevaba hasta Chihuahua y podía transportar la artillería sin muchos problemas. Enseguida un contingente de mas de tres mil soldados emprendieron el viaje por el camino antes mencionado que pasaba por San Pedro de la Cueva. Por otra parte, el señor Pancho Villa con el resto de la tropa, salió de Mátape por una travesía que lo llevó directamente hasta Suaqui, lugar donde esperaría a los demás soldados junto con la artillería. Villa y sus acompañantes, llegaron a Suaqui el día 30 de Noviembre.

El día 1° de Diciembre, Kilómetros antes de legar a San Pedro, se adelanto un grupo de soldados para “tantear el vado”. Para esto, el grupo de voluntarios que se había formado para detener a los bandidos, ya tenían conocimiento de que se aproximaba otra gavilla(gente lepera de mal vivir) y salieron al encuentro de éstos y en el lugar llamado “EL Cajete”, aproximadamente un kilómetro y medio del pueblo, empezaron a llegar los supuestos bandidos, les empezaron a disparar y de “un de repente” !que van viendo que no eran bandidos, sino una tropa de mas de tres mil soldados!; entonces “echaron a pelar” y se escondieron para salvar su pellejo.

Los soldados que conducían la artillería, iban al mando de los Generales Margarito Orozco y Santiago Bracamonte. Cuando entraron a San Pedro de la Cueva, los oficiales descontentos por el recibimiento, ordenaron el encierro de las Autoridades Municipales con el fin de ajustar cuentas e investigar el motivo de aquel suceso y también dieron a Pancho Villa que se encontraba en Suaqui, pues en la balacera murieron cinco soldados villistas (entre ellos un sobrino del General) y un solo hombre del pueblo llamado Mauricio Noriega, que no huyó ya que recibió un balazo en la rodilla que le destrozo el hueso y ahí murió por tanta perdida de sangre.

Cuando recibió la noticia, el señor Pancho Villa muy enojado Exclamo

 -       ¡Mañana “con la fresca”, vamos a ir a San Pedro para matar a todos nacidos y por nacer y pagarán muy caro su atrevimiento!-

 Se supo que el enojo de Pancho Villa, no fue tanto por la muerte de su sobrino y de los cuatro soldados, sino que fueron otros chismes de mal gusto que le hicieron un grupito de “lambiones” sin escrúpulos y huérfanos de madre que andaban buscando llamar la atención y así obtener puntos, sin importarles un bledo sus paisanos. El caso es que le calentaron la cabeza.

AL día siguiente dos de Diciembre antes declarar el día llego Villa ordenando matar a todos, sin respetar edades ni sexo; así como es que empezó aquella horda de “dorados” a saquear  casas, tumbando las puertas, destrozando y reguereando toda clase de provisión alimenticia como harina, café, azúcar, etc., también quemaron toda la ropa que encontraron.

El señor Pancho Villa ya tenia conocimiento que en la Plaza de San Pedro lo esperaban los Generales Santiago Bracamonte y Margarito Orozco, así es que de inmediato giro ordenes a sus dorados, que juntaran a toda la gente, nacidos y por nacer, hombres, mujeres, ancianos, niños ¡A todos los vamos a fusilar!.

Empezaron a juntar a la gente enfrente de la iglesia “San Pedro Apóstol” y ya había bastante gente en el lugar. Las mujeres gritaban, aclamaban a Dios pidiendo misericordia, esperaban un milagro para ser favorecidos de aquel endemoniado “hombre”, pero este, montado en un caballo prieto azabache y soltando una satánica carcajada, les gritaba: ¡Cállense porque ahorita no hay quien favorezca porque Dios esta escondido en un “almú” y nada puede hacer por ustedes! En esos momentos llega el General Bracamonte y se enfrenta con Villa y le dice:

-¡Mi General! ¡No creo que esto tan descabellado se deba de hacer!, la división del norte sufriría un gran desprestigio.

Pero Pancho Villa no entendía razones. Se hicieron de palabras los dos y estuvieron un buen rato discutiendo, de tal manera que se encontraban frente a frente y cuando estaba a punto de estallar la situación, apareció la humilde figura de un caritativo y virtuoso sacerdote y con amable voz distrae la mirada de ambos, de no haber sido así, cualquiera de los dos hubiera muerto en ese momento. El caso es que el padre de nombre Andrés Avelino Flores Quesney, nativo de Nuri, con su ejemplar mansedumbre, logra que los generales se entiendan, “de tal suerte” que convence a Villa de que no se molesten a las mujeres ni a niños. En cuanto se retiro el sacerdote empezó el fusilamiento y antes le preguntaba Villa:

-¿Tienen dinero pa’ pagar el rescate? Si no tienen ¡Jálenle! ¡Primero cayeron tres chinos; luego Pedro Peñuñuri, Angel Núñez Figueroa, Luego mi padre Fermin Encinas! Platico Don Iidefonso Encinas que también estaba formado, pero se salvó, ya que contaba con 13 años y cuando lo miro Villa le dijo:

-¡Estas muy chamaco tú, vete pa´ tu casa!

El sacerdote compadecido de que aquellos hombres estaban muriendo inocentemente, se presento nuevamente ante Villa y le suplica de rodillas que los perdone, pero este endemoniadamente le contesta:

-¡Retírese padrecito y sepa que si vuelve, lo mato!

El caso es que siguió la matanza, los iba matando de 6 en 6. El padre Flores, creyendo que Villa no era tan malo, vuelve por tercera vez a suplicarle y éste se enfurece y se abalanza dándole de golpes con las “patas” y puños hasta tirarlo al suelo; cuando lo ve tirado e indefenso, desenfundo su pistola y cobardemente le disparo a la cabeza. Cuando se estaba retorciendo en su sotana negra, entregando su alma al creador, Pancho no conforme con eso, ordena a sus “dorados”, que lo pisoteen con sus caballos hasta hacerlo pedazos y lo cubran con estiércol.

Consumado el sacrificio del Padre Flores, vuelve el General Santiago Bracamonte y se enfrenta a Francisco Villa.

-¡Mi General! Le grita y se lleva su mano derecha a la pistola.

-¡Ya no va a morir un hombre mas!

Entonces los dos desenfundaron sus armas y se quedaron frente a frente, pero ninguno se aniñó a jalarle al gatillo.

Francisco Villa volteo su mirada a la fila de hombres y les dijo:

-¡Eso que les valga!

El caso es que les perdono la vida a diez jovencitos y 8 personas mayores que quedaban; pero dijo Villa que se los llevaría prisioneros para que realizaran los trabajos mas duros y sucios; pero sin antes ordenar que quemaran todo el pueblo.

Pero sus oficiales, mas conscientes de que aquel acto ocurrido a las tropas no fue mas que una medida de defensa de los sampedreños y no de agresión como creyó Pancho Villa, incendiaron solamente pajares y algunas casas de las orillas para que este mirara, ya cuando se retiro, que sus órdenes habían sido cumplidas.

A continuación se dan los nombres de los diez jóvenes que se les perdono la vida:

Aurelio Mendoza Moreno, Rafael Silvas Rodríguez, Manuel Noriega Peralta, José Maria Carrillo Romero, Esteban Monge Posada Peralta, José Rivera, Ramón Cortés Noriega, Roque Silvas Noriega, Apolinar Silvas Rodríguez.

Los ocho hombres mayores perdonados fueron:

José Antonio Figueroa, Fernando Figueroa Encinas, Joaquin Castillo(hijo), Lázaro Encinas, Gabriel Encinas, Refugio Munguia, Jesús Romero Soqui y Leonicio Encinas. También fueron favorecidos José Noriega Peralta por el General Margarito Orozco y Juan Martínez Noriega por el General Santiago Bracamonte ya que eran conocidos de ellos.

Hubo 8 hombres que se levantaron de entre los muertos, algunos con dos o tres balazos, otros solamente con rosones de balas, ellos fueron:

Francisco Flores (padre del Sacerdote asesinado), Arcadio Rodríguez, Ventura Mendoza, Maximiliano Moreno, Juan Castillo, Francisco Romero, Francisco Gámez y Eusebio Rodríguez. Contaron que algunos soldados anduvieron picándole las costillas con las espuelas para ver si existía alguno con vida, pero ellos aguantaron todo “de tal suerte” que tuvieron oportunidad de “Contar el cuento”.

Otros se salvaron porque se escondieron en un subterráneo de la casa de Angel Duarte. Los que se escondieron fueron: Enrique Duarte, Ismael Duarte, Manuel Encinas, el famoso compositor sampedreño Francisco Molina Fuentes, además de nueve muchachas. Otros se vistieron de mujer y también se lograron.

Vista de la tumbas donde se encuentran los restos de los mártires del 2 de diciembre de 1915

 

Escapes Curiosos

Entre tanta tragedia, también hubo escapes curiosos:

Manuel Córdova se afeito muy bien el bigote, se puso un “melindron” muy apretado y le pidió prestado un niño recién nacido a su vecina, de tal suerte que cuando llegaron los villistas buscando hombres, se encontraron con una señora recién parida.

Otro caso fue el de Carlos Calles, este si era uno de los que se enfrento a los villistas, y como no tuvo tiempo de salir del pueblo, urdió que lo enterraran en un montón de ceniza que había en el corral de Benito Encinas y nada mas sacaba la cabeza, la que cubrieron con un “guari”; los soldados pasaron a un lado de el y no paso nada.

El día que llegaron los villistas a San Pedro, se había casado Francisca Monge con Cruz Moreno, iban saliendo de la iglesia cuando paso el “animalero”, entonces el novio corrió y como pudo se encaramo en una chimenea y por otro lado, la novia aun con el vestido blanco, se metió debajo de una trinchera de zacate y cuando los soldados andaban buscando zacate para sus bestias, casi la descubrieron.

El Colmo

Resulta que cuando tenían a los hombres formados, el señor Villa decía a las mujeres que iban a pedir clemencia por sus maridos:

¡Páguenme $100 pesos por cabeza y los suelto!

Llegaron a casa de Ángel Duarte, tumbaron la puerta y se lo llevaron arrastrando. Cuando iban saliendo de su casa, un capitán le dijo a su esposa: ¡tráigame $800 pesos y le doy libre a su esposo!, entonces la señora se movilizo hasta que consiguió como pudo “los centavos”, se los llevó y le dijeron ¡ahorita le traigo a su esposo! Y resulta que siempre lo fusilaron. ¡Vaya decepción!. Y así paso también con algunas que pagaron $100 pesos cada una, los soltaron pero otros soldados los volvieron a agarrar y fueron fusilados.

Otro caso fue el de Nicasio Noriega, a quien tenían acuartelado en espera de ser fusilado y por otra parte su esposa se encontraba en su casa curando al soldado, sobrino de Villa, que se encontraba muy mal herido. De pronto se le terminó el agua y le dijo al guardia: ¿oiga, dígale a su jefe que me preste tantito a mi esposo para que me traiga agua al rió, yo no puedo dejar a mi niña sola(Julia Noriega Calles, en ese entonces de 9 meses de edad).

Y si, al ratito llegó Don Nicasio, acarreo agua en botas, llenó todas las ollas y se quedó en la casa un rato, cuando de pronto murió el soldado villista. Entonces los guardias se llevaron a Nicasio para que hiciera l hoyo en el cementerio y cuando termino, ¿a que no vas a creer que se lo llevaron otra vez al cuartel y lo fusilaronqué bárbaro!

Cuando Pancho Villa llegó a al pueblo de Batuc, lo estaban esperando en la entrada del pueblo algunos batuqueños portando una bandera blanca. Dicho grupo lo encabezaba el Presidente Municipal Ramón Otón.

En cuanto lo vieron le empezó a tocar la música la pieza “Jesuita en Chihuahua”, entonces el les dijo: ¡Cállense y vayan a enterrar a unos sampedreños! Y cuentan que se puso a llorar y se lamentaba de lo que habían hecho. ¡Ya que!

El caso es que Pancho Villa se aceptó una comida que también le habían preparado en casa del Presidente Municipal. Mientras comían, una señora de nombre Cuquita Hora buena, identifico a los prisioneros, ya que en ese lugar había parientes cercanos de ellos. La señora se acerco a Pancho Villa y le dijo:

¡Señor! ¿Qué piensa hacer con los prisioneros?

¡Ni yo mismo se que hacer con ellos, pero si hay un valiente que pague el recate, los suelto! Le contestó.

Entonces la señora se movilizó por todo el pueblo y solo consiguió dinero para rescatar tres y eso fue porque también trajo unas monedas de oro macizo que tenia guardadas en su casa. Los nombres de los rescatados son:

Joaquín Castillo(hijo), Fernando Figueroa Encinas y José Antonio Figueroa.

Enseguida Pancho Villa y su gente hicieron su retirada rumbo a Suaqui y cuando iban pasando por el pueblo, uno de los soldados de nombre Manuel Martínez, hijo de un cuñado de  Pancho Villa (que se lo había dado para que lo domara, ya que no lo aguantaba de “sinvergüenzo”), empezó a correr en su caballo, aventando tierra a los demás y luego se devolvía y así continuo durante un buen rato. En eso salió un señor de nombre José Castillo (alias el Pichón), mismo que era muy amigo de Villa y lo estaba esperando para saludarlo, pero el aludido jinete con su caballo “hecho la mocha”, tumbó al señor y éste recibió un golpe en el cerebro “de tal mala suerte” que murió instantáneamente. Al ver esto, Villa ordenó que se fusilara de inmediato al responsable.

Al salir de Suaqui, Pancho Villa les dijo a los prisioneros:

¡Haber muchachos, los que quieran irse pa´ su casa, pueden hacerlo! Y si algunos quisieron y otros se fueron con él, pero cuatro días después, se devolvieron.

Los Generales Santiago Bracamonte y Margarito Orozco, siempre estuvieron conscientes de que solo unos cuantos fueron los culpables de aquel asalto y por eso, el día dos de Diciembre muy “de mañana” mandaron a un sobrino del General Bracamonte, con grado de Coronel, de nombre Macario Bracamonte, junto a otros cinco soldados mas y anduvieron por todo el pueblo avisando a todos los hombres se fueran a esconder fuera del pueblo antes de que llegara Pancho Villa y tal vez hiciera un fusilamiento por lo sucedido.

Pero aquellos hombres no se consideraron con delito y no quisieron retirarse. ¡El que nada debe, nada teme! Decian y fue lo último que dijeron. Siempre ayudaron en  algo estos Generales(Bracamonte y Orozco) ya que cuando Villa ordenó que se les diera el tiro de gracia a todos, luego se ofreció Orozco a ser el encargado y empezó a dispararles, pero no les apuntaba bien, para si alguno estaba con vida, la conservara. De tal suerte que se levantaron los ocho que les mencioné.

“Aquí yacen los restos de Mauricio P Noriega, uno de los martires del dia primero de Diciembre de 1915”
epitafio

A continuación les voy a nombrar a los setenta y tres personajes de mi pueblo, que perdieron la vida injusta e innecesariamente por el héroe de multitudes: Pancho Villa.


  1. Andres Avelino Flores
  2. Gonzalo E. Noriega
  3. Demetrio E. Noriega
  4. Donacio E. Núñez
  5. Esteban R. Córdova
  6. Nicasio Noriega
  7. Mauricio P. Noriega
  8. Cruz A. Noriega
  9. Anastasio P. Noriega
  10. Jesús María Noriega
  11. Abelardo N. Noriega
  12. Jesús R. Noriega
  13. Avenicio N. Noriega
  14. Tomás E. Noriega
  15. Jesús P. Noriega
  16. Jesús O. Noriega
  17. Eduwiges D. Noriega
  18. Pascual N. Noriega
  19. Miguel Calles
  20. Florencio Calles E.
  21. Florencio Calles N.
  22. José N. Calles
  23. David E. Calles
  24. Miguel E. Calles
  25. Agapito Silvas
  26. José F. Silvas
  27. Pedro E. Peñuñuri
  28. Eduardo F. Silvas
  29. Pablo R. Encinas
  30. José G. Encinas
  31. Francisco R. Encinas
  32. Refugio E. Encinas
  33. Manuel  Soto
  34. Brasilio Romero
  35. Alejandro Posada
  36. Carmen Carrillo
  37. Eleazar Rojas
  38. Angel N. Duarte
  39. Joaquin Castillo
  40. José María Noriega
  41. Esteban E. Córdova
  42. Heriberto Encinas
  43. Fermin H. Encinas
  44. Eleuterio Vásquez
  45. Juan E. Vásquez
  46. Gregorio E. Vásquez
  47. Guadalupe E. Básaca
  48. Juan E. Básaca
  49. Francisco C. Rivera
  50. Francisco C. Rivera(hijo)
  51. Andres N. Núñez
  52. Rómulo F. Moreno
  53. Florencio M. Núñez
  54. Cruz Moreno
  55. Carmen Moreno
  56. Conrado P.Monge
  57. Higinio Moreno
  58. Francisco P. Molina
  59. Mariano C. Noriega
  60. Refugio C. Noriega
  61. Prizco Espinoza
  62. José María Silva
  63. Pedro Gracia
  64. Marcial Rodríguez
  65. José Juan S. Rodríguez
  66. Maximiliano R. Ahuesta
  67. Vicente Romero
  68. Inocente Ochoa
  69. Francisco Ochoa
  70. Francisco S. Andrade
  71. Abelardo N. Quijada
  72. Francisco N. Ibarra
  73. Francisco E. Básaca

+ seis ciudadanos chinos y cinco fuereños


Existen versiones de que fueron mas de cien los Mártires pero nada mas se reconocieron los 73 sampedreños + 6 chinos y 5 fuereños que andaban de negocios.

En el año de 1917, empezó a correr fuerte rumor de que Pancho Villa había hecho esa matazón porque le habían matado a su sobrino, de tal manera, que algunos escritores admiradores de Pancho Villa, aprovecharon esta versión para, de alguna manera, justificarlo.

San Pedro de la Cueva quedo totalmente destrozado, ya que les mataron además de sus 84 hombres, las vacas, cerdos, gallinas y les robaron toda clase de provisión alimenticia. Quedando 60 viudas y muchos huérfanos.

El General Calles, siendo Gobernador del Estado, fue a San Pedro de la Cueva y otorgó una pensión de $15.00(Quince Pesos) mensuales a cada viuda.

Este Trabajo fue realizado por Ramón Martín Noriega Figueroa, en la Sociedad Sonorense de Historia el día 5 de Diciembre del 2000, con motivo del 85 Aniversario de la tragedia causada por el famoso revolucionario

 

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