Poemas de Delia María Musso
(C) |
Selección de poemas de
su obra "VERSOS ANTARTICOS"
Tomado del manuscrito existente en la biblioteca
de la Base Artigas, firmado por la autora, con una dedicatoria que
dice: Obra dedicada a "mis amigas antárticas"
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VII Me aproximé a la cuenca
bahía azul receptáculo irizado de latencias
En su
orilla reposaban y sin perturbarse transcurrían, trozos de
hielo como gajos albos de incipientes capullos.
Huertos
de algas brunas entretejían arabescos entre sus translúcidos
bordes a veces imitando estilizados
zarcillos
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Invisibles
remeros al son de sus remos golpeaban las aguas emitiendo
latidos de gigantesco tambor.
A lo lejos, bajo
celeste cúpula soberbias y armónicas esculturas
blancas finalizando el durmiente verano iniciaban su finita
peregrinación.
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El sonido de un
desconocido recitado se fue irguiendo desde aquella
bahía en forma de árabe Nun (1) tintero
sagrado escondido poeta que cantó para mí.
(1) Nun: Nombre de la letra N, en el alfabeto árabe,
cuyo trazo curvado hacia abajo, se asemeja a un tintero.
(c) Delia
Musso |
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XII
Me alejé solitaria hacia lo alto del
roquedal lejano desde donde la vista confunde lo líquido
y lo sólido sin saber cual de los dos avanza
y fui
testigo y escucha
Todo reposaba en vago
encantamiento Todo callaba la bruma envolvía las filosas
grietas y las aves sugerían en su lento planear la
posesión de un sueño terrible.
El Señor de los dos
equinoccios el Señor de los solsticios hizo restallar del
sol la soga de oro que refleja en sus nudos todo el
pasado y advierte el futuro.
Un petrel gigante llegó
volando desde el acantilado. Vi entonces que desde el
Sur venía otro pájaro al que llaman "de las
tormentas".
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Se enfadó el
primero y lo mismo el recién llegado. Lucharon fieramente y
durante mucho tiempo. Y vi que sangraban gotas
rubíes que se desprendieron como puqueños pétalos y que en su
final rozaron mi ensombrecido rostro
Su sabor quemó mis
labios y de su color aprendí el secreto.
La atmósfera
se volvió pesada y opresiva. Fue blandido el amarillo
de la tempestad y como romanza tristísima los rojizos
bucles que adornaban las matinales nubes la tarde
súbita las volvió blancas con blanco de espuma y de
sal.
Desde las aguas un brazo argénteo tornó de un
soplo oscuro al viento que desdeñoso y arrebatado sordo a
su amonestación pretendió quebrar la lanza de marfil que
esgrimió Tánatos.
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De entre las azoradas
piedras emergieron fantásticos nudosos leños sobre los que
posaron dos cuervos negros.
Pero Aquel que cubre la
noche y desvela el claro día encendió sobre ellos la
chispa que como nueva Zarza ardió votiva.
Hasta que
desde las nubes la Belleza extendió su mano revelando un arco
iris, que en un tramo fue separando el candor de los
acantilados del extendido mar de susurrantes
riberas.
Todo ha terminado cesó el fuego las aves
claras reemprendieron su vuelo las voces del agua su
canto.
El ángel de la paz extendió sobre mí, su
manto, y me dijo:
"La voz del agua es santa!."
(c)
Delia Musso |
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XIII
Alcé mis
ojos confundiéndolos con el azul profundo de la
temprana noche.
Gotas de agua nieve decoradas de
estrellas diseminaron arpegios de luz
embellecidas
lámparas
que fueron encendiendo sus pabilos en mis
pupilas |
ellas, dentro de su
líquido cristal yo, dentro del árbol olivo de mi
cuerpo
que vivificaron en el patio seco de mi
memoria el recuerdo
"de cuando Adán estaba entre la
arcilla y el agua"
(c) Delia
Musso |
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XVI
Fuera el frío habla palabras que
no entiendo una noche blanca y oro se levanta vistiendo estos
muros de miedo.
Cien mil gritos imperceptibles confunden y
desafían al silencio, tallando en los hielos horrendas figuras
blancas.
Una extraña obsesión de arraigo ancestral se
apodera de mi imaginación:
En la mutabilidad de las
formas, cómo reconocer al maléfico hechicero que
cautivando el porte de un perro-lobo con la cabeza baja y
extendida aspirando el vacío desde sus cuencas ambarinas y
colmillos marfileños, no se lleve mi seguna alma,
dormida?.
Pero si en su aullido persiste un gesto
de mi mano oficia a la luz de la
luna. |
Y en la vaporosa
humedad de mi ventana traza el diseño de mi
segundo rostro espejo,
exorcisando el miedo de tatuadas
memorias ocres con un sol en O coronado por dos cuernos riente
metáfora de una benéfica máscara kple kple. (1)
Y
recordando de los poetas sus cultos perdidos mis tibios
dedos detienen el clamor desgarrado del viento abandonando sus
gélidos harapos en las manos aún frías de la queda
luna.
(1) kple kple: Máscara de etnia
baoulé (Costa de Marfil), que simboliza un animal mítico
benevolente; radicalmente estilizada que tiene la forma de un simple
disco que lleva encima un par de cuernos.
(c) Delia Musso
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