La michoacana




¿Quienes somos?


No importa qué historia es la verdadera, el hecho es que, con los años, 
las familias de la región emigraron a otras partes de México llevando 
con ellos su modelo de negocio. Eso dio origen a las diversas paleterías 
del país con el nombre de La Michoacana, o alguna otra variante. Recetas, 
el diseño de las tiendas y el arte de producción de la paleta fueron 
cambiando con las familias. Un artículo de 2003, del Austin Chronicle, 
apuntaba al hecho de que, en la época de la creación de La Michoacana,
 nadie adquirió los derechos del nombre y tampoco la marca o el concepto 
fueron registrados. En consecuencia, ningún empresario puede 
reivindicar la propiedad sobre ella.

Historia


De acuerdo con entrevistas hechas con dueños de tiendas en Monterrey, 
Nuevo León y Mérida, Yucatán, muchos propietarios de tiendas La Michoacana 
quieren ahora dar legitimidad al negocio, y para eso reivindican la 
existencia de un lazo familiar directo con los fundadores originales. La 
autenticidad es, por norma, mencionada por un tío u otro pariente de 
Michoacán. Es el caso de la dueña de La Fé Michoacana, de Mérida. Ella dice
 con orgullo que “el tío de mi marido trajo el know-how de producción de 
las paletas y helados de Michoacán a Mérida hace 40 o 50 años. Finalmente, 
enseñó a mi marido y le transfirió el negocio”.

Ésas y otras historias muestran la importancia que tiene para los dueños de 
las tiendas conferir autenticidad a su iniciativa por medio de una conexión 
familiar con los fundadores. Muestra también cómo es difícil atribuir 
objetivamente la propiedad de una marca. Como las leyes mexicanas de marca 
registrada y copyright no estaban totalmente desarrolladas en la época en 
que el concepto de La Michoacana surgió por primera vez, son escasas las 
pruebas de intentos anteriores de garantizar el copyright de la marca. En 
años recientes, sin embargo, ha habido una carrera en el sentido de 
capitalizar la marca debido a varios factores: la evolución de la ley de la 
propiedad intelectual en México, la concienciación cada vez mayor de los 
dueños de empresas en lo referente a las cuestiones de propiedad intelectual 
y la emigración de La Michoacana a EEUU.


Ninguna empresa jamás trata de forma liviana la cuestión de la marca. De acuerdo con La Asociación Americana de Marketing, una marca es definida por el “nombre, término, señal o diseño, o por la combinación de todo eso para identificar bienes y servicios de un vendedor o de un grupo de vendedores y para diferenciarlos de la competencia”. Esa definición, el nombre, símbolos y productos asociados a La Michoacana, constituyen, efectivamente, una marca. La Tocumbita S.A., empresa de Tocumbo, en Michoacán, intentó apalancar el poder de la marca de La Michoacana a través de una imagen de marca unificada y de una línea de productos estandarizados. En los años 90, Alejandro Andrade, director general de la empresa, trató de desarrollar la franquicia de La Michoacana. Según Andrade, los intentos de convencer al gran número de dueños de tiendas independientes para ceder el control fracasaron. Además de eso, en esa época, muchas variaciones del nombre ya habían sido registradas por otras personas en el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), órgano de gobierno responsable de la regulación de marcas registradas, copyright y patentes en México. Eso acabó con las oportunidades de Andrade de capitalizar la marca y complicó aún más el combate de su uso indebido. Andrade dice haber creado y registrado el logo ubicuo y reconocido en todas partes: una chica india vestida con un traje típico sosteniendo el cucurucho de un helado acompañada de las siguientes palabras: “La Michoacana — Es natural”. El logo demostró ser bastante eficaz y fue, eventualmente, adoptado por la mayor parte de las tiendas independientes, sin que, en muchos casos, contara con la autorización de Andrade. Se convirtió en una práctica comercial común, por ejemplo, estampar en los contenedores de helado y en los congeladores el logo de La Michoacana con o sin permiso de la Tocumbita. Los intercambios no autorizados del logo también se extendieron. Algunas tiendas adoptaron la chica de La Michoacana sosteniendo una paleta en vez del cucurucho original, mientras otras traen variaciones en la frase y en la fuente empleada. La Tocumbita no tenía los recursos financieros para combatir el uso indebido de su marca en México y, finalmente, perdió el control sobre la imagen de la marca que había creado. De acuerdo con Andrade, “no hay nada que hacer en casos así […] Cuando intenté oponerme a la piratería de la marca, me di cuenta de que tendría que gastar mucho dinero […] y que jamás obtendría el retorno deseado […] A fin de cuentas, la piratería excedió en mucho nuestra capacidad de combatirla”. En respuesta a esas violaciones, La Tocumbita redefinió su modelo de negocio y comenzó a ofrecer paquetes de una pseudofranquicia para nuevos dueños de tiendas independientes. El paquete más amplio consiste en una fórmula paso paso para el lanzamiento de una tienda de éxito con ítems que van desde recetas hasta gestión de la cadena de suministro. La Tocumbita suministra la publicidad, el equipamiento y el entrenamiento y, tal vez lo más importante, trabaja próximo al cliente. El modelo de negocios de La Tocumbita, sin embargo, es diferente de una verdadera franquicia en dos aspectos importantes. Los dueños de tiendas no son obligados a seguir las recomendaciones y los modelos establecidos por ella. Aunque la empresa reciba pagos por sus servicios, ella no cobra por la franquicia. Después de que las franquicias se establecen con éxito, pueden optar, en cualquier momento, por no comprar los servicios de La Tocumbita. Tal y como dijo Andrade, “no podemos obligarlos, porque no hay contrato de franquicia […] debido a las lagunas en el registro de la marca registrada”. A pesar de las dificultades impuestas por la piratería y la imposibilidad de aplicar la marca registrada en México, el negocio de La Tocumbita continúa creciendo. La empresa dice contar con 400 a 500 clientes actualmente, de los que 150 de ellos optaron por la adquisición del paquete completo. “Mi empresa continúa creciendo […] aunque no tan rápidamente como me gustaría”, dice. Andrade tiene varios clientes americanos, aunque cuando dio los primeros pasos en ese nuevo mercado en crecimiento, vio que no podría usar inmediatamente la marca que había creado.