Todos sabemos qué es la Taquigrafía: consiste en el arte de escribir con signos a la velocidad de la palabra hablada.
Como arte, tiene sus propia reglas, las cuales al internalizarlas, aprehenderlas y aplicarlas en forma correcta hacen que el concepto anteriormente citado se convierta en una realidad.
Pero esta tarea -la del taquígrafo- no es para nada fácil. Requiere de un aprendizaje exhaustivo y de una práctica constante a efectos de ir superando velocidades en la escritura -las que son al principio muy lentas- hasta llegar al objetivo de la actividad del profesional taquígrafo.
A estas alturas, debemos analizar profundamente cómo debe ser la formación del taquígrafo.
Como en todo estudio de cualquier rama del saber, lo primero y fundamental es el aprendizaje de lo que es medular; en nuestro caso específico el alfabeto, las distintas combinaciones entre rasgos, círculos, semicírculos, elipses, etcétera y su correcta aplicación.
Esta etapa es una de las más -sino la única- importantes, puesto que de no conocerse todas las reglas aplicables a la escritura taquigráfica puede incurrirse en errores que son muy difíciles de corregir.
Luego de este primer paso, que no debe ser tomado a la ligera por las consideraciones anteriormente expuestas, debe ir adquiriéndose -en forma paulatina- velocidad en la toma taquigráfica.
En los comienzos, estas velocidades son sumamente lentas, alrededor de veinte palabras por minuto. Esta velocidad, ínfima por cierto, hace que los aprendices se vayan familiarizando con la escritura. A medida que exista un afianzamiento en la toma taquigráfica, se debe ir incrementando la velocidad de la práctica pero sólo si internamente se es consciente y objetivo de que se deben ir aumentando las velocidades. De nada sirve el apresuramiento si no se está seguro del nivel en el que se está.
Para la práctica, se pueden utilizar grabaciones de dictados o directamente la recepción de un texto "en directo". La ventaja de la grabación es la comodidad, puesto que en cualquier momento se lo puede emplear para la realización de la toma y la posterior traducción. Ahora bien, esa grabación no debe ser siempre la misma, ese decir, se deben ir alternando distintos textos, distintos temas y distintas voces, a efectos de que no se produzca acostumbramiento por la reiteración prolongada y entonces entre a jugar más la memoria que el mejoramiento y el avance en la práctica.
No puede establecerse un patrón estático para medir el tiempo que demande la adquisición de una velocidad "óptima". Esto depende, además de las cualidades innatas, de cada persona, de las ganas y del grado de responsabilidad que se tenga en esta etapa de la formación.
A la par del aprendizaje de la técnica taquigráfica, se le debe ir educando al aspirante a taquígrafo en todo lo que hace a la cultura general. ¿Por qué? Porque ser taquígrafo no es solamente registrar y traducir, como un autómata en forma mecánica, sin tener la menor idea de qué es lo que se está tomando. El taquígrafo debe entender, debe interpretar los dichos que está escuchando, para efectuar luego una correcta transcripción.
Para eso es menester que se lo introduzca en el estudio de materias tales como Derecho, Economía, Historia, Política, Civismo, Geografía, Redacción, Comprensión de textos, entre otras, que tendrán como objetivo no sólo enriquecer la tarea sino también y fundamentalmente al profesional -o futuro profesional- taquígrafo.
Esto es así ya que el taquígrafo además del registro, al momento de la traducción de los estenogramas debe darle una forma acorde, correcta, respetando las funciones gramaticales, puntuación y demás. Asimismo, debe conocer sobre otros temas que no integran la técnica parlamentaria que sí debe manejar perfectamente- ya que habitualmente los oradores emplean terminología de uso común y otra específica, ya sea técnica, científica, términos latinos, médicos, geográficos, etcétera.
Este aprendizaje de cultura general debe ser constante, incitando, tanto a los aspirantes como a los taquígrafos con más experiencia, a la lectura variada, a efectos de ir incrementando el vocabulario así como la utilización fluida de diccionarios y enciclopedias.
Esta etapa, si bien no hace específicamente a la formación técnica o cultural, es importante porque hace a las aspiraciones propias de cada ser humano.
Es innato de la persona el deseo de superarse, de ir acrecentando conocimientos, que trae consecuentemente un enriquecimiento espiritual. La manera en que se puede ir alentando a los integrantes de un cuerpo de taquígrafos a la superación personal puede ser, por ejemplo, la realización de competencias de carácter interno, para medir capacidades, aptitudes, esfuerzos.
Estas competencias deben ser bien interpretadas, sin que implique rivalidad sino una forma de reconocimiento hacia aquéllos que se vayan superando y un llamado de atención hacia aquéllos que, pudiendo hacerlo, no lo realizan. Estas competencias pueden tener distintos tipos de recompensas, tales como el otorgamiento del carácter de titular de pareja a aquél que se lo merezca o ir efectuando -el superior encargado del grupo- una calificación periódica, que luego redundará en un beneficio a nivel escalafón y, por ende, económico.
Este es, someramente, el enfoque que nosotros entendemos que debe tener la formación de un taquígrafo.Conocimiento acabado de la materia
Adquisición de velocidad en el registro taquigráfico
Conocimientos de cultura general
Incentivo