"Atacar al Papa es atacar a la
Iglesia católica"
Monseñor
Demetrio Fernández, obispo de Tarazona en España, comenta su carta a
Benedicto XVI
Hace pocos
días he escrito una carta al Papa Benedicto XVI. Le he escrito en
nombre propio y de toda la diócesis de Tarazona, asegurándole
nuestra oración, como respuesta a sus palabras del domingo 22 de
febrero. Nos decía el Papa: “Os pido que me acompañéis con vuestras
oraciones a fin de que pueda cumplir fielmente la elevada misión que
la Providencia divina me ha encomendado como Sucesor del apóstol san
Pedro”.
Los
enemigos de la Iglesia aprovechan todas las oportunidades para
atacar al Papa, puesto que es uno de los regalos más grandes que
Dios ha dejado en su Iglesia santa para toda la humanidad. El Papa
es un referente moral, es signo de unidad, es el representante de
todo un caudal de bienhacer en favor de la humanidad. Tiene una
palabra lúcida, avalada por el testimonio de tantos hombre y mujeres
buenos que viven según el Evangelio de Jesucristo. Tiene una
autoridad moral, que brota del servicio a la verdad. Es un hombre de
paz, que busca el bien de todos, especialmente el de los más pobres
e indefensos. Por eso, cuando se presenta la ocasión, con razón o
sin ella, el ataque al Papa es cosa fácil y recurrente. Atacar al
Papa es atacar a la Iglesia católica.
Pero
además, -y esto es más doloroso- a veces el Papa recibe protestas y
rechazos de los hijos de la Iglesia, de los de dentro (que no
sabemos si están más fuera que dentro). Para los católicos, el Papa
es el vicario de Cristo en la tierra, es el dulce Cristo en la
tierra. El Papa constituye el signo de unidad de todos los
discípulos de Cristo. Él sirve a la Iglesia proponiendo la verdad
del Evangelio con la autoridad recibida de Cristo. Él gobierna la
Iglesia con la misión de reunirnos a todos en la unidad querida por
Cristo. El nos santifica con la gracia de Cristo. Él es como el
padre de una gran familia, que merece el respeto y el cariño de
todos sus hijos.
Sin
embargo, algunos dentro de la Iglesia se permiten el lujo de atacar
al Papa, de mostrar públicamente su disgusto por ésta o aquella
decisión del Papa, de contradecirle en su doctrina, de expresar su
rebeldía ante sus decisiones, de no comportarse como hijos adultos
que respetan y quieren a su padre. Algunos aparecen como hijos
adolescentes, que de todo protestan, y que para afirmar su propia
identidad se hacen gallitos, oponiéndose a la autoridad paterna.
Todo esto
le hace sufrir al Papa. Le hacen sufrir los ataques de los enemigos
de la Iglesia y le hacen sufrir, más todavía, las rebeldías de los
hijos de la Iglesia. No sólo porque le atacan a él, sino por el daño
que hacen a tantas personas sencillas, a las que tales ataques
pueden desconcertarles, turbarles, poner en peligro su fe.
Por eso,
he hecho llegar esta carta al Papa Benedicto XVI, en la que le digo:
“En nombre propio y de la diócesis de Tarazona, que me ha sido
confiada por el Sucesor de Pedro, quiero expresar a Vuestra Santidad
nuestra más profunda adhesión y comunión eclesial, asegurándole
nuestra oración por sus intenciones, especialmente a lo largo de
este Año Santo Jubilar en honor de san Atilano, a fin de que el
Príncipe de los Pastores, nuestro Señor Jesucristo, le asista y le
fortalezca en el ejercicio del primado de Pedro al servicio de la
unidad y de la comunión de todos los fieles en Cristo,
particularmente de los fieles católicos”.
Oremos
todos por el Papa, tal como él nos lo ha pedido. Dios os lo pagará.
Con mi
afecto y bendición:
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Demetrio Fernández, obispo de Tarazona España |