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Recordando el X Aniversario de la Comisión Pontificia Ecclesia Dei octubre de 1998
Ciertamente, los cuatro días transcurridos entre el viernes 23 al lunes 26 de octubre deben ser los más estimulantes para los católicos tradicionales desde el indulto de 1984 que otorgaba la aprobación del Vaticano para el uso del Misal de 1962 en todo el mundo, un permiso que había sido previamente limitado a Inglaterra y Gales. Los cuatro días fueron los de una peregrinación a Roma para celebrar el 10º aniversario del Motu proprio "Ecclesia Dei" y la fundación de la Fraternidad de San Pedro. No hubo posibilidad de celebrar las excomuniones anunciadas en el Motu proprio, que deben permanecer como motivo de profundo dolor para todo católico tradicional. Nuestra oración más profunda y ferviente debe ser que, para cuando se celebre el 20º aniversario del Motu proprio en el año 2008, exista una reconciliación completa entre la Fraternidad Sacerdotal San Pío X y la Santa Sede.
Misa en el Colegio Estadounidense Para los peregrinos de habla inglesa, el fin de semana comenzó con la Misa en el Colegio Estadounidense celebrada por Monseñor Timlin. ¿Quién podría haber imaginado sólo uno o dos años antes que esto podría ocurrir? El New York Times publicó recientemente un artículo sobre el conservadorismo de los estudiantes del Colegio Estadounidense; muchos de ellos estaban presentes en la Misa, y un número para nada insignificante se autoinstruyen en la celebración de la Misa Tradicional empleando las "Ceremonias del Rito Romano, Descriptas" del padre Fortescue. Esto también se verifica para el Colegio inglés y el escocés. Después de la misa, Monseñor Timlin saludó a cada uno de los miembros de la congregación. Su bondad y amigabilidad durante toda la peregrinación fue una fuente de inspiración y estímulo para todos los presentes.
Conferencia del Cardenal Ratzinger Sería imposible exagerar la importancia de la conferencia dictada por el Cardenal Ratzinger en el hotel Ergife Palace en la mañana del sábado 24 de octubre. Se había reservado un salón para 600 personas sentadas y con traducción simultánea, pero se hizo evidente que esto no sería suficiente y se reservó un nuevo lugar con 2000 asientos; esto también resultó insuficiente y cientos de peregrinos abarrotaron de pie cada centímetro del lugar. Quién podría haber imaginado que llegaría el día en que un príncipe de la Iglesia, tan sólo segundo en jerarquía después del Papa, elogiaría en una conferencia pública la belleza de la Misa Tridentina, daría gracias por el número de vocaciones inspiradas por las comunidades tradicionalistas, criticaría con palabras severas la forma en que a menudo se celebra la Nueva Misa, insistiría en que mientras el Concilio había ordenado una reforma de los libros litúrgicos no había prohibido los ya existentes, y urgiría a los fieles a no perder su paciencia y a mantener la confianza en sus esfuerzos para obtener la celebración de la Misa tradicional. Más tarde ese mismo día, Monseñor Timlin cantó una Misa Pontificia en la hermosa iglesia de Santa María de la Escala en Trastévere. Sólo se puede decir que parecía como si el Cielo hubiese descendido a la Tierra. La iglesia estaba totalmente colmada y algunos de los asistentes debieron permanecer en las escaleras exteriores. Después de la misa, Monseñor Timlin, los sacerdotes y los seminaristas presentes marcharon en cortejo hasta la plaza fuera de la iglesia, y el obispo recibió de la manera más bondadosa a todos los que desearon hablarle.
San Ignacio La misa principal de la peregrinación fue celebrada por el Cardenal Stickler en la iglesia de San Ignacio el domingo, Fiesta de Cristo Rey. Se había planeado que el Cardenal Felici, Presidente de la Comisión Ecclesia Dei, dijera la misa, pero se había fracturado el brazo varias semanas antes y, a pesar de su deseo de ofrecer la Misa, era simplemente imposible. Monseñor Perl de la Comisión Ecclesia Dei leyó una homilía del Cardenal Felici sobre el reinado de Cristo. Comenzaba con palabras de bienvenida sumamente cordiales dirigidas a los peregrinos, dejando claro que Roma considera a los católicos tradicionalistas miembros plenos y valiosos de la Iglesia: Mis queridos hermanos en Cristo, bienvenidos a esta venerable Iglesia de San Ignacio, bienvenidos a Roma, la Ciudad Eterna, la ciudad de los Papas, bienvenidos a la casa de vuestro Padre. Habéis venido de diferentes países; en realidad, de diferentes continentes, habláis diferentes idiomas, pero todos estáis inspirados por el mismo espíritu, que es el espíritu de la Iglesia Católica. Habéis venido juntos a Roma a dar gracias por el gran regalo que el Santo Padre, el Papa Juan Pablo II, les ha otorgado al publicar su Motu proprio "Ecclesia Dei", la cual les ha concedido una vez más los derechos de ciudadanos de la Iglesia al permitirles continuar celebrando la antigua liturgia Latina de la Iglesia. Para muchos de ustedes, este acto papal fue una liberación que habíais esperado mucho tiempo, y para otros, hizo posible disfrutar en paz el derecho de asistir a liturgias celebradas de acuerdo con el venerable rito Romano, celebrado de esa forma, durante largos siglos, en la forma que vosotros preferís hoy.
Seguramente los tres mil devotos abarrotados dentro de la iglesia sintieron, como el padre Frederick Faber, que la Misa Tridentina es la "cosa más hermosa de este lado del Cielo". Esta es la Misa que las iglesias de Roma habían construido para venerar, y era claro que muchos de los presentes se sentían completamente sobrecogidos. La música era compartida entre los monjes de Le Barroux, cuyo canto gregoriano sugería una atmósfera como si el Cielo hubiera descendido a la Tierra, el coro de Notre Dame des Armées de Versailles y el coro de la propia Château, con su orquesta. El rasgo más notable del grupo congregado era su juventud, con una clara preponderancia de menores de 30 años. Estaban presentes muchos hombres jóvenes de los seminarios romanos, un buen número de los cuales participaron con sotana y cottas en la procesión antes de la misa y después. Cuando la procesión salió del templo, los 350 sacerdotes y seminaristas, junto con el Cardenal Stickler, el Obispo Timlin y otros prelados, debe haber parecido a los transeúntes que el nuevo Pentecostés que, según se había predicho, iniciaría el Vaticano II, se había producido finalmente.
La audiencia papal
El clímax de la peregrinación fue la audiencia papal del lunes 26 de octubre, un día memorable en la historia del movimiento tradicionalista. El aspecto más importante de la audiencia fue que ésta se realizara. No hubo seguridad de que pudiera acordarse sino hasta algunos días antes. El Santo Padre dejó en claro a los 3000 peregrinos tradicionalistas, que manifestaban su amor y devoción por él con tal entusiasmo, que él los consideraba tan plenamente católicos como a aquellos vinculados a la Nueva Misa. Se refirió a la legítima diversidad y sensibilidades dignas de respeto, urgió a todos los católicos a proclamar el evangelio juntos, y pidió a los obispos prestar una "renovada atención a los fieles ligados al viejo rito". Después de su mensaje, el Santo Padre recibió individualmente a los superiores de las sociedades sacerdotales y de las comunidades religiosas dedicadas a la Misa Tradicional, y a un representante de la Federación Internacional Una Voce, el Sr. Jan Filip Libicki, de Polonia. Se suponía que después, el Papa se retiraría a sus aposentos pero, en lugar de hacerlo, dejó su silla y caminó espontáneamente hacia los 50 sacerdotes y seminaristas que estaban de pie en las escaleras de San Pedro, representando a los más de 450 sacerdotes y seminaristas presentes en la audiencia. Se había aconsejado a los peregrinos que estuvieran en el recinto reservado para ellos antes de las 11.30 h, pero cada sitio había sido ocupado y los monjes de Le Barroux, unos cincuenta, junto con muchos otros sacerdotes y seminaristas no pudieron entrar. El Santo Padre estaba obviamente conmovido por la juventud, devoción e inmaculado atuendo clerical de los seminaristas con los que se reunió. Pasó varios minutos conversando y aceptó gustoso fotografiarse con ellos. Supimos de una fuente totalmente confiable que después de regresar a sus aposentos, el Papa habló con entusiasmo a los miembros de la Curia sobre la impresión positiva que le causaron los seminaristas. Sería imposible no enfatizar el hecho de que, en lo que concierne a las políticas internas del Vaticano, que la audiencia tuviera lugar y que el Santo Padre reaccionara a este encuentro con los clérigos en una manera tan positiva, debe ser causa de gozo y esperanza para cada católico tradicionalista.
La bendición final Podría pensarse que después de la audiencia papal, todo otro acontecimiento podría haber quedado opacado pero, ciertamente, éste no fue el caso. A las 15.45 h, Su Eminencia, el Cardenal Agustín Mayer, clausuró la peregrinación con una bendición solemne. Este fue un gesto verdaderamente bondadoso, puesto que Su Eminencia acababa de sufrir la pérdida de su amada hermana, pero regresó directamente de su funeral para cumplir su promesa de celebrar la Bendición en la Iglesia del Espíritu Santo en Sassio, a solo uno o dos minutos de San Pedro, donde una congregación de monjas polacas tradicionalistas promueve la devoción a la Divina Misericordia. Este fue el primer acontecimiento, además de la audiencia papal, en el que estuvieron presentes los sacerdotes y seminaristas del instituto de Cristo Rey (el domingo, habían tenido que permanecer en su seminario en Gricigliano, cerca de Florencia, para celebrar su Misa patronal de Cristo Rey). Las palabras no pueden describir la belleza de la celebración. Muchos sacerdotes, tal vez la mayoría, tenían los ojos llenos de lágrimas. Al concluir esta sublime ceremonia de adoración a Cristo, nuestro Rey Eucarístico, más de 400 sacerdotes y seminaristas marcharon en cortejo desde la iglesia, en una procesión que parecía no tener fin. A medida que lo hacían, se produjo uno de los momentos más conmovedores y significativos de toda la peregrinación. Al comenzar la celebración, el Cardenal Mayer había ofrecido una bienvenida sumamente cálida a aquellos que habían venido a Roma desde todas partes del mundo, hablándoles en impecable italiano, francés, alemán e inglés, y con la dignidad que siempre caracteriza a este gran Príncipe de la Iglesia. Antes de unirse a la peregrinación, Su Eminencia regresó al micrófono y, con evidente emoción, dijo a todos los presentes que deberían dar gracias a Dios por el hecho de que, en contraste con la declinación de las vocaciones en todo el Occidente, el movimiento tradicionalista haya inspirado tantas vocaciones. El Cardenal urgió a todos los presentes a rezar porque los cientos de hombres jóvenes perseveraran hasta la ordenación sacerdotal. Cuando el Cardenal surgió de la iglesia, fue aplaudido con entusiasmo, para su desconcierto, por los cientos de jóvenes tradicionalistas franceses a los que de inmediato se unieron en el aplauso todos los presentes de todas las edades y de muchos países.
La repercusión de la peregrinación Es imposible estimar esta peregrinación en toda su importancia. La celebración de las misas tradicionales para desbordantes congregaciones de devotos ejerció un tremendo impacto en la propia Ciudad Santa, especialmente entre los estudiantes de los seminarios de Roma, muchos de los cuales estuvieron presentes y participaron de las procesiones. Este impacto ciertamente fue observado por la Curia. El hecho de que el Papa concediera una audiencia a los peregrinos, que una vez más urgiera a los obispos a permitir la Misa tradicional a aquellos que la requieran y el hecho de que el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe dictara una conferencia pública en favor de la Misa Tradicional, tienen un significado que llevará varios años valorar completamente. Por encima de todo, en vista de la escasez de vocaciones en Occidente, la presencia en Roma de más de cuatrocientos sacerdotes y seminaristas dedicados a la celebración de la Misa Tradicional, habrá de tener un impacto difícil de estimar en su justa medida.
Fundación de una Asociación Nacional Los católicos que deseen fundar una nueva asociación nacional de la Federación Internacional Una Voce deben comunicarse primero con
FOEDERATIO INTERNATIONALIS UNA VOCE TELÉFONO: 44 181 402 2248 FAX: 44 181 289 6377 Se les proveerá una copia de los estatutos de la Federación y, si los encuentran aceptables, deberán confeccionar estatutos nacionales propios, de los cuales pueden obtener ejemplos. Una vez que sus estatutos han sido aprobados, podrá efectuarse la solicitud formal de membresía, y se votará su admisión en la Asamblea General bianual de la Federación en Roma. Aquellos que deseen establecer un capítulo en un país donde ya exista una asociación nacional, deben comunicarse con su asociación nacional y no con la Federación Nacional. Importancia de la Iniciativa local La FIUV no es una organización dirigida verticalmente desde un comité central. Cada asociación es un cuerpo autónomo impulsado a hacer todo lo que la asociación pueda para lograr los objetivos de la Federación a nivel local. En cualquier país individual, se pueden admitir hasta tres asociaciones nacionales como miembros de la Federación. La idea es que por cada asociación nacional se construya una red de capítulos regionales en el país en cuestión para impulsar su obra a nivel local. Como miembros de la Federación, las asociaciones nacionales pueden trabajar juntas al recibir el Boletín de la Federación, intercambiando boletines nacionales y designando delegados para la asamblea bianual de la Federación en Roma y participando de la elección del Presidente de la Federación y de su Consejo. Durante varios días, cada asociación informa sobre su progreso e iniciativas y aprende, por encima de todo mediante el contacto personal, la forma de tornar más efectiva las formas de defensa de la tradición. Cuando las asociaciones nacionales desean comunicarse con las Congregaciones del Vaticano por su cuenta, y en referencia a sus problemas específicos en el ámbito nacional, la Federación puede aconsejarlas y asistirlas, merced a sus 30 años de experiencia en su relación con las autoridades centrales de la Iglesia. Sobre todo, puede representar las preocupaciones de los católicos tradicionalistas de todo al mundo al más alto nivel del gobierno de la Iglesia. Este es su propósito estatutario fundamental y, a pesar de todo el progreso logrado desde 1967, mantiene la función indispensable de impulsar la causa de la tradición en todo el mundo. Mensaje del Cardenal Ratzinger El 25 de julio de 1996, el Cardenal Joseph Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, dirigió el siguiente mensaje a la Federación: La Federación Internacional Una Voce ha tenido una importancia fundamental para apoyar el uso de la edición de 1962 del Misal Romano, en obediencia con las directivas de la Santa Sede. Por este valioso servicio, expreso mi gratitud a los miembros de la Federación y les extiendo mi bendición.
ARTICULO TOMADO DE UNA VOCE ESPAÑA "ASOCIACIÓN ROMA AETERNA"
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