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LOS CAMBIOS AL MISAL
TRADICIONAL POR JUAN XXIII
“¿En qué consistieron los cambios en
el misal que realizó Juan XXIII?.
¿Fue
un anticipo de las reformas postconciliares o solamente leves retoques?”
Para empezar hay que señalar que la reforma de Juan XXIII (acontecida en
1962) es de hecho la reforma de Pío XII, pues la mayoría de estos cambios se
habían preparado durante el Pontificado de Pío XII aunque se promulgaran
bajo Juan XXIII. Más aún, la aciaga Semana Santa de 1955, bajo Pío XII,
contempló cambios que prefiguraban otros después y que ahora pasamos a
explicar.
Sin ánimo de ser exhaustivos digamos el que el Calendario Litúrgico sufrió
algunas disminuciones de Octavas. De facto lo que acontece es una
simplificación, una modificación de las clases de Fiestas. Hay una
preponderancia dada al Temporal sobre el Santoral.
En el plano litúrgico más propiamente dicho hay supresión de conmemoraciones
que solían ser dos después de la Colecta de la Santa Misa. También merece
señalarse que el Sacerdote en la Misa Cantada ya no dice en voz baja ni la
Epístola ni el Evangelio, que son cantados por los ministros. Otro cambio
que acontece es la supresión del Confiteor-Misereatur-Indulgentiam antes de
la Comunión, aunque hay cierta tendencia a no seguir completamente esta
modificación en buena parte de las Misas Tridentinas hoy día, que
mayoritariamente siguen el Misal de Juan XXIII. Hay, también, una supresión
de las oraciones al pie del altar (las de León XIII) en las ocasiones en que
hay una función precedente, como una Procesión, por ejemplo. Se trae el tema
del mantel al Altar también.
En el plano ornamental hay supresión de las planetas plegadas y una
sustitución de las mismas por las dalmáticas. El bonete del Sacerdote ya no
es obligatorio, sino sólo aconsejable. En la liturgia del Viernes Santo se
suprime el manípulo. También en la Semana Santa se cambia el color litúrgico
negro por el morado (el centro vira de la muerte de Nuestro Señor a un eje
más penitencial, por tanto más antropocéntrico). También la Procesión del
Santísimo cambia, pues ya no es necesario el palio, sino que puede ser hecha
con el Santísimo (que con el Misal de Juan XXIII puede ser llevado por el
Diácono) precedido de dos velas.
He mencionado los cambios que acontecen en la Liturgia de la Semana Santa a
partir de 1955. Entre ellos están la supresión del Asperges el Domingo de
Ramos, la bendición de los ramos cara al pueblo en una mesita, la oración
del final de la procesión de cara al pueblo en el altar, la supresión del
Último Evangelio y la supresión de las oraciones al pie del altar. Durante
la Semana Santa las lecturas de la Pasión se vieron recortadas, salvo el
Viernes Santo. El Jueves Santo se altera el lavatorio o mandatum durante la
Misa y hay una supresión del Último Evangelio. Las modificaciones de la
Liturgia durante el Viernes Santo son quizás las más conocidas.
Hay una supresión absoluta de la llamada Misa
de Presantificados y una sustitución de la misma por un rito extraño a lo
anterior, forjado de varias partes que parecen desconectadas entre ellas.
Hay incluso un pequeño desquiciamiento en la ejecución porque el celebrante
está sentado mientras las lecciones, coro, etc., siguen con su propio tempo.
El Padre Nuestro está en el Misal de Juan XXIII dicho por todos. En la
Liturgia del Sábado Santo también hay modificaciones importantes en las que
no vamos a extendernos por no alargar demasiado esta respuesta.
Quizás el cambio más famoso es la supresión de la oración “pro perfidia
Judaeorum”,
frase ésta que ha de ser entendida teológicamente.
Sin querer ser exhaustivos empiezan a insinuarse ciertos cambios que
aparecen en la Santa Misa, como el hecho de que a partir del Padre Nuestro
todo se dice en voz alta.
En realidad las modificaciones en el Misal de Juan XXIII hacen que el rito
sea un poquito menos coherente, un poco más “antropocéntrico” en razón de
esa mayor participación del pueblo. Son cambios menores, molestos quizás,
pero ninguno drástico y que en rigor no se puede decir que en modo alguno
alteren la esencia de la Misa. Lo grave es que insinúan ya alguno de los
cambios de la Nueva Misa; cambios, en definitiva, que acostumbran a los
fieles y al clero a la reforma por venir (cara al pueblo, lectores seglares,
lengua vulgar …). Fueron, respondiendo específicamente a su pregunta, leves
retoques que anticipaban las reformas conciliares y postconciliares.
Dado que, en rigor, estos cambios no alteran sustancialmente la Santa Misa,
y Roma implementó dicho Misal, creo que uno debe aceptarlo. Sería una
reforma que no fue buena, pero tampoco fue mala. Con todo ahí están los
datos. Y debemos reflexionar que el modernismo se llevaba ya insinuando,
incluso en lo litúrgico, mucho antes del Vaticano II, como del mismo modo el
ataque desde dentro de la Iglesia es innegable desde la época de Lammenais y
el movimiento Le Sillon e incluso existen datos para datarlo, cuando menos,
trescientos años atrás.
Puedes encontrar en inglés un
cuadro comparativo a dos columnas entre el Misal de San Pío X y el de Juan
XXIII que no tiene desperdicio. Existen algunos excelentes artículos en
el internet que te recomendamos vivamente, como
éste que enlazamos aquí, escrito por Monseñor Gromier, un canonista de
los de antes con buena dosis de testosterona, quien fuera el Maestro de
Ceremonias del Papa Pío XII. De este excelente trabajo existe también una
versión francesa.
Rafael Castela Santos
Tomado del Blog spot:
http://casadesarto.blogspot.com/2006/08/los-cambios-del-misal-de-juan-xxiii.html
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