EL NEGRITO DEL PASTOREO

Introducción

Gracias a Julio Sánchez de Capilla del Sauce recogimos el testimonio sobre espíritus de negritos que aparecen en un paso apartado y solitario y reclaman ofrendas al viajero.
Ese hecho nos llegó también posteriormente de otra fuente, y el paraje al que hacían referencias ambos testigos era el mismo: nada menos que la zona de Durazno donde se refugiaron en 1803 los negros prófugos de Montevideo.
Doscientos años después de aquella heroica fuga, los paisanos del lugar siguen "viendo" allí los mismos espíritus-exús protectores de los que hablan el Umbandismo y otros cultos afroamericanos.
Ese lugar es especial por la concentración de testimonios, pero no es el único. En realidad nuestro país está lleno de huellas de animismo africano. Aparte de los ritos claramente afroamericanos como Umbanda, Kimbanda, Candomblé, Batuke, y aún de los ritos "africanistas" puros, en la religiosidad popular uruguaya aparecen devociones de claro sincretismo africano: San Baltasar es una de ellas.
Pero la devoción afrouruguaya principal, al menos en el campo, es el Negrito del Pastoreo.
Mediante este culto los afrouruguayos no contradicen frontalmente el dogma de la iglesia oficial. Cierto, conceden, las almas van al Cielo; pero el Negrito murió tan pequeño que no se atreve a subir y ronda entre nosotros. De esta forma el animismo africano sobrevive en él. Si le encendemos un cabito de vela nos busca lo que hemos perdido, y si le rezamos con suficiente fe, lo encuentra.
Claro que, como dice la canción, la vela...

Tiene que ser un cabito
Tiene que arder en el suelo
Porque es muy humilde el ánima
Del Negrito'el Pastoreo

Hay diferentes versiones de cómo murió el Negrito, pero en todas ellas aparece la crueldad de sus patrones como la causa indirecta.
En una canción que se escucha en Río Grande, se narra que lo obligan a hacer de jinete en una carrera con fuertes apuestas, pues su patrón confiaba en que su ligero peso haría que su animal favorito venciera; pero el Negrito cayó en medio de la carrera y fue aplastado por los caballos.
Más común es la versión siguiente.

La leyenda

El Negrito era un niño esclavo de muy pequeña talla y su tarea era cuidar las ovejas del patrón.
Al volver del campo una tarde gris se descubrió que había extraviado una de ellas. El capataz le ordenó buscarla y el niño salió, desatándose casi en seguida una terrible tormenta eléctrica. Un diluvio súbito aceleró la llegada de la noche. El temporal cobró una furia inusitada y sólo amainó al clarear la madrugada.
Al llegar el día lo encontraron muerto, protegiendo con su cuerpo a la ovejita extraviada.
Las almas de los niños que mueren, dicen las ancianas del campo, son espíritus que conservan mucha energía originaria, de esa que debieron gastar haciendo crecer sus cuerpos para lo que la vida no les dio tiempo; por eso los velorios de angelitos tienen mucho de súplicas de intercesión, para que sus almitas nos ayuden a lograr los favores de espíritus más poderosos.
Por eso también la tumba de Dionisio Días, el niño olimareño que llevó a su hermanita en brazos caminando leguas, para salvarla muriendo él, está siempre llena de flores y ofrendas; y por eso el Negrito del Pastoreo no falla nunca.

Material extraído del libro" Leyendas, mitos y tradiciones de la Banda Oriental" del historiador Gonzalo Abella Betum San Ediciones



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