Milonga por él (Por Carlos Díaz “Caíto”) Entre las luces del escenario Marca su gesto, brazo en el aire Su canto hiere, su canto manda Y ya se enciende, y es más gigante, Mientras lo aplauden, él sigue quieto Su canto hiere, su canto manda ...
Para Alfredo Zitarrosa (Por Elena Jordana) Del libro “Poemas No Mandados” (México, abril-mayo 1978). Si tuviera tres años Si me atreviera El Corazón en Re Menor (Por Washington Benavides) Montevideo, 1980 Pensando en vos, Y guitarras se vuelven, Una milonga suena Canta una vidalita Pensando en vos, Las hojas de los plátanos Un candombe entristece Un pajarito ciego Pensando en vos, Y guitarras antiguas Pensando en vos... “ PA'L QUE SE VA “ (Por José Carbajal “el Sabalero”) Montevideo, 17 de enero de 1989 Nunca pude entender, ni entiendo, ni entenderé que no le gustara el rock and roll. Y además se enojaba. Una vez hasta me dijo Todo es milonga Pepito - pero claro, él era todo milonga.
Candamil, el Walter Candamil de Treinta y tres, cebaba mate y nos contaba que en la última práctica antes del mundial del 50, Julio Pérez, el Chueco, le pegó semejante patada en la canilla ahí enfrente, en el estadio y el Estadio Centenario era de día esa noche, una mancha de luz en el corazón de Montevideo que nos tenía hipnotizados a los tres. En una pausa del Canda, el Pepe, el Pepe Guerra, mirando al vacío me susurró como para que nadie lo escuchara Che José! José! el que está jodidazo es el Flaco – y el miedo nos erizó. Yo intenté defenderlo entre caliente y asustado pero el Pepe me frenó el impulso con un cabeceo, cambiamos de conversación y seguimos cómplices en el silencio. Bueno, ahora ya fue, al Flaco se le murió el último pedazo de vida. En el 67’ nos tapaba el techo del hotel de Bachicha Lencina, el gordo, el trompetista, se acuerdan? Con Gervasio, Gervasio Viera, compartíamos la pieza tres y el Flaco vivía en la de al lado. Tomaba mate con yerba Madre porque decía que sufría del hígado y a veces nos tenía que auxiliar. Todos los cantores éramos jóvenes y flaquitos. Lo cotidiano se iba abriendo paso en las canciones. Rompíamos con el lenguaje del siglo XlX, nos tuteábamos con el Uruguay revuelto y presentíamos el '68 en el mundo. Milonga para una niña enamoraba hasta a las viejas. Milonga para una niña enamoraba hasta las viejas y el Flaco asombraba con esa voz como de otro, con ese flamenco entrecortado y con esa ternura de solitario empedernido. Un 29 de febrero se casó y se nos murió la guitarra de la pieza número 4. Al poco tiempo cayó Serrat. Cayó el Flaco Serrat por Montevideo y los asados en la casa de Zitarrosa juntaban guitarreros, cantores, poetas, periodistas y amigos comunes. Alfredo era Dulce Juanita y Mariposa Negra. Yo vi la mariposa dormida en el tiro de la chimenea. A esa altura ya hablábamos con más soltura, nos confesábamos nuestros dioses y nuestros diablos, y hasta llegábamos a putearnos. El tiempo volaba, porque la gente venía trotando y enseguida galopaba. En el 70' hicimos el Centro de cantores. Las broncas se hicieron diarias y a boca de jarro. Estábamos poseídos por el ángel de la juventud. Las religiones nos acosaban y todos queríamos ser honestos y heroicos. Nos reíamos del dinero y de la fama. Todos intentábamos ser buenos y en gran medida lo éramos. El Flaco navegaba con nosotros. Cuando nos encontramos en Buenos Aires queríamos ser amigos, pero no, no, no podíamos. Todos, todos, todos nos habíamos convertido en monjes con guitarras y cada cual predicaba su evangelio. Cortamos la mano y nos perdimos de vista por unos años. Otro poquito de muerte. Toqué el timbre, él abrió la puerta, nos miramos, nos miramos y abrazamos fuerte, bien fuerte. España era su casa y Francia era la mía. Alfredo vivía rodeado de fotos suyas sacadas en Uruguay. Yo le hacía chistes sobre tantos Zitarrosas en las paredes pero la verdad es que estaba sumamente triste, la nostalgia lo acosaba y la soledad dormía con él. Fuimos a cantar una vez a Villa Verde Alto o a Canillejas, no, no recuerdo bien dónde era pero de todas maneras sé que era un arrabal madrileño. Después, estuvimos otra vez mucho tiempo sin vernos con noticias que alguien arrimaba de segunda o tercera mano. Había una telaraña que se estiraba pero que no se rompía y nos mantenía unidos a Pepe y Braulio, Daniel, Marcos, Carlitos Molina, el Gallego Capella, Washington, en fin, la camada del 60'. Y en México sí. Llegué y nos encontramos. Nos encontramos de verdad. Me pasó todas las líneas de laburo. Llamaba por teléfono y exigía para mí, un total desconocido, el mismo trato que para él que estaba en el candelero del canto latinoamericano. Compartimos amigos y licenciados. Fuimos vecinos en el Canal de Miramontes. Jugábamos al truco y planificábamos matar ese tiempo mexicano en pocos meses. -El año que viene estamos en el Uruguay Pepito, Eh!- Y así fue. Se nos murió Méjico. En estos cuatro o cinco últimos años en Uruguay creo que nos vimos un par de veces. No más. Recogimos la sotana que habíamos cambiado afuera por la amistad y seguimos teniendo noticias de segunda o tercera mano como si viviéramos en dos países completamente alejados. Yo no sé, yo no sé si el Pepe seguirá mirando al vacío o si estará llorando. Lo que sí sé es que a mí me acogotan 22 años de Alfredo porque ahora ya fue. Al Flaco se le murió el último pedazo de vida y a nosotros se nos murió, se nos murió todito.
Alfredo Zitarrosa (Correspondencia)(Por Enrique Estrázulas) Montevideo, 6 de febrero de 1977 Dame caligrafía o un hueco donde hablar Ya no tengo goteras Pero tu voz Y me ayuda No te extrañes de nada Querido Alfredo (Por Víctor Heredia) Dejabas en mi sangre tanta estela Te escribo en estas alas fulgurantes Descubrirás que no hablo del pasado
Llamadas (Por Becquer Salvador Puig) Del libro “Apalabrar”, Montevideo, 1980. Este poema quiere nacer Así: En un cerrar de ojos Así: Viene el mundo girando Así: Soy tu llamada Así: En un abrir y cerrar de ojos
Una carta al exilio (Por Becquer Salvador Puig) Del libro “Lugar a dudas”, Montevideo, 1984. Escucho una casete La vida es violenta: Aquí hay otras preguntas. Escribir y oír al mismo tiempo: Pero igual: Volveremos a vernos: Volveremos a vernos.
Del libro “Si tuviera que apostar”, Montevideo, 1992. Voz saturada Desaparecido / encontrado. Trampeado. Intensos, tercos malestares: Tenías (tengo ahora) 1960: Cante parido entonces, Cante crecido junto Voz que venía
|
||||