MEMORIA DE LA CALLE BRECHA.


Todo es memoria en la actual calle Brecha; una de las ultimas que conserva
algo de los aires del Bajo famoso. Las paredes descascaradas, el añoso estilo
de algunas casas que aun sobreviven, los tablones desgastados en el piso
de algun vetusto almacen. Todo compone un testimonio mortecino de que el
Bajo estuvo alli; de que por esa calle circularon francesas perfumadas,
proceres a escondidas, la hosquedad del malevo con el facon pronto, musicos
de buena y mala laya, en fin, la fauna consabida.

Pero nada en Brecha recuerda "lo otro"; el episodio atroz que le da el nombre
y que subyace tras la escenografia de aquel crapuloso pasado mas reciente.
Nadie diria, en efecto, que un siglo antes del Bajo, ocurrio alli el hecho
de sangre mas espantoso, la masacre mas cruenta y feroz, de toda la historia
montevideana. Alli mismo, sobre el enlosado hoy apacible de esa calle en
diagonal, cortita y urania.

Un ingles relato con insuperable vividez el episodio guerrero. Juan Paris
Robertson era uno de los tantos subditos britanicos que, cuando las invasiones
britanicas en 1806, aguardaba en una nave fondeada ante nuestro puerto,
junto a cien embarcaciones mas, el momento en que nuestra Plaza cayera,
para abatirse sobre ella en busca de nuevos negocios. Extraigo los pasajes
mas coloridos de la narracion.

"Oiamos el estampido del cañon y veiamos las baterias que arrojaban balas
y granadas mortiferas sobres las casas de los atemorizados habitantes. En
el puerto se veian botes atareados, yendo de un barco a otro; se veian bergantines
de guerra navegando cerca de las murallas y bombardeando la ciudadela. Los
cañones eran dirigidos con certera punteria a la parte de la fortificacion
elegida para abrir brecha; y el mortero descargaba en la parabola mortifera
sus bombas destructoras."

"Miles de espectadores escudriñaban desde los barcos el efecto producido
por cada granada en la ciudad y por cada bala en la brecha.
Las frecuentes salidas de las tropas sitiadas y los rechazos que invariablemente
sufrian, daban animado pero nervioso interes al espectaculo."
"Una mañana, por fin, antes del alba, el trozo de la muralla en que estaba
la inminente brecha mortal, fue envuelto, como se vio desde los buques,
en una poderosa conflagracion. El estampido del canion era incesante y la
atmosfera una densa mas de humo impregnada de olor a polvora. Percibiamos,
con auxilio de anteojos nocturnos, y del fogonazo de los cañones, que se
desarrollaba una lucha a muerte en las murallas."

"Despues se produjo una pausa tremenda, una tristeza profunda y solemne.
La carniceria toco a su fin; y luego la aurora nos dejo ver la bandera britanica
desplegada y flameando orgullosa sobre los bastiones. Un grito triunfal
simultaneo se elevo de la flota entera; y miles que habian estado ayer suspendidos
entre la duda y el temor, volvieron a dar libertad ilimitada a la perspectiva
del feliz y prospero resultado de su empresa."

"Desembarcamos aquel dia para encontrar que nuestras tropas estaban en completa
posesion de la plaza. Que espectaculo de desolacion y miseria se presentaba
a nuestros ojos!. La carniceria habia sido terrible, en proporcion al valor
desplegado por los españoles y al valiente e irresistible empuje con que
las masas fueron dominadas y los cañones silenciados por el ingles."

"Montones de heridos, muertos y moribundos se veian por doquier, y a cada
paso encontrabamos literas llevando pacientes a los distintos hospitales
e iglesias. Se podia ver, aqui, la hermana infeliz buscando desesperadamente
a su hermano; y alli la viuda abandonada en busca de su marido. Despues
de cerciorarse de que no estaban entre los vivos, procuraban tributarles
con la solemnidad conveniente, los ultimos rezos."

"Un mero campo de batalla no puede contener la mitad de los horrores de
una ciudad tomada por asalto. En este caso, el dormitorio conyugal y el
circulo de familia estan igualmente expuestos a la violencia; los parientes
mas cercanos, los amigos mas queridos son separados por la espada de la
muerte en presencia unos de otros; mientras, para aumentar el horror del
espectaculo, la lascivia, el pillaje y la ebriedad adquieren dominio sin
control en los corazones recios de los vencedores.
Tales espectaculos, aunque no pudieron evitarse del todo, fueron relativamente
escasos en la toma de Montevideo."

Hasta aqui, muy extractado, el relato de Robertson. Despues de releerlo,
si volvemos a pasar por la calle Brecha, ya no seran los fantasmas del Bajo
los que vendran a encontrarnos ...

"Boulevard Sarandi" de Milton Schinca.
(Los dias de la fundacion y la colonia - 1726-1805)
Anecdotas, gentes, sucesos del pasado montevideano.


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