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Reportajes rescatados
Entrevista con Norberto Galasso sobre su libro "Perón".
LAS MIL CARAS DE UN LÍDER
En el prólogo de su flamante libro, Perón,
Norberto Galasso cree
pertinente revelar su cuna socialista y pequeño-burguesa. Se presenta como
resultado de madre docente y sarmientina “que abominaba de Perón” y padre
–comerciante de origen humilde– que simpatizaba con el peronismo. “Un día
nos sentamos frente a frente y él me dijo ‘mirá, desde 1946 tengo clientas
nuevas, empleadas domésticas que nunca antes habían pisado mi negocio y
que ahora vienen a comprar pulseritas, cadenitas, y son más altas porque
cambiaron sus alpargatas por zapatos con tacos’. No se trata de la
implantación de la sociedad socialista que soñamos, pero sí de un cambio
social importantísimo.” Aquellas palabras paternas activaron un clic en el
aún proyecto de historiador y lo llevaron a convencerse de que la verdad
no se adquiría solamente en los libros, sino también en el acontecer de la
realidad concreta. “Niño inquieto, salí a recorrer las fábricas de la zona
buscando obreros socialistas para aprender de ellos y no encontré uno ni
por broma, eran todos peronistas”, rememora. Pasó el tiempo y Galasso se
convirtió en un historiador del riñón nacional y popular, en un
continuador de la herencia del más dichoso de los revisionismos
–corporizado en Rodolfo Puiggrós, John William Cooke, Abelardo Ramos o
Arturo Jauretche– que retomó retazos de aquellas vivencias juveniles para
incorporarlas a una extensa biografía sobre el creador del justicialismo.
“A 30 años de su muerte no puedo pretender un trabajo completo, pero al
menos que genere la necesidad de polemizar y de producir nuevas visiones,
aunque ligue cascotazos de todos los costados”, ironiza. A través de 1200
páginas, Galasso rescata a un Perón combativo, hábil, provocador y
antiimperialista.
–¿Cómo cree que tomarán su libro los sectores liberales y/o reaccionarios
del justicialismo, o los historiadores en general?
–Muchos de ellos ignoran que Perón se escribía con Mao o Fidel Castro.
Hacen largas historias sobre él, pero esas cartas, o la posible entrevista
con el Che en Madrid, nunca aparecen. Les molesta la audacia de Perón en
muchos aspectos, como su actitud ante el FMI, algo que horrorizaba y
horroriza a la mayoría de los economistas. Durante el período peronista
hubo una modernización importante que a veces ni sus propios dirigentes
recuerdan, quizá por temor a que les pidan que reiteren algunas de
aquellas políticas.
–En el libro cita una frase de Gramsci: “El elemento popular siente, pero
no siempre comprende y sabe; el elemento intelectual sabe, pero no siempre
comprende ni, sobre todo, siente. El error del intelectual consiste en
creer que se puede saber (...) sin ser apasionado”.
–Es una frase clave, porque el peronismo es muy difícil de entender para
los intelectuales que buscan causas y utilizan esquemas como si la
realidad fuera un laboratorio y la historia no es un laboratorio, es mucho
más. No se puede hacer política-historia sin esta pasión, sin esta
conexión sentimental entre los intelectuales y el pueblo-nación. Yo soy un
convencido de que no hay historia neutra.
–Hay un claro interés por rescatar el papel histórico de la clase obrera.
–Me surge porque algunos intelectuales han llegado a la conclusión de que
los trabajadores eran unos idiotas, porque los explotaron del ’46 al ’55 y
siguieron clamando para que volviera “el explotador”. Pero resulta que si
uno confronta aquel período con éste, encuentra contrastes muy marcados:
pleno empleo contra desocupación; deuda externa cero en 1948 contra deuda
externa horrible; no incorporación al FMI contra sometimiento al FMI, otro
mundo. No se puede pensar a los trabajadores como idiotas. Más allá de la
personalidad de Perón, estoy convencido de que son los
trabajadoresfabriles que aparecen por 1935 los que confluyen con otros
sectores en un frente y generan el fenómeno nuevo que Perón lidera.
–¿Cuál es su visión respecto de la cruenta escisión del peronismo en 1973,
por ejemplo?
–Hay un hecho clave: durante la filmación de Actualización doctrinaria
para la toma del poder, Pino Solanas le pregunta a Perón en 1971 si iba a
volver al país y Perón le contesta “sí, voy a volver, pero me parece que
para mí ya es demasiado tarde, y que para ustedes es demasiado temprano”.
–¿Quién se equivocó, desde su óptica?
–Creo que fue un equívoco recíproco. Perón pensó que podía incorporar a
los jóvenes y que éstos iban a ser disciplinados, y los jóvenes creyeron
que eran los que habían logrado el retorno, y que le podían imponer a
Perón un proyecto. La derecha aprovechó para legitimar su accionar
represivo. Perón estaba dispuesto después a acercarse a la juventud y
desentenderse de López Rega. Pero bueno, creo que estos grandes hombres se
piensan inmortales y justamente su muerte se produce cuando el péndulo
estaba corrido hacia un lado. Un poco se cumplió el vaticinio de Cooke
cuando le pregunta “qué será ser peronista cuando usted se muera”.
Fuente: Página/12,
7 de mayo de 2005.
[Se permite la reproducción citando
Ratacruel.galeon.com como fuente]
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