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CANCIONES

(por Alfredo Zitarrosa)

 

La desvelada

 

Vidalita gaucha, vidalitay,

cántame unos versos;

vos tal vez consigas, vidalitay,

que me venga sueño.

Vidalita oriental, gajito de cedrón,

ya ha salido el lucero.

 

Vidalita humilde, vidalitay,

como mis pelegos

no te estés al frío, vidalitay,

arrimate al fuego.

 

Vidalita arisca, vidalitay,

que vivís a monte

por qué hay tanto campo,

vidalitay, tanta gente pobre.

Vidalita oriental, sos linda de cantar,

pero así me desvelo.

 

 

 

Canción para un niño

 

Niño que ya no naciste, dónde te fuiste.

Yo ya te amaba, sangre empezada,

muerte olvidada.

Canto de nadie, sombra que nace,

que alguien te abrace.

 

Crece a la sombra de un árbol, la flor del cardo,

rojo y ceniza, flor que lastima,

duerme tranquila.

Cuando se seque flor amarilla,

será semilla.

 

Niño no digas adónde tu alma se esconde.

Cuando te nombro tu madre llora,

quién la enamora.

Será más tuya, sangre que crece,

cuando regrese.

 

 

 

Adagio en mi país

 

En mi país, que tristeza,

la pobreza y el rencor.

Dice mi padre que ya llegará

desde el fondo del tiempo otro tiempo

y me dice que el sol brillará

sobre un pueblo que él sueña

labrando su verde solar.

En mi país que tristeza,

la pobreza y el rencor.

 

Tú no pediste la guerra,

madre tierra, yo lo sé.

Dice mi padre que un solo traidor

puede con mil valientes;

él siente que el pueblo, en su inmenso dolor,

hoy se niega a beber en la fuente

clara del honor.

Tú no pediste la guerra,

madre tierra, yo lo sé.

 

En mi país somos duros:

el futuro lo dirá.

Canta mi pueblo una canción de paz.

Detrás de cada puerta

está alerta mi pueblo;

y ya nadie podrá

silenciar su canción

y mañana también cantará.

En mi país somos duros:

el futuro lo dirá.

 

En mi país, que tibieza,

cuando empieza a amanecer.

Dice mi pueblo que puede leer

en su mano de obrero el destino

y que no hay adivino ni rey

que le pueda marcar el camino

que va a recorrer.

En mi país, que tibieza,

cuando empieza a amanecer.

 

CORO:

En mi país somos miles y miles

de lágrimas y de fusiles,

un puño y un canto vibrante,

una llama encendida, un gigante

que grita: ¡Adelante... Adelante!

 

 

 

Amanecer

 

Viene un viento muy lento del mar, dónde irá.

Trae un perfume húmedo de otra ciudad;

el aliento del viento parece que crece

y calienta, amanece.

 

Las penumbras alumbran la luz, sol de abril.

Su cabeza sangrante levanté al salir,

como un niño cariño aparece y ya crece

la tierra lo mece.

 

Cuando nazca tu niño también, nacerá

de tu vientre caliente, y su frente será

como un sol que despunta, respuesta y pregunta

que nacerán juntas.

 

Crecerá junto con otros mil como él,

y en el mismo minuto de abril, al nacer,

por abrir una herida al calor del amor,

recibieron la vida.

 

De otros hombres aprenderá el nombre después,

y si aprende el amor con dolor, va a tener

hasta en el más lejano lugar un hermano,

ese sol en las manos.

 

 

 
La coyunda
 
Como lazo mi amor te asujeta;
cuanti más largo el lazo
más larga la ausencia.
No tenés más coyunda que el tiempo;
cuanti más tiempo pase
tendrás más ricuerdos.
Como perro trotando en la huella,
mi amor que te acompaña
te traerá de vuelta.
No tenés más coyunda que el tiempo;
él y mi amor te harán volver,
lo estoy sabiendo.
 
 
 

Canto de nadie

 

Milonga, estabas temblando

en mi corazón;

acurrucadita como un niño

acostumbrado al dolor.

 

Carne de otras milongas, vos sos,

canto de nadie

y en el mismo aire

te crecen dos alas de consolación.

Llena de hondos silencios

memoria cruel del amor,

sos mi flor de cartón,

rosa entregada con cada canción.

 

Milonga, aquí en la guitarra,

estrujándola,

hay una mano blanca

que viola y arranca tu rosa y se va.

 

Fue tan fácil robarte esa flor

que ni la mira;

La huele y la tira,

sus ansias suspiran por otra mejor.

 

Muñequita de alambre,

tu emocionada canción

nos es más que una ilusión,

sangre sin hambre, dolor sin dolor.

 

Gajito de enredadera,

milonga fiel,

ya no hay quien te quiera,

no es de primavera tu flor de papel

 

 

 

Pájaro rival

 

Por sanar de una herida

he gastado mi vida

pero igual la viví

y he llegado hasta aquí.

 

Por morir, por vivir,

porque la muerte es más fuerte que yo

canté y viví en cada copla

sangrada querida cantada

nacida y me fui...

 

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