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gabriel knight

the sins of the fathers

 

Cazadores de sombras

 

 

Uno de las últimas grandes aventuras de Sierra de su época dorada. Cuidada al máximo, con todo lujo de detalles. Una historia más cercana a una novela que a un videojuego. Jane Jansen añadió otro gran personaje a la lista de Sierra que encabezaban la familia de de Daventry, Roger Wilco y Larry Laffer.
 

Un escritor propietario de una librería especializada en libros raros (St. George´s Rare Books se llama la tienda) con el sueño de convertirse en un buen novelista invenstiga unos misteriosos asesinatos ocurridos en Nueva Orleans relacionados con el vudú local. Pero lo que nunca podría sospechar es que él pertenece a una legendaria dinastía de caballeros destinados a combatir a las fuerzas del mal, los llamados Schattenjagger (los cazadores de sombra).

La acción se situaba en la ciudad de Nueva Orleans, quizás una de las más fascinantes y con más tradición de toda Norteamérica. Lugar idóneo para ambientar una buena novela de horror, recordemos Entrevista con el Vampiro, de Anne Rice. Y donde sus carnavales, el Mardi Grass (el mismo que se celebraba cada día en la Isla Booty en Monkey Island II) son famosos en todo el mundo.

A esto hay que añadir que hay un guión impecable, comparado al de una buena novela de misterio, bien sabido es que Jane Jensen se considera ante todo una escritora.
 


SOLUCIÓN


Todo empezó tras una de mis frecuentes pesadillas. Mis atormentados
sueños me presentaban retazos de una historia que no podía comprender
con mis vivencias y recuerdos. Me desperté sobresaltado al ver la
única imagen reconocible: la fachada del edificio donde está sita la
librería St.Georges, mi negocio.


En realidad, se trata de una herencia, con la cual trataba de
sobrevivir (muy a duras penas) mientras trataba de escribir algún
best-seller, con el cual alcanzar fama, gloria... y mucho, mucho
dinero. De paso, su trastienda me ofrecía la posibilidad de tener una
reducida vivienda, papel que compartía con el de mi estudio. Allí me
desperté sobresaltado ese fatídico día en que el curso de mi vida se
desvió para siempre. Tras entrar en la tienda propiamente dicha, me
saludó mi dependienta, secretaria y ángel de la guardia, de nombre
Grace, con su habitual rosario de reproches. Realmente era el custodio
de la poca moral, en un sentido judeocristiano quiero decir, que me
quedaba. A parte de sus quejas, me comunicó que tenía algunos mensajes
para mí, aparte de que por fin mi grabadora había sido reparada y
devuelta. Un breve interrogatorio sobre los mensajes recibidos me hizo
saber que mi dulce abuela quería que me pasase por la casa donde me
crié, para recoger algunas cosas; que un tal Wolfgang Ritter me había
llamado desde Alemania; y que mi contacto en la policía, el detective
Mosely, tenía unas fotos para mí en comisaría. Por aquellos tiempos,
una serie de crímenes asolaba la ciudad: Nueva Orleans. La Babilonia
del Mississippi amanecía de vez en cuando con un nuevo cadáver,
adornado con parafernalia vudú, por lo que la prensa amarilla había
bautizado los sucesos como "los crímenes vudú". Simplemente, el tema
me interesaba como posible argumento para una novela. Siempre había
aspirado a convertirme en un nuevo Clive Barker, James Herbert, H.P.
Lovecraft o Stephen King. De hecho, mi interés sobre el tema me había
hecho encargar a Grace una investigación sobre el vudú de Nueva
Orleans, que me había proveído de un par de direcciones donde buscar.
Bien, si Mosely me quería entregar unas fotos, es probable que
tuvieran algo que ver con estos sucesos. Decidí proveerme
adecuadamente, y abrí la caja registradora para coger algo de dinero.
Grace me hubiera degollado si lo hacía, pero afortunadamente pude
llevarme un boleto de descuento en mi tienda (no suelen estar muy
solicitados). Tomé prestadas también unas pinzas y una lupa de Grace
que estaban sobre la mesa del centro de la librería. Mi pequeño equipo
de detective. De paso eché un vistazo al diario.
Antes de salir, empero, el nombre Ritter golpeó mi cabeza. Eché un
vistazo a los libros de poesía alemana heredados del difunto abuelo.
¿HEINZ Ritter? ¡Bueno, no se trata de WOLFGANG! Lo cual hubiese sido
harto extraño.


En la Comisaría, hablé con el sargento del mostrador, un devorador de
"beignets" y otras delicias de la cocina criolla. Tales pecados los
purgaba con una obesidad más que incipiente. Tras mencionarle el tema
de las fotos y concluir nuestra conversación, que cabría calificar de
no muy amistosa, me entregó un sobre con las fotos de las que Mosely
me había hablado. Efectivamente, tras abrirlo comprobé que una de
ellas mostraba un cadáver con cachivaches vudú. Me decidí entonces a
interrogar a Frick, tal era su nombre, sobre el asunto de los crímenes
vudú. Se mostró tan colaborador conmigo como lo es, de ordinario,
cualquier funcionario en su trato habitual con un ciudadano corriente
(pretendo ser sarcástico) pero se le escapó que Mosely estaba en la
escena del crimen. Bueno, era cuestión de llegar al lugar antes de que
el cadáver se enfriase. Pero Frick no quiso proporcionar más datos.
Mientras meditaba sobre cómo conseguir la información sobre el
paradero de la escena del crimen, decidí dar un paseo en mi moto hasta
la casa de mi abuela. Allí estuvimos hablando largo y tendido sobre la
familia. ¡Ah, los antepasados, las raíces! De allí saque la idea de
visitar el Cementerio nº 1, donde reposaban los restos mortales de las
familias Knight y Wright, la familia de la abuela.
Tras esta agradable charla subí a curiosear en el desván. Encontré, y
me llevé, el antiguo libro de apuntes del abuelo, lleno de dibujos y
bocetos que revelaban una mente atormentada, o quizás excesivamente
imaginativa... si no fuera que tales dibujos alimentaban una extraña
sensación de reconocimiento en mí, una especie de dejà vú. Sobre un
extraño cofre se aposentaba un más raro aún reloj. Tras retirarlo,
pude abrir el baúl mas nada en él despertó mi interés.
Siguiendo el consejo de mi querida abuela, fui a visitar el
Cementerio, donde mantuve un diálogo ameno con su guardián y cuidador,
Toussaint Gervais. Tras abandonar éste la escena, mencionando el tema
de las extrañas marcas en ciertas tumbas, me concentré en observas las
marcas de ese tipo que estaban grabadas en la tumba de Marie Laveau,
reina vudú en el s.XIX. Recogí el ladrillo rojo que se había usado
para escribirlas, pues nunca se sabe para qué puede usarse, y anoté en
el bloc del abuelo los extraños signos, pues parecían una especie de
alfabeto. Decidí llegarme al parque de Jackson's Square, para meditar
un poco. Allí un policía montaba guardia al lado de su Harley, mas no
podía acercarme a él lo suficiente como para escuchar los mensajes de
radio, esperando descubrir la localización de la escena del crimen.
Afortunadamente, cerca de allí un mimo, que despertaba las iras de los
paseantes con sus imitaciones, fue manipulado por cierto novelista,
atrayéndolo hacia el policía dejando que lo imitase y lo siguiese,
hasta que se fijó en el guarda y prefirió hacerle a él la puñeta.
Naturalmente, el agente del orden no toleró ser humillado por un patán
con la cara pintada, y emprendió una feroz persecución, que me
proporcionaba una ocasión única para usar su radio y enterarme de
dónde estaba Mosely: cerca del lago. En la escena del crimen me
esperaba Mosely. El cadáver no había sido aún retirado. Mientras
comentábamos este asunto, apareció una limusina oscura. El cristal de
la ventanilla trasera descendió con un sordo ruido, y apareció por el
hueco un rostro femenino, bronceado... arrebatador. Nuestras miradas
se cruzaron y provocaron un estallido de emociones. Mas el momento
pasó, y la limusina se retiró. Mosely me reveló el nombre de la
desconocida: Malia Gedde, miembro de las altas esferas de N.O. Cupido
me hacía mirar muy alto, pero estaba en juego mi honor como ligón de
barba de tres días.


Una vez que la policía se hubo retirado, inicié mi propia
investigación sobre el terreno. Encontré interesantes los rastros de
un dibujo que encontré en la arena, así que hice un boceto de ellos
usando el cuaderno del abuelo. También me llevé un poco de arcilla de
la orilla, sospechando que más tarde me sería de ayuda, pues nunca se
sabe. Luego examine con la lupa por entre las matas y cañas, hasta
encontrar una zona en que la vegetación había sido aplastada por un
peso importante. Allí encontré una escama, probablemente de serpiente,
que retiré con ayuda de las pinzas. Creí llegado el momento de
investigar los antros dedicados al vudú que mencionara Grace. Mas en
la tienda vudú tan sólo obtuve el dudoso placer de conocer a su
propietario, Willy Walker, del que aprendí la curiosa expresión
"cabrit sans cor" al mostrarle la foto del crimen , y por otro lado me
percaté sobre su anuncio de la oferta por compras de cierto valor; y
en el museo nada de nada, puesto que el jefe, el Dr.John, no estaba
presente. Eso sí, aunque no pude acercarme a la serpiente que
mantenían encerrada (interesado obviamente en sus escamas), comprobé
que, pulsando el botón cercano al pequeño ataúd, que accionaba el
mecanismo del extractor, la gran serpiente mostraba un extraño
comportamiento. Más tarde, comprobando los libros sobre serpientes que
tenía en la librería, descubrí que las serpientes que matan por
asfixia (las pitones, boas, anacondas...) detectan a sus víctimas por
las vibraciones y no por el olor o la vista... interesante.
Decidí darme por satisfecho con mi labor investigadora, y tras
encargar a Grace que buscase datos sobre la despampanante Malia Gedde,
me fui a la cama... a dormir... a tener más pesadillas...
inquietantes.

19 de Junio de 1.993. Día 2

Grace tuvo éxito en sus investigaciones. Entre chismorreos inútiles,
me proporcionó la dirección de Malia. Ahora quedaba para mis
facultades de vividor y mi talento como embaucador de segunda penetrar
en su círculo. Debía pensar en algo. Antes de empezar a deambular como
un perro callejero, leí el diario.


Una visita al museo vudú me permitió conocer al Dr.John. Hombre de
personalidad arrolladora, fuerte, alto... imponente en una palabra.
No, otra palabra le definía mejor: intimidador. Mientras dialogaba con
él, soportando su varonil voz grave y sus aires amenazadores,
matizados por su estilo de hablar, muy académico, recabé información
sobre el vudú en general y el histórico en particular. Principalmente
sobre Marie Laveau. Negó todo conocimiento sobre los crímenes vudú, y
renunció a proporcionarme detalles sobre las prácticas actuales,
aunque me puso en contacto con Magentia Moonbeam (rayo de luna, bonito
nombre). Tampoco se mostró muy colaborador conmigo cuando le mostré
las fotos ni los códigos de la tumba... aunque noté que me amenazaba
veladamente al aconsejarme no ir mucho al cementerio. Yo no se lo
había mencionado. Tomé nota mental de ello.


Tras abandonar el museo (no pude examinar la serpiente) visité a la
sacerdotisa Moonbeam. Ella me proporcionó más datos sobre el vudú:
sobre la víspera de S.Juan especialmente. Accedió a traducirme los
códigos de la tumba de Marie Laveau, pero me pareció a todas luces que
no era excesivamente experta. Había demasiadas lagunas en su
sabiduría. Tal vez necesitara una fuente de información alternativa.
También dejé para más adelante el tema de su serpiente. De vuelta a la
comisaría, y tras pedir permiso al sargento Frick, pude hablar con
Mosely. Él cree que las pistas en los crímenes que apuntan al vudú son
falsas, puestas para despistar quizás. Adquirí otros detalles, en
extremo sangrientos, sobre esos asesinatos rituales. Tan sólo
mencionaré que a todas las víctimas les faltaba el corazón, arrancado
de su tórax. Para tener más detalles sobre los crímenes vudú, me dijo
que podía consultar el dossier pidiéndolo a la oficial Franks. Salí un
momento de la oficina para pedirle el tal dossier, mas no me permitió
hacer fotocopias de su contenido. Bien, ya me saldría con la mía, pero
de momento dejé el dossier en su cubeta y volví al despacho de Mosely.
Tras continuar nuestro diálogo, insinué a Mosely que tal vez fuera
conveniente hacerse unas fotos juntos para el libro. Pero ¿de dónde
íbamos a sacar un fotógrafo? Mosely llamó a Franks. ¡Esta es la mía!,
pensé yo. Así que salí un momento del despacho para "arreglarme el
cabello".


Una vez fuera, recogí el dossier de su cubeta, e hice todas las
fotocopias que quise, tras lo cual lo devolví a la cubeta de Franks.
Luego pensé en un plan para apoderarme de la placa de Mosely, así que
accioné el termostato del aire acondicionado para calentar algo el
ambiente.


De vuelta al despacho, y concluido el tema de las fotos, Mosely,
abrumado por el calor, se quita la chaqueta, donde lleva la placa.
Momento en que le pido café. Para dármelo debe salir fuera del
despacho. Una vez sólo, le quité la placa.


Tras todo esto, y ya salivando con mis planes para la placa de Mosely,
me dirijo a la tienda vudú. Allí soy testimonio casual del diálogo de
Walker con Mdme.Cazaunoux. Ambos muestran cierto dominio de los temas
relacionados con los sortilegios, maldiciones y encantamientos mágicos
vudú. Mas nuevamente, y tras salir la anciana señora, Walker se niega
a compartir sus conocimientos, más allá de decirme que la máscara de
cocodrilo que se muestra en su tienda, Willy Jr., vale 100 dólares.
¡Dios! Sin más preámbulos, y abandonando la investigación para mi
novela, me dirijo a la Mansión Gedde, ni que decir tiene que con
mayúsculas. Una suntuosa casa, al más puro estilo sureño anterior a la
Guerra Civil Americana, de los tiempos de las plantaciones de algodón
regadas con la sangre y el sudor de los esclavos afroamericanos. Un
pobre desgraciado como yo no tenía oportunidad alguna de penetrar en
los muros de semejante palacio, a menos que usara la astucia. Tras
accionar el picaporte, comprobé estupefacto que la casa también tenía
el tópico mayordomo de acento y maneras inglesas, vanidad recubierta
de buenas maneras y autosuficiencia edulcorada. Si no le hubiese
mostrado la placa de Mosely, nunca habría conseguido acceder a Malia.
Finalmente, había entrado en el Sancta Sanctorum de los Gedde. Una
biblioteca, adornada con las obras de arte más variadas y... caras que
uno pueda imaginar, que poseía algunos volúmenes únicos y ricos
incunables, se convirtió en el teatro de operaciones de mis manejos
conquistadores. Normalmente, suelo tejer mi tela de araña alrededor de
mis futuras conquistas en lugares algo más sombríos, tugurios de mala
reputación o antros de moda. El cambio de lugar motivó un cambio de
"modus operandi", así que fingí ser Mosely (conservando mi melena) y
con el pretexto de interrogarla sobre el asesinato del desdichado
encontrado cerca del lago, intenté impresionarla. Pero ella vio entre
mis cortinas de humo como si de un día de verano se tratase, y
destruyó mi engañosa fachada. Derrotado, y escoltado fuera de la
mansión por el mayordomo, volví a mi librería y pedí a Grace que
investigara a Mdme Cazaunoux. Para recuperar la moral, regresé al
Cementerio. Hable con el guarda sobre Marie Laveau y las marcas, que
por lo visto aparecían también en otras tumbas.


Un alto para calmar la sed. La "Casa Napoleón" no es un local
recomendable para los turistas, ni demasiado concurrido de todos
modos. Para pasar el rato hablé durante un rato con el barman. Tras
preguntarle sobre los clientes del bar en general, y más en concreto
sobre Sam, el jugador de ajedrez, descubrí que es un creyente en las
prácticas vudú. Tomé nota mental de ello.


Cerca de allí estaba el parque, así que fui a pasear por el parque. Un
vendedor de frankfurts parecía inmensamente involucrado en la novela
que leía. Tras hablar con él, pactamos un intercambio: mi vale de
descuento, el que saqué de la caja registradora, a cambio de un
perrito caliente. Pero cuando lo tuve en mis manos su aspecto no me
pareció muy apetitoso. Continué el paseo.


Un pintor estaba realizando un cuadro de la catedral. Tras hablar un
rato con él, me comentó que era un estudiante de arquitectura, y por
tanto una persona hábil en el dibujo técnico. Me pregunté si sería
capaz de realizar un dibujo a partir de los bocetos de los extraños
signos vudú que ya tenía: el tomado por mi en la escena del crimen y
los fotocopiados en comisaría. Mas de momento no parecía dispuesto a
colaborar. Sin embargo, una ráfaga de viento se llevó su trabajo al
interior del jardincillo que enmarcaba la estatua de Jackson en el
centro de la plaza. El enrejado le impidió acercarse al papel, y se
alejó mascullando maldiciones. Me acerqué al pilluelo que bailaba
claqué. Le di el bocadillo que tanto asco me había producido y él,
agradecido, y tras pedírselo, recupera el dibujo del pintor por mi.
Tras devolverle el lienzo al pintor, este accedió a ayudarme. Le hice
entrega de las dos hojas con los dibujos relacionados con el vudú, y
él me prometió entregarme el resultado de sus trabajos al día
siguiente, en la plaza. Le tomé la palabra.

20 de Junio de 1.993. Día 3

Al día siguiente me levanté destrozado como era habitual. Grace me
saludó con su habitual mordacidad, y me hizo entrega de una hoja de la
guía telefónica para que yo mismo "investigase" Mdme.Cazaunoux.
También me informó de que tenía unos mensajes para mí. Pero eso tuvo
que esperar momentáneamente. Bruno, el afeminado propietario de un
puesto de flores cercano, se había mostrado siempre muy interesado en
el cuadro de mi padre, titulado "Tres serpientes y una calavera" de
modo altamente descriptivo, por cierto. De ordinario, sus peticiones
me sacaban de mis casillas, y lo enviaba a lugares peor olientes que
su puesto. Además solía meterse con mi negocio y mi persona. Pero esta
vez accedí a negociar, pues necesitaba el dinero, y le vendí el
cuadro. Tras la lectura habitual del diario, en que me enteré de que,
oh casualidad astral, en la Universidad de Tulane se iba a dar una
conferencia sobre el vudú, le pedí a Grace que me leyera los mensajes:
Mosely tenía a un sospechoso, al cual me invitaba a presenciar su
interrogatorio, para ayudarme en la investigación para mi libro; el
tal Wolfgang Ritter había vuelto a llamar, diciendo que era un
familiar. Había dejado su número de teléfono.


En el estudio, equipado con la página de la guía telefónica y mi
teléfono particular, comencé mi particular investigación sobre
Mdme.Cazaunoux. Llamé a todos los números de teléfono cuyo propietario
tuviese el mismo apellido. Uno de ellos contestaba con una voz de
vieja, y parecía hablarle paralelamente a mi persona con un chucho
llamado Castro. Insistí sobre este teléfono, pero sin más resultados.
Cuando creía perdida la pista, vi que en la misma hoja había un
anuncio de una tienda de animales. Llamé, y tras dar a entender que
conocía a la anciana señora, y mencionar de pasada a Castro para
reforzar esa idea, accedieron a darme su dirección. Corrí a visitar a
la señora, pero tras usar su picaporte, parecía que tan devota y
anticuada señora no iba a dejar entrar a cualquiera en su casa. Y
menos a mí, que daba vueltas por ahí en Junio en una gran moto y un
abrigo de cuero. Dejé esto para más tarde. De camino a la comisaría,
decidí hacer dos etapas. En la primera, la tienda de Walker, adquirí
la máscara de cocodrilo, y obtuve además el "lappiage" de "maestro del
juego". En la segunda, me pasé por el parque para recoger del
delineante el resultado de sus trabajos... interesante diseño, sí
señor, pero que no me decía nada.


Lo primero que hizo Mosely tras verme es pedirme cortésmente la
devolución de su placa. Tras lo cual hizo alarde de sus dotes de
interrogador con un camello llamado Crash, un nombre muy interesante.
Desgraciadamente, el sospechoso parecía temer mucho más a sus
compañeros en el delito que a las amenazas legales de Mosely, que tuvo
que desistir, aumentando su frustración el saber que al día siguiente
debería liberarlo, pues no tenía más pruebas y no podía retenerlo. Una
breve visita en Casa Napoleón para intentar recuperar los ánimos se
convirtió en una oportunidad para darle a Sam, el jugador de ajedrez,
el aceite de regalo de la tienda vudú. Gracias a sus poderes mágicos,
o a la autosugestión, Sam fue capaz de derrotar a su oponente por vez
primera. Agradecido, prometió ayudarme cuando la ocasión se terciara.
Visitando el Cementerio para recoger inspiración , hallé a Malia
saliendo del panteón familiar. Naturalmente aproveché el momento para
invitarla a pasar por la librería más tarde, por la noche... pero
salió huyendo, dejándome en la duda de si mis poderes de persuasión y
conquista del género femenino habían fracasado.


Ya en la Universidad de Tulane, asistí a la conferencia, donde el
profesor Hartridge dio una sesuda, profunda, elaborada y académica
lección magistral sobre el vudú, sus orígenes, sus mitos, sus
fetiches. Tal conferencia me sumió en un mar de conocimientos... y en
un sueño nada placentero.


Tras despertar, una vez comprobado que prefería los conocimientos
académicos de Hartridge a los esotéricos de Magentia Moonbeam, por ser
más completos y menos cabalísticos, abrí la puerta del escenario que
me condujo al interior de su despacho.


Primero le mostré la foto del cadáver. Según su entender, los
"adornos" son manifestaciones auténticas del vudú negro. Desconoce sin
embargo la existencia del alfabeto vudú que revelara Magentia, aunque
eso podía achacarse a tratarse de alguna práctica local o reducida.
Pero lo más significativo ocurrió al mostrarle el diseño realizado por
el delineante: a todas luces se trataba de un vevé auténtico. Quiso
estudiarlo más, prometiendo comunicarme sus hallazgos en cuanto se
produjesen. Un VEVÉ es un dibujo o esquema que identifica a una tribu.
Está formado por un conjunto de diseños, cada uno de los cuales
representa a un LOA o dios vudú, un espíritu que puede ser bueno o
malo. Reforzaba la pista de que tras los asesinatos rituales se
hallaba un culto basado en el vudú


Tras preguntarle por la expresión "cabrit sans cor", Hartridge me
comunicó su significado. Era un término haitiano. En francés significa
"cabra sin cuernos". Pero en este contexto mágico, ocultista, animista
y vuduista quería decir... sacrificio humano. Parecía sonreírme la
suerte. Había conseguido mucha información, tanto para mi libro como
para la investigación de los crímenes, en la que me sentía cada vez
más involucrado. Malia podía aparecer por mi humilde morada aquella
noche. Me sentía pletórico, así que volví a la librería, y le pedí que
investigara el dibujo del vevé. Y ya que estaba allí, concebí un plan
para acercarme a Mdme.Cazaunoux. Ya lo digo, parecía inspirado. Tal
vez afloraba en mí, por fin, ese... talento oculto que yo desconocía.
En reducidas cuentas, recogí del lavabo un frasco de brillantina en
gel y me dirigí a la Catedral. De camino a la Catedral, pasé por el
parque. Allí una gitana tenía instalado un chiringuito para leer la
mano y esas cosas. Me acerqué, curioso. Tras hablar un rato con ella,
cuando se puso a danzar el baile del vientre no tuve más remedio que
unirme a ella. Se le cayó (o acaso lo tirase expresamente) un velo,
que recogí para devolvérselo (Nota de "El Bárbaro": ¿dónde se ha visto
que un "aventurero virtual" DEVUELVA alguna cosa? Como dijo el
profeta: "si no está clavado, llévatelo"). Medio conquistada, accedió
a leerme la mano, mas mientras lo hacía... un extraño suceso acaeció.
Como poseída por un espíritu, huyó tan deprisa como sus piernas se lo
permitieron.


Ya en la Catedral, y tras comprobar que el capellán estaba ocupado
confesando y dando absoluciones en el confesionario, penetré en la
sacristía y robé un alzacuellos y una camisa negra. Tras salir de la
Catedral y volver al parque, me reencontré la gitana. Intenté hablar
con ella. Poseída por... ¿algo? me advirtió-amenazó: aléjate de Malia
Gedde.


De nuevo en el portal de Mdme.Cazaunoux, me unté los cabellos con
brillantina y me puse la camisa negra, tras lo que llamé a la puerta
usando la aldaba. Esta vez accedió la anciana señora a dejarme pasar,
al hacerme pasar por sacerdote, y charlar un rato. El interior de su
casa parecía un museo de objetos de culto y fetiches de todo tipo de
supersticiones. Relicarios, imágenes, crucifijos y un largo etcétera.
Un ambiente no muy apropiado para mí, acostumbrado como estaba a otro
tipo de decoración. Inicié el diálogo con el tema de "cabrit sans
cor". Una vez que afirmé que significaba "cabra sin cuernos" ella me
reprochó que no hablase de su verdadero significado, sacrificio
humano. Parecía que iba por buen camino. La devota señora demostraba
estar versada en costumbres nada criollas. Siguiendo con el tema de
los sacrificios humanos, me habló de que las supuestas reinas vudú
conocidas por todos no eran más que meras tapaderas, señuelos tendidos
para no importunar a las auténticas reinas, las jefes del hounfour
(templo vudú) secreto. Continuando la conversación por ese tema, llega
a hablarnos de un objeto que ella posee, un recuerdo de familia del
cual no se atreve a desprenderse, pero que sin duda es un objeto
demoníaco pues permite acceder sin daño a las ceremonias vudú. Aunque
la vieja parecía una mezcla de feligresa devota y paranoica
atemorizada, podía haber algo de verdad en todo aquello. Tras
pedírselo con la excusa de bendecirlo, resulta ser un brazalete dorado
en forma de serpiente. Con la ayuda de la arcilla recogida de la
orilla del lago, realicé un molde de la susodicha joya. Tras lo cual
abandoné la residencia de la devota señora. Lentamente las piezas del
rompecabezas iban encajando. La relación de las serpientes con el
vudú, el significado de los dibujos, la conexión del vudú y los
asesinatos. Creí llegado el momento de relajarme un poco e investigar
el asunto de mi presunto pariente alemán. En casa de la abuela, visité
de nuevo el desván en busca de pruebas de la relación de la familia
Ritter con la mía. Empecé a darle vueltas al extraño reloj. Tras
colocar las manecillas marcando las 3:00 y darle a la llave, con el
dragón en las doce, se abrió un compartimento secreto. (Drei
Drachen...). Tras recoger la foto y la carta del interior, revisé
ambas. ¿Qué demonios quería decir SCHATTENJÄGER?
Había llegado el momento de interrogar a la abuela sobre la
ascendencia alemana de la familia. Heinz Ritter era el nombre del
abuelo. Heinz Ritter equivale a Harrison Knight. En cuanto al Wolfgang
de las llamadas desde Alemania, la abuela no le conoce, pero como el
abuelo dejó un hermano en Alemania, no descarta la posibilidad de que
efectivamente se trate de un pariente.


Naturalmente se imponía llamar a Alemania, a W.Ritter. El tal Wolfgang
intentó convencerme para que fuese a su casa en Schloss Ritter, pero
al no poder me pidió que le dejase enviarme un paquete, conteniendo
los diarios de un antepasado común, que podía iluminar mi comprensión.
Tanto hablar de premoniciones y asuntos místicos me aburrieron
sobremanera, y tan sólo accedí a que me lo enviase para concluir la
costosa llamada internacional. A menudo pienso que de haber accedido a
su primer deseo, refugiarme en Alemania, mucha gente habría
sobrevivido. Pero mis ojos aún estaban ciegos a la maldad que me
amenazaba a mí... y a muchos otros.


Una vez aclarada la cuestión, creí llegado el momento de ahondar en la
investigación policial de los asesinatos. Mosely podría agradecérmelo.
Aunque no era nada probable que un policía se alegrase de que un mero
novelista le pisase con éxito el terreno. Así que volví a hablar con
Magentia, y le pedí que me hablase de las serpientes en general y de
la suya en particular, Grinwald. Tras pedirle que, como fanfarroneaba
de ello, hipnotizase a la serpiente, me fue posible al fin recoger la
muda de piel de serpiente de Grinwald. Analizada usando la lupa,
comprobé que no se parecía a la hallada en el lugar del crimen.
Quedaba analizar la del Dr.John.


Concluí las investigaciones del día entregándole a Sam, el jugador de
ajedrez, el molde del brazalete para que me hiciese una réplica.
Aquella noche, Malia acudió a mi morada. A pesar de los vanos
esfuerzos por disuadirla de la entrometida Grace, acudió. La noche
ocultó nuestra pasión a los ojos de los mortales... pero no de ciertos
espíritus malignos.

21 de Junio de 1.993. Día 4

Grace se muestra excesivamente interesada por los hechos de la noche
anterior. Tras sortear sus intentos de sonsacarme como pude, me
comunicó que había investigado sobre el vevé en la hemeroteca. Había
hallado un recorte de periódico del año 1.810 en que se hablaba de
unos asesinatos rituales parecidos a los actuales, y con un dibujo
demasiado parecido al vevé actual.


Desgraciadamente no era la única novedad. Un tipejo se obstinaba en
mirar descaradamente por la ventana, ignorando las buenas costumbres.
En vano traté de amenazarle y de ser grosero con él, mantuvo su odiosa
actitud. Sin darle más importancia que la de ser un chiflado, traté de
distraerme leyendo el diario. Y entonces monté en cólera. ¡Ese idiota
de Mosely había cerrado el caso! ¡Increíble! Visité a Mosely en
comisaría, víctima de un ataque de furia. Le pedí que reabriera el
caso, a pesar de las presiones que, según me dijo, sufría desde las
altas instancias del poder de la ciudad. Pero me pidió que le
demostrase que existía un culto vudú en la ciudad, que tal culto podía
constituir una amenaza a la ciudadanía y pistas sobre el culto. Le
mostré el recorte de diario que me había dado Grace, para demostrarle
que la amenazaba existía, más, aun aceptando mi punto de vista, me
dijo que no era suficiente. Enfadado, pero resuelto a obtener lo que
se me pedía, me largué de su despacho dando un portazo. Me acerqué a
Casa Napoleón para que Sam me diera su réplica del brazalete.
Después visité Jackson's Square. Por ahí deambulaba, entre toses, el
traficante llamado Crash que el día anterior había tratado en vano de
interrogar el incompetente de Mosely. Algo tramaba, así que, para
impedir que por sentirse vigilado actuara disimuladamente, me dirigí
hasta un mirador cercano, desde el cual le vigilé con ayuda de los
catalejos, observando que tramaba algo con el percusionista de color
de la plaza, tras lo cual se fue a la Catedral. Mm.


Entré en la Catedral. Crash estaba sentado en uno de los bancos,
rezando aparentemente. Mi primera idea de que tal vez estuviese
traficando con drogas dentro del sagrado recinto desapareció al ver su
rostro y su aspecto. Parecía estar muriéndose, agonizando. Intenté
hablar con él, pero parecía demasiado atemorizado como para confiar en
nadie... y menos a alguien a quien sólo conocía de su visita a unas
dependencias policiales. Sólo tras mostrarle la réplica que hiciera
Sam del brazalete en forma de serpiente accedió a dejarse interrogar
por mí.


Dijo que sin la señal de la serpiente no se podía ni entrar en los
ritos vudús. Tras hablarle de serpientes sólo fue capaz de mascullar
Damballah. En cuanto a qué tramaban él y el percusionista, me explicó
que usaban los tambores rada, y que los miembros de la secta los
usaban para comunicarse entre ellos mediante un código secreto
musical, mientras los percusionistas, discreta y estratégicamente
distribuidos por toda la ciudad, eran sus ojos y oídos por todas
partes. Insistí sobre el tema del hounfour secreto hasta que admitió
que estaba bajo tierra, y que existía una mafia vudú. Tan sólo les vio
una vez fuera... en el lago. Tras lo cual, expiró. Un examen rápido de
su cadáver mostró que había muerto asfixiado. Tras levantarle la
camisa encontré su tatuaje de serpiente, el símbolo de Damballah, que
posibilitaba entrar en los rituales. Usando el cuaderno del abuelo
dibujé un boceto, y me retiré del sacrosanto lugar.


Todas las evidencias me lo mostraban, pero aun estaba ciego a la
verdad. Los remordimientos atormentan mi conciencia... ¡Ojalá pudiese
quemar mis recuerdos como hojarasca seca! Mas me he prometido a mi
mismo relatar esta historia entera y debo seguir... diciendo que esa
noche volví a ver a Malia y a... gozar de su compañía.

22 de Junio de 1.993. Día 5

Grace me avisa de que acaba de llegar un paquete de Alemania. Supuse
acertadamente que se trataba del bulto prometido por Wolfgang, mi
pariente recién encontrado. En su interior había una carta y un
diario. Grace me ruega encarecidamente que los lea. Me enfadé al saber
que ya los había leído ella, "pues el paquete había llegado abierto".
Las argucias femeninas eran transparentes para mí, pero mi enojo se
calmó rápidamente al haber halagado a mi vanidad masculina con su
preocupación por mí. En ese momento recibí una llamada: mi académico
amigo Hartridge me llamaba desde su despacho de Tulane, víctima de un
estado de excitación próximo al paroxismo. Me citó en su despacho y me
conminó a ir allí rápidamente hacia allí. Pero yo no le hice caso, y a
veces aun veo en sueños su rostro acusándome a mí... pero no
adelantemos acontecimientos.


Tras la lectura matutina del diario de N.O. y encargar a Grace que
investigara sobre los tambores rada y su código, inicié la lectura de
los documentos enviados por Wolfgang. La carta me rogaba una lectura
del diario de Gunter Ritter, cosa que inicié al instante, más que
interesado, deseoso de concluir con ese enredo y poder dedicarme a mi
investigación. El diario relata la vida de Gunter, cazador de brujas.
La bella Tetelo, bruja a la que debía quemar, pero a la que ayudó a
salvar la vida pues estaba enamorado de ella. No obstante la
traicionó, y ella se lo pagó quitándole el sagrado talismán.
Todo me pareció en un primer momento sobremanera estúpido. ¿Qué tenía
que ver todo aquello conmigo? Pero camino de Tulane empecé a
relacionarlo con mis pesadillas nocturnas, y un sudor frío inundó mi
espina dorsal.


Una vez en el despacho del académico, comprobé que una vez más la
muerte había sido más rápida que yo. Yacía, blanco como la nieve, de
un modo muy parecido al desafortunado Crash. DEMASIADO parecido. Más
escalofríos recorrieron mi espinazo. La gitana, Crash, Hartridge.
Parecían carteles de neón que anunciasen la huida del maldito país.
Pero aun mi curiosidad era más fuerte que el miedo, y superando mi
aversión registré el lugar. Hartridge ya no podía contarme nada, pero
yo podía intentar reconstruir sus investigaciones. Sobre su mesa
encontré una hoja. Tras recogerla, me di cuenta de que se trataban de
algunas notas recogidas al azar: Damballah, Ogoun Badagris, Tribu
Agris, República de Benim.


Creí llegado el momento de volver a visitar a Mosely. Le entregué las
notas de Hartridge para que les echara un vistazo y comprobase que el
origen africano del culto quedaba demostrado. Tras comunicarle las
muertes de Crash y Hartridge, aun me continuaba pidiendo pruebas de
que el culto existía en realidad. Bien, este incrédulo de Mosely
parecía dispuesto a que me inmiscuyera más aun en toda esta basura
animista. Me encaminé entonces al Museo. Estaba todo a oscuras, y
penetré sin pensarlo en su interior. Cuando me quise dar cuenta, la
pitón del Museo se me cayó encima... y parecía hambrienta. Quizás tan
sólo estuviera enfadada conmigo. El caso es que si no hubiese podido
accionar el ventilador pulsando el botón, la serpiente me hubiese
convertido en pulpa. Tras librarme de la serpiente apareció el
Dr.John, convertido en un mar de excusas. No pude evitar pensar que el
accidente había sido provocado, mas sus anchas espaldas me impedían
replicarle de la forma que hubiera deseado.
De vuelta a la librería para librarme del susto, Grace me quita de
encima una cosa que tenía enganchada en la cara y la tira al cenicero.
Tras recogerla con las pinzas y ampliarla con la lupa, resulta ser una
escama de serpiente. Comparándola con la hallada en el lago, resultan
IDÉNTICAS. Vaya, parece que el Dr.John tendrá que explicar muchas
cosas. Efectivamente, tras mostrarle a Mosely las dos escamas, decide
reabrir el caso.


Esa noche intenté hablar por teléfono con Malia... mas no pude
contactar con ella.

23 de Junio de 1.993 Día 6. Víspera de S.Juan.

El día empezó con muy malos presagios. Algún adepto al vudú dejó un
regalo sangriento y de mal gusto sobre la alfombra de mi querida
librería, asustando de muerte a Grace.


Tras limpiar los restos de gallina agonizante, plumas, sangre y tiza,
Grace me dio el libro sobre los tambores rada que pidió como resultado
de mi petición de que los investigase.


Una carta se coló por el buzón de la puerta. Tras recogerla y abrirla,
resultó ser una que contiene una nota de Mosely y una llave. La
lectura de la nota sirvió para comunicarme que Mosely había tenido
serias dificultades, por parte del Ayuntamiento y del Departamento,
para seguir sus indagaciones. Así que se tomaba unas vacaciones pero
me mandaba una llave de su despacho, por lo que pudiese necesitar.
Tras la lectura habitual del periódico vespertino, me encaminé a
Jackson's Square, y usando el libro rada para descifrar el contenido
del mensaje que éste mandaba con su tambor, descubrí LLAMAR A
CÓNCLAVE, ESTA NOCHE, PANTANO. Perfecto, ahora conocía el dónde y
cuándo podía contemplar en primera fila un ritual vudú, y recoger
pruebas de la existencia tanto del culto como de la mafia vudús. La
cuestión era el cómo. Supuse hábilmente que el departamento de policía
no me dejaría registrar el despacho de Mosely alegre e impunemente,
así que debía idear una maniobra de distracción. En la plaza descubrí
al vendedor de "beignets" ocupando la plaza del ahora desaparecido
vendedor de "hot dogs". Tras conversar con el brevemente, le persuadí
de que cambiase su puesto de venta a otro lugar... más cercano a
comisaría. Efectivamente, en comisaría, en cuanto vieron al vendedor
de "beignets", y como ya viera hacerlo en una visita anterior a esas
dependencias, tanto Frick como Franks se lanzaron a la caza de esos
pastelillos. ¡Después de todo, son una especie de "donuts" locales! Lo
cual le iba bien al negocio del vendedor... y al mío, pues al dejar
desguarnecida la comisaría, pude entrar en el despacho de Mosely tras
abrir la puerta con su llave. Ya que tan amablemente había sido
invitado a saquearlo, me dispuse a desvalijar el despacho de Mosely,
pero tan sólo halle un rastreador y dos emisores de señales en uno de
sus cajones. Bien, eso no era problema. Hubiese preferido un bazooka o
un tanque, pero también servían esos aparatitos a mis propósitos.
El primer paso de mi plan consistió en una inocente visita al Museo, y
aprovechando el despiste del Dr.John, colocar dentro del pequeño ataúd
o SEKEY MADOULE uno de los aparatos de señales. El segundo paso fue
visitar el Cementerio. Un segundo mensaje adornaba la tumba de Marie
Laveau. Tras copiarlo en el cuaderno, y comparar el primero con el
segundo, obtuve una versión traducida. Una vez se fue a barrer a otra
parte el guarda, pude escribir en la pared usando el ladrillo rojo un
mensaje dirigido a los adeptos al rito: DJ ESTA NOCHE CÓNCLAVE TRAE
SEKEY MADOULE.


El tercer paso fue mostrarle a Grace el boceto que hice del tatuaje
del malogrado Crash para que me hiciese una copia en el pecho,
recordando sus palabras de advertencia.


Tras todo esto, no cabía demorar más la visita a los pantanos. Usando
el rastreador y siguiendo el camino que me indicaba, llegué hasta la
zona del ritual. Antes de entrar me coloqué la máscara de cocodrilo.
Allí el Dr.John, que ejercía de maestro de ceremonias y portero, me
dejó pasar tras ver el tatuaje y contestar adecuadamente a sus
preguntas: Damballah y Ogoun Badagris. Y empezó el ritual. Ante mis
ojos, todos empezaron a bailar. La danza más frenética la realizaba
una mujer, casi desnuda, que llevaba una máscara de leopardo. Dolores
de cabeza me atosigaron y tuve que retirar la máscara. En ese momento
la mujer retiro la suya. Sus ojos brillaban de odio hacia mi persona,
pero esa mujer... esa mujer era MALIA poseída por el LOA TETELO.
Riéndose en mi cara, se dirigió a mi persona como el CAZADOR de
BRUJAS. ¿Dónde está tu TALISMÁN? Me preguntó con sorna y desprecio. Y
las sombras cubrieron mis ojos...

24 de Junio de 1.993. Día 7

Me desperté en casa, en la cama de mi estudio. Al principio creí que
todo había consistido en otra de mis pesadillas, pero Grace estaba
allí para confirmarme que todo había sido real... De no ser por ella,
que me había seguido hasta el rito vudú, esos salvajes me hubieran...
Pero Malia... no, no era culpa suya sino de Tetelo, que la poseía. Sí,
eso era, eso debía ser. Siguiendo el consejo de Grace, llamé a
Wolfgang, y mantuvimos una conversación animada, compartiendo
experiencias (principalmente las mías) y conocimientos (los suyos
sobre todo). Sobre todo sobre los Schattenjägers, o cazadores de
sombras; sobre Tetelo, que controla a las descendientes de su familia
a través del poder del talismán; sobre el talismán, hasta averiguar
que probablemente está enterrado junto a los restos de Tetelo; sobre
esto último, no sabía Wolfgang si estaban enterrados en Nueva Orleans
o bien en África, en la tierra natal de la tribu Gedde. Es entonces
cuando le comuniqué que según las notas de Hartridge debía tratarse de
la tribu Agris, de la República de Benim. Wolfgang pareció excitarse
con la idea, y decidió investigar in situ, pero no sin antes pedirme
hacer lo propio en Nueva Orleans. Tras leer el periódico, y recoger la
linterna de encima de la cómoda, me dirigí al cementerio, al panteón
Gedde. El botón de acceso a la cripta estaba libre de cierres, y pude
accionarlo y entrar en el interior. Antes de entrar oí el ruido de
cristales rotos... En el interior pude superar la oscuridad usando la
linterna, que con tanta previsión había recogido. En seguida captó mi
atención una de las tumbas marcada con el vevé de la tribu. Lo abrí...
y encontré el cuerpo de Mosely en su interior. ¡Mosely! ¿Muerto?
¡Dios! La sorpresa me embotó los sentidos, y no sentí el golpe hasta
impactar mis sienes. Tras despertar volví a registrar la misma tumba
marcada por el vevé... pero el cuerpo de Mosely había desaparecido.
Eso sí, había quedado dentro su cartera. Tras recogerla, la abrí
encontrando una tarjeta de crédito. Registré el resto de las tumbas,
mas Tetelo Gedde no estaba enterrada en ese lugar... por desgracia.
De vuelta a la librería, Grace volvió a sugerirme que lo mejor que
podía hacer era poner miles de kilómetros entre los adeptos o mafiosos
vudú y mi persona. De hecho, Wolfgang había llamado antes, y le había
dicho que había encontrado "lo que estábamos buscando". ¿El talismán,
quizás? ¿Los restos mortales de Tetelo?


Bien, pensé que era un buen momento para el viaje a Rittersberg. Un
INMEJORABLE momento. Así que, usando el número de teléfono de la
agencia de viajes "C" que aparecía en la hoja del listín telefónico
que días antes me diera Grace, mi ángel custodio, encargué un viaje a
Rittersberg y lo cargué a la tarjeta de Mosely. Los difuntos no se
quejan al pagar. Disparado al aeropuerto y...

Rittersberg

Curiosamente estaba muy nevado para ser JUNIO. Aparte de eso, el
enorme castillo bavarés me impresionó. Más comparado con mis modestas
posesiones y mis apuros financieros.


La ¿nodriza? Gerde esperaba mi llegada. Desgraciadamente Wolfgang no
estaba en casa, y ella era de bien poca ayuda, pues no sabía dónde
estaba ni cuándo volvería... ni nada de nada sobre el caso del vudú.
Empecé una somera investigación del castillo. En la cámara que me
habían preparado había una puerta, cuyo portal, ricamente adornado,
incluía una leyenda, un poema en alemán. Tras pedir a Gerde que lo
leyera, intuí que debía proceder a alguna especie de ritual de
purificación para traspasar esa puerta, pues intuía que la cámara a la
que cerraba acceso debía ser la biblioteca de los caza-sombras.
También entré en la capilla, y eché un vistazo a los paneles que los
adornaban. Tras preguntarle a Gerde me explicó que describían el
ritual de iniciación de los Schattenjägers. Tras echar un segundo
vistazo a los paneles, comencé a elaborar otro plan.
Primer panel: agua sobre manos. Tras abrir la ventana de la
habitación, me lavé las manos en la nieve.


Segundo panel: un rizo y un filo cortante. Usando las tijeras de la
cámara, me corte un rizo del cabello. Antes de abandonar la
habitación, me llevé el orinal y el pergamino de la vitrina. De camino
a la capilla, recogí la daga que adornaba la barandilla de la escalera
y el salero de Gerde. Tercer panel: el cáliz y el océano. Coloqué
sobre el altar el orinal y vacié dentro el salero.


Cuarto panel: sangre sobre cáliz. Me corté con la daga ritual. Quinto
panel: arrodillado. Me arrodillé sobre el altar. Sexto panel: obvio,
leí el pergamino.


Aparentemente, no había sucedido nada, por lo que me fui a la cama
decepcionado, frustrado y cabizbajo. Creía absolutamente necesario
unirme a Wolfgang, donde quiera que hubiese ido, para realizar juntos
las investigaciones pertinentes; más aún, para poder aprender más del
SCHATTENJÄGER actual y el mundo de las sombras malignas. Mas de noche,
mientras dormía, el espíritu de S.Jorge, al que yo había invocado
durante la ceremonia, mediante la lectura del pergamino, acudió a mí,
en una forma terrorífica de dragón. Me conminó a dar marcha atrás en
mi petición, a lo que me negué, pidiendo ser purificado de mis pecados
e imperfecciones para poder llegar al conocimiento de los cazadores de
sombras. Él me advirtió, pero ante mi determinación accedió a
purificarme... y obtuve la llave dorada.

25 de Junio de 1.993. Rittersberg. Día 8

Tras levantarme, añorando el fuerte café que Grace me prepara por las
mañanas, recogí la llave dorada que en sueños había obtenido del
espíritu y la usé en la cerradura de la puerta cuyo elaborado y
artístico portal había admirado el día anterior. Efectivamente, la
biblioteca de los cazadoras de sombras de la familia Ritter estaba
allí. Aparte de inspeccionar algunos libros de los estantes dedicados
a la familia Ritter en sí, así como los de ocultismo, me dediqué a
investigar las citas bibliográficas que fui obteniendo, a partir de la
pista que Hartridge me había dado y que pagó con su vida, y que
Wolfgang, al que aún no había visto la cara, había encontrado tan
interesante. En la sección de Geografía hallé un libro que hablaba
sobre la República de Benim y la tribu Agris. Mencionaba otro libro,
que encontré en el apartado de Sociología, titulado "Los Primitivos"
me condujo a "Antiguas Raíces de África" que encontré en la sección de
Historia. Éste libro mencionaba "Los Adoradores del Sol" que hallé en
los estantes dedicados a Religión y Teología. La pista me llevó de
este libro a "Excavaciones en África", en Arqueología. Recogí este
libro, pues me daba la pista final del más que posible paradero de
Wolfgang: en Benim existe un doble anillo de montículos de serpiente
por el que los locales sienten un profundo pavor. Tras mostrarle a
Gerde el libro sobre África que acabo de mencionar, estuvo de acuerdo
conmigo en que Wolfgang debía haber ido hacia allí, por lo que era
menester que yo me reuniera con él. Cuatro ojos ven más que dos.
Cuatro brazos pueden más que dos. Etc. Gerde propuso encargarse de
arreglar el viaje, mas tuvimos que volver a usar la tarjeta de crédito
de Mosely (pobre) para sufragar el viaje.

26 de Junio de 1.993. República de Benim. Montículo Serpiente. Día 9

Penetré por un túnel en el interior de la rueda o serpiente exterior.
Tras deambular un rato por el interior circular, observé varias
regularidades: el total de baldosas, puestas o caídas, daban doce;
cada baldosa tenía pintadas un número distinto de serpientes,
precisamente del uno al doce; de ellas, once tenían las serpientes
dispuestas de modo simétrico excepto la "ocho" que las tenía formando
una espiral. Finalmente, la "siete" y la "doce" no podían sacarse de
los lugares en que estaban clavadas en la pared, a diferencia de las
otras diez. Por otra parte, las posturas de las momias se alternaban
cada tres cámaras o estancias, y eran tres distintas.


Tras dibujar mentalmente estos datos, me di cuenta que los adoradores
del sol habían dispuesto las estancias de modo parecido a un reloj
moderno. Teniendo esto en mente, y recordando el resorte secreto del
reloj del abuelo, y con la referencia de que el "siete" y el "doce" ya
estaban colocados, fui colocando las baldosas de manera que fueran
numerando las estancias correlativamente del "uno" al "doce", como si
fueran los dígitos de un reloj analógico moderno.


En una de las cámaras encontré un gran bastón cuya forma sugería una
llave. Fui hacia la cámara en la que había encontrado la baldosa
"ocho" (serpientes en espiral) y que ahora tenía alojada en la pared
la "tres", e inserté en el orificio de la baldosa la "llave". Ruidos
de mecanismos chirriantes y placas deslizantes me dieron a entender
que la puerta que estaba en "siete" se había abierto... pero no era lo
único que mi acción había desencadenado.


No. Para mi horror, la momia que detrás mío debía haber yacido durante
siglos despertó de nuevo a la vida. El zombie me congeló la sangre con
su enfermiza mirada. Parecía sediento de sangre, dispuesto a
arrancarme el corazón aún latiendo de mi pecho. Huí en dirección
norte, hacia "siete"... mas en las otras cámaras también los zombies
estaban despertándose. Corrí más aún, buscando la salida al exterior
en "seis" para pedir la ayuda de mi chofer nativo, mas los zombies me
rodearon allí, bloqueándome el camino hacia el exterior y hacia las
otras cámaras. Era el momento de un buen ataque para defenderse. Salté
hacia las enredaderas que colgaban flácidamente del techo, y
balanceándome con contundencia, empujé al zombie más cercano, entrando
en "siete". Allí encontré a Wolfgang, que luchaba denodadamente contra
tres zombies empleando una antorcha, Mientras el los distraía,
introduje la "llave" en la baldosa para cerrar la puerta hacia el
anillo interior, que según Wolfgang había deducido, mientras estuviera
abierta mantendría vivos a los zombies.


Afortunadamente, una vez dentro y con la puerta cerrada, los zombies
volvieron a su condición de momias, porque allí había otra que hubiese
bebido nuestra sangre de haber estado "viva". Aparte de la momia, otra
sorpresa nos esperaba en el círculo interno. Una imponente mesa de
piedra, con una tapa encima. La tapa tenía una artesa cavada en ella,
una depresión central con dos canales, cuya función parecía ser de
desagüe. Wolfgang supuso que el uso de esa artesa sería el de
recipiente donde depositar los corazones de los sacrificios humanos.
Unos jeroglíficos alrededor de la mesa de piedra fueron descifrados
por Wolfgang. Se mencionaba en ellos a un ídolo, que Wolfgang dedujo
era la fuente primaria de poder del clan Gedde, aunque supuso que no
lo encontraríamos allí.


Tras intentar mover la tapa entre los dos, sin resultado, recogí las
dos barras de metal que descansaban en el estante de la pared del
fondo, y tras colocarlos en los agujeros laterales de la tapa,
volvimos a intentar levantarla. Wolfgang entonces sugirió que
probablemente estaba sellada mágicamente, y que a menos que un corazón
fuese depositado sobre la tapa, esta no se alzaría.


Tras una corta discusión, decidimos que yo fuese a sacar su podrido
corazón a la momia que yacía en el suelo, probablemente muerta hacía
milenios.


Pero nada más clavar mi daga de cazador de sombras en el muerto pecho
de la momia yaciente, Wolfgang, en un supremo esfuerzo... se arrancó
su propio corazón y lo puso sobre la tapa. Sus palabras durante la
discusión no habían sido razonamientos, sino una despedida. A pesar de
mis gritos, Wolfgang no frenó su autosacrificio. Estaba demasiado
lejos para poder impedirlo. Así que tras levantarse la tapa, y
recuperar el talismán cuya fuerza mágica volvía a estar del lado de la
familia Ritter-Knight, juré solemnemente hacer pagar cara a Tetelo sus
acciones, que tantos sacrificios habían causado a los míos... y lloré
amargamente.

27 de Junio de 1.993. Nueva Orleans. Día 10

Tras encargarme de la repatriación del cuerpo sin vida del último
SCHATTENJÄGER a Rittersberg, tomé el primer avión hacía Nueva Orleans.
Wolfgang me había dicho antes de morir que yo era su relevo en el
odioso cargo de SCHATTENJÄGER. No sabía entonces si yo sería digno de
llevar sobre mis hombros tan pesada carga, pero iba a intentarlo. Pero
mi corazón ardía en deseos de venganza hacia Tetelo, mientras que al
mismo tiempo, aún amaba a Malia.


Mientras el avión sobrevolaba Nueva Orleans, la vista aérea de
Jackson's Square me dio una idea de dónde el maldito hounfour secreto
se hallaba... Con la idea de prepararme para el asalto de la fortaleza
de los adeptos al vudú negro de Tetelo, regresé a mi hogar, la
librería... sólo para descubrir que Grace no estaba. Rastros de una
pelea me hicieron intuir la razón de su ausencia. Al lado de la caja
registradora había una nota. La leí. Era de Malia-Tetelo. Me rogaba
que devolviera el talismán, me advertía contra el poder de Tetelo, y
me decía que, aunque su amor por mi era sincero, no podía luchar
contra la posesión de Tetelo, que mantenía a Grace prisionera.
Unos ruidos provenientes de mi estudio me pusieron en alerta. Mientras
la adrenalina era bombeada a todo mi cuerpo, Mosely salió a mi
encuentro. ¿Mosely? Me aclaró que cuando le vi en el interior de la
cripta Gedde, estaba realizando unas averiguaciones por su cuenta. Al
oír ruidos fuera, decidió romper la bombilla y esconderse en una de
las tumbas. Cuando la que le ocultaba fue abierta, reaccionó
golpeándome de modo reflejo, antes de darse cuenta de que era yo el
agredido. (Aunque luego pensara que me lo tenía merecido por haberle
robado la placa). Empezamos a discutir un plan para poder enderezar la
situación. Acordamos que ya actuaría en vanguardia, localizando el
hounfour y liberando a Grace antes de que Mosely pudiese entrar y
reventar el cónclave vudú, capturar a Malia y acabar con la mafia de
la tribu Gedde. Para ello, le devolví el rastreador, con el fin de
que, una vez localizado el hounfour, colocase un emisor para poder
indicar el camino a Mosely. Antes de irme en dirección a Jackson's
Square, eché un vistazo en el periódico.


En la plaza no hallé ninguna vía hacia el subsuelo, así que empecé a
registrar la Catedral. Uno de los confesionarios tenía una extraña
abertura en uno de los paneles, así que decidí probar el bastón-llave
de Benim. ¡Bingo! Todo el confesionario se convirtió en un ascensor
que me llevó al subsuelo. Tras dejar debajo del reclinatorio el emisor
y el bastón para que Mosely pudiera localizar la entrada al hounfour,
y entrase como yo lo había hecho, penetré en el círculo externo del
hounfour. Otra vez doce estancias, numeradas con unos paneles usando
serpientes como cuenta. La "uno", "once" y "ocho" necesitaban de algún
tipo de tarjeta magnética para poder acceder a su interior.


Principalmente la "ocho" parecía en extremo sospechosa.
Entrando en la "tres" asistí a la posesión de Malia por parte de
Tetelo sin ser descubierto, y vi que la lucha entre ambas
personalidades, que Malia describía en la nota que Tetelo había dejado
al secuestrar a Grace, era verdadera.


Las salas "cuatro" y "cinco" estaban repletas de computadoras y
material de oficina. Allí encontré, en una cubeta, un libro de
cuentas, que aparte de servir como prueba de las actividades mafiosas
de los adeptos ante el FBI (¡ojalá enviasen a Mulder y Scully!) me
suministró las claves rada de algunos adeptos, incluido el hermano
águila... el Dr.John. En la cámara "dos" estaba el rey de Roma, orando
a los Loas. Al fondo colgaba de la pared una tarjeta magnética.
Probablemente la que me serviría para poder acceder a las habitaciones
cerradas. Tras ver el pequeño estabulario que mantenían los adeptos en
la sala "diez" con sus mascotas y las víctimas animales de los
sacrificios, encontré en la sala "siete" un almacén. Tras recoger de
allí dos túnicas y dos máscaras, con el objeto de que Mosely y yo
pudiésemos disfrazarnos de adeptos, penetré con sigilo y precaución en
el círculo interno. Afortunadamente nadie estaba allí. El circulo
estaba desierto, aparte del tótem tribal, una mesa análoga a la del
círculo interior en Benim, y dos juegos de tambores rada. Usé uno de
ellos para enviar un corto mensaje: CONVOCAR HERMANO ÁGUILA
Volví al círculo externo tratando de no tropezarme con el Dr.John, y
tras penetrar en su estancia y robarle la tarjeta, accedí primero a
las salas "uno", donde el producto de las actividades mafiosas de los
adeptos se traducía en grandes cantidades de dinero, del que tomé una
pequeña parte prestado, hasta que creí haber cogido bastante para
acabar con mis apuros financieros y los de Rittersberg, tal vez
incluso pagar el "préstamo" que Mosely me había concedido por el
"usufructo" de su tarjeta de crédito; y en la "once", donde observé
con horror y espanto el resultado de algunos... experimentos, tal vez
más bien sádicos sacrificios humanos Finalmente, con los tambores de
fondo convocando reunión en el círculo, entré en la sala "ocho". Allí
encontré a Grace. Allí se nos unió Mosely. Grace estaba en un estado
de aturdimiento profundo, postrada en la cama, casi en coma. Pero los
poderes del talismán la reanimaron. Elaboramos rápidamente un plan, y
tras darle a Mosely su disfraz me puse yo el mío... a tiempo, pues el
"hermano águila" penetró en la sala en ese preciso instante.
Tuvimos que acompañarle al círculo interno, donde el ritual ya estaba
avanzado. Queríamos sorprenderles y llevarnos a Malia antes de que
Tetelo la poseyera, pero llegamos tarde para eso. Nos mantuvimos
indecisos, a la expectativa, sin saber qué hacer mientras el ritual
iba siguiendo su demoníaco curso. Para cuando quisimos darnos cuenta,
Tetelo estaba a punto de sacrificar a Grace sobre la mesa ritual. En
ese momento reaccioné. Usé el talismán para que su magia apartara a
Tetelo de Grace. Fue más la sorpresa que el talismán la que mantuvo a
Tetelo inmovilizada el tiempo suficiente para que Grace escapase de la
mesa y se dirigiese hacia Mosely. El talismán estaba demasiado lejos
de ella como para que su magia pudiera afectarla. Sin embargo, aunque
ella no podía acercárseme, si podía hacerlo el Dr.John, con
sanguinarias intenciones. Pero no contó con Mosely, que disparó su
magnum sobre el cuerpo semidesnudo del voluminoso adepto, matándolo.
Cayó, convertido en un surtidor de sangre y vísceras, sobre la mesa
ritual... y accionó su maligno mecanismo, dejando al alcance de mis
manos el ídolo mencionado en los jeroglíficos de Benim, al que era
menester destruir, según las palabras de Wolfgang. Tetelo no era tan
fácil de destruir. Usó su magia sobre Grace y Mosely para
inmovilizarlos, y se colocó entre mi persona y el ídolo cortando mi
avance hacia allí. Mientras amenazaba con matar a mis amigos, me
mantenía a raya con su látigo, por lo que no podía usar el talismán
para alejarla.


Si quería el talismán, iba a tener más talismán del que deseara. Lo
lancé, por encima de su cabeza hacia Mosely, rompiendo el hechizo que
los mantenía inmovilizados. También esta acción hizo que Tetelo se
apartase de ellos para huir del poder del talismán... pero eso mismo
la acercaba a mi posición.


Tras pedir a mis amigos que huyesen para salvarse, quedé a merced del
maligno Loa. Me hizo arrodillar, y mientras mantenía asida con su mano
mi cabeza tirando de mis cabellos, sosteniendo con la otra la daga
ritual dispuesta a inmolarme a algún oscuro diosecillo en acto de
venganza, mis manos tantearon la mesa que por fin había quedado a su
alcance, y asieron el ídolo, que destrocé con rabia lanzándolo contra
el suelo. Una gran confusión se produjo entonces. La tierra se abrió
por todas partes, apareciendo grietas que comunicaban el círculo con
abismos insondables que parecían conducir al mismo infierno. El poder
vudú de la tribu se había desvanecido. Colgando del borde de una de
las grietas, asida por las dos manos, Malia mantenía una lucha
esquizoide con Tetelo, que prefería la muerte de las dos a la derrota.
Intenté ayudar a Malia, asiéndola por el brazo...
 

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