Bereberes (años 700 – 900)


Cuando los árabes llegaron desde el este a Al–mamlaka Al Maghribiyya (reino de Occidente, actual Marruecos) encontraron grandes edificaciones hechas por los romanos durante el dominio que éstos ejercieron sobre el territorio al que llamaban Mauritania, el cual les fue arrebatado por los invasores vándalos hacia el año 430.

El foro romano de Volubiles era una de las construcciones más llamativas, con sus termas, su templo y el arco de Caracalla. Todos los monumentos se hallaban enriquecidos con adornos hechos con mármoles policromos.

El dominio romano y el cristianismo no tenían raíces muy profundas en la población beréber, así que los árabes no encontraron gran resistencia de parte de este pueblo que pronto adoptó la fe islámica. También su envidiable caballería se unió a la de sus conquistadores. Sin embargo, los vigorosos bereberes no tardaron mucho en romper sus lazos con el califato.

Idris, un sobresaliente jefe beréber, fundó un reino cuya obra continuó su hijo, Idris II, que estableció la capital en Fez. La ciudad de Fez fue construida en las cercanías del río Oued Fez, en una encrucijada de los caminos que conducían a Argelia, al Mar Mediterráneo y al desierto. Esta ciudad fue embellecida con una grandiosa arquitectura y contó con instituciones políticas, religiosas y culturales, sobresaliendo su notable universidad.

En el año 711, los diestros jinetes bereberes habrían de convertirse en el grueso de las tropas que cruzaron el estrecho de Gibraltar para lanzarse a la conquista de la Península Ibérica.

El poderío beréber se mantuvo por largo tiempo y se extendió desde el río Ebro al río Niger y desde Argel hasta el océano Atlántico.


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