Todos a la escuela (año 800)


Parece ser que en los círculos de la nobleza, personas de alcurnia, investidas con elevados cargos públicos, desconocían con frecuencia la lectura, la escritura y la lengua latina, por lo tanto se limitaban a tener clérigos como secretarios. Carlomagno, rey de los francos, se preocupó por elevar el nivel intelectual de su pueblo: consideraba que la ignorancia debía ser enérgicamente combatida. Comenzó entonces a estimular el interés por el estudio poniéndose de ejemplo a sí mismo. Con Pedro de Pisa estudió gramática y lengua latina y recibió del anglosajón Alcuino, obispo de York, instrucción sobre diversas disciplinas.

Impulsó este rey el desarrollo de la escuela palatina de los merovingios. Para organizar el sistema de enseñanza redactó sus "Capitulares", en los que imponía que cada monasterio y cada abadía debían tener una escuela para enseñar a los niños. Dispuso además que todos los habitantes del reino debían aprender el Credo y el Padrenuestro y que los que se opusieran a ello debían ser castigados con golpes y ayunos. Los sacerdotes sin instrucción eran suspendidos hasta haber adquirido un mínimo de conocimiento indispensable para dar enseñanza en las escuelas. En los conventos las mujeres eran instruidas en trabajos manuales como hilar, tejer y bordar.

Algunas de las escuelas creadas en las abadías se convirtieron en centros culturales como el monasterio de San Martín de Tours, que estaba dirigido por Alcuino. También la escuela catedrática de Metz que adquirió gran importancia para el estudio del canto eclesiástico.

Muchas veces en estas escuelas la disciplina solía ser muy rígida y los castigos corporales eran empleados con frecuencia. Los "missi dominici", oficiales del emperador, tenían la misión de visitar los monasterios y obligar al cumplimiento de los edictos del rey.

Después de la muerte de Carlomagno gran parte de su labor educativa se perdió bajo los reinados bastante agitados de sus sucesores.


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