Octavio Alberico (años 955 – 964)


Octavio habría de abandonar su nombre de nacimiento luego de ser coronado como sumo pontífice de Roma. Tenía tan sólo dieciocho años cuando se encasquetó la corona gracias a las influencias de su padre y así pasó a ser conocido como Juan XII.

Ni bien notó Juan que la vida en aquel fabuloso mundo comenzaba a ser aburrida, se hizo amigo de salir de correrías en busca de las hijas de Eva, cosa disculpable a su edad pero no bien vista en su santidad. He aquí que, agitado por sus pasiones, Juan tuvo una brillante idea: hacer que las muchachas, fueran solteras o casadas, se acercaran a su sacratísima persona y así, poco a poco, fue convirtiendo el palacio de Letrán en un inmenso lupanar. La historia no cuenta si aquellas orgías comenzaban con alguna bendición de Su Eminencia o si los confundidos ángeles del cielo se veían obligados a presenciar el descarado comportamiento de Juan.

Por otro lado, el pícaro joven manejaba la política del pontificado a su capricho: por ejemplo, cuando Otón I llegó a Roma, rápidamente lo coronó emperador, pero pronto se arrepintió y traicionó a Otón pactando una alianza secreta con el cruel Berengario. Sin embargo, este poderoso príncipe pontificio no pudo evitar la atroz punzada que lo internó en un mundo de tinieblas a causa de un ataque de apoplejía que finalmente lo llevó a la muerte.


Ir al índice


Hosted by www.Geocities.ws

1