Otón y Adelaida (años 950 – 973)


Adelaida había perdido a su esposo, el rey Lotario II, un descendiente de Carlomagno que ocupaba el trono de Italia. Ante la muerte del soberano, Berengario, un marqués déspota, se proclamó a sí mismo rey. Este monarca apresó a la joven Adelaida de apenas diecinueve años y la sometió a los peores tratos con la idea de que muriera en prisión. Luego intentó casarla con su hijo para darle legitimidad a su reinado, pero Adelaida se opuso obstinadamente.

Los relatos de las torturas a las que era sometida la reina llegaron a oídos de Otón, el caballeresco rey de Germania. Enfurecido, Otón preparó su ejército y se encaminó hacia Italia para conseguir la liberación de la bella reina. Una vez allí, Otón emprendió la guerra contra el cruel Berengario, que al verse acorralado huyó a las montañas y se refugió en Iurea, una fortaleza casi impenetrable. Otón hizo entonces su entrada en Pavía, donde se adjudicó el título de rey de Italia en medio de grandes aclamaciones de parte de los habitantes de la ciudad.

Tiempo después, Otón envió unos embajadores a la reina Adelaida pidiendo su mano. Ella aceptó con entusiasmo y volvió a Pavía, donde celebró sus bodas con el rey. Pasado algún tiempo, Otón y su esposa abandonaban Italia para regresar a Germania, donde el soberano debía ocuparse de los asuntos del reino.

Al enterarse del alejamiento de Otón, Berengario se puso en marcha para recuperar su poder en el reino. El pontífice de Roma, Juan XII, se atemorizó ante el avance de Berengario y solicitó la ayuda del rey germano.

En cuanto la situación de su reino se lo permitió, Otón cruzó por segunda vez los Alpes con su ejército rumbo a Italia. Su esposa Adelaida lo acompañaba. Ante tal noticia, Berengario corrió a refugiarse nuevamente en la fortaleza de las montañas.

Mientras tanto, una sorpresa esperaba a Otón: los pontífices de Roma lo traicionaron y pactaron con Berengario. Entonces Otón arrojó su ejército contra Roma; los pontífices huyeron y el rey colocó en su lugar a un prelado de su confianza. Después arremetió contra Berengario, que una vez capturado fue llevado a Germania, donde fue encerrado de por vida en las celdas de un convento.

Pasado cierto tiempo y después de sortear varias rencillas con los pontífices romanos, Otón decidió abandonar Italia para siempre. Regresó a Germania, donde gobernó junto a Adelaida hasta el día de su muerte.


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