Sajones y Bretones (año 450)


Los sajones abandonaban el noroeste de Germania para invadir la verde Britania y sus vecinos, los anglos, los acompañaban en sus correrías.

Los reinos bretones sufrían continuos asaltos y saqueos de parte de estos invasores. El rey bretón Vortigern, ante la angustiante situación que estaba padeciendo su reino a causa de los ataques de los escoceses y los pictos, pidió ayuda a los sajones. Con sus jefes Hengist y Horsa al frente, el ejército sajón entró en Kent y puso en fuga a los enemigos del reino. Después de la victoria se asentaron en la desembocadura del río Támesis.

Vortigern agradecido ofreció a los sajones un gran banquete y mientras éste transcurría el rey bretón se enamoró de la hermosa Rowena, hija de Hengist. Entonces la pidió en matrimonio, y a partir de allí ya no pudo negar nada a sus amigos germanos, a tal punto que dejó el reino en sus manos.

Tiempo después Vortigern fue destronado por sus amigos y permaneció en cautiverio hasta su muerte.

Lentamente los sajones se fueron expandiendo hacia otros territorios donde fundaron numerosos reinos (Middlesex, Sussex, Essex, Est–Anglia).

Leyenda

Cuentan los relatos, que el rey bretón Arturo era un hombre terrible en el campo de guerra.

Al frente de sus bretones derrotó a los enemigos germanos en doce batallas y en la última de ellas aniquiló el solo con su espada "Excalibur" a más de diez mil enemigos.

Tenía además este rey una costumbre. Por lo general después de comer se sentaba en su salón Carlicien para conversar con algunos de sus más allegados amigos (los caballeros de la tabla redonda), entre ellos: Lancelote del Lago, Parsifal, El encantador Merlín, Galahad, Walewein.


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