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Lunes, 31 de julio de
2006
Fidel
Castro: palabras mayores
Con motivo del octogésimo
cumpleaños del presidente de
Cuba, Fidel Castro, cuatro
escritores latinoamericanos dan
su opinión sobre el mandatario.
Mario
Benedetti. "He pasado en
Cuba varios períodos: la
primera vez como invitado y
luego varias más como
exiliado. Desde su
estallido, la Revolución
Cubana fue una gran sacudida
para nuestra América. En el
Río de la Plata, los
sectores culturales habían
atendido primordialmente a
Europa, pero la Revolución
nos hizo mirar a América
latina. No sólo para
interiorizarnos de los
problemas del subcontinente
sino también para aquilatar
el poder y la presión de los
Estados Unidos.
"En cuanto a la personalidad
del propio Fidel, debo
consignar que estuve varias
veces con él y pude apreciar
la sencillez de sus
planteos, un inesperado y
excelente nivel cultural, la
franqueza de que hacía gala
ante nuestras objeciones y
su infranqueable voluntad de
defender y mejorar el nivel
de su pueblo.
"Los datos, fácilmente
comprobables, de que en la
isla virtualmente no existen
analfabetos (pude ver a
octogenarios que asistían a
clases de enseñanza
primaria), que la atención a
la salud es gratuita y del
mejor nivel (de mi propio
país viajan constantemente
enfermos de cataratas y
hasta de ceguera, que son
atendidos gratuitamente y
regresan totalmente
recuperados), no deben
olvidarse a la hora de
juzgar su trayectoria.
"En esta ocasión de sus bien
ganados ochenta, es bueno
que le regalemos nuestro
sincero reconocimiento.
"(El texto que antecede fue
escrito antes del
contratiempo de salud
sufrido por Fidel y que tuvo
una trascendencia a nivel
mundial, algo que confirma
lo que algún especialista
señaló: que Fidel es el
único gran personaje del
pasado cercano que aún
sobrevive. Según las
noticias que llegan de la
isla, Fidel se está
recuperando más rápidamente
de lo que se preveía.
Siempre ha sido un hombre
fuerte y de poderosa
voluntad, así que no sería
de extrañar que a corto
plazo ejerciera nuevamente
sus tradicionales funciones.
Ojalá)."
Álvaro Vargas Llosa.
"Fidel Castro parece
empeñado en demostrarnos que
Benjamín Franklin se
equivocó cuando dijo que
nada era inevitable salvo la
muerte y los impuestos. Con
el paso de los años, su
crueldad ha aumentado en
lugar de ablandarse; su
sevicia es proporcional al
avance de su ancianidad,
como lo demuestra el hecho
de que mantenga en la cárcel
a muchos de los periodistas,
escritores, activistas y
simples ciudadanos que metió
en el ergástulo en 2003 por
el delito de pensar y
expresarse.
"No existe, en la historia
de dos siglos de la América
latina independiente, una
dictadura más longeva.
Gracias a una combinación de
factores –el milimétrico
sistema represivo, las
subvenciones de la URSS,
primero, y de Venezuela
después, la condición
insular del país, la
habilidad para exportar la
disidencia al exterior, la
pasividad de los gobiernos
latinoamericanos-, Castro ha
podido sobrevivir a la
constancia cotidiana del
desastre moral, político y
económico que ha sido su
experimento totalitario. Es
una hazaña de la que me
avergüenzo como
latinoamericano.
"En cierta forma, la
supervivencia de Castro
simboliza el retraso
cultural de América latina.
Mientras que buena parte del
mundo se ha ido despojando
con resultados asombrosos de
las taras que inhibieron su
desarrollo durante mucho
tiempo, los
latinoamericanos, con
honrosas excepciones, hemos
perseverado en el error del
tercermundismo político y
económico, culpando a otros
de nuestras propias
calamidades, declarando
guerras imposibles de ganar
a los valores liberales y
sofocando el talento creador
de riqueza de nuestros
ciudadanos mediante toda
clase de supersticiones
populistas. De todos esos
fracasos, el de Castro, a
quien a sus 80 años el resto
del mundo observa como se
mira una rareza zoológica,
es el más rotundo y cruel.
"Ojalá que esta fecha sirva
para que las nuevas
generaciones aprendan estas
lecciones importantes.
Ernesto Cardenal.
"Para quienes hemos conocido
a Fidel Castro (y lo
queremos y admiramos) es
difícil hacer una breve
semblanza de él. Porque
contrario a lo que pueden
pensar los que sólo lo
conocen por los periódicos
(muchas veces hostiles a él)
no es un personaje simple de
definir sino sumamente
complejo.
"Ante todo hay que decir que
es una personalidad genial.
Pero no es solamente un
genio, sino muchos genios.
Se le conoció primero como
un genio guerrillero.
Después se ha revelado ser
también un genio como
estadista: uno de los más
grandes estadistas de su
tiempo, destacándose sobre
todos ellos por haber
gobernado tantos años con
gran habilidad, o si se
quiere con mucho éxito,
enfrentándose al poder más
grande del mundo en
condiciones tan desiguales.
"Hay que agregar además que
es un gran genio de la
oratoria, yo diría que no
sólo es de los más grandes
oradores de su tiempo sino
de toda la historia. Es
asombroso ver cómo cautiva
al auditorio, en Cuba y en
cualquier otro país,
hablando horas y horas, sin
tener los discursos escritos
como lo hacía Demóstenes, y
a veces sin haberlos
preparado siquiera,
completamente improvisados.
"A diferencia de sus rivales
los presidentes de Estados
Unidos, que al decir de Gore
Vidal no pueden escribir sus
propios discursos sino
tienen alguien que se los
escriba, y a veces ni
siquiera los pueden leer. Es
un genio también en una gran
cantidad de conocimientos.
Es profundo en temas de
agricultura, en temas de
medicina, en economía (tal
vez el más grande experto
mundial en cuanto a la deuda
externa), en electrónica,
recursos energéticos, y
muchas cosas más.
"Gabriel García Márquez me
ha contado del acierto y
profundidad con que ha
analizado por la mañana una
novela suya que acababa de
leer la noche antes. Hace
unos pocos años decidió
estudiar la Teología de la
Liberación, de la que no
sabía nada, y algunos
teólogos de esta teología me
han contado cómo había
llegado a ser un experto en
ella. Podría agregar también
que es genial en cuanto a la
memoria: yo mismo soy
testigo de cómo un tema
inconcluso del que había
conversado conmigo hacía
diez años lo retomó cuando
me volvió a ver diez años
después (siendo tantas las
personas que él ve). También
es famosa su facilidad para
retener los números y para
hacer operaciones
matemáticas instantáneas.
"Como alguien que lo ha
tratado personalmente
algunas veces, puedo
atestiguar que es una
personalidad fascinante:
afectuoso, de voz muy suave,
cortés, y aun tierno.
Familiariza con cualquiera
desde el primer momento. Es
ingenioso, ocurrente, y
siempre hace reír… Todo esto
explica que para el pueblo
de Cuba haya sido un
personaje indispensable, que
haya gobernado por tanto
tiempo (no por las armas,
pues no gobierna por las
armas) y que tenga tan
inmensa popularidad. Y
también que tenga los
enemigos que tiene."
Carlos Alberto Montaner.
"Castro estuvo a punto
de morir. La hemorragia
intestinal y la subsiguiente
operación le han llegado dos
semanas antes de cumplir
ochenta años. Fue un aviso.
Más de la mitad de su vida
se la ha pasado gobernando.
Hace casi cuarenta y ocho
años que tomó el poder a
tiros y desde entonces no lo
ha soltado. Cuando comenzó,
el comandante era un joven
impetuoso y audaz,
convencido de que sabía cómo
reorganizar a la humanidad
para que todos se
transformaran en ricos y
felices, aunque el
procedimiento para lograr
tan benévolo propósito fuera
a palos y tentetieso.
"A estas alturas de la
historia sólo quedan dos
preguntas interesantes que
hacer sobre el fallido
experimento montado por
Castro en esa pobre isla:
¿por qué ha durado tanto
tiempo en el poder un tipo
tan excéntrico y
disparatado, capaz de
realizar hazañas tan
improbables como destruir la
centenaria industria
azucarera, multiplicar por
diez el número de
prostitutas, fusilar o
eliminar dieciséis mil
personas y colocar en el
exilio a un 15% de la
población cubana? Nadie duda
que el suyo es el peor
gobierno que ha padecido ese
país, incapaz en medio siglo
de lograr que los cubanos
tengan agua potable,
electricidad, comida y techo
en cantidades mínimamente
razonables, lo que hace aún
más urgente la respuesta:
¿cómo no ha sido derrocado
un gobernante tan
incompetente?
"La segunda pregunta también
es obvia: ¿qué pasará cuando
desaparezca? Al fin y al
cabo, al margen de esta
crisis reciente, se trata de
un anciano enfermo, aquejado
de Parkinson, que exhibe
síntomas clarísimos de
demencia senil, y que ya ha
sido víctima de varias
isquemias cerebrales que le
han ido afectando su
capacidad para comunicarse.
Balbucea, se repite, se
vuelve incoherente, se
confunde, y se muestra
agresivamente malhumorado
ante la menor contrariedad.
Todavía habla ocho horas
consecutivas, sin la menor
piedad con la vejiga ajena,
pero lo importante no es la
resistencia de sus
ejercitadas cuerdas vocales
o de sus poderosos
esfínteres, sino el
contenido de sus discursos:
es un pobre hombre que no
cesa de decir tonterías,
para vergüenza de una clase
dirigente adiestrada en la
obediencia a un líder
carismático supuestamente
infalible, y que ahora no
sabe qué hacer frente a un
viejito majadero y maniático
que lo mismo diseña vacas
enanas que les explica el
insondable secreto
científico de las ollas de
presión.
"La primera pregunta tiene
una respuesta bastante
sencilla: Castro ha durado
casi cinco décadas en el
poder, pese a ser un
desastroso gobernante,
porque ha creado una
hermética jaula
institucional de la que no
hay escape posible. Su
permanencia no tiene nada
que ver con su talento como
líder, de la época en que
vivimos, ni de sus
habilidades como estratega.
No son sus virtudes lo que
lo sostienen, sino sus
defectos: su falta de
escrúpulos y su ilimitada
capacidad para hacer daño,
aún a los que lo rodean,
como se comprobó con el
fusilamiento de Arnaldo
Ochoa, su mejor general.
"Castro controla totalmente
el Parlamento, el sistema
judicial, las fuerzas
armadas, y los medios de
comunicación, mientras la
policía política vigila,
intimida y castiga a
cualquier miembro de esa
estructura de poder que se
mueva un milímetro de la
línea oficial. Los
demócratas de la oposición
-un puñado de mujeres y
hombres extraordinariamente
valientes-, permanentemente
espiados y penetrados por
los cuerpos de Seguridad,
tampoco pueden moverse más
allá de los estrictos
límites que les señala el
aparato, y, cuando lo hacen,
los encarcela, maltrata o
mata sin la menor compasión.
¿Por qué los cubanos no se
quitan a Castro de encima?
Exactamente por las mismas
razones por las que los
norcoreanos no se sacuden a
Kim Jong-il: porque no
pueden.
"Sin embargo, tras su muerte
todo comenzará a cambiar,
probablemente a un ritmo muy
rápido. ¿Por qué? Porque
dentro de la clase dirigente
hay una profunda
desmoralización. No obedecen
por convicción, sino por
miedo, y porque saben que la
dictadura ni siquiera deja
espacio para la marginación
voluntaria. O doblan la
cerviz y aplauden, o los
barren. Pero esa humillante
situación comenzará a
cambiar en el velorio del
Comandante, cuando todos,
tirios y troyanos, sentirán
un inmenso alivio en la
medida en que el ataúd
descienda dentro de la fosa
y desaparezca la pesada mano
con que el dictador les
aprisionaba el cuello. Ese
será el momento en que los
reformistas del régimen -la
inmensa mayoría- y los
demócratas de la oposición,
organizada y pacíficamente
comenzarán a desmantelar ese
anacrónico manicomio."
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