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Lluvia
afuera y el hogar encendido, se empaña el vidrio... y yo tratando de describir
un poco el haiku, que es tan complejo y simple a la vez, al igual que la
naturaleza. Y la naturaleza del hombre. La
grafía del haiku, sin duda, es lo más sencillo de explicar y de llevar a
cabo: es un pequeño poema en tres versos, los cuales deben ser de cinco
silabas el primero; siete el central; y cinco el último. Sí, diecisiete
sílabas en total. Pero,
como originalmente es un arte japonés, que ha atraído la atención de la
mayoría de los lenguajes, no es menor señalar que esas son medidas para su
idioma nativo, y una sílaba en japonés puede significar más que una en otro
idioma. Esta
regla silábica, como todas, se podría doblar, quizá hasta romper, en función
de lo que el autor quiera lograr con ello. Muchos antiguos japoneses lo
hacían, y hasta los grandes han dicho que se debe buscar lo que buscan los
maestros, pero no seguir los mismos pasos. Actualmente es aceptado que un
haiku no sobrepase las 22 o 23 sílabas. Sólo baste destacar que esa métrica
clásica genera un ritmo, que es característico. Lo
que el autor quiera lograr con ello... bien, la parte difícil de explicar es
de lo que trata el haiku, lo que busca transmitir. Un gran respetado de este arte decía que
“haiku es simplemente lo que está ocurriendo en este sitio, en este
momento”. Espacio y tiempo
entretejidos, aquí y ahora. Haciendo
un paralelo con la fotografía, quizá la luz sea al retrato, lo que las
palabras son al haiku… quizá la sombra sea al retrato, lo que el silencio es
al haiku. Principalmente,
un haijin (autor de haiku), saca su
poesía de la naturaleza. Observando su entorno, trata de plasmar con unas
pocas palabras, lo que está vivenciando.
Este entorno va desde la estación del año, hasta el matiz de un rayo
de luz a través de una hoja de sauce, o la sonrisa de un niño en un espejo...
La simple y profunda cotidianeidad (rural o urbana) como tema de su trabajo. Decir
lo que está pasando, pero de una forma muy directa y sencilla, sin rima, sin
metáforas, con la ausencia del yo como protagonista, resulta más arduo de lo
que se piensa, pues estamos acostumbrados a llevar nuestros juicios por
delante, y a exaltar lo que decimos. A
veces se puede percibir, al contemplar la naturaleza o la rutina, que hay
unos secretos ocultos bajo el tapiz de la apariencia. Bien, el haiku también
debería tener ese tipo de sutileza que nos deja entornando los ojos. Para
aprender qué ES el haiku, es
necesaria cierta dedicación, y mucha paciencia, para estudiar y practicar… en
internet ya hay amplia información para quienes quieran profundizar. Gio (Revisado el 26-07-08) |
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