JOSHIN SENSEI

Conferencia realizada el 27 de octubre de 1995 en AEBU
Montevideo, Uruguay

 

Les voy a hablar, esta noche, de Budismo Zen.

Creo que hay que partir de algo muy sencillo y es que aunque seamos americanos o japoneses o europeos, lo importante es que todos tratamos de ser felices.

Lo importante es tratar de ser felices, de no sufrir, y esa es la finalidad de nuestra vida, la vida de todos nosotros.

Hay muchas maneras de ser felices, se lo puede ser por el dinero, por el amor, por el éxito social pero al tiempo que aquello desaparece, nosotros quedamos tristes y desgraciados.

Entonces, vemos cómo la edad avanza, la muerte también, y nos preguntamos para qué sirvió esta vida, y nos preguntamos también qué hicimos por nosotros mismos y por los demás y estamos más tristes aún, si no tenemos ninguna respuesta.

Les voy a contar un cuento chino.

Es la historia de un gobernador de provincia que está buscando la respuesta a la pregunta "¿Cómo hacer para ser feliz?". Tiene varios maestros espirituales pero las respuestas que le dan nunca le satisfacen. En una oportunidad, le hablan de un viejo ermita que vive en la montaña, y decide ir a verlo. Camina, camina a través de montañas y bosques y llega, completamente agotado, a una pequeña gruta donde se encuentra el ermitaño. Entonces le pregunta: "Maestro, ¿cuál es el sentido de nuestra vida?" y el Maestro le contesta: "No hacer el mal, hacer el bien, ése es el sentido de nuestra vida".

Entonces, este gobernador que caminó tanto para obtener esa respuesta se desilusiona completamente y le dice: "Claro, por supuesto Maestro, pero hasta un niño de 5 años sabe eso!"

"Es cierto - dice el Maestro - pero incluso un viejo de 85 años no puede hacerlo"

Cuando hablamos de Budismo no hablamos de algo "muy especial" o de algo exótico.

Vamos a hablar de nuestra propia vida, de nuestra vida cotidiana. Cómo se puede estar más atentos, más abiertos en nuestra vida.

Me gustaría comenzar, primero, con la vida de Buda que se desarrolló hace 25 siglos, muy lejos de aquí, pero que sin embargo tiene muchos puntos en común con la historia de cada uno.

En el Norte de la India hay un pequeño feudo que se llama Kapilavastu, gobernado por un clan que es el Clan de los Sakya, y el fundador se llama Gautama. La esposa del Señor espera un bebé, su primer bebé.

- En realidad, hay muchas leyendas que narran la historia de Buda pero yo prefiero atenerme a hechos muy sencillos -.

Una semana después del nacimiento de ese niño, la madre muere y el bebé es confiado a una tía que lo va a educar. El Señor tiene muchas esperanzas con respecto a ese niño porque para él va a ser su sucesor, un gran señor, un gran guerrero. Entonces, lo llama Siddartha que quiere decir "El Vencedor".

En esos días, llega desde el Himalaya, un viejo monje que se enteró de algún modo, del nacimiento de ese niño, y cuando lo ve queda muy impresionado y le dice al padre: " este niño va a ser alguien muy

importante, va a gobernar el mundo, ya sea como un gran rey o como un gran Maestro espiritual". Al Señor no le gustó mucho oir esto.

No espera que su hijo se comprometa en un camino espiritual, porque en esa época, a los que se comprometían en un camino espiritual y renunciaban al mundo, se les llamaba "Sanyasin" que quiere decir "aquel que renuncia al mundo".

Y no se trataba de eso para el padre: él quería que su hijo fuera su sucesor. Entonces decide educarlo en el lujo, lejos del mundo, para que pueda evitar los sufrimientos, las razones por las cuales "huir de la vida".

- Desearía que vieran que esto es algo muy próximo a lo que nos ocurre en nuestra vida porque en cuanto nacemos nos atrapa el karma y las esperanzas de nuestra familia. Todos los padres quieren, de alguna manera, educar a sus hijos sin que entren en contacto con el sufrimiento -.

A la edad de 7 años se produce lo que se podría llamar, la primera entrada de Siddharta en la meditación. Fue durante la ceremonia que se conoce como "la apertura de la tierra". Eso ocurre en la primavera y es el Señor quien abre el primer surco con el arado donde se van a hacer las primeras plantaciones.

Cuando Siddartha ve ese hierro que parte la tierra, ve también todos los insectos, los gusanos, que son cortados por el arado y ve que aquellos que no se murieron son, a su vez, atrapados por los pájaros que vienen por el aire a comerlos. Y eso lo hace reflexionar, va a sentarse debajo de un árbol pensando cómo se mezclan esa vida y esa muerte. Allí se queda varias horas, desaparecido para sus padres que comienzan a preocuparse, no saben dónde está, como sucede con tantos niños, y cuando lo encuentran el padre no deja de preocuparse todavía.

Pasan los años, el padre decide casarlo muy joven pensado que el hecho de tener una familia y niños lo iba a estabilizar en esta vida.

Entonces le procura una casa grande, muchas fiestas, mucho dinero. Nace un niño que se va a llamar Rahula, "El Lazo".

Es en esa época, aproximadamente, se supone que ocurren los "Cuatro Encuentros".

La primera vez, Siddartha sale con un sirviente y se pasea por la ciudad. Así ve a un hombre, bastante joven todavía, acostado sobre un jergón, prácticamente paralizado, con el rostro marcado por el sufrimiento, entonces le pregunta al sirviente, "quién es este hombre?", y el sirviente le responde, "no es nadie en especial, es un hombre que está enfermo".

Otra vez, yendo hacia la ciudad, ve a un viejo, mitad ciego, todo canoso y que casi ya no puede caminar. Entonces pregunta, "quién es esta persona?". El sirviente le contesta que es una persona vieja, un viejo.

La tercera vez, ve todo un cortejo de gente llorando, que sigue el féretro de un niño que acaba de morir y lo llevan a cremar. "Y acá qué pasa?", pregunta. El sirviente le contesta la muerte".

Cada vez, Siddartha vuelve a su casa más pensativo.

La última vez se cruza con un hombre que camina solo, tranquilo y sonriente. Los textos dicen "caminando sin orgullo y sin miedo". Entonces le pregunta al sirviente:"y este hombre, ¿quién es?". El sirviente le contesta, "Es un Sanyasin, un monje sin techo".

Siddartha piensa que quizás esa sea la solución: cortar todos los lazos y poner toda su energía en tratar de ver cómo solucionar esos problemas que vio: el sufrimiento, la enfermedad, la vejez y la muerte, para ser útil no solamente a sí mismo sino a todos los demás.

Yo creo que esos son encuentros que todos hacemos, tarde o temprano, y que nos proponen las mismas preguntas, preguntas que están presentes en nosotros, incluso dentro de nuestras ocupaciones o en nuestras alegrías cotidianas.

Entonces, el Señor que es consciente de la transformación de su hijo, decide distraerlo todavía más y organiza una gran fiesta con bailarinas, músicos, cantantes. La fiesta dura toda la noche, y al alba, Siddartha atraviesa el palacio y ve los cuerpos de todas esas bailarinas y esos músicos durmiendo en el piso, y lo que ve más allá de los hermosos vestidos es la fragilidad de esos cuerpos, ve en esos cuerpos y en esos rostros ya inscrita la decadencia y la muerte.

Tiene 29 años, y esa mañana decide irse.

Va a ver a su padre, y pasa una última vez por donde descansan su mujer y su hijo, luego se va a caballo con su sirviente. Llegan hasta los límites del reino, entonces Siddartha se corta el pelo con su espada, cambia sus vestidos con los de un cazador que pasaba por ahí, toma esos vestidos comunes, y envía de vuelta a la casa al sirviente con su caballo.

Y penetra en el bosque sin mirar hacia atrás.

Lo primero que tiene que hacer es aprender a sobrevivir, encontrar algo para comer, sobrevivir a la lluvia, al frío.

Esa época del SV antes de nuestra era, fue una época muy rica desde el punto de vista espiritual. En torno a la cuestión de la vida y la muerte, que siempre está presente, hay mucha búsqueda espiritual, hay muchos maestros que enseñan. Entonces Buda va a encontrar a varios y va a practicar diferentes formas de meditación, por ejemplo aprende a cerrar las percepciones de su cuerpo, a entrar en el espacio más allá de la forma, pero cuando retorna a su cuerpo, cuando vuelve a sí mismo, siempre sigue allí el problema del sufrimiento. Entonces, entra en samadhi, es decir concentraciones cada vez más profundas, por ejemplo, se queda 7 días sin moverse, sin comer, pero siempre, cuando retorna a sí mismo, está presente el dolor. Entonces decide irse.

Junto con un pequeño grupo de ascetas que se conocieron al encuentro de otros maestros, llega a una ciudad que se llama Gaia, y decide tratar de encontrar por sí mismo una solución.

Primero intenta cómo quebrar su cuerpo para poder liberar la mente, pero se da cuenta que aunque come muy poco - se dice que comía 7 granos de arroz por día - y no duerme, y va transformándose en un especie de esqueleto, ese dolor, ese sufrimiento por la vida y la muerte, siempre está presente.

Entonces, un día se da cuenta de que perdió algo, que perdió la alegría de la meditación, la alegría del viento, del aire, de los pájaros que cantan, y decide irse. Se baña en el río, va a un cementerio cercano a buscar restos de vestimentas para cubrirse, y empieza a caminar pero, por supuesto, está muy debilitado y se derrumba en el camino. En ese momento pasa una muchacha que había ido a buscar la leche de los búfalos y lo ve y le ofrece un poco de leche para reanimarlo y darle un poco de fuerzas, y también le da algo de pasto que había recogido para los búfalos.

Buda se queda en ese lugar, se sienta bajo un árbol - el árbol se llama Pipala, "el Arbol de Despertar" - y decide meditar con el mundo.

Decide meditar reconociendo todas las manifestaciones de la meditación a través de los fenómenos.

Sus amigos los ascetas que estaban con él, lo abandonan porque piensan que rompió sus votos de asceta. Pero Buda decide quedarse allí hasta que haya solucionado el problema o hasta que se haya muerto.

Pasan 30 días y 30 noches de meditación y finalmente entra en la meditación más profunda que jamás había observado.

En la primera parte de la noche, ve todas sus existencias pasadas y experimenta todas las alegrías y las penas que todos los seres han experimentado a través de todas las edades.

 

En la segunda mitad de la noche, ve los mundos innumerables - los textos dicen,"más numerosos que los granos de arena del Ganges "-. Esos mundos que nacen y desaparecen, y ve que la vida y la muerte son apariencias de un proceso de transformación, son como las olas que aparecen en la superficie del mar, que nacen, se amplifican y después desaparecen, y si las olas y el mar tienen formas diferentes, en esencia son similares.

Hay luna llena, tiene 35 años, y en el momento en que la última estrella palidece en el cielo, logra el gran despertar, es decir que vio la naturaleza real de las cosas, reconoció la verdad más allá de las formas, y es de esa manera que venció a la muerte.

Se transforma, entonces, en el Buda, "el que pasó más allá".

"Buda" viene de la raíz "Bodh" que quiere decir "despertar". Lo llamarán el "Buda Sakyamuni" que quiere decir "el sabio del clan de los Sakya".

Entonces, en ese momento, pone su mano izquierda sobre la tierra y dice:

"las paredes de la cárcel se han roto, encarcelado en el nacimiento y la muerte durante innumerables vidas, ya esta pared no existirá más, no voy a renacer jamás, yo y todos los seres vivientes, nosotros hemos de alcanzar el despertar".

Va a quedarse todavía 7 semanas al pie de ese árbol.

Ya sabe que logró su meta, sabe que no es en vano que dejó a su familia, a su mujer, a su hijo pero también sabe otra cosa, y estas son las palabras de Buda de acuerdo a lo que se sabe:

"es un camino difícil, un camino difícil de escuchar, difícil de comprender, difícil de practicar".

Entonces se pregunta si debe salir a enseñar o simplemente, quedarse allí. En las proximidades hay un estanque con flores de loto - Se dice que las flores de loto tienen las raíces en el barro y después se alzan hacia el cielo.

Y él piensa que los seres humanos son como las flores de loto que ve en ese estanque. Algunos no llegan a pasar más allá de la superficie del agua, otros se quedan en la superficie, y otros van muy por arriba. Es decir, que hay niveles distintos de comprensión, y así decide irse a enseñar a aquellos que quieran seguirlo.

Primero se va a Benares - Varanasi - donde se encuentran sus ex- condiscípulos. Cuando lo ven dicen "ah! es Siddartha, el que rompió sus votos de asceta, no le vamos a hablar, vamos a hacer como que no llegó, como que no lo vimos". Pero cuando se acerca, ellos ven en él un rostro tan radiante, tan brillante, su andar es impresionante, y automáticamente se levantan, van a su encuentro, le traen agua, y Siddartha, que ahora es el Buda, les habla - es lo que se conoce como el Sermón de Benares - y se dice que es la primera vez que la Rueda de la Ley se puso en movimiento.

Antes de hablar de este Sermón, la pregunta que se plantes es

¿cuál es esa Enseñanza tan dificíl?

¿Cuál es su significado para nosotros, hoy en día?

Hasta ahora, Ustedes escucharon un cuento, los primeros contactos con el sufrimiento, con la muerte, luego la juventud, las distracciones, luego una familia...es la misma historia que la nuestra, ¿no?

Pero nosotros, generalmente, a partir de ese momento nos vamos a volver "serios", ya no tenemos más tiempo para las preguntas, pensamos que tenemos cosas serias que hacer: ganar dinero, ocuparse de la familia de uno, subir en la escala social, vamos a tener lo que se llama, 'el sentido de la responsabilidad'.

Pero ¿eso quiere decir que Buda no tenía sentido de la responsabilidad?

Yo pienso que sí, lo tenía, pero era diferente, mucho más amplio, no sólo para su familia, sino para todos los seres.

El pensaba que lo más serio era el problema de la vida y la muerte. Yo pienso que él vio directamente lo que nosotros evitamos ver: que nacimos y que vamos a morir, y que no sabemos cuando.

Es decir que vamos a construir una vida pero en el vacío, porque todo siempre es incierto. Todo cambia, nosotros cambiamos, las condiciones cambian, los demás cambian, además están las enfermedades, los accidentes, la guerra, tratamos de construir un refugio pero la muerte ya está allí. Está en nosotros desde el mismo momento en que somos concebidos. Todo lo que nace va a morir. Eso no quiere decir que tengamos que actuar como irresponsables, que podemos largar todas nuestras responsabilidades.

Todo lo contrario: nosotros estamos en este mundo y por eso mismo tenemos responsabilidades hacia todos los seres que están en este mundo, también porque todos compartimos la misma condición: que la vida cambia y que hay que tratar de ser felices - es nuestro punto de partida, para todos, incluso para los animales.

Pero ahí se complica la cosa porque supongo, y estoy segura, que mi idea de la felicidad y la de ustedes es distinta...u opuesta. Así que cuando yo voy a tratar de encontrar mi felicidad voy a verme obligada a empujarlos, un poco, o bien ocupar el lugar de Ustedes, y a su vez, Ustedes tendrán que hacer lo mismo conmigo, entonces vamos a empezar a pelearnos, mientras todos gritamos "yo,yo,yo!!!..."

Vamos a olvidar, en realidad, que los demás tienen los mismos sufrimientos que nosotros, que esperan las mismas cosas, y que sueñan con los mismos sueños. Reconocer eso, es dar un poco más de espacio a los demás, reconocer nuestra identidad con los demás, ese es el primer paso en la Compasión.

Compasión, en el sentido de "sufrir con" que es lo contrario de "estar contra" los demás.

El fundador de nuestra rama del Zen, el Maestro Dogen, dijo:

"El hombre sabio sabe que no hay diferencias entre sus propios intereses y los intereses de los demás".

Nosotros siempre estamos diciendo, "mi interés es tal, mi interés es cual..."

Es muy difícil aceptar que no se es una entidad separada o recortada del mundo.

La pregunta que me gustaría hacer es :"hay acaso algo que se pueda hacer, u obtener solos, sin la ayuda de los demás, sin la ayuda, incluso, del mundo entero?"

No creo. Por ejemplo, si acá tenemos luz y micrófono es gracias al trabajo de gente que ya murió, que descubrió eso antes que nosotros. Toda nuestra vida está hecha de cosas que hicieron personas que vivieron antes, que estuvieron antes haciéndolo para nosotros. Si podemos comer es porque hay toda una cantidad de trabajo por detrás para poder llevar la comida a nuestra mesa.

Nuestra idea siempre es, "bueno, ya que pago, puedo tenerlo". De acuerdo, pero si Ustedes están en una isla desierta con su tarjeta de crédito, no van a poder comer por más que la exhiban. Se necesita el trabajo de los demás, más que eso: necesitamos todas las cosas de la naturaleza, necesitamos el sol, el petróleo, el agua.

Hay un monje Zen vietnamita, contemporáneo, que dijo lo siguiente:

"si Usted es un poeta o un monje Zen puede ver en esta hoja de papel a todo el Universo. Primero, los árboles. Para que los árboles crezcan fue necesario el sol y la lluvia y la tierra. Después vienen los hombres que cortaron los árboles, las máquinas que usaron, los que crearon esas máquinas que ellos usaron, después hubo que transportar la madera hacia la

fábrica, y toda esa gente tuvo que comer, y entonces está toda la gente que preparó la comida, y todo eso llegó a los comercios, y la gente que fue a las tiendas a buscarla..." y así se puede ver todo lo que fue necesario para crear una simple hoja de papel.

Entonces, ¿qué pasa con nosotros? ¿cuántos minutos por día se es realmente "independiente" de los demás?

Yo creo que ni siquiera 1.

Eso en el Budismo se llama "Interdependencia", y ésa es la base de la Compasión.

No una compasión sentimental que dice "pobre gente! tengo lástima, lo que les pasa!...", sino Compasión porque comprendemos que nosotros tenemos necesidad de los demás y el mundo tiene necesidad de nosotros.

Les voy a contar otro cuento chino.

Se trata de alguien que, no se sabe por qué, fue autorizado a visitar el infierno y el paraíso. Llega al infierno y se encuentra una gran mesa cubierta de toda clase de manjares. La gente que está sentada a la mesa tiene una cabeza muy chiquita, un pescuecito, y un cuerpo enorme, entonces siempre están con hambre, con mucha hambre para poder alimentar ese cuerpo enorme. Pero pasa algo muy curioso, cada uno lleva atados a sus brazos unos palillos, unos palillos chinos muy largos. Así que cuando intentan llevar la comida a sus bocas se les cae. Entonces se pelean unos con otros para trata de conseguir más comida, y no lo logran, y están hambrientos todo el tiempo.

Después de eso va al paraíso. Ahí, lo mismo, grandes mesas, mucha comida, la gente sentada alrededor con los palillos atados a los brazos pero, en el paraíso, cada uno utiliza sus palillos para darle de comer a los otros, y así todos están satisfechos. Eso es la Interdependencia.

Entonces, es a través de esa interdependencia que puedo ver lo que el mundo me da, en vez de tratar siempre de conseguir algo.

Por ejemplo, es como cuando uno trata de hacer algo por alguien y, de cierta manera, siempre se espera algo de vuelta..".oh!que no me devuelve el dinero...con todo lo que hice por ella!...podría ser más gentil...",

y mientras tanto no vemos todo lo que el mundo nos da - estamos mirando una sola cosa, estamos mirando aquello que nos falta o que creemos que nos falta pero no miramos lo que recibimos.

Cuando tomo conciencia de todo lo que recibo, allí es cuando puedo desarrollar el reconocimiento en vez de la frustración.

Antes habría que tratar de entender qué es ese "yo" que siempre está esperando, intentando conseguir cosas. Entonces, vamos a volver un poco sobre las enseñanzas de Buda.

Vamos a hablar de las "Cuatro Nobles Verdades".

La primera verdad, es la Verdad del Sufrimiento

La segunda verdad, es la Verdad del Origen del Sufrimiento

La tercera verdad, es la Verdad de la Cesación del Sufrimiento

La cuarta verdad , es la Verdad del Camino que lleva al fin al Sufrimiento

Si miramos la primera Verdad, la del Sufrimiento, nos encontramos con algo que ya conocemos, conocemos varias formas de sufrimiento, el sufrimiento físico que viene con la enfermedad, con la edad; el sufrimiento sicológico...

En los textos del Budismo se dice que "es el sufrimiento de ser separados de los seres que queremos y de estar con aquello que no queremos".

Son todos los sufrimientos, el remordimiento, la culpabilidad, la tristeza, pero también hay cosas más sutiles.

Primero está el sufrimiento interior que está ligado al cambio, a la impermanencia. Porque "yo" cambio: primero me gusta una cosa, después no me gusta, quiero a una persona, después no la quiero, y además, los otros cambian. 
E incluso cuando se es feliz sabemos que no va a durar porque habrá cambios, en el fondo, lo sabemos. Es como un pequeño punto negro sobre una gran pantalla blanca, siempre nos decimos: "Ay! con tal de que esto dure! ojalá que dure!" porque sabemos que no va a durar.

Ese es el sufrimiento que está ligado al cambio y a la impermanencia porque lo que hacemos es tratar de detener la situación, y no es posible. Es como tratar de detener un torrente con la mano.

Otro tipo de sufrimiento es el de la frustración. Imagínense que desean algo, una persona, una situación, dinero, un objeto, y se dicen, "bueno, si tengo eso mi vida va a ser perfecta, es justo lo que me hace falta", entonces, si no lo obtenemos seguramente sobrevendrá la frustración, la rabia, y todas esas cosas.

Pero lo más interesante es ver qué pasa cuando tenemos eso: después de un cierto tiempo nos decimos, "pero, en el fondo no era tan interesante como parecía!" Es como si se ve brillar algo a lo lejos, y se dice, "ah! es oro! es oro!" pero cuando se le tiene en la mano se dice, "no, no es oro, es apenas un metal dorado...pero allí sí, ahora estoy viendo algo que realmente brilla!", entonces uno corre para recogerlo, y otra vez lo mismo. No es eso lo que me va a volver realmente feliz, que va a concretar esa idea de algo completo y redondo que todos nos hacemos. Entonces, nos pasamos corriendo para atrapar, atrapar más cosas y también corremos para no ser atrapados...es cansador, no? no deberíamos sorprendernos de estar siempre tan cansados...

Pero ¿cuál es el origen de ese sufrimiento?

En el Budismo se mencionan 3 causas: la avidez, la ira y la ignorancia.

La avidez, se trata de los deseos. Ya sabemos qué es, y sin embargo, lo interesante, es que es indispensable. Si vemos a un bebé recién nacido cuando está mamando tiene una avidez extraordinaria, es un espectáculo verlo. Pero si no tiene esa avidez, se muere. El problema es que seguimos teniendo la misma avidez: "quiero, quiero..." y así siempre. Entonces nos peleamos con los demás que también quieren, quieren, quieren....

Y viene la cólera porque hay obstáculos entre nosotros y las cosas que queremos, y a menudo, los "otros" son ese obstáculo. Pero cuando estamos furiosos hacemos y decimos cosas estúpidas, y podemos incluso llegar a matar a alguien impulsados por la rabia - la guerra, ¿qué es si no?-

Pero la raíz de todo esto, se dice que es la ignorancia.

La ignorancia de esa interdependencia. La idea que tenemos un territorio nuestro para proteger.

Entonces vamos a construir murallas, murallas alrededor de nosotros, cada vez más sólidas, cada vez más espesas...Ah! con toda seguridad eso nos protege del exterior...ni siquiera puede entrar aire, no hay más espacio, ya no podemos ni siquiera movernos, ni bailar...no se puede más bailar con la vida, no podemos bailar con nosotros, con nuestras emociones - vivimos en el miedo porque tenemos algo que proteger.

Tenemos miedo de no tener suficiente, tenemos miedo que alguien nos robe lo que logramos obtener, entonces los demás se convierten en enemigos potenciales: no hay alegría posible, sólo el miedo.

Esa ignorancia es la ignorancia de estar cortados por nosotros mismos. Es haber perdido la idea de unidad con todos los demás y con nosotros mismos también.

Entonces, se trata simplemente de estar allí y volver al primer momento.

Al momento antes de las paredes, el momento en que se está allí, antes de que hayamos cubierto todo con los recuerdos, con los proyectos, con los miedos, con las proyecciones. Es solamente estar allí, estar en el centro mismo de lo que es, de ese momento que está allí, con alegría o en el sufrimiento, con la felicidad o con la tristeza pero sin pantallas, sin separaciones - eso es lo que se llama en el Budismo, "no-ego".

Es cuando se es uno con todas las cosas.

No quiere decir que las cosas dolorosas desaparecen de nuestra vida, sino reconocer cómo nosotros, a través de nuestra avidez, de nuestros deseos, creamos ese dolor.

Qué es la libertad? ¿"Ser libre" es hacer todo lo que uno quiere y cuando quiere? O bien, ¿es hacernos libres de nosotros mismos, de nuestras proyecciones, de nuestras ilusiones que nos tironean de un lado a otro?

Hay un señor, que se llama el Dr.D. T.Suzuki, que es, en el SXX, un especialista del Zen y escribió lo siguiente:

"Si estamos insatisfechos con esta vida, si hay algo en nuestra manera de vivir que nos priva de la libertad - libertad en el más sagrado significado de la palabra - debemos encontrar otra manera de vivir que nos de el sentimiento de realización y plenitud".

Ese sentimiento de realización y plenitud es a lo que nos podemos acercar a través de la meditación, a esa plenitud y a esa búsqueda, a través de esa práctica que enseñó Buda.

Es muy difícil hablar de la meditación pero podemos decir lo que no es:

no es construirse un refugio lejos del mundo, no es una especie de paraíso artificial, tampoco es un momento de relajación y no es un estudio sicológico de nosotros mismos.

Es estar listo para mirar lo que está en nosotros mismos: los miedos, las emociones, todo lo que hemos replegado dentro de nosotros, lo que hemos enterrado - es como un armario en el cual fuimos metiendo todo a la fuerza, y cuando abrimos la puerta se nos viene encima. Y con nosotros pasa lo mismo. Entonces, cuando empezamos una meditación es como abrir la puerta del armario: vemos nuestra confusión.

Sería interesante saber qué es lo que cerró esa puerta, esa puerta de nuestro corazón. Entonces, en cuanto empezamos la meditación, vemos cómo esas emociones nacen, se desarrollan y después desaparecen, en cada momento.

La meditación es algo duro, difícil, doloroso, verse confrontado a todo aquello que uno trató de esconder. Vamos a ver todo lo que no queremos saber ni ver sobre nosotros mismos, y sin embargo está allí, lo llevamos con nosotros, pasa a través de nosotros en cada momento. Entonces, ¿no vale la pena, acaso, ir a ver?

Eso significa, primero que nada, sentarse.

No hay contraindicaciones en la meditación, cualquiera sea nuestra condición física, nuestra manera de vivir.

La meditación Zen, lo que se llama Zazen, es estar presente y dejar que nuestro espíritu se calme.

Es como un vaso de agua, un agua barrosa que contienen impurezas que flotan como flotan en nosotros nuestras emociones, nuestros deseos. Entonces, si uno deja ese vaso sobre una mesa, y no se lo toca, al cabo de un momento esas impurezas, ese barro, habrá caído al fondo, y el agua se habrá vuelto transparente.

Es la misma idea en esta práctica de sentarse y quedar tranquilo, en silencio.

Al principio estará la confusión - quizás al principio de la meditación la confusión se haga más intensa -, pero poco a poco la mente va tornándose más clara, más transparente.

Es como un momento de silencio interior que nos es dado.

Es importante esa idea de silencio interior, de centro en nosotros mismos. Es como una rueda: para que la rueda pueda girar le hace falta un centro fijo. Para que nosotros también podamos actuar nos hace falta un centro fijo, un centro calmo, no correr para todos lados.

Uno se sorprende cuando empieza a meditar al ver hasta qué punto nuestra mente está agitada. Normalmente pensamos que vamos a poder controlar nuestra mente, que primero vamos a pensar en esto, después en lo otro, y después en aquello, y entonces, cuando nos sentamos a meditar, nos damos cuenta de que nuestra mente hace lo que quiere.

En los textos clásicos se compara esto con un mono: un mono toma una cosa, después la tira, luego ve otra que brilla pero la vuelve a tirar, primero juega un poquito con eso, luego lo tira y vuelva a la primera...es muy gracioso ver un mono durante cinco minutos, todo lo que hace, pero si uno se imagina todo el tiempo así...la verdad que es cansador!

Entonces, qué hay detrás de toda esa agitación? Cómo saber?

Hay un maestro del pasado que ha dicho:

"escuchar y leer, es quedarse en el exterior,

pero hacer zazen es volver a casa y sentarse en paz"

A mí me gustó mucho esa frase, la primera vez que la leí, sobre todo esa idea de volver a la casa, de dejar de correr, correr con todo ese bagaje, todas esas cosas que siempre cargamos con nosotros y con las que corremos todo el tiempo, poder dejar eso... - un poco, no muy lejos porque de repente lo precisamos enseguida y lo volvemos a cargar...- pero poder dejarlo un poco al costado, y entonces estar en paz.

Es muy difícil estar en paz incluso consigo mismo, es muy difícil de lograr.

La meditación es eso, retornar a la casa, en el sentido de retorno a sí mismo, y después sentarse en paz.

Ustedes saben que en un momento u otro de nuestra vida nos vemos enfrentados a la desesperación.

Entonces en esos momentos nos decimos que es horrible porque ya no podemos apoyarnos en nada, no podemos apoyarnos en los demás y no podemos apoyarnos en nosotros mismos, creo que es un momento terrible.

Y sin embargo, también es una oportunidad, es una oportunidad de volver hacia otra cosa, hacia otra apertura, es la oportunidad de volverse hacia otra forma de estabilidad, una estabilidad interior.

Se la puede llamar de varias maneras, lo Absoluto, la Realidad Ultima o la Naturaleza de Buda. También se habla de ello en los Evangelios "esos tesoros que nadie puede robar ni destruir".

Hay una forma de realizar esa desesperación que es completamente positiva porque mientras no se trata de la desesperación vamos a intentar de escapar de eso, con nuestros viejos mecanismos, es decir enojarse, compensar comprando algo...

Todos tenemos nuestros pequeños hábitos para ver cómo podemos hacer cuando nos enfrentamos al sufrimiento. Pero hay un momento en que ya no funciona más, y eso es lo que llamo "desesperación".

Entonces ¿qué vamos a hacer en esa oportunidad? Es algo que nos va a obligar a buscar una salida, que nos va a obligar a aceptar, a aceptar el cambio, a aceptar que tenemos que abandonar nuestras esperanzas, nuestros sueños.

Cuando uno perdió todo, entonces aquello que nos es dado, aunque sea muy pequeño, nos parece un milagro.

Si uno está muy enfermo, por ejemplo, la primera vez que sale a un jardín y siente el sol, ve las vibraciones de los colores, ve la luz del día, incluso la va a tocar, es como un pequeño milagro. Y sin embargo es algo que nos ocurrió miles de veces, ese milagro estaba siempre allí pero no lo habíamos visto porque nosotros éramos los que no estábamos allí, estábamos pensando en más adelante o en ayer o en mañana!

No es muy frecuente que estemos realmente en el momento presente, y sin embargo, nunca sabemos lo que va a venir después, y el pasado está terminado. No podemos más que estar aquí completamente inmersos en el presente. Pero sin tratar de detenerlo, sin ese miedo que nos lleva a tratar de detenerlo.

Imaginen ese momento en que uno está afuera y cierra los ojos y trata de imaginar todo lo que está alrededor. Si podemos realizar eso, entonces una situación que llamamos "desesperada" ya no la vemos como un infierno: es una oportunidad, es una experiencia de cambio.

Allí encontramos que esa experiencia es rica y pródiga.

Hay un maestro tibetano contemporáneo que dijo: "la vida es fuerte y deliciosa".

Es como una danza, la danza de la existencia, la danza que incluye la vida y la muerte y los cambios.

Esa es la estabilidad real - a través de y por los cambios. Y ésa es la vida real, a través de y por la muerte.

Entonces, en vez de rechazar todo lo que la vida nos trae, nos da - porque siempre estamos diciendo "no, no, no, esto no" -, en ese momento vamos a decir, "sí", un verdadero sí, un sí profundo que viene del corazón, incluso cuando es difícil, cuando es doloroso. Va a ser "sí, acepto morir para renacer a este instante presente, a lo que es".

Es sólo a través de ese sí que vamos a volver a encontrar la vida y a nosotros mismos y a los demás, es sólo en ese momento que podremos compartir nuestra vida con los demás: en ese momento damos todo y entonces recibimos todo.

Ese es el Camino de la Libertad, es el Camino del Amor.

Muchas Gracias.


Traducción : zendo_3tesoros-     Montevideo- Uruguay

Este material es un regalo del Dharma, puede ser reproducido para uso personal y puede ser distribuido sólo en forma gratuita, para el despertar de todos los seres
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