Chávez Achong: Una pintura contra el facilismo anarquizante

Diario La República. Martes, 29 de Mayo de 1984

Angel Antonio Chávez Achong está exponiendo bodegones en la Galería de Arte Sol (Las Lilas 150, Urb. San Eugenio, Lince). Nació en 1960, ha realizado estudios en varios países de América y Europa. Su desafío consiste en ser hijo del notable pintor Angel Chávez, y sobrino del no menos notable Gerardo Chávez, y en la responsabilidad de llevar adelante una tradición que, de familiar, se torna peruana. Chávez Achong habla de su esfuerzo: 

-¿Cómo se sitúa en el arte alguien como tú, que tienes un padre y un tío de gran reputación estética? 

-Siento que es un compromiso mayor, pues creo que ellos ya han logrado decir algo que realmente exprese el sentir del hombre latinoamericano. 

-¿Sientes que puedes decir en pintura algo que tu padre y tu tío no están haciendo? 

-Creo que sí. Es por eso que vivo solo pintando, y aun con mi padre, que es el más próximo, existen diferencias generacionales. En el caso de mi tío, la diferencia es mucho mayor, pues él vive una realidad diferente a la mía: la europea. 

-¿Por qué practicas el bodegón? 

-En este momento considero que es mi primera etapa. Quiero realizar la necesidad de un orden para tanto “ismo” manoseado, que nos ayude a tener un derrotero más real en la búsqueda de nuestra identidad. 

-Pero el bodegón parte de cosas que, antes de pintar, has ordenado ya, tanto en forma como en color. ¿Cuál es la opción allí: antes o después de pintar? 

-Antes de pintar. Hago un estudio de lo que quiero ordenar. Al pintar tengo una comunicación directa, una especie de diálogo con los objetos y las frutas que tienen que ver con mi tierra, con mi mundo. El pincel creo que expresa o intenta expresar ese dialogo. 

-¿Cómo desarrollas tu búsqueda del cromatismo latinoamericano por una fruta que en cualquier parte del mando tiene el mismo color? 

-No creo, porque el cielo, la tierra y todo lo que nos rodea, tiene un matiz latinoamericano que difiere del europeo o de otra parte. Porque el color no depende sólo de la fruta misma, sino del medio ambiente, de la atmósfera, una atmósfera rebelde y angustiada como la nuestra, que nos rodea. 

-Cuando pasas de fruta en fruta, de objeto en objeto estos colores rebeldes, ¿qué gama suscitan? ¿Tu búsqueda de color está sólo en los objetos o pones algo de tu propia rebeldía? 

-Creo que siempre se da este fenómeno. No se cuál es la palabra técnica, pero cada pupila percibe los colores diferentes de persona a persona; y cada percepción es también subjetivamente diferente; por eso que cada expresión humana tiene su propio sello. 

-¿Cómo ves la pintura que tu generación está produciendo? ¿Difiere mucho de la generación de tu padre y tu tío? 

-Realmente admiro las diversas manifestaciones de mi generación. Sin embargo, creo que aún caemos en las influencias europeizantes, que nada tienen que ver con nuestra realidad. Mas confío sacudirnos de ese gastado y facilista “vanguardismo” anarquizante. Creo que la diferencia generacional ya mencionada, marca brechas en algunos casos bastante amplias.

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