Textos del CICA

Una aportación al debate sobre el clasismo

Organización y conciencia

La organización, por otra parte, aunque nace en sus inicios de las necesidades inmediatas de la lucha de clases, no debe entenderse por ello como un mero instrumento o herramienta de lucha. Esto lo es sólo vista en su aspecto más externo. La organización proletaria es el modo en que el proletariado da una estructura independiente a sus relaciones sociales y da así a su cooperación para la lucha, y a la combinación de sus distintas capacidades individuales que requiere, una base más o menos duradera. La importancia de la organización no reside en el incremento de la eficacia de las luchas obreras, sino en su función en el autodesarrollo de la clase misma como sujeto revolucionario consciente.

Es más, la organización independiente, el establecimiento del proletariado como comunidad social independiente del capital, es la base para amplificar el desarrollo y la extensión de la conciencia revolucionaria a nivel de masas, que las propias relaciones sociales capitalistas -que tienden a reducir el tiempo libre y a anular la voluntad y el desarrollo autónomo de l@s proletari@s- y todas las fuerzas organizadas de la sociedad capitalista tienden continuamente a refrenar y suprimir. Sólo de este modo sectores importantes de la clase obrera podrán prepararse para tener un papel consciente en la lucha revolucionaria y extender rápidamente la conciencia comunista una vez estalle la situación revolucionaria.

Por tanto, el comunismo de consejos no considera, como tienden a hacerlo ciertas formas inmaduras de la autonomía obrera, que las formas de organización verdaderamente generales de la clase, que engloban real o potencialmente al conjunto de la clase (las asambleas, las coordinadoras, los comités de huelga, los consejos), sean suficientes para el desarrollo del proletariado como sujeto revolucionario. A diferencia de estas posiciones inmaduras, l@s comunistas de consejos compreendemos que la discusión con los adeptos al bolchevismo y las doctrinas reformistas de todas las especies es una pérdida de tiempo, a no ser cuando sirve, como es el caso ahora, para una autoclarificación de la clase obrera. Lo que nosotr@s defendemos es la ruptura práctica con estas corrientes que impiden el desarrollo autónomo de la clase.

Pero para llevar adelante esta ruptura no basta con la crítica de sus ideas, es necesaria la crítica práctica. Y esta crítica práctica empieza con el desarrollo por la clase misma de nuevas formas de organización, pensamiento y acción, que en las asambleas y comités de huelga autónomos sólo tiene su forma incipiente. Detrás de esas asambleas y comités existen núcleos avanzados que les dan soporte y orientación, existen incluso pequeños grupos e individuos "independientes", más o menos teóricos, que ayudan en la defensa y clarificación de esa práctica frente a las fuerzas ideológicas que pretenden destruirlas afirmando que se trata de conductas ajenas a los intereses de la clase misma.

La consigna revolucionaria: ¡Destrucción de los sindicatos y los partidos y construcción de nuevas formas de organización!

L@s comunistas de consejos afirmamos la necesidad de que estos núcleos y grupos, que se esfuerzan por separarse de las viejas organizaciones y direcciones, adopten estructuras organizativas completamente separadas y duraderas, que se desarrollen como organizaciones con un nuevo contenido, que ya está implícito en su forma de existencia y en su función en la clase actuales.

Los núcleos asumen las funciones de impulso y orientación de la lucha de masas que las formas asamblearias generales no pueden asumir; funcionan como agrupamientos militantes basados directamente en la cooperación y el compromiso firme con la lucha de clases, no como aglomerados de individuos pasivos dirigidos por una minoría.

Los grupos e individuos que están desarrollando su visión teórica, sus ideas, en oposición a las tradicionales, se basan en la necesidad de ayudar a la masa de la clase en su difícil camino hacia la práctica consciente, continuamente saboteado por las viejas organizaciones, inclusive las que se dicen "revolucionarias".

Algunos de los elementos de estas nuevas formas de agrupamiento de clase, que se tienden a formar con el declive del reformismo causado por la decadencia del capitalismo -y, con él, el del viejo movimiento obrero-, todavía no están ni siquiera plenamente separados de las viejas organizaciones obreras, y conservan ilusiones en sus corrientes más radicales. Éstas, en la práctica, sólo son radicales por su defensa de las viejas concepciones, pero, mientras permanezcan un tanto al margen de la dirección efectiva de las luchas reales, pueden todavía presentarse como "combativas", "revolucionarias", etc.. (incluso muchas veces creyendo en ello sinceramente, pero sólo hasta que llegue la prueba de la práctica y entonces se vea claro que "hay que abandonar ese radicalismo idealista", hay que "madurar" y "superar" esas concepciones "infantiles", etc.).

Los antecedentes más claros de estas nuevas formas de organización que la clase obrera tiende a adoptar por necesidad, los tenemos en la expresión más avanzada de la revolución proletaria europea del siglo XX, en el período de 1918 a 1923 en Alemania (y en su maduración posterior). Allí las huelgas salvajes, organizadas mediante delegad@s de base, desarrollaron formas autónomas de organización en las fábricas que luego se unieron en 1920 formando Uniones Obreras en oposición a los sindicatos, agrupando a cientos de miles de trabajadores/as. Allí comenzó el desarrollo de una concepción de la función de la vanguardia revolucionaria opuesta a la forma partido y en general a la división entre lucha económica y lucha política, que se expresó en primer lugar en la definición de las Uniones Obreras como "organización económica y política" a la vez. Y se formuló que estas Uniones debían ser la base para la formación de nuevos consejos obreros verdaderamente revolucionarios, en contraposición a los formados en 1918 y expropiados por la socialdemocracia.

Pero no es nuestra intención remontarnos al pasado o a un país particular. En la actualidad, en todos los países podemos encontrar, en mayor o menor medida, los gérmenes de estas nuevas formas de organización surgiendo en los períodos álgidos de la lucha de clases e incluso en los períodos en que el antagonismo entre las clases se agudiza de modo constante y acelerado.

Cuando sólo existen formas generales de organización autónoma de la clase esto indica que se encuentra en un nivel de maduración revolucionaria todavía incipiente o embrionario. No obstante, detrás de esas formas generales se encuentran muchas veces esos agrupamientos más avanzados, aunque tienen todavía que dejar de ser núcleos informales, marcados por las tradiciones sindicales y políticas, y evolucionar a nuevas formas de agrupamiento independientes del viejo movimiento obrero. Mismamente, puede haber elementos revolucionarios conscientes que aún no tienen la convicción política y la claridad teórica necesarias para afirmarse en contraposición abierta con las ideas dominantes, muchas veces lastrados por la influencia de las viejas ideas pseudorrevolucionarias y embrollados en la innumerable lista de justificaciones para sus "errores" históricos y para su persistente incapacidad (a pesar de existir como fuerzas organizadas) para impulsar el desarrollo de la clase obrera en un sentido revolucionario.

Es necesario que estos núcleos avanzados y elementos o grupos revolucionarios de clara orientación autonomista se separen definitivamente de las viejas organizaciones obreras y se desarrollen como fuerzas independientes. Sólo de este modo puede llevarse adelante la autonomía de clase, que significa, prácticamente, la destrucción del viejo movimiento obrero y sus organizaciones y la construcción de otro nuevo, para el que la necesidad histórica y las condiciones de partida (la proletarización de la mayoría de la sociedad y la dominación omnímoda del modo de producción capitalista en todo el mundo) ya están dadas.

Entonces lo que se llama ahora "clasismo", entendiendo por ello no una ideología más, sino el movimiento autónomo de la clase obrera que aún no ha madurado plenamente en el sentido del comunismo, demostrará que no sólo está opuesto en esencia a los partidos y a los sindicatos, sino que además es capaz de superarlos prácticamente.

Roi Ferreiro, 07.08.2005.
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Círculo Internacional de Comunistas Antibolcheviques

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