Otros
textos de Y Demás
La
interesante lección que nos dejó el
Trolololo
El
tonto de esta semana: Michael Moore
A
medio siglo del Verano de Amor, una síntesis
¡Ahora sí que
santa cachucha!
En
efecto, fue hoy hace 50 años...
El
socialismo vuelve a fracasar, ahora en Venezuela ¿y adivinen
qué? Lo seguirán alabando
Desempolve de CDs: Coverdale-Page
Archivo
|
|
Y DEMÁS/Necedades
La
idiotez imparable vs. el genocida Cristóbal Colón
Hasta hace
poco el insulto a las estatuas y a la memoria de Cristóbal
Colón parecía ser netamente latinoamericano, pero ahora ese
anticolonismo se ha extendido a varias ciudades
estadounidenses donde se aplica un torpe juicio con la ética
actual a hechos y personajes que murieron hace medio
milenio. El teatro del absurdo a grado máximo
Versión impresión
OCTUBRE, 2017.
Qué cosas. Recuerdo cómo en mi infancia setentera, cada 12
de octubre los alumnos de primaria entonábamos una canción
en donde se le daban loas al "gran genovés", se hablaba con
respeto y admiración de un tal Rodrigo de Triana quien entró a la
historia por su eufórico grito de "¡Tierra a la vista", o
bien las tres carabelas que navegaban con gallardía
acercándose a las playas del continente recién descubierto
(incluso hicimos una obrita de teatro por ahí). También por
aquél tiempo a esa fecha la conocíamos como "Día de la Raza"
y hubo veces en las que se nos dejaba salir temprano a cada
vez que el calendario aterrizaba en el 12 de octubre.
Todavía en 1992, al conmemorarse el 500 aniversario del
Descubrimiento de América, hubo homenajes a la figura de
Cristóbal Colón, aunque cuando comenzó a haber protestas,
quizá para acallarlas le dieron al Nóbel de la Paz a la
indígena guatemalteca Rigoberta Menchú. Protestas aisladas,
por cierto: a excepción de un grupo de chiflados que
quisieron boicotear la Expo Sevilla y exigir que se
eliminara el "Día de la Raza" --se le cambió luego por el
"Encuentro de dos mundos"-- todo aquello parecía alucinante,
el cómo a alguien le podía hervir la sangre por
acontecimientos que ocurrieron hace cinco siglos y de cuyos
autores, si mucho, quedan algunos rastros de polvo y
pedacitos de hueso.
Este enfermizo anticolonismo parecía no afectar a Estados
Unidos donde algunas ciudades celebraban, de acuerdo a
consensos locales, el Columbus Day y homenajeaban a ese
italiano que fue contratado por lo Reyes Católicos para la
encomienda pues entre los locales no había nadie que
quisiera aventarse la travesía, planeada originalmente hacia
las Indias. Solo que en el camino Colón y su tripulación
(que ya lo tenía al punto del linchamiento) se toparon con
unas islitas que representaban apenas el prólogo de un
continente gigantesco, descomunal, casi el triple de Europa,
una suerte equivalente a que España, hasta entonces un país
pobre, se hubiera sacado hasta 100 premios gordos de lotería
de golpe. España fue el Biff Tannen, el de la cinta
Regreso al Futuro, del siglo XV.
Pues bien, hoy las cosas han dado un giro que asustaría al
mismo Orwell. Las injurias y ataques a las estatuas de
Cristóbal Colón se han incrementado al tiempo que profesores
universitarios exigen que se retiren esas estatuas y
monumentos, que se elimine el 12 de octubre como fecha
conmemorativa y en vez de ello quede como el "Indigenous
Day" o día de los indígenas. "No hay nada que festejar",
dijo el profesor William Thicke, de la Universidad Estatal
de Nebraska, en una entrevista por la cadena Fox. "Cristóbal
Colón nos trajo enfermedades venéreas, esclavitud y
era además un genocida. No merece el mínimo homenaje".
¿Nos trajo, kemo sabey? Bien lo escribió el
venezolano Carlos Rangel en Del Buen Salvaje al Buen
Revolucionario: "Los críticos más acérrimos de la
llegada del europeo a América son ellos mismos de origen
europeo, y creen sentir que la tragedia y sufrimiento de los
indígenas americanos es el de ellos mismos".
Asimismo, el consejo del ayuntamiento de Nueva York del
archinefasto Bill DiBlasio propuso en una sesión si se
autoriza el retiro de todas las estatuas de Cristóbal Colón
en la gran urbe. Al respecto el comediante Joe Piscopo dijo,
entrevistado por Fox: "Los ítalo americanos somos pacíficos,
pero si desean quitar las estatuas, estos tipos enfrentarán
nuestra furia".
El anticolonismo norteamericano ha crecido desmesuradamente
el último lustro, al punto que la historia se ha reescrito
para adecuarla a las convicciones políticamente correctas
del presente.
Sin embargo, y cosas de la doble moral, cuando se preguntó a
un miembro del comité Pulitzer porqué no le habían retirado
el otrora afamado premio a
Walter Duranty pese a que sus loas a la dictadura
estalinista escondían las hambrunas y el asesinato de miles
de inocentes por parte de ese régimen, éste respondió: "Eso
ya sucedió hace mucho tiempo. Además, Duranty murió varios
años atrás. Hay que respetar la memoria de los muertos".
Colón dejó este planeta en 1506, 13 años después de su
llegada a América y aparentemente que para él no hay el
perdón que se le ha concedido a Duranty pese a que el
"genocidio" de Colón es algo que es, por lo menos,
cuestionable, caso distinto al genocidio estalinista, etapa
a la que las cifras más conservadoras achacan 25 millones de
muertos.
Los anticolonistas deben suponer que Colón fue un miserable
porque violó la declaración universal de los derechos
humanos, un documento que para esa época sería tan exótico
como si hoy se nos ofrecieran viajes en el tiempo. Lo
reiteramos, y no nos cansaremos de hacerlo: Cristóbal Colón
fue un hombre de su tiempo y respondió de acuerdo a los
valores y convicciones de esa época. Que muchos de ellos hoy
son considerados errados, incluso abominables, sin duda. Sin
embargo no tenemos derecho de acusar de "genocida" a alguien
quien creció sin saber qué implicaba o significaba ese
concepto que seguramente jamás escuchó.
Cuando Colón trasladó a España a varios indígenas para
mostrarlos como prueba de que había llegado a un mundo
totalmente distinto estaba cumpliendo lo pactado con los
Reyes Católicos: dame una muestra de que llegaste allá y se
te recompensará. Es verdad, como refiere Carlos Alberto
Montaner en su magnífico libro ensayo Las raíces torcidas
de América latina, que "Colón separó a una madre de sus
hijos con la misma naturalidad e indiferencia de quien
separa a un fruto del árbol para llevárselos cautivos al
viejo continente". ¿Y que se esperaba que hiciera Colón si
en su tiempo no existía ley alguna que tipificara aquel acto
como una violación a los derechos humanos?
Cuando Colón llegó a lo que hoy es América, el continente
europeo venía saliendo de una Edad Media en la cual se
consideraba a todo aquél que no fuera cristiano como un
infiel y, por tanto, un ser indigno e inferior (así es,
idéntica situación al fundamentalismo islámico actual). Todo
pueblo se asume a sí mismo como superior a los demás grupos
y no duda en querer imbuirles sus creencias y puntos de
vista, aun si es a la fuerza.
¿Acaso creen los anticolonistas gringos que las tribus
indígenas que poblaban Norteamérica actuaban diferente a los
europeos, que los Sioux o los Apaches, que los Navajos o los
Topekas no creaban alianzas entre sí y luego las rompían
cuando dejaban de considerarlas necesarias? ¿O que tomaban
como esclavos y sometían a los perdedores de una batalla?
¿Acaso puede llegar su ingenuidad al grado de que catalogan
a ese territorio como un oasis de paz social antes de la
llegada del europeo?
Lo más asombroso del asunto es que Colón murió cuando
todavía faltaban casi tres siglos antes del nacimiento de
los Estados Unidos, de modo que insultar y manchar sus
estatuas es una actitud abiertamente estúpida e ignorante de
la historia.
El problema de estos revisionistas es que se abstienen de
analizar las cosas dentro de su contexto histórico. Hace
apenas unas décadas muchas madres pensaban que si criaban
hijos robustos tendrían hijos más sanos hasta que la ciencia
echó para abajo esa creencia, ¿Quiere ello decir que esas
madres tenían la malévola intención de convertir a sus hijos
en candidatos idóneos para padecer diabetes o enfermedades
cardiovasculares una vez que crecieran?
Pero supongamos por un momento que los anticolonistas
norteamericanos se salen con la suya y logran erradicar no
solo todas las estatuas de Colón sino cualquier rastro de lo
que alguna vez representó el 12 de octubre. ¿Se detendrán
ahí? Dudoso.
Y es aquí donde surgen varias preguntas interesantes:
¿Pugnarán para que la Universidad de Columbia cambie su
nombre dado que recibió ese nombre gracias a tan ilustre
genovés?
¿Exigirán a Columbia Records y a Columbia Pictures que se
pongan nombres que no impliquen "racismo"? ¿Qué tal Ché
Guevara Records/Pictures, ese héroe de la izquierda quien
escribió: "Los negros, esos magníficos ejemplares de la raza
africana que han mantenido su pureza racial gracias al poco
apego que le tienen al baño"?
¿Se plantarán frente al Congreso para exigir que la capital
Washington deje de llevar el título de "Distrito de
Columbia"?
¿Mandarán las huestes anticolonistas turbas para presionar a
los habitantes de la ciudad de Columbus, en el estado de
Ohio, a que dejen de llevar el apellido de un genocida?
Hay otro Columbus, éste en Nuevo México, población cercana a
la frontera mexicana célebre porque fue invadida por Pancho
Villa. ¿Exigirán que también se le quite el nombre del
"genocida" Colón?
¿Presionarán al Departamento de Estado a que rompa
relaciones con Colombia en tanto no se cambie de nombre?
(Los divertidísimos
Les Luthiers ya tienen una propuesta: Rodrigombia).
¿Les suena una estupidez? Hasta hace poco manchar las
estatuas de Cristóbal Colón --y las de Junípero Sierra en
California-- era considerado eso en lo absoluto, una
estupidez.
Cristóbal Colón, y quienes le siguieron detrás en busca de
la América no eran ningunos santos. Y entre ellos debe
incluirse a los anticolonistas, la mayoría de ellos blancos
y de ascendencia europea.
Hay otros genocidios más recientes de los que la izquierda
podría ocuparse, entre ellos el de Pol Pot o el exterminio
que están sufriendo los cristianos en Medio Oriente. Pero
no: prefieren ocuparse en un hombre que murió hace medio
milenio y quien estaba, para colmo, convencido de que había
llegado a las Indias.
Textos
relacionados
Estatuafobia
mi conveniencia [Agosto, 2017]
¿Desea opinar
sobre este texto?
[email protected]
[email protected]
0 opiniones
|