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Y DEMÁS/Necedades

La idiotez imparable vs. el genocida Cristóbal Colón

Hasta hace poco el insulto a las estatuas y a la memoria de Cristóbal Colón parecía ser netamente latinoamericano, pero ahora ese anticolonismo se ha extendido a  varias ciudades estadounidenses donde se aplica un torpe juicio con la ética actual a hechos y personajes que murieron hace medio milenio. El teatro del absurdo a grado máximo

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OCTUBRE, 2017. Qué cosas. Recuerdo cómo en mi infancia setentera, cada 12 de octubre los alumnos de primaria entonábamos una canción en donde se le daban loas al "gran genovés", se hablaba con respeto y admiración de un tal Rodrigo de Triana quien entró a la historia por su eufórico grito de "¡Tierra a la vista", o bien las tres carabelas que navegaban con gallardía acercándose a las playas del continente recién descubierto (incluso hicimos una obrita de teatro por ahí). También por aquél tiempo a esa fecha la conocíamos como "Día de la Raza" y hubo veces en las que se nos dejaba salir temprano a cada vez que el calendario aterrizaba en el 12 de octubre.

Todavía en 1992, al conmemorarse el 500 aniversario del Descubrimiento de América, hubo homenajes a la figura de Cristóbal Colón, aunque cuando comenzó a haber protestas, quizá para acallarlas le dieron al Nóbel de la Paz a la indígena guatemalteca Rigoberta Menchú. Protestas aisladas, por cierto: a excepción de un grupo de chiflados que quisieron boicotear la Expo Sevilla y exigir que se eliminara el "Día de la Raza" --se le cambió luego por el "Encuentro de dos mundos"-- todo aquello parecía alucinante, el cómo a alguien le podía hervir la sangre por acontecimientos que ocurrieron hace cinco siglos y de cuyos autores, si mucho, quedan algunos rastros de polvo y pedacitos de hueso.

Este enfermizo anticolonismo parecía no afectar a Estados Unidos donde algunas ciudades celebraban, de acuerdo a consensos locales, el Columbus Day y homenajeaban a ese italiano que fue contratado por lo Reyes Católicos para la encomienda pues entre los locales no había nadie que quisiera aventarse la travesía, planeada originalmente hacia las Indias. Solo que en el camino Colón y su tripulación (que ya lo tenía al punto del linchamiento) se toparon con unas islitas que representaban apenas el prólogo de un continente gigantesco, descomunal, casi el triple de Europa, una suerte equivalente a que España, hasta entonces un país pobre, se hubiera sacado hasta 100 premios gordos de lotería de golpe. España fue el Biff Tannen, el de la cinta Regreso al Futuro, del siglo XV.

Pues bien, hoy las cosas han dado un giro que asustaría al mismo Orwell. Las injurias y ataques a las estatuas de Cristóbal Colón se han incrementado al tiempo que profesores universitarios exigen que se retiren esas estatuas y monumentos, que se elimine el 12 de octubre como fecha conmemorativa y en vez de ello quede como el "Indigenous Day" o día de los indígenas. "No hay nada que festejar", dijo el profesor William Thicke, de la Universidad Estatal de Nebraska, en una entrevista por la cadena Fox. "Cristóbal Colón nos trajo enfermedades venéreas, esclavitud y era además un genocida. No merece el mínimo homenaje".

¿Nos trajo, kemo sabey? Bien lo escribió el venezolano Carlos Rangel en Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario: "Los críticos más acérrimos de la llegada del europeo a América son ellos mismos de origen europeo, y creen sentir que la tragedia y sufrimiento de los indígenas americanos es el de ellos mismos".

Asimismo, el consejo del ayuntamiento de Nueva York del archinefasto Bill DiBlasio propuso en una sesión si se autoriza el retiro de todas las estatuas de Cristóbal Colón en la gran urbe. Al respecto el comediante Joe Piscopo dijo, entrevistado por Fox: "Los ítalo americanos somos pacíficos, pero si desean quitar las estatuas, estos tipos enfrentarán nuestra furia".

El anticolonismo norteamericano ha crecido desmesuradamente el último lustro, al punto que la historia se ha reescrito para adecuarla a las convicciones políticamente correctas del presente.

Sin embargo, y cosas de la doble moral, cuando se preguntó a un miembro del comité Pulitzer porqué no le habían retirado el otrora afamado premio a Walter Duranty pese a que sus loas a la dictadura estalinista escondían las hambrunas y el asesinato de miles de inocentes por parte de ese régimen, éste respondió: "Eso ya sucedió hace mucho tiempo. Además, Duranty murió varios años atrás. Hay que respetar la memoria de los muertos".

Colón dejó este planeta en 1506, 13 años después de su llegada a América y aparentemente que para él no hay el perdón que se le ha concedido a Duranty pese a que el "genocidio" de Colón es algo que es, por lo menos, cuestionable, caso distinto al genocidio estalinista, etapa a la que las cifras más conservadoras achacan 25 millones de muertos.

Los anticolonistas deben suponer que Colón fue un miserable porque violó la declaración universal de los derechos humanos, un documento que para esa época sería tan exótico como si hoy se nos ofrecieran viajes en el tiempo. Lo reiteramos, y no nos cansaremos de hacerlo: Cristóbal Colón fue un hombre de su tiempo y respondió de acuerdo a los valores y convicciones de esa época. Que muchos de ellos hoy son considerados errados, incluso abominables, sin duda. Sin embargo no tenemos derecho de acusar de "genocida" a alguien quien creció sin saber qué implicaba o significaba ese concepto que seguramente jamás escuchó.

Cuando Colón trasladó a España a varios indígenas para mostrarlos como prueba de que había llegado a un mundo totalmente distinto estaba cumpliendo lo pactado con los Reyes Católicos: dame una muestra de que llegaste allá y se te recompensará. Es verdad, como refiere Carlos Alberto Montaner en su magnífico libro ensayo Las raíces torcidas de América latina, que "Colón separó a una madre de sus hijos con la misma naturalidad e indiferencia de quien separa a un fruto del árbol para llevárselos cautivos al viejo continente". ¿Y que se esperaba que hiciera Colón si en su tiempo no existía ley alguna que tipificara aquel acto como una violación a los derechos humanos?

Cuando Colón llegó a lo que hoy es América, el continente europeo venía saliendo de una Edad Media en la cual se consideraba a todo aquél que no fuera cristiano como un infiel y, por tanto, un ser indigno e inferior (así es, idéntica situación al fundamentalismo islámico actual). Todo pueblo se asume a sí mismo como superior a los demás grupos y no duda en querer imbuirles sus creencias y puntos de vista, aun si es a la fuerza.

¿Acaso creen los anticolonistas gringos que las tribus indígenas que poblaban Norteamérica actuaban diferente a los europeos, que los Sioux o los Apaches, que los Navajos o los Topekas no creaban alianzas entre sí y luego las rompían cuando dejaban de considerarlas necesarias? ¿O que tomaban como esclavos y sometían a los perdedores de una batalla? ¿Acaso puede llegar su ingenuidad al grado de que catalogan a ese territorio como un oasis de paz social antes de la llegada del europeo?

Lo más asombroso del asunto es que Colón murió cuando todavía faltaban casi tres siglos antes del nacimiento de los Estados Unidos, de modo que insultar y manchar sus estatuas es una actitud abiertamente estúpida e ignorante de la historia.

El problema de estos revisionistas es que se abstienen de analizar las cosas dentro de su contexto histórico. Hace apenas unas décadas muchas madres pensaban que si criaban hijos robustos tendrían hijos más sanos hasta que la ciencia echó para abajo esa creencia, ¿Quiere ello decir que esas madres tenían la malévola intención de convertir a sus hijos en candidatos idóneos para padecer diabetes o enfermedades cardiovasculares una vez que crecieran?

Pero supongamos por un momento que los anticolonistas norteamericanos se salen con la suya y logran erradicar no solo todas las estatuas de Colón sino cualquier rastro de lo que alguna vez representó el 12 de octubre. ¿Se detendrán ahí? Dudoso.

Y es aquí donde surgen varias preguntas interesantes:

¿Pugnarán para que la Universidad de Columbia cambie su nombre dado que recibió ese nombre gracias a tan ilustre genovés?

¿Exigirán a Columbia Records y a Columbia Pictures que se pongan nombres que no impliquen "racismo"? ¿Qué tal Ché Guevara Records/Pictures, ese héroe de la izquierda quien escribió: "Los negros, esos magníficos ejemplares de la raza africana que han mantenido su pureza racial gracias al poco apego que le tienen al baño"?

¿Se plantarán frente al Congreso para exigir que la capital Washington deje de llevar el título de "Distrito de Columbia"?

¿Mandarán las huestes anticolonistas turbas para presionar a los habitantes de la ciudad de Columbus, en el estado de Ohio, a que dejen de llevar el apellido de un genocida?

Hay otro Columbus, éste en Nuevo México, población cercana a la frontera mexicana célebre porque fue invadida por Pancho Villa. ¿Exigirán que también se le quite el nombre del "genocida" Colón?

¿Presionarán al Departamento de Estado a que rompa relaciones con Colombia en tanto no se cambie de nombre? (Los divertidísimos Les Luthiers ya tienen una propuesta: Rodrigombia).

¿Les suena una estupidez? Hasta hace poco manchar las estatuas de Cristóbal Colón --y las de Junípero Sierra en California-- era considerado eso en lo absoluto, una estupidez.

Cristóbal Colón, y quienes le siguieron detrás en busca de la América no eran ningunos santos. Y entre ellos debe incluirse a los anticolonistas, la mayoría de ellos blancos y de ascendencia europea.

Hay otros genocidios más recientes de los que la izquierda podría ocuparse, entre ellos el de Pol Pot o el exterminio que están sufriendo los cristianos en Medio Oriente. Pero no: prefieren ocuparse en un hombre que murió hace medio milenio y quien estaba, para colmo, convencido de que había llegado a las Indias.

 

 

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