Señor Presidente:

Me referiré al origen del cívico, que, junto con el chopp, el balón y el imperial, fueron las formas y medidas más tradicionales para servir y tomar la cerveza de barril.

Por gentileza del señor Fanego, del café Tortoni, entré en posesión de una carta firmada por don Ernesto E. Dauter Aue, nieto de don Carlos Aue, fundador del Aue’s Keller (o “sótano de Aue”), famoso restaurante de Buenos Aires, desaparecido en la década de 1920.

Entre otras muchas anécdotas, narra que en los días posteriores a la revolución de 1890, los comités de la Unión Cívica (que aún no era Radical) recibían continuos allanamientos policiales y ataques dirigidos por los partidarios de Juárez Celman. Uno de esos comités estaba ubicado en la calle Cangallo (hoy Perón), entre Florida y Maipú, a espaldas, precisamente, del Aue’s Keller, que tenía su local sobre Piedad (hoy Bartolomé Mitre) 650.

En cierta ocasión, los cívicos debieron huir por los techos para escapar de la persecución policial, y buscaron refugio en el restaurante. Don Carlos Aue –dice su nieto– hizo cerrar las puertas y ubicó a los fugitivos en distintas mesas, ordenando que se les sirviera cerveza tal como si fueran clientes de la casa.

Los mozos, en lugar de utilizar los clásicos recipientes de los chopps, emplearon vasos más pequeños, en los que habitualmente se servía el vino. Desde entonces, estos vasos fueron conocidos como de los cívicos, pasando a constituir, en la jerga del consumo de la cerveza, una clásica medida hoy prácticamente en desuso.

El relato se cierra de esta manera:

La carta está fechada el 30 de enero de 1989 en la ciudad de Posadas, Misiones.

Buenos Aires, 29 de octubre de 2002

RICARDO OSTUNI

Académico de Número

Titular del sillón “Luis C. Villamayor”

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