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COMUNICACIÓN ACADÉMICA N° 1578

Del Académico de Número
don Eduardo Rubén Bernal, acerca de


NADIA BOULANGER, MAESTRA DE MÚSICOS


Señor Presidente:

Todo el que alguna vez se internó en la vida de Astor Piazzolla, inevitablemente se cruzó con Nadia Boulanger, y todos conocen, también a través de Astor, lo importante que fue en su carrera de compositor; pero no siempre se tiene presente quién era esta gran maestra de músicos. La siguiente nota intenta dar a conocer, aunque solo sea a vuelo de pájaro, algunos datos de su biografía.

Su paso por el mundo de la música abarcó casi todos los aspectos que hacen a él. Fue compositora, directora, intérprete y, sobre todo, desarrolló una larga carrera como maestra de músicos, actividad que la llevó a ser considerada y reconocida como una de las más importantes en la historia de la música contemporánea.

Nació en París el 16 de septiembre de 1887, en un hogar con fuertes influencias musicales. Su padre fue Ernest Boulanger, profesor del Conservatorio de París, y su madre, la princesa rusa Raisa Mitchesky, era cantante. Dos de sus abuelos fueron el músico Frederic Boulanger y la cantante Juliette Boulanger. Como es natural, su vocación no podía ser otra que la musical, y con solo diez años ingresó en el Conservatorio en el que su padre era profesor; allí conoció a Stravinsky y tomó clases con Gabriel Urbain Fauré.

Este destacado compositor y profesor, nacido en Pamiers, al sur de Francia, el 12 de mayo de 1845, ingresó a los nueve años en la escuela de música clásica y religiosa Louis Niedermeyer de París -de la que luego sería profesor-, donde estudió durante 11 años. Esto le permitió desempeñarse como organista en distintas iglesias francesas entre 1866 y 1905. En 1896 fue nombrado titular del gran órgano de la iglesia parisina de La Madeleine; ese mismo año fue designado profesor de Composición en el Conservatorio de París, y entre sus primeros alumnos tuvo a Nadia y a Maurice Ravel. Entre 1905 y 1920 fue director del Conservatorio, pese a sus dificultades auditivas, que se transformaron en una sordera casi total. Desde 1909 formó parte del Instituto de Francia y en 1923 recibió la Gran Cruz de la Legión de Honor. Murió el 4 de noviembre de 1924 en París.

Nadia Boulanger hizo una importante carrera en el Conservatorio: en 1904 ganó el primer premio en armonía, contrapunto, fuga, órgano y acompañamiento en piano, y en 1906 obtuvo el segundo premio en el Gran Premio de Roma de composición. Entre 1908 y 1918 enseñó Armonía en el Conservatorio y también comenzó a dictar clases particulares, a las que concurrirían muchos de los más famosos músicos que dio el siglo XX.

En 1893, cuando Nadia aún no había cumplido los seis años, nació su hermana Marie-Juliette Olga Boulanger. Fue el 21 de agosto, y se la conoció durante su corta vida como Lili. También ella siguió la tradición familiar: inició muy joven los estudios musicales con el profesor Fauré. Desde los 15 años componía temas para piano y violín, y fue la primera mujer en obtener el Gran Premio de Roma de composición, en 1913, con su cantata Fausto y Helena.

Durante los siguientes cinco años compuso diversas obras, hasta que en 1918, ya muy enferma, le dictó a su hermana Nadia la que sería su última composición, a la que tituló Pie Jesu. Ese mismo año, el 15 de marzo, falleció de una grave enfermedad cuando tenía solamente 24 años y todo hacía pensar que sería una compositora aún más importante. La muerte de Lili produjo un fuerte impacto en Nadia, que nunca más volvió a componer, dedicándose exclusivamente a la enseñanza y, en alguna medida, a la dirección orquestal.

En 1921 realiza su primer viaje a Estados Unidos. A su regreso a París, ingresa como profesora de Historia de la Música, Contrapunto, Armonía y Composición en la Escuela Normal de Música, donde ejerce hasta 1939. Este instituto, fundado en 1919 por Auguste Mangeot y el pianista Alfred Cortot, fue un reducto de música clásica en el corazón de París, y se contaron entre sus profesores, además de Boulanger, Pablo Casals, Arthur Honegger y Paul Dukas.

También desde ese año ejerció la docencia en el Conservatorio Americano de Música de las Escuelas de Música y Bellas Artes de Fontainebleau: allí se impartía la mejor educación musical de Francia. Eran sus profesores, entre otros, Maurice Ravel, Igor Stravinsky y su más joven maestra, Nadia Boulanger, a quien todos reconocen como la persona que marcó el estilo del Conservatorio.

En 1937 se constituyó en la primera mujer que dirigió un concierto para la Royal Philharmonic Society de Londres. En 1939, declarada ya la Segunda Guerra Mundial, se radicó en Estados Unidos, donde dirigió -también fue la primera mujer en hacerlo- las orquestas sinfónicas de Boston y de Filadelfia y la filarmónica de Nueva York. Además, se desempeñó como profesora invitada en las escuelas de Longy, Mills y Yale. Entre los alumnos que pasaron por sus clases se encuentran los compositores contemporáneos norteamericanos Marc Blitzstein, Elliott Carter, Aaron Copland, David Diamond, Philip Glass, Roy Harris, Quincy Jones, Walter Piston y Virgil Thomson; los franceses Jean Françaix y Darius Milhaud y el británico sir Lennox Berkeley.

En 1946, finalizada la guerra, volvió a Francia, donde retomó sus clases en el Conservatorio de París y en el Conservatorio Americano de Fontainebleau, del que asumió la dirección en 1949 y donde trabajó hasta su muerte.

Su encuentro con Piazzolla se produjo cuando se desempeñaba como profesora en este último instituto y su reconocimiento en el mundo de la música era sumamente destacado, como lo prueba que en 1958 haya sido artista visitante y profesora del Instituto de Artes Contemporáneas de Washington.

Falleció en París, el 22 de octubre de 1979, a los 92 años de edad.

Como maestra de músicos se destacó por no adherir a ningún estilo determinado de composición, sino por buscar el desarrollo estilístico de cada uno de sus discípulos. El resultado de este modo de trabajo explica la diferenciación de estilos que muestran aquellos compositores que fueron sus alumnos. Decía que “si uno toma la educación general, uno aprende a reconocer los colores, a reconocer las palabras, pero no a reconocer los sonidos. Así, los ojos son entrenados, pero los oídos muy poco. Esto no quiere decir que porque alguien me enseñe que el rojo no es azul me vaya a convertir en pintora. Pero la mayoría de las personas no escuchan nada porque sus oídos nunca han sido entrenados, e incluso muchos músicos escuchan muy mal y muy poco”.

Seguramente, dado el corto tiempo que Piazzolla tomó clases con ella, los conocimientos adquiridos no habrán sido decisivos en su carrera de músico y compositor, pero lo que sí parece haber sido decisivo es que ella, con sus consejos, haya podido encauzar el rumbo de su vida musical, que parecía separarse del tango. Por eso, Maestra Boulanger, el mundo del tango siempre le estará agradecido.


Buenos Aires, 10 de junio de 2002

EDUARDO RUBÉN BERNAL

Académico de Número

Titular del sillón “Juan Francisco Palermo”


Si desea reproducirlo, por favor, cite las fuentes.

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