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farolito

COMUNICACIÓN ACADÉMICA N° 1579

Del Protector don
Juan Carlos Giusti, acerca de


MUCANGAS Y MUCANGUEROS


Señor Presidente:

Tanto en el Vocabulario ideológico del lunfardo, de José Gobello e Irene Amuchástegui (Buenos Aires, Corregidor, 1998), cuanto en el Nuevo diccionario lunfardo, de José Gobello (Buenos Aires, Corregidor, 1990), se registran los vocablos mucanga ‘desperdicio o residuo de las reses sacrificadas en los mataderos’ y mucanguero ‘el que recoge dichos desperdicios y los comercializa’.

En su libro Las esquinas también tienen su historia (Buenos Aires, Edición del autor, 2001), Ofelio Vecchio dice: “Había un arroyo, Cildáñez, que seguía su curso por Murguiondo hacia Remedios, donde se formaba una especie de gran canaleta, que provenía de las playas de la matanza y traía todos los desechos no comestibles de los animales faenados, vacunos, ovinos, porcinos, que recibían el nombre de mucanga”.

Las playas eran las del Nuevo Matadero de 1900, sito casi en el mismo lugar donde luego estuvo el Frigorífico Nacional. El arroyo Cildáñez corre hoy, entubado, debajo de las calles Francisco Bilbao, Remedios y San Juan Bautista de La Salle; al llegar a la avenida Roca, tiene un espacio de 500 metros al aire libre, hasta su desembocadura en el Riachuelo.

Prosigue Vecchio: “Allí se juntaban chicos de 10, 12, 15 años, que faltaban a la escuela para ganar unos pocos centavos, pues allí pescaban lo que aquella canaleta traía: los desechos, sebos, cuajarones”. Un hombre, al que el barrio conocía como “El Tachero”, hervía todos los desechos para convertirlos en jabón. Los chicos usaban el dinero para ir al cine Jorge Newbery, que después se llamó Nueva Chicago, hasta su desaparición, a fines de la década del 60. Se trató del primer cine del barrio de Mataderos.

En Nueva Chicago (hoy Mataderos), el nuevo frigorífico se construyó recién en 1929, y con el perfeccionamiento técnico desaparecieron los mucangueros. Este frigorífico primero se llamó Nacional; luego, Municipal; posteriormente, en 1959, se privatizó en favor de la CAP, hasta que en 1980 dejó de faenarse. Entonces, se edificó un polideportivo y se abrió la avenida Directorio hasta General Paz tomando la calle Chascomús.

Antaño, en los mataderos de la “Patria Vieja”, las negras iban a juntar los menudos; lo mismo ocurría en Constitución, en la Convalescencia y en Parque de los Patricios, donde –comenta Vecchio, citando la revista Caras y Caretas– “en el camino al Riachuelo –se refiere a los corrales de Parque de los Patricios– se forma un remanso donde los chicos retozan con la sangre hasta la cintura y tratan de pescar algo”.

La tradición oral narra que un agente de policía fue echado al tacho de los desechos hirvientes luego de ser descuartizado; de él, solo quedaron los botones dorados. Esto lo hicieron los chicos mucangueros, adolescentes que, terminado el oficio, dedicáronse a delinquir. Verdad o leyenda, la historia es conocida por los antiguos habitantes de Mataderos. (A mí me la contó mi padre, y a Vecchio, Malaquías Escandón, que tuvo un restorán en el Mercado Nacional de Hacienda entre 1912 y 1983).

En épocas de mucangas y mucangueros, se daba gratis una copa de sangre de animal recién degollado, que los mucangueros recibían de los matarifes para entregar a la gente bien vestida, ya que se suponía que aliviaba el reumatismo y el dolor de huesos.

Aparentemente, estos vocablos nacieron en los mataderos de la capital y de la provincia, pero no se ha podido rastrear ni su etimología ni la fecha de su surgimiento. Sin embargo, sus historias pertenecen al pasado. Sabemos que fueron palabras populares, pero, con la mejora de la faena de los animales, mucangas y mucangueros rumbearon camino del olvido.


Buenos Aires, 2 de abril de 2002

JUAN CARLOS GIUSTI

Protector


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