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Conflictos
LAS MUJERES DEL AFRICA
MUTILADA
Por María José Lombardo
Observatorio de Conflictos, Argentina
PRESENTACIÓN:
Mediante el presente trabajo no pretendo
simplemente describir la situación de la mujer a lo largo de la historia del
África Subsahariana, sino que mi ambición (tal vez desmedida para el nivel
actual de mis conocimientos sobre el tema) es indagar acerca de las profundas
raíces históricas que entrelazan la crisis actual de los pueblos africanos con
las "situaciones" de sus mujeres.
Con "situación" me estoy
refiriendo a mucho más que al padecimiento, por parte de estas mujeres, de
prácticas tales como la mutilación genital. Esta práctica, que sin duda es objetiva
y subjetivamente aberrante, parece ocupar el centro de las preocupaciones de
los organismos occidentales de derechos humanos y la prensa internacional con respecto a la realidad de las mujeres
del continente africano, dejando de lado muchos otros componentes de esta
realidad que son igualmente "aberrantes". No obstante que muchas
mujeres de África (así como sus congéneres en todo el Tercer Mundo, y por qué
no, en el “Primero”), viven realidades cuasi-inhumanas, estas dificultades
actuales no dan cuenta del conjunto de su “situación”, es decir del lugar que
ocupan en su sociedad; y aún menos del recorrido histórico de su rol social. Lo
que intento decir es que la vida de la mujer es y ha sido siempre mucho más que
un simple "padecimiento", lo que implica que además de superar las
miradas fuertemente etnocéntricas y patriarcales, también debemos hacerlo con
las posturas puramente victimizadoras, las que en vez de conducir a una
completa enmancipación de la mujer, la condenan a ocupar ese sitio de víctima,
de "pobrecita", en síntesis, la inutilizan como consecutora de su
propia liberación. Asimismo me interesa cuestionar ciertas visiones
esencialistas, propias de posturas románticas o de cierto feminismo, que
piensan a la mujer como "esencialmente" buena, altruista,
sacrificada, etc., desgajándola de toda inscripción histórica y de clase.
Justamente, hablar de "la" mujer
africana, sería, al igual que hablar de "la" mujer argentina, una
completa abstracción, aún más cuando en vez de un país se trata de un entero
continente. Sin embargo, aunque esté compuesta por multiplicidad de países,
etnias, religiones, costumbres, paisajes, hay ciertas cuestiones que permiten
acercarnos a un análisis más global, entre ellas, el continuo bamboleo a que ha
sido sometido este continente desde la llegada de los europeos. ¡Bendita sea
esta unidad histórica y cultural que los occidentales le han dado al África!
Además de diferenciaciones regionales, es
necesario tener en cuenta diferenciaciones de clase, aunque no sea posible
establecer una taxonomía de clases en el sentido en que lo hace la teoría
marxista pensando en el occidente. Pecando tal vez de simplificación, diré que
me voy a ocupar de esas mujeres que, en virtud de la organización
socio-cultural del África, son las responsables de alimentar a su familia y
ocupan la mayor parte de su vida trabajando para eso. La cuestión que muchos
autores están planteando en la actualidad es que si no se establece una
conexión entre la crisis alimentaria y la situación de la mujer, no podrán
implementarse políticas adecuadas para su solución. Quisiera ahora desarrollar
este argumento con más detenimiento.
LA MUJER AFRICANA:
PRODUCTORA DE ALIMENTOS Y REPRODUCTORA DE LA SOCIEDAD
La que suele ser llamada sociedad
tradicional (es decir, la previa a la llegada de los europeos, porque, ¡oh
sorpresa!, sucedían cosas antes de ellos) se caracterizaba por una economía
adaptativa, es decir por la búsqueda de armonía entre las necesidades y el
medio. Estaba configurada por estructuras sociales extremadamente coherentes,
cuyo fin era salvaguardar el bien de la comunidad, garantizando a todos sus
miembros (¡mujeres incluidas!) el derecho a usufructo de los recursos
productivos. Si bien puede decirse que África contaba con ecosistemas sumamente
frágiles (aunque nunca tanto como en la actualidad), la justa combinación de
tierras, población, tecnología y condiciones climáticas, permitía gestionarlos
exitosamente, lo que para una sociedad de subsistencia significaba algo que al
parecer suena simple, pero que en condiciones adversas no lo es tanto:
alimentar a sus miembros.
Esta comunidad tradicional se basaba en
una clara división sexual del trabajo, donde a cada sexo le correspondían
actividades específicas. La mujer, a la que por naturaleza le toca una parte
fundamental en la reproducción de la especie, era asimismo la encargada de la
reproducción social, ya que su función principal era la de proveer la
alimentación de la familia, lo que implicaba ocuparse de los alimentos, desde
su siembra hasta su elaboración final. Esta división determinaba que a la mujer
le correspondían mayor cantidad de tareas y, por lo tanto, que pasaba en el
campo mayor tiempo que el hombre.
La división sexual del trabajo se sostenía
sobre una distribución de tierras y cultivos también basada en consideraciones
de género, que permitía que hombres y mujeres dispusieran de los medios
adecuados para hacer frente a sus responsabilidades sociales específicas. En un
marco en que la tierra no era considerada propiedad privada, sino que era
posesión comunitaria de una colectividad, la mujer tenía siempre asegurado el
acceso a la misma, mediante el sistema de herencia y de matrimonio. Esos
terrenos eran dedicados, en su mayor parte, a la alimentación del hogar y, el
resto, lo constituían "cultivos personales" de la mujer.
Todo este sistema se sostenía sobre una
estricta adecuación entre comportamientos sociales, actividades económicas y
prácticas culturales. De acuerdo a este contexto puede comprenderse, por
ejemplo, la práctica de la poligamia,
que permitía al hombre agrandar su familia (y en consecuencia, sus bienes) y a
la mujer encontrar la colaboración necesaria para llevar adelante sus múltiples
responsabilidades, entre las cuales no hay que olvidar la dificultosa tarea de
proveer de agua y leña. Por otro lado, se explica el lugar de valor primordial
que ocupaba la fertilidad en esta sociedad. La fertilidad determinaba en gran
medida el lugar de la mujer dentro de la sociedad, ya que tenía significaciones
socio-culturales, religiosas y económicas fundamentales: En primer lugar,
permitía la continuidad del linaje; por otro lado, era la base para la
movilización familiar de fuerza de trabajo y el acceso a tierras (ya que éstas
se repartían en virtud de la capacidad de trabajo disponible); y, por último,
los hijos representaban una red de apoyo para sus padres, tanto en el presente
como para el futuro.
Este "equilibrio", que (no
idealicemos nostálgicamente) se basaba en la explotación y subordinación de la
mujer, permitía que esta sociedad se reprodujera. Se basaba en la coherencia
adaptativa que he intentado describir, donde normas, creencias, organización
social y sistema económico se complementaban y apoyaban mutuamente. La
colonización europea significó la ruptura de esta coherencia, ocasionando
temblores en la estructura social africana, que son la base para entender el
camino hacia la crisis actual de estos pueblos.
COLONIZACIÓN Y
“DESCALABRO”
La colonización europea fue responsable de
dos procesos que fueron de la mano: la enajenación de la tierra y de la fuerza
de trabajo y la desorganización de la estructura social y de la división social
(sexual) del trabajo.
En primer lugar, mediante la enajenación
de la misma, los europeos introdujeron la noción de propiedad privada de la
tierra. Fueron tan buenos, que no se la quedaron toda ellos, sino que la
repartieron entre colonos blancos y "propietarios" negros. En África
del Sur y del Este establecieron "reservas nativas", conformadas por
las tierras de propiedad negra. Más que reservas de tierras, éstas eran
reservas de mano de obra barata, o directamente forzada. Además, sin comprender
en absoluto el sistema de división sexual de los recursos y del trabajo,
otorgaron la propiedad sólo a los hombres, despojando a las mujeres de la
mediana seguridad y respaldo con que habían contado hasta el momento (seguridad
representada por ese recurso fundamental: la tierra).
La colonización significó un
eslabonamiento de temblores que fue destartalando la estructura socio-económica
tradicional, significando para la mujer que, a la discriminación sexual se le
agregase ahora la discriminación de clase y de subordinación dentro del sistema
internacional. La mujer siguió siendo la responsable de alimentar a la
sociedad, ahora sin tener acceso asegurado a los recursos necesarios para eso
(si no tiene tierra, no tiene tampoco acceso al crédito). Además fue
discriminada, privándola de la formación técnica necesaria para mejorar los
métodos de cultivo, mientras que al hombre se lo proveyó de conocimientos y
métodos modernos. Pero la fuerza de trabajo masculina no se orientaba a los
cultivos alimentarios de subsistencia, sino que fue principalmente desviada a
las grandes plantaciones de cultivos comerciales, o como mano de obra en
incipientes industrias urbanas (a las que la mujer tampoco tuvo acceso, para lo
cual no estaba, además, debidamente formada).
Estos pueblos practicaban un tipo de
agricultura itinerante, necesaria para no agotar los suelos, que se vio
restringida por la introducción de la propiedad privada y la confinación de las
comunidades en territorios fijos.
Todos estos factores fueron en detrimento
de la producción alimenticia para la subsistencia de la sociedad, de la cual la
mujer era la responsable principal. "Todos estos impedimentos a la
actividad productiva de la mujer tienen una incidencia directa sobre la crisis
de alimentos que hoy pesa sobre África".(1)
CALMAR EL HAMBRE, PENSAR
EN LA MUJER
La pobreza, la mayor calamidad que está
azotando al África, se ensaña duramente con niños y mujeres. Y esto no se debe
a ninguna "debilidad" esencial, sino que es comprensible, en el marco
de los procesos históricos que he intentado desarrollar, a través de los cuales
la mujer ha sido despojada de los medios para llevar adelante la función social
que se le encarga. Estamos hoy ante una paradoja: la mujer gana menos, posee
menos y controla menos, pero sigue siendo la mayor encargada de la
alimentación. Según un informe del Banco Mundial, "la mujer en el África
Sub-Sahariana produce un 80% de los alimentos de base, recibe sólo un 10% de
los ingresos generados y controla un 1% de la tierra".(2)
Como hemos visto, la colonización implicó
una discriminación de la mujer en cuanto a su acceso a los recursos productivos
y a la educación. Luego, los nacientes estados independientes, orientaron más
sus estrategias de desarrollo hacia los cultivos comerciales, la industria y
las zonas urbanas, todas áreas de trabajo eminentemente masculinas. La realidad
es que estos estados, a poco de nacer, se vieron aprisionados por los
carceleros del orden económico internacional: el FMI, y el Banco Mundial, los
cuales les impusieron severas recetas de estabilización y ajuste estructural.
Si bien se han llevado adelante múltiples
proyectos de desarrollo, al ser éstos iniciados, financiados o gestionados
desde el exterior, continúan con la costumbre de desconocer las prácticas
socio-culturales africanas, y en este sentido, "la siguen pifiando".
Proyectos para abastecimiento de agua, cultivo de arroz y otros cultivos
propiamente femeninos, que, sin embargo, no han tenido en cuenta a las mujeres.
Entonces, además de seguir discriminándola, han fallado en sus objetivos. Estos
proyectos continúan teniendo un fuerte sesgo a favor del hombre, porque parten
del imaginario de que es el hombre el jefe de familia y el sustento del hogar.
Pero, como hemos visto, si bien el hombre contribuye, es la mujer la que
históricamente se ha encargado de alimentar a la sociedad. Esto se hace más
patente hoy en día, cuando muchas mujeres se han convertido en jefas de hogar,
porque son madres solteras, porque sus maridos han debido emigrar, o por otras
múltiples situaciones.
ALGUNAS REFLEXIONES
FINALES
"El machaque económico de África es
una ablación que nos duele más que la del clítoris"(3)
Occidente se espanta de la mutilación
genital femenina. Es el tema candente de hoy. Hasta hace unos años no resultaba
tan aberrante: multiculturalismo, exotismo...¡qué pintoresco!. Pero hoy, me
conecto a Internet, pongo en el buscador: Mujer + África, y salta a la vista
una gran preocupación por este problema. Que "los africanos desangran a
sus mujeres" parece ser el mayor problema de África para el
“internet-cionalismo”.
Estos días, en Argentina, se discute y
pelean grandes personalidades por el tema del aborto y del control de la
natalidad. "Es necesaria la educación sexual en las escuelas" dice el
Ministro de Salud. "Si yo pudiera, empezaría a atar trompas de
falopio", escuché hace tiempo de boca de un médico. En general, todas
estas políticas apuntan hacia los sectores más empobrecidos, los que "por
falta de educación, no saben cuidarse". Yo me pregunto: ¿está realmente
ahí el problema? ¿Se solucionan los problemas de esas personas dándoles
educación sexual? ¿O los problemas de quiénes, las conciencias de quiénes se
tranquilizan?. Parece que me fui un poco del tema. La cuestión es que, al
pensar sobre la mutilación femenina, entré a cuestionarme acerca de una
diversidad de asuntos, muchos de los cuales tienen que ver con la actualidad de
mi país. Hay dos reflexiones principales.
Una es que tanto en el caso de África como
en el de Argentina, se tapan los problemas profundos con otros problemas. Lo
que quiero decir es que en vez de atacar soluciones desde la raíz, nos quedamos
en la copa del árbol. Pensar que los seres humanos "se reproducen
mucho" simplemente porque no tienen la educación necesaria, es el
resultado de muchos prejuicios; que a su vez son resultado de una gran
ignorancia; que a su vez es resultado de un desinterés por saber. Pensar que el
gran problema de la mujer africana es la mutilación genital es, por lo menos,
reduccionista. Sólo sirve para esconder otros grandes problemas que no son sólo
de la mujer, sino que atañen a gran parte de los africanos: el hambre, la
miseria, el racismo, entre otros. Además, la forma en que se plantea la
cuestión de las mutilaciones propone una segmentación de la sociedad en
términos de hombres/mujeres, olvidando enquistar este problema en su debido
contexto socio-histórico: una sociedad de clases (no de géneros).(4)
Y esta ignorancia acerca de la realidad
concreta, estos análisis "ingenuos": ¿no tendrán un poco que ver con
la hipocresía? ¿será que realmente se quieren solucionar la miseria humana, el
hambre, la discriminación a la mujer, o solamente hay una necesidad de
denunciar y denunciar y denunciar, sin importar que luego algo cambie?
La segunda reflexión es que considero que,
seguramente, hay quienes queremos que las cosas cambien. Entonces debemos ser
conscientes de que no pueden emprenderse políticas "paternalistas",
sino que deben ser los propios actores los que aborden sus problemas. Y
"sus" problemas son los que ellos definen como tales; y las
soluciones genuinas sólo pueden salir de allí.
No son las feministas europeas las que
liberarán a las mujeres africanas. Está muy bien la solidaridad y la ayuda,
pero siempre que partan de escuchar qué es lo que el otro necesita (si es que
realmente necesita ayuda), qué es lo que el otro realmente está viviendo y
cuáles son las soluciones que propone desde su realidad.
"Es un problema interno de África y África es la que debe
resolverlo. (...) Occidente está dispuesto a invertir en esas campañas sin
preocuparse de que nada cambie tras ellas (...) Hoy se añade desprecio por nuestro
pueblo. Es un verdadero insulto para las africanas que se las persiga para
saber si se les ha practicado la ablación o no (...). El machaque económico de
África es una ablación que nos duele más que la del clítoris. Que dejen la
posibilidad a las mujeres africanas de organizarse, de llevar a cabo su
combate, porque se están muriendo de tanto desprecio cultural".(5)
No basta con juntar firmas por Internet.
No basta con lograr que se dicten leyes y se impongan controles. Las realidades
sólo se cambian desde la realidad misma; las injusticias se sostienen sobre
otras injusticias, y para derribarlas es necesario golpear en los cimientos.
Quizás los que están en el fondo del edificio sean los mejor capacitados para
esta tarea.
BIBLIOGRAFÍA
* Remei Sipi: "Africa Subsahariana y
sus mujeres" en Revista Pueblos (www.revistapueblos.org), junio de 2004.
* Bifani, Patricia: "Opresión y
poder, la mujer del Tercer Mundo con especial referencia a la mujer
africana", en Revista Africa Internacional;
www.eurosur.org/ai/africa94.htm
* Claude Meillassoux: Mujeres, graneros y
capitales. Ed. Siglo XXI, 1997
* Revista Africa Internacional n 18;
www.eurosur.org/ai/18/mujer.18.htm
* "Pregúntele al Banco Mundial su
parte de responsabilidad en la dirección que han tomado las condiciones de vida
de estas mujeres": entrevista a Aminata Traoré; en Revista Rebelión,
www.rebelión.org, 26/02/04.
* "Rechazan la solicitud de una
nigeriana que huyó de un matrimonio forzoso y fue mutilada", en Revista
Rebelión, op.cit.
NOTAS
1) Africa Internacional N 18.
2) citado en Africa Internacional N 18.
3) Entrevista a Aminata Traoré, ex
ministra de cultura de Malí y candidata a la Presidencia; en Rebelión,
26/02/04.
4) No estoy criticando la perspectiva de
género, sino al feminismo "abstracto", que no entrecruza la cuestión
de género con el análisis clasista.
5) Entrevista a Aminata Traoré, op. cit.