Una guerra largamente anunciada



Guillermo II de AlemaniaFrancisco José de AustriaLa paz engañosa que sucedió el fin de la guerra franco prusiana de 1870 estuvo marcada por la formación de dos bloques de alianzas militares que acompañaron el final del siglo XIX y principios del siglo XX europeo: la Triple Alianza y la Triple Entente.

La política belicista de Otto Von Bismarck creó a partir de 1882 la Triple Alianza, que reunía al Imperio Alemán, recién formado al calor de la derrota que le propinara a Francia en 1871, junto a Austria-Hungría, el imperio bicéfalo al que atrajo con su diplomacia a una alianza que se revelaría como la mas firme y natural de todas. El recientemente formado reino de Italia, siempre lleno de suspicacias hacia Francia desde la deserción de Napoleón III en la guerra de independencia italiana de 1859, se plegó al pacto.

Más difícil fue para una Francia aislada encontrar con quien recostarse. Las copiosas inversiones y especulaciones del capital francés en Rusia acercaron a la Tercera República Francesa, masónica y liberal, al imperio tiránico de los zares. En 1891, el archi reaccionario zar Alejandro III acordó un primer pacto de alianza con Francia, que significó el fin del corsé diplomático que esta había tenido por casi 20 años. La alianza era a todas luces contra natura, dado que los dos regímenes de ambos países estaban en las antípodas del otro, pero tanto el ahogamiento diplomático francés como el resentimiento ruso hacia Austria y Alemania lo justificaron.










Nicolás II de Rusia y la Zarina AlejandraEduardo VII de InglaterraEl imperio británico seguía manteniendo su supremacía colonial, comercial e industrial. En 1899, Inglaterra se embarcó en una victoriosa pero costosa guerra contra los boers, descendientes de los primeros colonos holandeses en Sudáfrica. Tras tres años de combate, la mayor potencia mundial aparecía como desprestigiada en una guerra rapaz e imperialista. Apenas un año antes, comenzaba a brillar en una zona tradicionalmente bajo influencia inglesa una nueva estrella en el cielo de los imperios: los Estados Unidos, que infligieron una ruinosa derrota a España en 1898, arrebatándole su imperio colonial en el Caribe, las islas de Cuba y Puerto Rico, amen de las Filipinas, en el otro extremo del mundo.

Inglaterra seguía teniendo incidentes fronterizos en sus colonias africanas con los franceses tanto como en las remotas regiones del Asia Central y en Persia donde trataba de frenar la incesante expansión rusa hacia la India y los mares cálidos. Mas lejos aun, asistía al surgimiento del Japón como potencia imperialista en el extremo oriental de Asia, tras la guerra que este disputara victoriosamente contra el apedreado Imperio Chino en 1894.

El rey Eduardo VII, que sucediera a aquella leyenda viviente que fue su madre, la reina Victoria, en 1901, mantuvo desde un principio una decidida política pro francesa inspirada tanto en sus andanzas juveniles y maduras por un París que era mas su casa que Londres, como interpretando el sentimiento anti alemán que cada vez cobraba mas altura en los círculos industriales, comerciales y militares ingleses.








Victor Manuel III de ItaliaAlberto I de BélgicaEn 1904, el pacto de amistad anglo francés ponía fin a una rivalidad de mil años, desde los tiempos de Guillermo el Conquistador, entre Inglaterra y Francia. Conveniente para ambos a pesar de los pesares, este pacto anti germano fue el segundo episodio de la formación del bloque rival de la Triple Alianza.

En 1905 los japoneses, ante la sorpresa del mundo, apalearon a los rusos en una corta guerra que tuvo como escenario aquel páramo llamado Manchuria, en el extremo de Asia. La derrota y la posterior revolución que hubo de enfrentar el zar Nicolás II hicieron girar nuevamente el interés del expansionismo ruso hacia Europa y en particular a los Balcanes, donde se enfrentaría a la presencia austríaca y por ende alemana en la zona. Inglaterra renunció también aquí a una rivalidad que se arrastraba desde el Congreso de Viena y en 1907 firmo un acuerdo con Rusia por el cual ajustaba las áreas de influencia de uno y otro en Persia y llegaba a varios entendimientos en otros puntos. Así se completo la Triple Entente, el segundo de los bloques político-militares de fines del siglo XIX histórico europeo.

El avispero de los Balcanes, con el imperio Turco que se deshacía, el paneslavismo ruso que presionaba y los juegos de alianzas, diplomacia y espionaje que caracterizaron a la zona, siempre revuelta e inestable, hicieron el resto. El balazo de un estudiante serbio ultra nacionalista que cortó la vida del heredero del trono austríaco, Francisco Fernando de Habsburgo, en Sarajevo, el 28 de junio de 1914, fue el primero de una guerra largamente esperada y anunciada.






Varias postales de la época mostraban las imagenes de los reyes y de las familias coronadas de toda Europa. De izquierda a derecha y de arriba a abajo: Francisco José de Austria (1830-1916), Guillermo II de Alemania (1859-1941), Eduardo VII de Inglaterra (1841-1910), Nicolás II de Rusia (1868-1918) y la Zarina Alejandra (1872-1918), Víctor Manuel III de Italia (1869-1947) y Alberto I de Bélgica (1875-1934)


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