Capítulo 7: LOS RIVALES DEL TORNEO por Sandra Hernández Martín |
Después de los saludos de cortesía entre los jugadores, la gran
mayoría de los jugadores japoneses abandonaron el terreno de juego. Uno de los primeros en hacerlo fue Soda, deseoso de informar a
Matsuyama del resultado, pues sabía por experiencia propia lo mal que se pasaba.
- ¡Alegra esa cara, tío, que hemos ganado! -le dijo, aún sabiendo que Hikaru ya estaba al corriente. Iba a
pegarle una de sus palmadas asesinas en la espalda, pero Tsubasa le enganchó de la muñeca justo a
tiempo.
- Cuidado, Soda-kun -le advirtió el diez japonés-. Bastante tenemos con que Matsuyama se pierda dos
partidos por sanción como para que vayas tú y le agraves la lesión...
- Caray, no lo sabía -dijo Soda sorprendido, a modo de disculpa, y bajó la mano inmediatamente.
- ¿Estabas enterado? -le preguntó Matsuyama a Tsubasa. El creía que lo había disimulado bastante bien.
- Estabas rígido cuando saliste del campo -respondió Tsubasa, demostrando
con ello grandes dotes de observador.
Hikaru miró a su alrededor. El equipo japonés al completo estaba
reunido en el túnel de vestuarios.
- Quería pediros disculpas por fallar al equipo, por dejaros en una situación tan delicada -aprovechó para decir.
Notó una mano en el hombro, conciliadora, y se sorprendió al ver que estaba enguantada. Era
Wakabayashi Genzo, con la camiseta verde de Fernandez al hombro. Ambos porteros habían
intercambiado sus camisetas en gesto de buena voluntad y camaradería, aun cuando la rivalidad entre
ellos no había menguado un ápice. De hecho, estaba más viva que nunca.
- Olvídalo, Matsuyama-kun. No te dejaron otra opción: de otra manera nos hubieran marcado el segundo
y eso sí hubiera sido delicado -dijo el
portero tomando la palabra-. Tengo que añadir que hiciste una buena parada, ¿no pensarás cambiar de puesto? -bromeó Genzo, arrancando las risas de todos. Después
empujó a Matsuyama hacia los vestuarios, haciendo que el equipo se moviese de una vez por todas-. Por
cierto, a ver si me cuentas qué has hecho este verano para conseguir saltar tanto... -le propuso con tono
confidencial.
En media hora, hacia las cinco y media de la tarde, la expedición
japonesa al completo había ocupado asientos en las gradas del estadio de Old Trafford para presenciar el siguiente partido de su
grupo, que
enfrentaría a las selecciones de Gales (que jugaba como local) contra España. Los dos equipos
salieron al campo y, como había hecho Japón con
anterioridad, se escucharon los himnos nacionales. Gales iba a jugar con
camiseta roja y, puesto que aquel era también el color tradicional de España, éste
último equipo se había visto obligado a salir vestido de
azul marino, de un color tan oscuro que parecía negro.
Había más galeses que españoles en el campo, como era lógico, pero los hinchas españoles se
hacían notar con sus gritos... y con su orquesta. Había una pequeña orquesta en una de las gradas del
estadio, muy cerca del equipo japonés, con trompetas, clarinetes y un tambor que tocaba canciones
típicamente españolas, y animaba al gentío, que seguía el ritmo con las palmas... o intentaba seguirlo lo
mejor que podía.
Para eso de "tocar las palmas" los españoles eran únicos.
- Que preparada viene la gente -comentó Misaki, sonriendo-. Nuestros hinchas tendrán que traer los
tambores
taiko*
la próxima vez.
España ganó el partido por 1 a 3 sin pasar muchos apuros. El juego
desplegado por la selección española no fue tan espectacular como el que
había mostrado Japón unas horas antes, pero si era muy práctico, cosa por
la que terminaron imponiéndose al juego correoso de la selección galesa.
- Así que estos dos equipos serán nuestros próximos rivales -dijo Misugi,
que había tomado buena nota. La selección japonesa estaba esperando a que
el estadio se despejara un poco para salir en dirección al hotel-. El
equipo español no es el mismo que en Francia -dijo después-. Lo han remodelado.
- No me extraña -dijo Wakabayashi, recordando que España no había pasado
a la fase final en aquel torneo mundial.
- Lo que no entiendo es cómo, teniendo estos jugadores, no se los llevaron a Francia -dijo Misugi.
- ¿Qué quieres decir, Misugi-kun? -preguntó uno de los Tachibana-. Yo no he visto nada del otro mundo.
- Ah, ¿no? -dijo Misugi, arqueando una ceja-. Pues yo si. He visto una defensa sólida. El cuatro español...
¿cómo se llamaba? -preguntó, mirando
sus notas-... Ah, Kepa Unzueta, hace un gran trabajo ahí atrás. Además de
ser el capitán es el líder indiscutible de la defensa. El chico que estuvo ayer en los
entrenamientos trabaja mucho en el centro del campo y recupera muchos balones, y parece entenderse muy bien con su número diez, Roger Plá,
que es el conductor del juego. Es una pareja a tener en cuenta.
- Pero ese chico, el Plá ese, no le llega a Tsubasa ni a la suela de la bota -dijo Ishizaki, convencido-. Es
bueno, pero no tanto.
- No se que decirte... -dijo el propio Tsubasa con modestia.
- No digas tonterías, capitán -dijo Ishizaki de nuevo.
- A mi me parece que a ese chico le falta garra -dijo Hyuga. Lo cierto era que todos lo habían notado. El
tal Roger Plá era tranquilo, demasiado
tranquilo. Se movía lo justo y dejaba todo el trabajo para su compañero en
el centro del campo, Roberto de la Torre-. En un partido fácil ha respondido, pero ya
veremos cuando se tenga que enfrentar a jugadores de verdad que sepan cubrirle como es debido
-sentenció-. No creo que vayamos a tener muchos problemas. Su portero es un novato -dijo el delantero,
envalentonado
después de haber vencido a Italia-, sólo hace falta verle la cara. En cuanto
dispare un par de veces con mi "tiger shoot" le acobardaré.
Jaume Abellá, así se llamaba el meta, era el nuevo portero de España y, como decía Hyuga, era
joven. De hecho, era el jugador más joven del torneo, con tan sólo trece años, y su apariencia física no le
ayudaba mucho a quitarse esa pinta de novato. Era rubio, con los ojos azules muy grandes y piel muy
blanca, era alto (aunque no tanto como los porteros japoneses) y además muy delgado, dando la
impresión de ser poca cosa.
- Yo le he visto buenas aptitudes -dijo Wakashimazu, a pesar de todo.
Wakabayashi asintió un momento después, al parecer de acuerdo.
- ¿Tanto como para parar un "tiro del tigre"? -preguntó Hyuga, nada
convencido-. ¿O un "drive shoot" de Tsubasa?
- No, tanto no -admitió su amigo Ken.
- Pues ya está -dijo Hyuga.
- ¿Y los delanteros? Están bien apoyados desde atrás y por las bandas,
y son hábiles -dijo Misugi-. Sobre todo el otro Unzueta, el siete. ¿Serán hermanos? -preguntó después con curiosidad, aunque luego sacudió
la cabeza
y volvió al tema-. Bueno, en todo caso, es puro nervio. Está en todos sitios; y el nueve parece
fuerte.
- Si, pero han fallado mucho -le dijo Soda-, y la defensa galesa no es nada del otro mundo. Dejádnoslos
a nosotros, chicos. Como dijo Hyuga-kun no creo que se nos presenten problemas -sentenció, y muchos
de sus compañeros asintieron conformes.
Pero Misugi Jun no estaba tan convencido, y seguía sin estarlo cuando el equipo se subió al autobús
para desplazarse al hotel.
- ¿Se sabe ya qué han hecho el resto de los grupos? -preguntó de repente
Tsubasa.
- No ha habido demasiadas sorpresas -dijo Katagiri, que había estado al tanto de lo ocurrido en el resto
de las ciudades-sede-. Alemania ha ganado,
Inglaterra también...
- ¿Y el partido de Francia contra Holanda? -preguntó Misaki rápidamente.
- Pues siento decirte que ha perdido Francia -dijo Katagiri. Misaki puso cara de decepción-. Ni Pierre ni
Napoleon han sido capaces de marcarle un
gol a Hance Dorkmen -les contó.
- ¿Cómo? -preguntó Wakashimazu. Había encajado unos cuantos goles de esos
dos en las semifinales del mundial, y no podía creérse lo que oía-. Dorkmen
no era tan bueno como para...
- Tú lo has dicho, chico -dijo Katagiri-. Dorkmen no era tan bueno. Pero
ha mejorado...
- ¿Cuánto? -preguntó Wakabayashi interrumpiendo a Munemasa sin
contemplaciones. Estaba intrigado. ¿Sería otro posible rival
para el título que tanto codiciaba?
- Bastante -dijo Katagiri. Por respeto hacia los chicos, estaba aguantando
bien sus ganas de fumar dentro del autobús-. No es el mismo. Yo diría que ha ganado peso...
- ¿Aún más? -preguntó Hyuga. El portero holandés ya era corpulento.
- Peso muscular -aclaró Katagiri inmediatamente. Se oyó un "ah" general-.
Está más alto y más fuerte. No es como Müller, pero se le acerca.
- Ningún portero es como Müller -dijo el capitán del Toho, volviendo a tomar la palabra. Japón lo había
pasado muy mal en la final contra Alemania, sabía de qué hablaba.
- ¿Qué has querido decir con eso? -preguntaron los porteros japoneses,
casi al mismo tiempo y con la misma expresión ofendida. Sus compañeros se
echaron a reír inmediatamente.
NOTAS:
* Son unos grandes tambores que usan los japoneses, y que me parece que aparecen un par de veces en la serie, con la hinchada. Tocarlos es todo un arte. ¿Comentarios, críticas, sugerencias? Mandadlas a [email protected] Gracias. |