Kurenai,
El Hijo del Dolor
Capítulo
3:
Le
echaré
tanto
de menos...
Kameu, planeta que actualmente está siendo conquistado por el lado oscuro,
los sith, entra en el "Yubstic", estado en que uno de los dos soles
se esconden, y en el que transcurren una hora, hasta que el segundo también se
oculta. Pero al ocultarse el primer sol, la noche tomaba las riendas del
planeta, ya que el segundo sol, lejano, simplemente emite luz comparable a la
de la luna terrestre. Las estrellas se visualizaban perfectamente, y también
otros objetos: Grandes cargueros espaciales, del ejercito oscuro, que entraban
poco a poco en el planeta. En la ciudad, se oyen explosiones, y gritos, que
sacuden el planeta. Los pueblerinos, atemorizados, solo podían oír la guerra y
como la ciudad estallaba entre luces y explosiones. Pero solo era de esperar
que los sith empezaran a tomar los pueblos del planeta. No podían hacer nada,
todo estaba sentenciado. Todo excepto la pelea que está a punto de comenzar. En
las afueras de cualquier pueblo, la brisa nocturna actuaba, moviendo la hierba
y los cabellos de Kurenai y Dotaf. Dhalia, aún al lado de Kurenai, miraba
sorprendida a la sith, mientras que Akiwa, arrodillado, se agarraba el brazo.
Todas las armas apagadas, y solo la iluminación de las estrellas y del segundo
sol, ayudaban a la visualización de la escena. Y el primer movimiento lo
efectúa Dhalia, que se pone en posición de combate, junto a Kurenai. Este la
mira extrañado, a la vez que enfadado.
- Vamos a tener que atacar simultáneamente - dice la chica, mientras se
hecha el pelo hacia atrás, ante la mirada de Kurenai.
- ¿Vamos? Lo siento, pero no puedo proteger a la vez que peleo. Será mejor
que te apartes - Responde el chico.
- Yo se protegerme sola. Además mira la arma que tiene...-
- Si, es bastante rara. Podría ser obra de un Furbestain -
- ¿Un artesano de armas? Eso es imposible, un artesano nunca fabricaría un
arma para un sith - replica la chica -
- Puede haberla conseguido de otro modo... - En ese instante el los dos
jóvenes se miran a los ojos. Y de pronto, Kurenai muestra una cara de
insatisfacción total, ante los ojos atónitos de Dhalia.
- ¿Que hago yo hablando con una jedi? Aléjate antes de que te mande
derechita al infierno - dice mientras le da un leve empujón, haciendo retroceder
a la chica, además de caer sobre su trasero. Pero esta se vuelve a levantar.
- ¿Matarme? ¿Tú y cuantos más? - Responde la chica, mientras le da
golpecitos en la frente a Kurenai. Este, empezaba a perder los estribos, pero
algo le hizo recapacitar sus acciones. El sonido de un sable encendiéndose hizo
que Kurenai empujara hacia atrás a Dhalia. Esta calló varios metros atrás,
mientras observaba como Kurenai encendía uno de sus sables y detenía el ataque
de Dotaf.
- ¿Que te perece si empezamos? - pregunta Dotaf mientras alzaba su
sable-alabarda, y empezaba a hacer ataques consecutivos. Kurenai, en el colmo
de la desesperación por no poder atacar, intenta cortar el arma de su
contrincante. Pero sus espadas no consiguen atravesar el metal del arma, dejando
al chico prácticamente sin defensa. Kurenai, cae al suelo, salvándose del
ataque, y rodando varios metros atrás. Dhalia engulle un poco de saliva al ver
la escena, mientras Akiwa se acerca a ella.
- ¿Que a pasado? - pregunta Dhalia confusa
- Al parecer Kurenai intentó cortar el arma de la sith, pero por algún
extraño motivo, no lo ha conseguido - responde el maestro. Pero Dhalia mira el
brazo de Akiwa. El corte de este era muy profundo, y lo mas probable es que
tuvieran que arrancárselo y ponerle uno nuevo. Pero aun así era alarmante.
- ¿Maestro está usted bien? - cuestiona la padawan viendo las quejas de su
maestro. No obstante, este sonríe.
- Si, ahora hay que preocuparse de otra cosa - dijo señalando con la cara a
el enfrentamiento entre Kurenai y Dotaf. Estos dos, todavía separados, ocupan
sus respectivas posiciones. Al cabo de dos segundos, se vuelven a atacar. La
pelea, aun mas rápida que el anterior ataque, era una mezcla de colores y
sonido, donde a veces se distinguían las caras de los adversarios, mientras sus
sables envolvían la escena.
- ¿No deberíamos ayudarle? - Dhalia miraba el enfrentamiento con ojos
sorprendidos.
- No, seria inútil - Responde Akiwa. Justo en ese momento, Dotaf cae al
suelo. Kurenai, intenta clavarle una de sus espadas en el estómago, pero la
sith se esquiva los ataque y le pega una patada. Los dos luchadores, en el
suelo, se levantan rápidamente, y no dejan de apuntarse con sus respectivas
armas. Y se vuelven a atacar.
- Tengo que ayudar - dice Dhalia
- Ni se te ocurra, todavía no - responde Akiwa otra vez, mientras también
observa el combate. Esta vez, es Kurenai quien cae al suelo, rodando hacia
atrás y perseguido por Dotaf. Dhalia, desesperada, enciende su sable ante los
ojos de Akiwa. Y a continuación, corre hacia donde se encuentran los dos
contrincantes.
- ¡¿Que haces insensata?! - grita el maestro intentando detener al la
padawan. Pero a causa de la herida, no consigue detenerla. Kurenai intenta
levantarse, mientras Dotaf se acerca. Una voltereta y queda justo delante del
chico tumbado.
- Muere - dice prácticamente susurrando la sith, mientras asesta el golpe de
gracia al chico. Pero un sable azul se cruza en su camino. Era Dhalia, que
jadeando, consigue detener el golpe. Dotaf, enfadada, da un puñetazo a la
chica, empujándola dos metros atrás. Kurenai, agarrando uno de sus sables, y
estoca con su espada el cuerpo de Dotaf. Esta por instinto se cubre, y a
consecuencia, la espada queda clavada en su brazo, pero sin cortarlo. Un grito
inunda la pradera, mientras la figura de Dotaf salta sobre una roca agarrándose
el brazo. Kurenai se levanta poco a poco y mira a Dotaf.
- ¿Y Bien? - pregunta el chico.
- Has tenido suerte, nada más. La actuación de tu amiguita no contaba en mis
planes - responde Dotaf mirando a un Dhalia.
- ¿No es una de vuestras normas?-
- ¿Normas? -
- "En la lucha, todo vale. La traición, el desprecio, incluso la
deshonra" - Al oír esto, Dotaf se sobresalta.
- ¿Como sabes tu eso? ¿Eres un sith?-
- No, pero el que de todo sabe, mas posibilidades de sobrevivir tiene. No me
subestimes - responde Kurenai seriamente. Dotaf mira sorprendida al chico. Un
silencio sepulcral inunda la zona, del cual solo es destacable un golpe que se
oyó lejanamente. Dotaf sonríe maliciosamente, a lo cual Kurenai responde
poniéndose en posición de ataque, y esperándose lo peor de su enemiga, aunque
no fue eso lo que sucedió.
- Supongo entonces que también está permitido esto - Y a continuación
desaparece. Kurenai incrédulo ve como su enemiga ha huido del combate. Pero eso
era prácticamente imposible, y Kurenai seguía buscándola con la vista. De
repente, se oyó un grito. Era el de Dhalia, que seguía tumbada a causa del
golpe recibido. Pero lo peor no fue eso. Kurenai, con ojos sorprendidos y bajo
una parálisis, observa como Dotaf se coloca detrás de Akiwa, el cual yace
inconsciente. El arma de Dotaf se alza en el aire, y bajo un zumbido, decapita
el cuerpo yacente de Akiwa. Los ojos de Dhalia se convirtieron en fuentes de
lágrimas que no dejaban de brotar, mientras, Kurenai cae de rodillas al suelo.
- Se acabó. Nos veremos otro día - aclara Dotaf mientras apaga su arma y se
la ata a la espalda. Pero antes de marcharse, se gira, mientras le sonríe a
Dhalia.
- Por favor no me guardes rencor. Así es guerra - Se acerca a la chica y le
agarra la cara con su brazo sangrante.
- Seguro que si estuviéramos en el mismo bando, seriamos buenas amigas -
Dice antes marcharse, mientras deja a los dos muchacho en el suelo.
El cuerpo de Akiwa se quema bajo llamas azules. Solamente poseían un
encendedor mecánico de la república. Además en los alrededores no se
encontraban árboles, ni ningún tipo de arbusto que sirviera como leña. Pero aun
así se las arreglaron con algunos materiales que traían, para hacer una hoguera
decente, de llamas azules. Incluso Kurenai ayudo al preparar al difunto.
- Ha sido culpa mía. Conversando con Dotaf, se oyó un ruido. No me di cuenta
de que era tu maestro, que se había desmayado - Se disculpa Kurenai mientras ve
como Dhalia se sienta junto a la hoguera.
- No, fue la mía, no debí dejarle solo - contestó Dhalia, mientras seguía
llorando, pero una leve sonrisa de dibujó en su rostro.
- Era tan infantil a veces, y otras tan maduro, que era imposible saber si
era la mima persona - El chico miró como Dhalia seguía llorando, mientras
intentaba sonreír. Kurenai, aun no sabia que hacer ante esta situación, pero
intento comportarse lo mejor que pudo. Puso la mano en el hombro de la chica
mientras miraba la hoguera. Dhalia, a su vez, se da la vuelta, y mira incrédula
al chico.
- Lo siento mucho - dijo sin dejar de mirar la hoguera. La chica, al oír
esto, rompe en llanto, y abrazando a Kurenai, empieza a llorar en su pecho. Las
lágrimas empañaban el pecho del chico mientras que la muchacha no dejaba de
sollozar. Dhalia se abrazaba cada vez mas fuerte al chico, esperando una
respuesta de él. Esta no tardó demasiado. Kurenai abrazó lentamente a Dhalia,
mientras esta seguía llorando. El crujido y las chispas de las llamas se
confundían con el llanto de la chica que no cesaba nunca.
- Le echaré tanto de menos....- se oía, mientras Akiwa ardía bajo el manto
de fuego azul. Hasta que se consumió.
Kurenai habré poco a poco una cápsula, la que contenía una especie de
lámpara. La deja en el suelo y la enciende, la cual desprende una llama azul.
Dhalia, aun con lágrimas en los ojos, se sienta al lado de la fogata y la mira,
mientras que el chico saca algo de comida y empieza a comer. Pero en medio de
su satisfacción gastronómica, Kurenai vuelve a mirar a la chica. Todavía
llorando, no dejaba de observar la danza de la llama. Sus ojos, envueltos en
lágrimas, brillaban con la luz azul de la hoguera.
- ¿Quieres algo de comer? - Pregunta el muchacho. La chica, ante la
propuesta, se levanta, para sentarse junto a Kurenai. Este, aguantándose las
quejas que este acto conllevaría, le da un plato a Dhalia, y juntos siguen
comiendo.
- ¿Hacia donde te diriges? - Pregunta Dhalia sin dejar de mirar la fogata.
- Nunca he tenido un destino concreto. Camino por intuición - Responde Kurenai.
Después de esta breve conversación, los dos chicos siguen comiendo, muy
lentamente. Kurenai, totalmente en sus pensamientos, no se da cuenta de la
intranquilidad de la chica. Esta termina su comida y deja el plato en el suelo.
- ¿No vas a preguntarme a donde voy yo? - cuestiona Dhalia mientras se enoja
levemente.
- No - responde Kurenai, y continua comiendo. Esto hace que se levante la
chica, mientras pisa el plato.
- Podrías preguntarlo por lo menos como muestra de amabilidad -
- Pero eso seria mentirte, ya que no me importa donde vayas. ¿Quieres que te
mienta? - La respuesta de Kurenai deja a la chica bastante sorprendida. Pero
aun así, su estado de enfado no cesa.
- ¡¡Eres un insensible!! - Dice, mientras se da la vuelta, esperando una
disculpa del chico. No obstante, este sigue comiendo. Al terminar, guarda el
plato, y se sienta de espaldas a la Dhalia. Esta también sentada, empezaba a
desesperarse. Pero de repente, nota como la espalda de Kurenai se apega a la
suya. Un escalofrío recorre su cuerpo. La escena muestra a los dos muchachos
apoyados espalda con espalda, el uno en el otro. Mientras, el fuego empezaba a
cambiar de color.
- ¿Y tu a donde vas a ir? - Pregunta finalmente el chico. Es muestra de
amabilidad, hace que Dhalia relaje la guardia, y también se apoye en la espada
de Kurenai.
- No lo sé, probablemente, tenga que seguir con mi misión... -
- ¿Aun con tu maestro muerto? -
- Aun por esas - Responde Dhalia. Un silencio recorre el ambiente, seguido
de la brisa nocturna. Gracias o por culpa de esta, los pelos de los dos chicos
se empiezan a mezclar, y se acumula sobre Dhalia. Esta empieza a reírse por lo
bajo.
- ¿Que te pasa? - pregunta el Kurenai
- Tus pelos me hacen cosquillas - responde entre risas y intentos de
despojarse de la cabellera de Kurenai. Pero este no se reía.
- ¿Cual es tu misión? - Cuestiona Kurenai.
- Tú. Tú eres mi misión. - La respuesta no tomó por sorpresa al muchacho.
Era de suponer que la misión de Akiwa era la misma que la de Dhalia. No
obstante, ya no le importaba tanto. Aunque le digiera que no quería que le
siguiera, ella lo haría. Para Kurenai era mejor tenerla cerca y no perderla de
vista, por si acaso.
- Bien, en ese caso, es hora de dormir. Mañana hay que levantarse temprano,
porque la luz de los dos soles no nos dejará dormir -
En otra parte, Dotaf se lavaba la cara en un pequeño riachuelo, a kilómetros
de donde estaban Kurenai y Dhalia. Secándose la herida de brazo y
limpiándosela, el tiempo se le había agotado, y tenia que dormir - "Mañana
no les dejaré escapar" - se propone la chica, mientras se prepara para
recostarse.
- ¿Otra vez durmiendo sola Dotaf? - Se oye una voz proveniente de un chico
moreno, con los ojos azules, y vestido como un sith.
- ¿Que quieres ahora Ruth? -
- Nada, solo venia a avisarte de que me uno al juego -
- ¿A que te refieres? -
- La eliminación del "Hijo del Dolor" y sus acompañantes, se a
convertido en una misión abierta, donde otros pueden participar si quieren -
Ruth se peina con la mano - Ahora todos podemos jugar.
- ¡¿Quién ha dicho eso?! - Pregunta Dotaf, sobresaltada.
- Él lo ha dicho - Responde Ruth mientras emprende su camino. Dotaf había
entendido perfectamente el mensaje. Ahora solo podía dormir, y darse prisa por
ser la que aniquile al chico.
- "otra vez durmiendo sola" - se repite a si mismo, mientras
intenta dormir.
Mientras, Dhalia no consigue conciliar el sueño, mientras mira a Kurenai
sentado intentando meditar. Era bastante raro, pero era cariñoso cuando se lo
propone. Dhalia no sabia bien porque le había dejado ir con él, pero tenia el
presentimiento de que llegarían a ser buenos amigos.
- ¿Porqué no duermes? - Pregunta Dhalia.
- Pueden atacarnos. Si nos atacan cuando estamos durmiendo, podré salvarme
yo, pero no podré salvarte a ti - Al decir esto, la chica ruboriza, pero
enseguida se recupera, mientras muestra una sonrisa maliciosa.
- ¿Estás preocupado por mí? - La pregunta hace que Kurenai de un pequeño
salto, pero sin mostrar expresiones en la cara.
- No, si te matan, 3 días más tarde, tendré a 5 jedis encima. Y prefiero
tener una simple y tonta padawan - Responde el chico, el cual dejo a Dhalia en
un estado de derrota.
- Tienes respuestas para todo ¿no? - Kurenai no responde a esta pregunta, y
sigue meditando.
- Bueno será mejor que no te preocupes. Los sith no suelen atacar por la
noche, ya que les resultaría más difícil pelear. Acuéstate un rato - al oír
esto, Kurenai recapacita sus acciones y se acuesta también. Separados por el
fuego, los chicos intentan reconciliar el sueño. Pero Dhalia aun no lo
consigue, se vuelca, y mira a Kurenai dormir. No emitía ni un sonido, además
dormía agarrando una de sus espadas. Era natural, siempre a dormido solo.
Seguro que al minino murmullo raro, encendería el sable.
- ¿Por qué no dejas de mirarme? No puedo dormir cuando alguien me mira -
aclara sorprendentemente Kurenai. La chica, muerta de vergüenza, se da la
vuelta. Pero se da cuenta que algo le molesta. Era la máquina donde metían los
datos nuevos que conseguían de Kurenai. Al abrirlo, se ve que solo tienen el
holograma y el dato de los midiclorianos. La chica aprieta un par de botones.
- Oye Kure ¿Como vamos a estar juntos, me puedes decir tu nombre verdadero?
- La chica, lista para apretar botones,, espera la respuesta. Pero el chico no
respondió, haciendo que Dhalia empezara a cerrar la máquina.
- Me llamo Lone, Lone Redstar. Llámame como quieras - La chica sonríe
mientras empieza a escribir el nombre, siempre con la precaución de que Kurenai
no la descubriera.
- Lone termina en "e". Ahora duérmete - responde el chico,
mientras Dhalia cierra la máquina, sorprendía de que no se quejara del hecho
que tomara datos de él. La chica, entrecerrando los ojos de sueño, consigue
leer las palabras escritas en la máquina. Las cuales en color verde decían:
"Parámetro aceptado, nuevo dato incluido.
Nombre.- Lone Redstar (Kurenai)"
Continuará...