Control de partido.

Para que un partido se desarrolle bajo un curso normal, y no ocurra nada extraño, es necesario que se tenga un control de todo lo que sucede en el mismo. Para ello, existen varios aspectos que debemos dominar y conocer, que serán muy útiles en situaciones comprometidas.

Buena presencia: la primera impresión es la que cuenta y la queda a la gente, por lo que debemos ir con el uniforme limpio, aseados y en las categorías pertinentes, bien vestidos.

Dominio del reglamento: fundamental, pero no podemos pretender que los entrenadores y jugadores de base lo conozcan exactamente igual que nosotros. El árbitro que crea que se sabe todo el reglamento y le domina de arriba- abajo, no sabe de baloncesto, ya que cuando menos te lo esperas aparece una situación novedosa y no planteada en el mismo. No se pueden tener dudas ni lagunas de reglamento en un partido.

Sentido común: aplicarle en situaciones de juego, ante varias opciones, tomar la mejor si es posible, o la menos mala en caso contrario.

Actitud: siempre positiva y de respeto hacia los demás, siendo tolerante en la medida que se pueda, pero no permitiendo que por ellos nos falten el respeto o consigan que el partido se descontrole.

Prepartido: hay que hablar con el compañero antes ante situaciones que siempre se producen en un partido (mecánica, colocación, zonas de responsabilidad, situaciones problemáticas). Anticiparse a determinadas situaciones ayudará a saber que hacer en ese momento.

Trabajo en equipo: contacto visual, cooperar con los compañeros ... En todo momento, en la pista en las únicas personas que hallaremos un apoyo incondicional, son los árbitros de mesa y nuestro compañero, por lo que se debe confiar plenamente en ellos.

Saber leer el juego de ambos equipos, para poder anticiparnos a situaciones de juego, colocándonos correctamente.

Conocimiento de tácticas de juego, nos servirá para encontrar una colocación adecuada, y lo comentado anteriormente: ANTICIPACIÓN.
Principio ventaja- desventaja: ser coherente con lo que se pita, y tratar de favorecer el juego de ataque, respetando en todo momento el trabajo bien hecho del defensor.

Mecánica de arbitraje. Con una buena colocación, tendremos resueltas muchas situaciones. Tener en cuenta que la mecánica se puede romper, y que interesa ver lo que realmente sucede en una jugada, no ser tan rígido mecánicamente y hacerlo bien, y que por ello exista un golpe, un codazo que no veamos y se descontrole el partido.

Señalización: a la altura de los ojos, con los dedos y brazos abiertos y con energía. Es lo que "vendemos" a la grada y a los entrenadores. Tenemos que ser totalmente creíbles y convincentes. El pitido también es importante (corto, seco y fuerte).

Forma física: sin ella no llegamos a obtener una buena colocación.
Concentración: no pueden existir lagunas a lo largo de un partido (ver artículo relacionado con el tema en esta misma página web).

Cooperar con jugadores y entrenadores: no complicar la vida a nadie, y mucho menos desquiciarles. Que sepan lo que se va a pitar y lo que no, pero fijarlo desde un primer momento y no estar cambiándolo contínuamente.

Saber estar: no ser el protagonista del partido. El protagonismo lo tienen los jugadores, y nunca los árbitros.

Explicaciones justas y a su debido tiempo.

Agilidad en las decisiones. Cuando el balón está en juego nadie se acuerda de lo que ha pitado el árbitro y se dedica al "objeto deseado": el balón.

Postpartido: ser críticos con uno mismo, sinceros y honrados. Valorar el trabajo realizado y recordar que TODO ES MEJORABLE.