El
criticón.
"LO IMPORTANTE NO ES LA REALIDAD,
sino la interpretación que yo hago de ella".
Así de esencial considera el criticón su juicio.
Este insoportable
juzgador cree tener el manual perfecto que describe
cómo debe hacer las cosas la gente que está
a su alrededor. El criticón ha
de advertirle en qué está usted equivocado,
para que él pueda sentirse bien.
Es un
implacable censurador del quehacer
ajeno. Con una frase, un gesto o un insulto desaprueba todo
lo que no se ajuste a sus normas, criterios y prejuicios personales.
Y lo hace directamente a la cara, o a las espaldas, descalificando
a los demás hasta convencerlos de que son unos estúpidos
o incompetentes. Se instala por encima
de todos, subido a un imaginario pedestal, del que
pocos se atreven a derribarlo.
Es obvio
que se dedica a la crítica sistemática de los
que actúan, porque él no hace nada. El criticón
es alguien que evita hacer cosas para observar
cómo las hacen los demás, y luego censurarlas.
Es como un excelente conductor de asiento trasero: ¡sabe
muy bien a dónde ir, pero no tiene ni idea de conducir!
EL EVANGELIO SEGÚN EL DIABLO.
El criticón es capaz de convencer a sus amigos
de que son aburridos, estúpidos o imbéciles,
con argumentos que, aunque les duela, parecen razonables y
justificados a sus víctimas.
Nadie
puede hacer nada correctamente teniendo cerca al criticón.
Con él, uno siempre se siente incómodo. Constantemente
hace advertencias, comentarios negativos, y acusaciones.
Y si no puede recriminarle nada en el momento, echa
mano de su archivo para mostrarle algún fallo
en el pasado, que a usted le recuerda otro, y otro más.
Esto le forma una larga y dolorosa cadena de asociaciones
que le dejan a usted moralmente hundido. Porque el criticón
jamás le recuerda sus logros o éxitos. Sólo
es capaz de advertir los defectos de los demás. En
su afán criticador no respeta ni a sus padres. Tal
vez se pregunte: ¿cómo se puede respetar a unos
padres que echaron al mundo un tipo así?
El criticón
juega con muchas armas. Entre las más efectivas están
las normas y los valores con los que, según él,
se debe vivir. Le encanta aleccionarlo
sobre por qué no debió usted comportarse como
lo hizo. Tiene una fácil predisposición a endosarle
magistralmente conferencias morales basadas en su propio evangelio.
Cómo usted debe pensar, sentir y actuar.
¿POR
QUÉ ACTUA ASÍ EL CRITICÓN?
El criticón se comporta de manera tan abyecta para
ganar poder, y control sobre usted. Ataca para hacerse valer.
Cree que su obligación es encontrar algo erróneo
en la conducta de los demás y lo
manifiesta en tono negativo y ofensivo. Ello refleja
el constante estado de insatisfacción en el que vive
este detestable juez.
El criticón
exige la perfección a los otros, porque vive
frustrado por su incapacidad para hacer cosas por sí
mismo. De ahí que invalide gratuitamente cualquier
actividad ajena, poniendo en evidencia su propia inoperancia.
El ataque sistemático a los demás desvía
la atención de su insuficiencia. Pero su táctica
le da muchas veces buenos dividendos: hace que los demás
aparezcan equivocados, lo que le sirve para mantener la supremacía
en sus relaciones personales. ¡Caiga quien caiga!
PEDAGOGÍA DEL DESPELLEJADOR.
La crítica es un arma de doble filo. Puede ser constructiva
si se usa exclusivamente para mejorar. No para ofender. Pero
puede ser destructiva si se emplea para rebajar la autoestima,
y hacer sentir mal al criticado. Éste es, lamentablemente,
el objetivo de la mayoría de insoportables. Vigile
usted de quién depende para su autoestima. Si depende
del criticón, este se irá apoderando de usted,
paso a paso, hasta que esté totalmente bajo su control.
Si por su posición, no le permite desvincularse de
él, podría usted acabar generando alguna enfermedad
psicosomática. Conviene, por tanto, que adopte alguna
táctica.
Como primera
medida, utilice una táctica amable tratando de detener
los avances del criticón. Dígale claramente
que usted hace, precisamente, lo que usted cree que debe hacer,
y que la forma en que usted decide comportarse
no tiene por qué coincidir con la suya. Subraye
que usted es el único que decide qué es lo apropiado
o no para usted mismo.
Si el
criticón persiste en corregir su conducta con comentarios
negativos, y usted no puede, o no es capaz de desconectarse
de él, limite su relación a lo imprescindible.
De esta manera, el criticón no tendrá demasiadas
oportunidades de ejercer su afición favorita. Con todo,
usted puede sacar algo positivo de este espécimen:
CÓMO
APROVECHARSE DEL CRITICÓN UTILIZÁNDOLO COMO
RECURSO.
Cuando esté sometido a la crítica, usted puede
aceptar aquella parte de la misma que le puede ser útil,
escuchándola con atención, y siguiendo estos
pasos:
1- Deje
terminar de hablar al criticón, no lo interrumpa aunque
dude de lo que dice.
2- No
analice los motivos por los que él lo critica. Esto
sería una manera de excusarlo.
3- No
permita que la crítica afecte a su autoestima, pero
recoja de ella- si la tiene- alguna enseñanza práctica.
Usted no es responsable de lo que es, ¡sólo de
lo que hace!
ENCARO
DIRECTO.
Si usted puede prescindir del criticón, use la confrontación.
Repítale textualmente a él, irónicamente,
todas las advertencias críticas que le dedica, para
que tome conciencia de lo desagradable que resulta recibir
este tipo de mensajes. Este acto de valor puede eliminar definitivamente
la conducta del criticón. Si pese a todo, no lo hace,
rompa su relación con él. Despídase de
él con un deseo: ¡si alguna vez te cruzas en
mi camino, espero ir conduciendo!
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