El trepa.
Dedicado a todos
aquellos que se dan por aludidos leyéndolo.
no se sorprenda nunca de que el trepa reciba
un premio por una idea que usted le contó.
¿Quién no ha oído hablar del trepa?
Este es, entre otros, uno de los más insoportables
tipos que pueblan el mundo. El trepa padece un virus
que le ha inflamado la ambición hasta extremos
incontrolables. Desgraciadamente, no se conocen vacunas
ni antídotos eficaces para erradicarlo. Su enfermedad
es mucho más fácil de diagnosticar que
de curar. Aunque el trepa no acude a consulta médica
porque convive a gusto con esta patología.
Por su parte, el
organismo de Salud Pública se ha limitado- como
en el caso del tabaco- a recomendar que el contacto
con el trepa puede ser perjudicial para sus compañeros
y colegas. Porque este ejemplar es invasivo, controlador,
manipulador, traidor, intrigante e hipócrita.
LLEGAR
ARRIBA A TODA COSTA.
En cualquier empresa,
uno asciende mediante un proceso gradual. Si trabaja
eficazmente durante varios años, y tiene la suerte
de que sus superiores se fijen en él, puede ascender
cuando al que está por encima lo despiden, se
jubila, o muere. Es lo que se llama ascenso por antigüedad.
Pero el trepa es un tipo muy motivado y no puede esperar
tanto tiempo. Quiere elevarse en globo, pues no puede
desperdiciar su valioso tiempo trabajando. Para ello
se vale de todo tipo de tretas, que son auténticas
trampas mortales para los que lo rodean. Cree en
el principio de que el fin justifica los medios. Ágil
como un mono, intenta trepar por el árbol jerárquico.
La ley del trepa
es la de la selva. No confía en nadie. No
puede respetar a sus amigos, porque no los tiene. Desprecia
a sus compañeros, con los que nunca hace
causa común. Aunque les hace creer que son sus
amigos. Que se preocupa por ellos como seres humanos.
Es su política para ganarse su confianza y poder
arrebatarles así alguna idea brillante. Esto
le permite auparse en la tarea colectiva, cabalgando
a lomos de sus compañeros.
SÍNDROME DE MÜNCHHAUSEN.
¿Cuáles
son las artimañas del trepa? Como se sabe, muchas
de las decisiones que han de tomarse en la empresa dependen
de la información. Datos, fórmulas, y
procedimientos que hay que conocer para que las cosas
funcionen. El trepa conoce perfectamente el valor que
hoy día tiene la información.
Puesto que ésta
es la clave para controlar muchas situaciones, la capitaliza
a su favor, para reforzar su imagen de pieza irremplazable
en el organigrama. En este sentido, el trepa padece
el síndrome de Münchhausen. Necesita convertirse
en imprescindible y refuerza esta dependencia atesorando
y manipulando la información. Aunque esta detestable
práctica les cueste el puesto a otros. ¡El
trepa consigue un impulso ascendente igual al número
de colegas que desaloja!
El trepa, junto
con el pelota, son los modelos oficinescos más
insoportables y socialmente odiados. Todos los miran
mal, salvo los ciegos. Los afectados por tan hipócrita
conducta abogan por una ley empresarial que los obligue
como a los camiones- a exhibir el distintivo
de mercancía peligrosa. Porque, realmente,
el trepa es mucho más pernicioso de lo que pudiera
sospecharse. No es posible, pues, mantener buena relación
con el trepa. Ni se puede bajar la guardia con él.
Sus celos profesionales y su enfermiza ambición
buscarán destruir a todo aquel que se interponga
en su camino.
¿POR QUÉ ACTUA ASÍ
EL TREPA?
La degradante conducta
del trepa puede obedecer a un complejo de inferioridad
causado por alguna deficiencia psicológica, física,
o sociológica. Pero, sin ninguna duda, el
trepa es una persona que, por unas u otras razones,
padece una baja autoestima. La única forma
que ve para elevarla es competir con deslealtad con
sus colegas.
NUNCA REGALE MEDIAS DE SEDA A
UN CERDO.
Es fácil
irritarse al descubrir las tretas y argucias que emplea
el treta para conseguir sus propósitos. Especialmente,
cuando usted es la victima profesional elegida. Usted
lo considera un compañero normal, incluso afectuoso,
hasta que se entera de que el jefe ya conoce una importante
iniciativa que usted iba a exponerle, y el trepa se
le ha anticipado atribuyéndose su creación.
O descubre que
sus superiores ya están enterados de algún
aspecto negativo de su trabajo, y que, en un acto de
confianza, le confesó al trepa por creerlo su
amigo. ¡Confiar en un trepa es tan incoherente
como poner medias de seda a un cerdo!
La única
estrategia eficaz para combatir a estos ejemplares de
zoo, para los que la lealtad, el compañerismo
y la amistad son conceptos desconocidos, es el afrontamiento
directo. Es decirle, que no va a entrar más en
su juego, y que por tanto, no le va a poder apuñalar
más por la espalda.
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