Cuando el descanso es entrenamiento.
En
el deporte, se buscan continuamente fórmulas para mejorar
el entrenamiento. Fórmulas que terminan por agotar
a los jugadores, que fatigan física y psicológicamente.
Sin embargo, el proceso de descanso, y recuperación,
pocas veces se tiene en cuenta.
Existen
muchos tipos de descanso y diferentes sistemas que deben recuperarse.
Cualquier planificación, y programación del
entrenamiento, debería estar construida sobre el principio
de las cargas progresivas. Sin embargo, bajo el pensamiento
de que cuánto más se entrena mejores resultados
conseguiremos, tratamos de imitar a los deportistas de alto
rendimiento, manejando rutinas interminables. Pensamos que
eso es lo más importante, sin caer en la cuenta de
que un deportista debe formarse superando etapas, en las que,
tanto el volumen y la intensidad, como la técnica,
fluctúan constantemente para permitir la adaptación
a un nivel superior de rendimiento.
Si
intentamos saltarnos estas etapas, progresaríamos rápidamente
a corto plazo, pero alcanzaremos peores resultados a medio
y largo plazo, corriendo el riesgo además de lesiones.
![](../../Imagenes/1.jpg)
Podríamos diferenciar dos tipos de descanso, y otros
tipos de recuperación, que se interrelacionan en un
complejo proceso de adaptación y supercompensación.
Si
te fijas, cuando estamos sentados en un cómodo sofá,
estamos descansando nuestros músculos y articulaciones,
pero la mente puede seguir trabajando. En estas circunstancias,
los músculos, el sistema cardiovascular y el sistema
energético estarían recuperándose, mientras
todo el sistema neuromuscular, encargado de transmitir y recibir
la información entre la mente y los músculos,
podría encontrarse en una situación poco favorable
para la recuperación.
El
segundo tipo de descanso, se daría cuando, por ejemplo,
estamos flotando en las aguas de un balneario. A diferencia
del primer ejemplo, los músculos y el corazón
estarían funcionando para mantener el equilibrio y
poder desplazarnos dentro del agua; sin embargo, el nivel
de activación nerviosa sería muy bajo por lo
que nuestro sistema neuromuscular estaría descansando
y, por lo tanto, recuperándose.
Cada persona asimila las cargas de entrenamiento de modo distinto.
Para que aprendas a escuchar a tu cuerpo, te contamos algunos
de sus signos más frecuentes:
1.
De pronto tu frecuencia cardiaca comienza a ser más
alta de lo habitual para ese entrenamiento, te sientes cansado
y no rindes bien.
2.
Al contrario, la frecuencia cardiaca marcha más baja
de lo normal, con lo que podrías pensar que te encuentras
en un mejor estado de forma, pero tu rendimiento y sensaciones
no son buenas. Seguramente tu sistema muscular o/y energético
no se ha recuperado convenientemente, o bien tu alimentación
no es la más correcta.
3.
Si a mitad de la sesión de entrenamiento te deshinchas,
seguramente necesitas aportar más energía en
las primeras comidas del día. Si ya comienzas el entrenamiento
cansado es porque necesitas mejorar o alargar el descanso
entre las sesiones.
4.
El caso más complicado se produce cuando un deportista
de cierto nivel y con unas circunstancias personales adversas
-que impiden un correcto descanso psicológico-, se
pasa con el volumen de entrenamiento técnico y/o intenso,
alcanzando un estado de fatiga crónica con un rendimiento
muy pobre: es un estado de sobreentrenamiento central del
cual resulta difícil salir y probablemente, tardes
meses en conseguirlo. Para prevenirlo, coloca periodos de
transición en tu planificación y microciclos
de descarga en tu programación.
|