La
calumnia.
Esta
es la definición de calumnia: “Acusación falsa, hecha con
malicia para causar daño”. A mi, esto me suena a muchas cosas
de la vida... donde menos te lo puedas esperar... en tu trabajo...
con tus “amigos”... y lamentablemente, también en el mundo
del entrenamiento de cualquier deporte... desde diferentes
épocas y culturas, los moralistas han reprobado este modo
de difamación, al que consideran peor que el asesinato
pues deja indefenso y herido al atacado.
La realidad demuestra que la calumnia («venganza de los cobardes»,
la llamó Benavente) es una poderosa y eficaz arma de destrucción,
no sólo por las heridas que inflige sino por la dificultad
de repararlas.
Aún la más inverosímil de las patrañas (“mentira
o noticia fabulosa, de pura invención”) divulgada
con ánimo de perjudicar, deja en el aire la duda, la sospecha,
la conjetura de su certeza. El calumniado no puede quedarse
quieto aguardando a que el tiempo imponga la verdad. Contra
los más básicos principios de la ley, tiene que demostrar
su inocencia, a menudo sin medios a su alcance para probarla.
Y, si llega a hacerlo, pocas veces conseguirá que llegue a
todos los oídos en donde se alojó el infundio (“mentira,
patraña, o noticia falsa, generalmente tendenciosa”). De ahí
que los moralistas de distintas épocas, culturas y creencias
hayan reprobado la calumnia considerándola
peor que el asesinato, puesto que provoca una especie de desorientación
o despojo existencial que arrebata al difamado de la confianza
social y le priva de cualquier posibilidad de reacción.
El Código Penal define la calumnia como «la imputación de
un delito hecha con conocimiento de su falsedad o temerario
desprecio hacia la verdad», y establece penas de prisión
o multa entre cuatro meses y seis años según sea la gravedad
del delito imputado y la publicidad con que se haya propagado.
Pero lo que no pueden medir las leyes y sus castigos es
el perjuicio moral ni el alcance humano y emocional de la
calumnia, que es en definitiva la peor de su consecuencias.
La calumnia más común es la causada
por el odio o la envidia, que hacen el mal por
si mismo y no buscan otra satisfacción que el daño ajeno.
Pero también la calumnia conoce otra variedad que podríamos
llamar 'estratégica', más premeditada,
urdida con fines prácticos y bien conocida por su uso habitual
como mecanismo de intoxicación política o de ataque al rival
en cualquier esfera de competencia. En la primera, más ciega
y más enfermiza, quizá valga el eximente patológico. En la
segunda, maquiavélica, la vileza de la acción viene agravada
por el provecho que se aspira a obtener. No obstante, tanto
en un caso como en otro, el perjuicio puede ser inmenso, y
de ahí que resulte ocioso establecer diferencias entre tipos
de calumnia.
Nadie puede permanecer impasible ante el ataque calumnioso.
Aunque le importe poco la opinión ajena, el calumniado
sabe que debe apresurarse a desmentir la falsedad. Por
muy seguro que esté de sí mismo y de la lealtad y el apoyo
de los suyos, siempre tendrá que tener presente esa debilidad
humana que abre las puertas a la duda. La calumnia
tiene su mejor cómplice en el piensa mal y acertarás que hace
tambalearse hasta las más firmes convicciones acerca de la
rectitud o la honradez de una persona, incluso una vez aclarada
la mentira. Se sabe de amistades a prueba de bombas que han
sucumbido al insidioso enredo de las maledicencias deliberadas;
el veneno de la calumnia ha roto parejas y ha desmembrado
familias, igual que ha provocado depresiones y sembrado discordias
irreparables.
Las relaciones humanas están llenas de equívocos y marrullerías,
pero ninguna tan baja como la de la calumnia, pues contamina
cuanto toca. “Quisiera ser ignorado -escribía Voltaire al
conde de Argental en 1737- pero no hay manera. Hay que resignarse
a pagar toda la vida un cierto tributo a la calumnia. Es verdad
que a mí me han puesto la tasa un poco alta, pero es que se
trata de un impuesto muy mal repartido”.
Citas famosas sobre
la calumnia:
- William Shakespeare: aunque seas tan casto
como el hielo y tan puro como la nieve, no escaparás de la
calumnia.
- Cicerón: nada se expande tan rápido como
una calumnia, nada se lanza con más facilidad, nada se acoge
con más presteza ni se difunde más ampliamente.
- Alexander Pope: las mejores frutas son las
que han sido más picadas de los pájaros; los hombres más de
bien son aquellos en quienes se ha cebado la calumnia.
- Proverbio turco: no hay montaña sin niebla;
no hay hombre de mérito sin calumniadores.
- Plauto: los que propagan la calumnia y los que la escuchan,
todos ellos deberían ser colgados: los propagadores, por la
lengua, y los oyentes, por las orejas.
Espero que este artículo nos haga
reflexionar a todos un poco, y que tratemos de basar nuestras
relaciones desde el respeto, la cordialidad, la consideración,
la tolerancia, la compostura...
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