Test
al entrenador del Real Madrid, Carlos Queiroz.
![](../Imagenes/queiroz030829.jpg)
¿Cómo
le han sentado las primeras críticas?
Los palos sólo los sientes si los recibes, si no te
tocan no pasa nada. Mi trabajo es entrenar, el de los periodistas
es criticar. Algunas me pueden servir
para mejorar, pero ignoro las que son inútiles.
¿Y
está preparado para ser juzgado todos los días?
¿Ha
oído el cuento del burro, el viejo y el niño?
Pues iba el niño montado en el burro y el viejo andando.
Se encontraron a gente y les decían. ¿Cómo
puede ir el viejo andando, a su edad? Cambiaron y se subió
el viejo. Se encontraron a gente y les decían. ¿Cómo
puede ir el niño andando, tan pequeño? Se subieron
los dos y se encontraban a gente que seguía pareciéndoles
mal, no subió ninguno y la gente seguía criticando...
Esto es igual. Si oyes a todos no puedes
hacer tu trabajo. Y mi trabajo es tomar decisiones.
¿Sabe
que dicen que el entrenador del Madrid sale más en
la tele que el presidente del Gobierno?
Sí. (Risas) Forma parte de nuestra cultura, de nuestra
sociedad. Es exagerado, pero yo no estoy veinticuatro horas
pensando en el fútbol. Si fuera así en lugar
de cabeza tendría un balón.
Hay
que vivir el fútbol con sentido del humor.
¿Nos lo tomamos todos demasiado en serio?
¡Imagínate!
Si salgo más que el presidente del Gobierno que es
quien se ocupa de la seguridad, la economía, la educación,
la salud... O te tomas esto con humor o nada tiene sentido.
El fútbol no es, no puede ser, una cuestión
de vida o muerte.
¿Y
entiende entonces a esos que no cenan cuando su equipo pierde?
Mire, yo odio perder, pero no me odio a mí mismo cuando
pierdo. Se puede perder porque has fallado o porque el otro
ha sido mejor. Si has fallado lo que
hay que hacer es mejorar, si el otro es mejor hay que admirarlo
y respetarlo.
Parece
muy tranquilo, muy equilibrado. ¿Nunca pierde los nervios?
Alguna vez... Pero lo que se le
pide a un entrenador es que tome las decisiones con la cabeza
fría, que no se deje llevar por las emociones.
![](../Imagenes/queiroz_escucha030625.jpg)
Ya,
pues un estudio en Inglaterra decía que la mitad de
los entrenadores de la Premier tenían problemas cardiacos.
Sí. (Risas) Es que es normal también, en el
banquillo el corazón late muy deprisa, pero con los
años yo he aprendido a controlarme. De todas formas,
el día que esté en un
banquillo y no sienta esa sensación, la del corazón
latiendo, lo dejaré. Significará que
todo me da igual.
Oiga,
a todo el mundo le caía muy bien Del Bosque. ¿Se
ha tenido que esforzar mucho por ser aceptado?
Yo no puedo ser Schumacher, no quiero serlo, y no quiero
ser Del Bosque, ni Ferguson. Dios me dio la oportunidad de
ser único. Sólo puedo ser Carlos Queiroz. Si
le gusto a la gente, bien. Si no, mala suerte.
¿En
algún momento lo ha pasado mal desde que llegó?
No. Tengo más ilusión todavía. Ya
no tengo veinte años, no tengo tiempo que perder, no
me queda mucho. ¿Por qué voy a desperdiciar
una oportunidad con la que todos sueñan? Sería
una estupidez. Hay que vivir el presente, disfrutar de la
simplicidad de la vida.
¿Ni
siquiera con lo de Makelele?
No es una situación fácil, pero el
aficionado lo que quiere es que le dé soluciones, no
que llore ni que le cuente mis problemas.
Ha
vivido usted en Sudáfrica, en Japón, en Estados
Unidos, en Inglaterra. ¿Dónde siente que está
su casa?
Mi casa está allí donde me traten con cariño
y tenga trabajo. Mi casa está donde me quieran.
¿De
verdad es fácil tratar con jóvenes estrellas
millonarias?
No, no es fácil. Pero hay dos cosas, la primera
es que el Madrid es lo único importante y nadie está
por encima, la segunda es que cada uno
tiene derecho a su individualidad, a su personalidad.
Hay que buscar el equilibrio entre ambas cosas. Y no es que
cada uno haga lo que quiera, sino conocer a la gente y estimularla.
Mi misión no es ser su amigo.
¿Cuántas
veces le han dicho que si va a emplear mano dura?
Muchas, muchas (Risas). Los que opinan así es que
deben tener algún problema en casa. Son los que creen
en los militares, en la polícía, como única
salida. La autoridad sólo se
consigue con credibilidad. Sólo.
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