CAPÍTULO 3: EL PODER VATICANO
Cardenales en la Capilla Sixtina
Pero la maquinaria diplomática del Vaticano sería
de poco valor si el Papa tuviera que depender sólo de ella. Lo
que da su tremendo poder al Vaticano no es su diplomacia como
tal, sino el hecho de que detrás de su diplomacia está la
Iglesia, con todas sus múltiples actividades abarcando al mundo.
El Vaticano como centro diplomático no es sino un aspecto de la
Iglesia católica. La diplomacia Vaticana es tan influyente y
puede ejercer tan gran poder en el campo diplomático-político
porque tiene a su disposición la tremenda maquinaria de una
organización espiritual con ramificaciones en cada país del
planeta. En otras palabras, el Vaticano, como un poder político,
emplea la Iglesia católica como institución religiosa para
ayudar al logro de sus metas. Estas metas a su vez buscan
principalmente fomentar los intereses espirituales de la Iglesia
católica.
El papel doble de los miembros de la Jerarquía católica automáticamente
ejerce una influencia recíproca sobre esas innumerables
organizaciones religiosas , culturales, sociales, y finalmente
políticas, conectadas con la Iglesia católica que, aunque
ligadas principalmente a la Iglesia en el terreno religioso,
pueden en un momento dado servir directa o indirectamente para
fines políticos. Debido a la gran importancia de la maquinaria
religiosa de la Iglesia católica para la estructura política,
es esencial que examinemos su forma jerárquica-administrativa-religiosa,
cómo se la hace funcionar, quiénes son sus gobernantes, qué
diversas organizaciones comprende, en qué campos ellos ejercen
su influencia, y finalmente, pero no menos importante, con qué
espíritu se imbuye y cómo trata con los importantes problemas
que afectan a nuestra sociedad contemporánea.
La Iglesia católica es una tremenda organización con
ramificaciones mundiales, y entonces necesita alguna forma
de maquinaria central, independiente de su naturaleza o propósito
inmediato y final, para permitirle centralizar y coordinar sus múltiples
actividades. Esta maquinaria central se aloja casi completamente
en los recintos del Vaticano, y sus diversos componentes
conforman el Gobierno de la Iglesia católica.
El ejecutivo de la Iglesia católica está, aproximadamente
hablando, dividido en tres: la Secretaría de Estado, el Colegio
de Cardenales, y las Congregaciones. Pero todos están
incondicionalmente subordinados, y dependen de la voluntad
absoluta del eje sobre el que gira la Iglesia católica entera,
tanto como institución religiosa o como un poder político -el
Papa. Él es la Cabeza absoluta en materias religiosas, morales,
éticas, administrativas, diplomáticas, y políticas; él es la
única fuente de poder; sus decisiones deben ejecutarse, porque
en la Iglesia católica y el Vaticano su voluntad es ley; él es
el último monarca absoluto en el mundo, el poder de ningún
dictador político es comparable al poder ilimitado del Papa en
todas las materias. Él no necesita rendir cuentas a ningún ser
humano por sus acciones, siendo Dios su único juez.
Segundo al Papa es el Secretario de Estado que tiene jurisdicción
en la administración de la Iglesia católica. El Secretario de
Estado del Vaticano correspondería en el Gobierno civil moderno
a una combinación de Primer Ministro y Canciller. Su
departamento es el más importante y poderoso en toda la
administración Vaticana, y todas las otras secciones, aun cuando
completamente religiosas, deben someterse a las decisiones del
Secretario de Estado. Él puede ejercer una influencia personal
no poseída por ningún otro miembro de la Iglesia. Él no es
responsable ante nadie en la Curia sino sólo ante el Papa.
El Secretario de Estado es la Cabeza política del Vaticano. Es a
través de él que el Papa lleva a cabo sus actividades políticas
en todo el mundo. Debido a su importante rol es él quien está
en el contacto más íntimo con el Papa a quien ve todas las mañanas
por lo menos y muy a menudo varias vez por día, para discutir y
decidir sobre todas las cuestiones conectadas con las actividades
del Vaticano como poder político.
Todas las semanas el Cardenal Secretario de Estado recibe a todos
los representantes acreditados ante la Santa Sede y entrevista a
todos los que vienen al Vaticano para dar información. Él
es responsable por cada carta mandada, por la designación de
cada nuncio. Se designan funcionarios de la Curia por su
recomendación. El Papa es muy dependiente de su Secretario de
Estado, y nadie está tan estrechamente identificado con su poder
absoluto.
En el Gobierno diplomático y administrativo del Vaticano el
Secretario de Estado tiene tres departamentos principales.
El primero es la Congregación de Asuntos Eclesiásticos
Extraordinarios por el cual se deciden todas las materias políticas
y diplomáticas importantes. Es un comité de Cardenales, y su
estatus puede compararse con aquel de un gabinete en un Gobierno
moderno.
El segundo es el Secretario de Asuntos Ordinarios, o "Il
Sostituto", tal como a veces se lo llama. Él trata, como un
Subsecretario de Estado, con materias que se relacionan a los
cuerpos diplomáticos acreditados ante el Vaticano, eventos políticos
actuales, el envío de agentes Vaticanos. Como muchas otras
naciones, el Vaticano tiene un departamento de código, y una
sección especial de este segundo departamento se ocupa de la
preparación y el examen de expedientes, el examen de pedidos de
condecoraciones, medallas, títulos, etc. Al estallido de la
Segunda Guerra Mundial este trabajo requería la dedicación
completa de no menos de seis editores, diez taquígrafos, y siete
archivistas.
El tercero es la Cancillería de Breves, la vieja Secretaría de
Breves que fue absorbida dentro del Departamento de Estado en
1908, la Secretaría de Breves a Príncipes, y la Secretaría de
Cartas latinas. Un Breve normalmente se usa para otorgar un honor
o para anunciar un impuesto especial. "Los Breves a Príncipes"
son hoy Breves a reyes, presidentes, primeros ministros, e
incluso obispos y personas de menor importancia. Cuando no trata
con cuestiones religiosas, sino diplomáticas o políticas, un
Breve no es sino una hoja de papel llevada por el nuncio o por un
enviado. Lleva la firma del Papa. La tarea de la Secretaría de
Cartas latinas es corregir las misivas del Papa -es decir las encíclicas.
El oficio de Secretario de Estado data del Renacimiento. En un
documento esclarecedor, escrito en 1602 por el Papa Sixtus V, son
enumeradas las cualidades necesarias para un Secretario de Estado:
El primer ministro del Vaticano debe saber todo. Debe haber leído
todo, entendido todo, pero no debe decir nada. Él incluso debe
conocer las piezas representadas en el teatro, debido a la
información que ellas contienen de tierras distantes. [sic]
El origen de la Secretaría ha de remontarse hasta la "Camera
secreta" de los Papas de la edad media quienes ya a menudo
tenían relaciones diplomáticas sumamente delicadas con los
diversos Poderes. Su correspondencia especial era escrita así
como despachada por notarios equivalentes a los miembros de un
Gabinete en un Gobierno europeo moderno. A tal correspondencia no
se le daba la publicidad de "Leyes", sino que sólo era
conocida para la "Camera secreta."
En el decimoquinto siglo esta "Camera secreta" se volvió
un instrumento indispensable del Papa. Los Breves llegaron a ser
un modelo de diplomacia. Un nuevo funcionario, el "Secretarius
Domesticus", era responsable por ellos.
León X dividió el trabajo entre el "Secretarius Domesticus",
cuya tarea se volvió el marco de las comunicaciones oficiales, e
"il Segretario del Papa", el secretario privado del
Papa, cuyo trabajo era esencialmente político y que estaba
encargado de las instrucciones para los agentes políticos del
Papa de toda Europa: los nuncios. Originalmente, este secretario
tenía poca influencia, pero con el paso de los años se volvió
todopoderoso. Según la Constitución de Pío IX, en 1847, antes
de la desaparición del Estado Papal, el Secretario era un "verdadero
primer ministro". Con la creación del Nuevo Estado Vaticano
la importancia del papel del Secretario de Estado aumentó
enormemente, y, como ya se dijo, su influencia en toda la Curia,
y de hecho en todo el mundo católico, solamente llegó a ser
segunda a la del Papa.
El Sagrado Colegio de Cardenales sigue en importancia luego del
Secretario de Estado en la esfera diplomático-política, pero lo
antecede en el el campo puramente religioso. Eso no significa,
por supuesto, que los cardenales, los pilares principales de la
Iglesia católica como institución religiosa, sean
insignificantes en la dirección de materias diplomáticas y políticas.
Lejos de eso -ellos son instrumentos responsables de primera
magnitud en la conformación y ejecución de la política general
del Vaticano.
La función primaria de los miembros del Sagrado Colegio
Cardenalicio es actuar como una especie de Concilio Privado del
Papa. El cardenalato desciende directamente de la organización
eclesiástica de la antigua Roma; la Santa Sede dio el título de
cardenales a los canónigos de sus iglesias (la palabra se deriva
de cardo y significa pivote o bisagra). Hasta este día
los cardenales son, de hecho, lo que su nombre implica.
Durante la Edad Media, las nominaciones Papales estaban sujetas a
la aprobación del Sagrado Colegio. Pero este procedimiento trajo
seria turbación a la Iglesia, y en 1517 Julio II lo abolió.
Desde esa fecha todas las promociones, nominaciones, etc.
dependen de la voluntad absoluta del Papa.
Los cardenales tienen su Iglesia titular en Roma. Ellos son
"Príncipes de la Iglesia" y, hasta hoy, todavía
tratan a los pocos reyes que permanecen en un pie de igualdad,
como sus "estimados primos". Incluso repúblicas como
la francesa reservan para los cardenales un lugar sobre el de los
embajadores, y en la etiqueta internacional ellos retienen todavía
su posición de príncipes de la sangre.
Los cardenales han jugado papeles políticos muy importantes en
el pasado, y continúan haciéndolo así. En tiempos modernos
ellos han producido reacciones significativas de varias naciones
católicas y no-católicas que consideran con gran interés su
"representación" en el Sagrado Colegio y han conocido
el poder y la influenciado que los cardenales ejercen en la
actitud de la Iglesia hacia problemas religiosos, diplomáticos,
y políticos en todos los países del mundo.
Los miembros del Sagrado Colegio de Cardenales no pueden exceder
los setenta. Ellos están divididos en dos grupos: aquellos
cardenales que dirigen los asuntos católicos en sus áreas
metropolitanas locales, y aquéllos que se establecen en Roma y
cuya tarea es la de aconsejar al Papa. Como ya hemos visto, el más
importante cardenal es el Secretario de Estado.
Para el estallido de la Segunda Guerra Mundial había dos
dificultades principales que una nación tenía que superar antes
de que uno de sus nacionales pudiera recibir la "gorra roja".
Una era la tradición de que el número de cardenales no debe
exceder 70; la otra era la tradición de que la mayoría debe ser
italiana. La segunda costumbre, sin embargo, está desechándose
gradualmente. En 1846, por ejemplo, había sólo 8 cardenales no
italianos, pero Pío IX, en su reinado de 32 años, creó 183
cardenales de los cuales 51 eran extranjeros, y en 1878 había 25
cardenales no italianos vivos. En 1903 el número permaneció
inalterado, con 1 americano y 29 italianos. En 1914 había 32
italianos y 25 extranjeros, 3 de los cuales eran americanos. En
1915 había 29 italianos y 31 extranjeros. En enero de 1930
estaban distribuídos así:
Austria..........................2 | Hungría.......................1 |
Bélgica...........................1 | Irlanda.............................1 |
Brasil............................1 | Italia..................................29 |
Canadá...........................1 | Portugal............................1 |
Inglaterra............................1 | España................................5 |
Francia.............................7 | E.U.A..............................4 |
Alemania............................4 | Polonia.................................2 |
Holanda............................1 | Checoslovaquia................1 |
En 1939 había 32 cardenales italianos y
32 cardenales extranjeros de los cuales cuatro vinieron de los
Estados Unidos de América.
Con el advenimiento de la paz (1945) el Papa Pío XII continuó
el curso que sus predecesores habían emprendido, y en febrero de
1946 dio el paso inaudito de crear 32 nuevos cardenales en una
sola ceremonia, la nominación más grande de este tipo que Roma
ha visto durante más de trescientos años. De éstos,
bastante significativamente, sólo 4 eran italianos. Del resto, 3
eran alemanes, 3 franceses, 3 españoles, 1 armenio, 1 inglés, 1
cubano, 1 húngaro, 1 holandés, 1 polaco, 1 chino, 1
australiano, 1 canadiense, 4 norteamericanos, y los 6 restantes
latinoamericanos. Era la primera vez que la Iglesia había
investido a un chino con las túnicas de un cardenal (Obispo
Tien, Vicario Apostolico de Tsing Tao), y la primera vez que había
conferido semejante honor a un australiano (Arzobispo Gilroy, de
Sydney). Pero además de la ruptura de la regla no escrita (un número
preponderante de italianos), y de llevar a la Curia al primer
australiano y al primer chino, Pío XII hizo otro movimiento
ominoso: la creación de varios cardenales cuyo propósito
principal era obviamente fortalecer la influencia de la Iglesia
en los países anglosajones (4 en los Estados Unidos de América,
1 en Gran Bretaña, 1 en Canadá, y 1 en Australia), mientras la
designación de 4 cardenales en los Estados Unidos de América y
6 en América del Sur mostró inequívocamente que la Iglesia
estaba más decidida que nunca a extender su poder sobre el
continente americano.
Además de actuar como los electores de los nuevos Papas, y como
Consejeros en la Santa Sede, los cardenales son en la teoría y
en la práctica los gobernantes absolutos de las Iglesias a su
cargo en los diversos países del mundo, teniendo solamente una
autoridad por encima de ellos a quien ellos deben obedecer
ciegamente en fomentar el bienestar de la Iglesia católica
universal -el Papa. Ellos le deben obediencia ciega, no sólo
en lo religioso, sino, cuando es necesario, en materias sociales
y políticas también, y aunque en teoría ellos pueden seguir
una línea cuasi-independiente en problemas políticos, en
realidad ellos deben obedecer al Papa a través de su Secretario
de Estado, quien es a su vez un cardenal.
Y así los cardenales, además de formar los fundamentos en los
que la Jerarquía católica se erige, también son los pilares de
la Iglesia católica como una institución política. Ya sea
establecidos en los diversos países del mundo (como una regla
como primados) o sea como residentes en el Vaticano, donde ellos
normalmente son cabezas o miembros de los diversos Ministerios,
ellos son los pilares religiosos, administrativos, y políticos
de la Iglesia católica.
Las actividades de la Iglesia católica son muchas e invaden
numerosas esferas. Ha sido necesario, por consiguiente, como con
cualquier otra gran administración, separarlas en departamentos
individuales aunque coordinados, a los cuales el Vaticano llama
Congregaciones. Por ello, la palabra "Congregación",
en este sentido, no debe confundirse con su significado ordinario
de los miembros de una iglesia. En este caso las Congregaciones
son el equivalente de los Ministerios de un Gobierno civil
ordinario.
Las Congregaciones romanas comenzaron a existir aproximadamente
en el siglo dieciséis, después de la Reforma, cuando la Iglesia
católica, para resistir a sus enemigos, tuvo que reorganizarse
en líneas más modernas. Desde entonces, las Congregaciones
romanas han trabajado para el Papa en todas sus actividades
delicadas. Ellas son el poder central y administrativo de la
Iglesia católica, y en ciertos respectos no difieren mucho de la
maquinaria de un Estado moderno, con sus diversas ramas
administrativas de gobierno. De la misma manera como cualquier
Ministerio en un Gobierno civil está encabezado por un Ministro,
cada Congregación romana tiene a su cabeza un prefecto. Este
prefecto es un cardenal fijado por el Papa, o en algunos casos el
Papa mismo actúa como prefecto. Además del Cardenal Prefecto,
el Papa fija a menudo otros cardenales para dirigir a los
funcionarios y empleados que normalmente son eclesiásticos pero
en algunos casos laicos de distinción.
Sería útil examinar brevemente la historia y propósito de los
Departamentos Ministeriales de la Iglesia católica, porque cada
uno tiene una tarea fija para realizar y trata con materias específicas
que, muy a menudo, afectan a millones de católicos del mundo.
Frecuentemente es a través del trabajo de estos Ministerios que
la Iglesia católica ejerce influencia y presión sobre sus
miembros. La mayoría de las Congregaciones es de un carácter
esencialmente religioso, pero por esa misma razón ellas son
factores poderosos que la Iglesia católica no duda en emplear
para presionar religiosa y moralmente sobre el católico
individual y sobre porciones colectivas de las poblaciones católicas
del mundo.
El Gobierno Central de la Iglesia católica está dividido en
tres grupos principales, cada uno estrechamente relacionado a los
otros, y bajo una dirección. Ellos son: las Sagradas
Congregaciones, los Tribunales, y los Oficios. Nosotros daremos
una mirada a cada uno, contentándonos con apenas mencionar
algunos, pero estudiando en más detalle aquéllos que se
relacionan estrechamente a ese aspecto de la Iglesia católica
que está siendo estudiado en este libro. Empezaremos con el
menos importante.
LAS CONGREGACIONES
1. La Congregación para los Asuntos
de los Religiosos. Esta congregación, fundada en 1586,
cuidaba las Órdenes Religiosas (no debe ser confundida con el
cuerpo que trata con la estructura de San Pedro).
2. La Congregación Ceremonial. Trata con la etiqueta de
la Corte Pontifical. El prefecto es el Decano del Sagrado Colegio.
3. La Congregación de los Sagrados Ritos. Creada por
Sixto V. Está a cargo de las beatificaciones y las
canonizaciones.
4. La Congregación de la Disciplina de los Sacramentos.
Data de 1908. Trata de asuntos conectados con la disciplina
sacramental, con particular consideración al matrimonio. Las
Regulaciones de esta Congregación tratan con la anulación de
matrimonios y materias similares que afectan a los laicos católicos.
5. La Congregación de Seminarios, Universidades, y Estudios.
Fue creada en 1588 como la Sagrada Congregación de Estudios, y
recibió su título actual en 1915. Su tarea original era dirigir
la enseñanza en los Estados Papales; luego su supervisión se
extendió a las universidades católicas incluyendo aquéllas en
Austria, Francia, Italia, etc. En su actual estado, controla
todas las instituciones de instrucción superiores cuyas Cabezas
son católicas.
6. La Congregación de la Iglesia Oriental. Las diversas
Iglesias en el Cercano y Lejano Oriente involucran mucho trabajo;
entonces fue creado este departamento en 1917. Hasta entonces era
parte de la Propaganda Fide. Es encabezada por el Papa
mismo. Ciertas Iglesias en el Oriente Cercano siguen un ritual
diferente pero asociado al ritual de la Iglesia católica romana.
Éstas son las Iglesias griega, rusa, rumana, y armenia. Puede
ser de interés notar, por ejemplo, que mientras la Iglesia Greco-rumana
tiene más de 1,000,000 miembros, las iglesias griegas-rutenas
maronitas cuyos ritos y oraciones son una mezcla de sirio y árabe.
Los Melquitas griegos cuyos ritos son en árabe y
ceremonias en griego, cuentan con más de 100,000. Más de 100,000
armenios se encuentran esparcidos entre Hungría y Persia,
mientras que en Persia, Kurdistán, e Irak (Mesopotamia) hay 40,000
Sirio-Caldeos. En Egipto hay más de 10,000 seguidores de los
ritos cópticos, y en Abisinia los etíopes suman aproximadamente
30,000. Hay incluso en el Indostán aproximadamente 200,000 católicos
que siguen los ritos sirios de Malabar. Además están los
puramente sirios, los puramente griegos, y los greco-búlgaros,
etc.
7. La Congregación del Concilio. Compuesta
originalmente por ocho cardenales, encomendados para la dirección
del Concilio de Trento. Hoy el Concilio ya no existe, pero la
Congregación trata principalmente de la disciplina del clero en
todo el mundo y de la revisión de Concilios. Puede compararse a
un gran Ministerio del Interior.
8. La Congregación Consistorial. Esta Congregación
tiene muchas afinidades con el Santo Oficio en su versión
moderna. Tiene la misma Cabeza, a saber el Papa, y el mismo deber
de completo secreto para los cardenales y otros empleados en ella.
Fundada en 1588 y reorganizada al principio de este siglo [siglo
XX para el autor]. Además de preparar los consistorios, su tarea
principal es la nominación de obispos en todo el mundo, y la
creación y mantenimiento de diócesis (provincias o condados de
la Iglesia católica). es una especie de Departamento de Personal.
Del mismo emanan todas las medidas disciplinarias que la Iglesia
católica juzga necesarias para controlar su clero en todos los
países. Por ejemplo, el castigo de sacerdotes por transgredir
sus deberes o por asociarse con instituciones o personas hostiles
a la Iglesia católica, o con partidos políticos a los que la
Iglesia católica desaprueba. Cuando tratemos de la política del
Vaticano en varios países nos encontraremos con muchos tales
ejemplos. En esta fase bástenos con citar el caso de la
prohibición Vaticana (non expedire) emitida en 1929 contra todos
los sacerdotes americanos que quisieran unirse o se habían unido
al Rotary Club, siendo la razón la de que el Club estaba bajo la
influencia predominante de Masones y políticos. Esta Congregación
podría asemejarse a un "Scotland Yard" Eclesiástico.
9. La Congregación de Asuntos Eclesiásticos Extraordinarios.
Como ya hemos tenido ocasión de ver, al tratar con la Secretaría
de Estado, esta Congregación es una de las más importantes en
el Vaticano. Ciertamente es la más importante en el Vaticano
como un centro político. Es la sección por la cual la política
del Vaticano es concebida, examinada, y ejecutada, y fue creada
por Pío IV, en 1793, con el propósito primario de regular los
asuntos eclesiásticos en Francia. Después, en 1814, Pío VII
asignó a ella el derecho de examinar y juzgar todos los asuntos
sometidos ante la Santa Sede. Esta Congregación trata todos los
problemas del Vaticano de una naturaleza eclesiástica y, sobre
todo, política. Examina las relaciones diplomáticas del
Vaticano con otros Estados, partidos políticos, etc., y negocia
esos muy importantes tratados políticos y religiosos característicos
de la diplomacia Vaticana -los Concordatos. Su prefecto es el
Cardenal Secretario de Estado.
10. La Congregación del Santo Oficio (antiguamente más
popularmente conocida como la Inquisición)
La Inquisición es un tribunal eclesiástico encargado del "descubrimiento,
castigo, y prevención de la herejía". Se instituyó
primero en el sur de Francia por el Papa Gregorio IX, en 1229, y
estaba basado en el principio de que "la verdad tiene
derechos cuyas demandas deben ser mantenidas y promovidas en las
acciones de la justicia secular no menos que de la eclesiástica.
El error no tiene ningún derecho y debe ser abandonado o
desarraigado" (Enciclopedia Católica).
La Inquisición se creó originalmente con el propósito de obrar
la aniquilación completa de losAlbigenses, y fue el principio de
una serie de similares matanzas de herejes a lo largo de la Edad
Media. Fue temida justificadamente en toda la Cristiandad por su
ferocidad contra todos los sospechados de herejía -a saber,
todos los que dudaban de los dogmas de la Iglesia católica, aquéllos
que se atrevían a cuestionar su autoridad o verdad, o aquéllos
que se atrevían a rebelarse contra la autoridad del Papa.
La institución alcanzó la perfección con la Inquisición española
establecida por el Rey Fernando y la Reina Isabel en 1478, con la
autoridad de Papa Sixto IV. Su objeto era proceder contra los
convertidos del Judaísmo (Marranos) que volvían al judaísmo,
judíos encubiertos, y otros apóstatas. Se extendió a los moros
cristianos (Moriscos) que estaban en peligro de apostasía. Se
estableció en la América española, y desde aproximadamente
1550 hasta el siglo diecisiete mantuvo a España libre del
Protestantismo.
La Sagrada Congregación del Santo Oficio se erigió en 1542 como
una continuación y sustitución de la Inquisición Romana
Universal, y desde 1917 ha tomado el trabajo de la suprimida
Congregación del Índice. Su ocupación es la protección de la
fe y la moral, el juzgamiento de la herejía, la enseñanza dogmática
(ej. contra indulgencias o para enfatizar los impedimentos al
matrimonio de católicos y no-católicos), el examen y prohibición
de libros peligrosos para la fe o de otro modo perniciosos. El
prefecto de esta Congregación es el Papa mismo, quien preside
personalmente cuando se anuncian decisiones de importancia.
La Sagrada Congregación Suprema del Santo Oficio, según el
canonista, era la autoridad más alta en la Curia romana, y tenía
el privilegio único de hacer decisiones doctrinales en materias
relacionadas al dogma y la moral. Muy a menudo el Papa asumió la
responsabilidad judicial por sus decisiones, imponiendo su propia
autoridad en las acciones de la Congregación.
¿Ha desechado la Iglesia católica la teoría y práctica del
Santo Oficio? Nosotros desearíamos poder contestar
afirmativamente, pero ése no es el caso. Ella todavía sostiene
la teoría de que "la verdad tiene derechos cuyas demandas
deben ser mantenidas y promovidas en las acciones de la justicia
secular no menos que de la eclesiástica", y por verdad la
Iglesia católica quiere decir su propia verdad, porque "fuera
de la Iglesia católica no hay y no puede haber ninguna verdad."
En teoría la Iglesia católica mantiene el mismo espíritu del
Santo Oficio de tiempos anteriores. En la práctica no puede
hacer lo que acostumbraba, no tanto porque haya cambiado, sino
porque el mundo y la sociedad han cambiado y no le permitirán
actuar como en el pasado.
Que la Iglesia católica no ha desechado sus demandas como
estaban corporizadas en el Santo Oficio está demostrado por el
hecho de que incluso en este nuestro siglo veinte todavía
intenta hacer sentir sus demandas dondequiera que puede. Por
supuesto, eso sólo es posible donde el Estado moderno se ha
sometido completamente a la Iglesia católica. Pero es allí
cuando la Iglesia católica queda al descubierto con el espíritu
de la Inquisición, aun cuando en una forma suavizada. Ese espíritu,
de hecho, se ha mostrado en los dos Estados Católicos modelos:
El Portugal de Salazar y, sobre todo, la España de Franco, donde
las personas eran enviadas a la carcel por el delito de negarse a
asistir a Misa los domingos, y donde el Protestantismo fue
perseguido sistemáticamente, en muchos casos pastores
protestantes fueron enviados a la prisión e incluso fusilados (ver
el diario católico, El Universo, de enero de 1945).
Otro ejemplo típico del espíritu que todavía inspira al Santo
Oficio ocurrió después de la Primera Guerra Mundial, cuando
publicó (en 1920) una carta dirigida a todos los obispos
italianos requiriéndoles "vigilar una organización que...
insufla indiferencia y apostasía hacia la Religión católica."
Esto referido a la Asociación Cristiana de Jóvenes que, durante
y después de la guerra, había intentado ayudar la moral del
pueblo italiano por medio de numerosas actividades filantrópicas
a lo largo del país. El Vaticano, buscando muchas ocasiones de
desalentarla, declaró que la organización no era sino un centro
para el protestantismo italiano y americano, y una amenaza al
Catolicismo, aunque en realidad todo lo que la Y.M.C.A. [Young
Men's Christian Association] hacía era vender cigarros y
chocolate y organizar funciones teatrales, conferencias, etc.
para los soldados.
Muchas personas, sobre todo en Norteamérica, no podían creer
que el Vaticano estuviera contra esta organización hasta que, en
febrero de 1921, el Secretario de Estado (quien también era la
cabeza del Santo Oficio) hizo pública una carta prohibiendo a
cualquier católico estar en contacto con la Y.M.C.A. La carta
empezaba: "Los más Eminentes y Reverendos Cardenales, que
son, al igual que el escritor cuyo nombre es adjuntado,
inquisidores generales en materias de fe y moral, desean que los
Ordinarios [los Obispos] presten atención vigilante a la manera
en la que ciertas nuevas asociaciones no católicas, con la ayuda
de sus miembros de toda nacionalidad, han estado acostumbradas
ahora y desde hace algún tiempo a poner trampas al fiel, sobre
todo a la gente joven.
"Ellos proporcionan toda clase de abundantes medios, pero en
realidad corrompen la integridad de la Fe católica y arrebatan
los hijos de su Madre, la Iglesia.
"Con la pretensión de traer luz a la gente joven, ellos los
alejan de la enseñanza de la Iglesia establecida por Dios, y los
incitan a buscar la separación de su propia conciencia y a
buscar dentro del estrecho círculo de la razón humana la luz
que debe guiarlos...
"Entre estas sociedades... bastará con mencionar a la que
dispone de los medios más considerables: nos referimos a la
sociedad llamada la Asociación Cristiana de Jóvenes.
"Todos ustedes que han recibido del Cielo el mandato
especial de gobernar la grey del Maestro son implorados por esta
Congregación para emplear todo su celo en preservar a su gente
joven del contagio de cada sociedad de este tipo...
"Pongan en guardia al imprudente y fortalezcan las almas de
aquéllos cuya Fe está vacilando ...La Sagrada Congregación
requiere que en cada región un acto oficial de la Jerarquía
declare prohibidos todos los órganos diarios, periódicos, y
otras publicaciones de estas sociedades cuyo carácter pernicioso
es manifiesto, con vista a sembrar en las almas de los católicos
los errores del racionalismo y el indiferentismo religioso..."
(5 de noviembre de 1920, Cardenal R. Merry Del Val, Secretario).
Esta prohibición todavía estaba en vigor para todos los buenos
católicos durante la Segunda Guerra Mundial, y el Vaticano ha
hecho lo mejor para desalentar a los soldados católicos y
civiles de tener algo que ver con esa sociedad en particular o
cualquier otra de su tipo. Tal acción típica de esta Congregación,
en el siglo veinte, no necesita ningún comentario. Sólo
demuestra la exactitud de nuestra aseveración de que la Iglesia
católica no ha cambiado el espíritu que le hizo establecer la
Inquisición en la Edad Media, y que solamente nuestros tiempos
le impiden usar medidas más drásticas para imponer su voluntad
en la sociedad moderna.
El Santo Oficio no tiene ya mucho alcance para ejercer su espíritu
en el mundo moderno y recientemente se amalgamó con la
Congregación del Índice de la cual trataremos en breve.
LOS TRIBUNALES
1. La Sagrada Rota Romana
La Rota Romana es el tribunal en el que son atendidos por la
Curia romana todos los casos que se relacionan a la Jerarquía
católica y que requieren un procedimiento judicial con juicio,
tanto en lo civil como en lo criminal. La Rota Romana también es
conocida por millones como el Tribunal de la Iglesia católica
que de vez en cuando anula matrimonios. Ella ha tratado con
nombres históricos famosos, y sus decisiones han tenido
consecuencias de largo alcance, religiosas, sociales, y políticas.
Baste mencionar nombres como Enrique VIII, los Borgias, y Napoleón.
El procedimiento que debe ser seguido por un católico que busca
anular su matrimonio es como sigue: El caso es oído en la corte
diocesana. Un oficial, el "defensor vinculi" sostiene
la validez del matrimonio. El obispo puede declarar la nulidad,
según la Ley Canónica, si hay prueba de que una de las partes
del matrimonio no se bautizó, o si estaba en órdenes sagradas,
o si estaba obligada por los votos de castidad, o si tenía
otro marido (o esposa) vivo (o viva), o si la pareja estaba
emparentada tan cercanamente que ese matrimonio estaba prohibido.
Si el "defensor", o las partes que buscan la anulación
de su matrimonio, no están satisfechos, pueden apelar a la Rota
Romana.
Los casos llevados ante la Rota, sin embargo, son muy pocos, y
aquéllos que tienen éxito todavía menos. Durante la década
1920-30 de los 350,000,000 católicos se llevaron a la Rota sólo
442 casos de los que 95 eran apelaciones contra previos intentos
no exitosos. En 1945, de 80 pedidos de decretos de nulidad de
matrimonio considerados, se concedieron 35.
2. La Signatura Apostólica
Ésta es la Corte Suprema de la Iglesia católica. El Tribunal
data del decimoquinto siglo y deriva su nombre del hecho de que
los prelados encargados de examinar toda clase de peticiones
tenian que someter sus respuestas a la firma Pontifical. Despues
de la abolición del Poder temporal de la Iglesia católica ésta
fue cerrada. Pero Pío X la reinstaló, y, en su forma moderna,
su tarea especial es tratar con asuntos matrimoniales. Esta Corte
Suprema está compuesta de seis cardenales
3. La Penitenciaría Sagrada (y la concesión de Indulgencias)
La necesidad por crear una autoridad que tratara con las demandas
que presionaban cada vez más y más y que venían de todas
partes del mundo para la absolución de ciertos crímenes, hizo
que la Sagrada Penitenciaría fuera formada. Data de 1130, cuando
el Papa Inocencio II se reservó para sí mismo "la absolución
de los crímenes de persecusión contra el clero, dondequiera que
ellos se hayan cometido". Hoy este Tribunal está encabezado
por un cardenal que tiene un cargo vitalicio, y una de cuyas
tareas es la de dar la absolución del Papa en su lecho de muerte.
Uno de las más curiosas funciones del tribunal es tratar con
confesiones y la concesión de indulgencias.
Se practica en tres iglesias -a saber San Pedro, San Juan de Letrán,
y Santa Maria Maggiore. Cada uno de estas tres iglesias tiene un
confesionario, provisto de una vara muy larga.
"Los sacerdotes que ocupan estos confesionarios son parte
del Tribunal de la Penitenciaría. Ellos son, de hecho, llamados
propiamente los "penitenciarios", quienes visitan las
tres basílicas y quienes, al encontrar al peregrino arrodillado
en un estado de gracia, extienden la larga vara del confesionario
y como una señal de clemencia, tocan la cabeza del arrodillado,
lo levantan, y le conceden una indulgencia" (ver The
Vatican, Seldes).
¿Qué es una indulgencia? "La remisión ante Dios del
castigo merecido por los pecados cuya culpa ha sido perdonada en
el sacramento de Penitencia o debido a un acto de perfecta
contrición, concedida por la autoridad eclesiástica competente,
por la Tesorería de la Iglesia católica, por la vía de la
absolución al viviente, por la vía del sufragio al muerto"
(Enciclopedia Católica).
Las indulgencias son plenarias o parciales. La indulgencia
parcial remite una parte del castigo merecido por el pecado, en
algún momento dado; la proporción se expresa en términos de
tiempo (por ejemplo treinta días, siete años, etc.) Las
Indulgencias adjuntas a las oraciones se pierden por cualquier
adición, omisión, o alteración. Es completamente esencial para
ganar una indulgencia, aunque sea pequeña, que el pecador esté
en un estado de gracia.
Es fácil de imaginar la influencia que la Iglesia católica
puede así ejercer sobre el católico individual por este sistema
de conceder una especie de póliza de seguro espiritual para la
próxima vida. Nosotros, aquí, no tenemos el derecho de discutir
el sistema de indulgencias desde un punto de vista religioso o
teológico, pero llamamos la atención sobre su existencia para
mostrar qué arma tan poderosa ellas son para permitir a la
Iglesia católica ejercer autoridad sobre sus miembros. Esta
presión espiritual es aun más fuerte cuando uno considera que,
además de las diversas indulgencias adquiridas meramente a través
de la oración y otros actos de devoción, la Jerarquía de la
Iglesia católica puede conceder también indulgencias según su
juicio. Así los obispos, los cardenales, y el Papa pueden
concederselas al Fiel.
Por supuesto, el Papa es el dador Supremo. Al Papa solo, "por
Autoridad divina, le está encargada la dispensación de la
tesorería entera de la Iglesia católica". Las autoridades
inferiores en la Iglesia católica pueden conceder sólo las
indulgencias especificadas en la Ley Canónica; los cardenales
pueden conceder 200 días, los arzobispos 100 días, los obispos
50 días. Nadie puede aplicar indulgencias a otras personas
vivientes, sino que todas las indulgencias Papales pueden
aplicarse a las almas en el Purgatorio, a menos que se afirme
otra cosa.
Las indulgencias apostólicas pueden ser plenarias o parciales
cuando son bendecidas personalmente por el Papa o por sus
delegados. La indulgencia sólo puede ser ganada por la primera
persona a quien el objeto bendecido se da, y depende de recitar
ciertas oraciones.
A través de este instrumento espiritual, la Iglesia católica
como tal, no sólo gana gran autoridad sobre el fiel, sino que es
capaz, por pretender aliviar el castigo en el próximo mundo, de
ejercer gran presión sobre las pautas religiosas y morales de
sus miembros, mientras que al mismo tiempo se refuerza la
autoridad espiritual del Papa.
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