CAPÍTULO 5: LAS ÓRDENES RELIGIOSAS

Ignacio de Loyola, fundador de los Jesuitas

Además de la inmensa maquinaria de administración religiosa en países Cristianos y no Cristianos, hay otra gran maquinaria que, aunque no tan bien conocida, es no obstante de la mayor importancia en el avance de los poderes espirituales y políticos de la Iglesia católica. Está formada por las diversas Órdenes religiosas y semirreligiosas que dependen de la Santa Sede y cuya tarea es principalmente la de consolidar y hacer penetrar en cada estrato de la sociedad en todas  partes del mundo, el dominio de la Iglesia católica.  
 
Hay algunas Órdenes religiosas consagradas exclusivamente a la contemplación religiosa; hay otras cuyo propósito es educar a la juventud, especializarse en la instrucción, tratar con obras de caridad u hospitales, influir en cuestiones sociales, etcétera. Ellas tienen monasterios, conventos, escuelas, misiones, periódicos, y propiedades en prácticamente cada país Cristiano, además de extenderse, como las misiones, por todo el globo. Muchas de ellas, de hecho, trabajan para las misiones.  
 
Hay numerosas Órdenes religiosas, para los hombres así como para las mujeres. Ellos forman un ejército silencioso pero muy ocupado y eficaz de la Iglesia católica. Éste no es el lugar para un examen detallado de sus actividades particulares, y nosotros sólo señalaremos algunas de las características principales de los Jesuitas que, indudablemente, vienen primeros entre muchas Órdenes famosas, como los franciscanos, los dominícos, los agustinos, etc. Tomamos el ejemplo de los Jesuitas porque ellos están relacionados estrechamente con el fortalecimiento de la autoridad Papal en el mundo. De hecho, la causa primaria para la creación de la Orden era la necesidad de especiales soldados y defensores de la teocracia absoluta del Papado. Ignacio de Loyola, ex soldado de fortuna, impartió su espíritu militar a la nueva Orden. Él hizo de ella una compañía luchadora y la llamó la Compañía de Jesús, así como una compañía de soldados a veces toma el nombre de su General.  
 
De los diversos votos, el de obediencia fue considerado el más importante: completa, absoluta, incuestionable, ciega, no crítica obediencia a las órdenes de la sociedad, una rendición completa del pensamiento y el juicio individual, un abandono absoluto de la libertad. En una carta a sus seguidores en Coimbra, Loyola declaró que el General de la Orden está puesto en el lugar de Dios, independientemente de su sabiduría personal, piedad, o discreción; que cualquier obediencia que no alcanza a hacer propia la voluntad del superior, en el afecto interior así como en el efecto exterior, es floja e imperfecta; que ir más allá de la letra de una orden, incluso en cosas abstractamente buenas y loables, es desobediencia, y que el "sacrificio del intelecto" es el tercer y más grande grado de obediencia, y es agradable a Dios, cuando el inferior no sólo quiere lo que el superior quiere, sino que piensa lo que él piensa y se somete a su juicio, tanto como sea posible para la voluntad influenciar y guiar. (H.G. Wells, Crux Ansata.)  
 
La fórmula del voto Jesuítico final es:  
 
"Yo prometo al Dios Omnipotente, ante  Su Madre  la Virgen y la hueste celestial entera, y a todos los presentes; y a ti, Reverendo Padre General de la Sociedad de Jesús, que está en lugar de Dios, y a tus sucesores: Pobreza Perpetua, Castidad y Obediencia; y de acuerdo a esto: un cuidado peculiar en la educación de muchachos según la forma contenida en las Cartas Apostólicas de la Sociedad de Jesús y en su Constitución."  
 
Ésta es la significativa petición presentada al Papa por un pequeño grupo de los primeros Jesuitas, para la elección del General de la Orden. El General -decía ésta- 
 
"... .debe distribuir oficios y grados a su propio placer, debe formar las reglas de la constitución, con el consejo y la ayuda de los miembros, pero teniendo el poder de comandar el solo en cada caso , y debe ser honrado por todos como si el propio Cristo estuviera presente en su persona. Así en la orden de los Jesuitas, la obediencia toma el lugar de cada motivo o afecto; obediencia, absoluta e incondicional, sin un pensamiento o cuestionamientos acerca de su objeto o consecuencias". (La Historia de los Papas, de Ranke.)  
 
El Jesuita----  
 
" ...con la renuncia más ilimitada de todo derecho de juicio, en total y ciego sometimiento a la voluntad de sus superiores, debe resignarse a ser llevado, como una cosa sin vida -como la vara, por ejemplo, que el superior tienen en su mano, para ser tornado hacia cualquier propósito que le parezca bueno a él". (La Historia de los Papas, de Ranke.)  
 
De esta manera el General llegó a ser un dictador absoluto, comparable sólo con los dictadores más intransigentes del siglo veinte, porque el poder concedido a él de por vida es la facultad de manejar esta obediencia incondicional de miles; no hubo ni habrá uno ante quien él sea responsable por el uso hecho de esta.  
 
"Todo el poder se deposita en él para actuar como pueda ser mas conducente para el bien de la sociedad. Él tiene ayudantes en las diferentes provincias, pero éstos se confinan estrictamente a las cosas que él nombra a su placer; él recibe o despide, distribuye o provee, y puede decirse que ejerce una clase de autoridad papal en una escala pequeña". (La Historia de los Papas, de Ranke.)  
 
Así la Compañía de Jesús se volvió, y todavía es, una teocracia dentro de una teocracia. Su rígida maquinaria fue creada para ayudar en el logro de la meta de la Compañía -el fortalecimiento de la autoridad de la Iglesia por medio de la educación de la juventud, de la predicación, y del trabajo misionero. Empezó fundando colegios en muchos países, y cuando su fundador murió tenía diez colegios en Castilla, cinco en Aragón y cinco en Andalucía, y muchas casas en Portugal. Sobre las colonias portuguesas los Jesuitas ejercieron un dominio casi completo, y ellos tenían miembros en Brasil, India Oriental, y las tierras entre Goa y Japón, y un provincial fue enviado a Etiopía. Los colegios y casas existieron en Italia, Francia, Alemania, y otros países europeos.  
 
Desde entonces, a lo largo de los siglos y en todos los países, los Jesuitas han seguido con su trabajo de consolidar el poder religioso y político de la Iglesia católica. Ellos han alcanzado una extraordinaria perfección y destreza en entrenar a los jóvenes para los oficios elevados en la propia Iglesia católica o en los Gobiernos civiles. Como un historiador Jesuita escribió:  
 
"Muchos están brillando ahora en la púrpura de la Jerarquía a quienes nosotros teníamos hace poco en los bancos de nuestras escuelas; otros están comprometidos en el gobierno de Estados y ciudades". (Orlandini).  
 
Este entrenamiento de las clases gobernantes espirituales y temporales ha hecho de los Jesuitas inclinados a entrometerse en los eventos religiosos y políticos. Sus actividades en las esferas políticas de todos los países han sido innumerables, y ésa es la causa principal de que hayan sido continuamente perseguidos, expulsados, o desterrados por los reyes, emperadores, y Gobiernos de todos los tipos, incluso por los más devotos reyes y países católicos. De hecho, debido a sus continuas interferencias e intrigas en la política de muchos países de Europa, así como en el de la Iglesia católica, el Papa mismo fue obligado a suprimir la Orden por completo.  
 
Eso fue en 1773, y el Papa involucrado fue Clemente XIV, quién durante muchos años había recibido las quejas de los soberanos y Gobiernos de Europa con respecto a la interferencia en materias públicas de los Jesuitas, que fueron acusados de ser "perturbadores de la paz pública".  
 
Sin embargo, en 1814, la Orden fue restaurada universalmente. Desde esa fecha los Jesuitas han continuado extendiéndose, y en muchos países ellos retienen todavía el cuasi monopolio de la educación, con excelentes colegios y universidades. Ellos serán encontrados detrás de las altas instituciones educativas, la Prensa, la radio, los partidos políticos, y los Gobiernos, como tendremos ocasión de verlo en los capítulos siguientes.  
 
¿Se ha debilitado el espíritu primario y los motivos con los cuales Ignacio de Loyola creó la orden? ¿Ha disminuido su tremenda disciplina? Hoy ellos son exactamente iguales que los primeros miembros de la Orden; ellos son tan poderosos, tan diestros, tan tenaces e inflexibles en su meta única de fortalecer la Iglesia católica en el mundo como lo han sido siempre. Sus grandes cualidades y su gran organización por todo el mundo obran más infatigablemente que nunca para ese fin. Como la propia Iglesia católica, y como muchas otras Órdenes religiosas, ellos han dividido el mundo en provincias, a fin de extender más fácilmente su influencia. Estas provincias son gobernadas por provinciales, bajo el Superior-General que reside en Roma y quien está en contacto constante con el Papa mismo. Que su Superior general deba estar en constante y directo contacto con el Papa es entendible cuando uno recuerda que la Compañía de Jesús vino a la existencia para defender y extender el poder, religioso y político, del Papado. El Papado es apoyado por un inmenso ejército, compuesto de la Jerarquía entera, las Órdenes religiosas, y los fieles; pero los Jesuitas son sus más fanáticos y diestros soldados -ellos son, de hecho, las tropas de choque del Papa.  
 
Cada Jesuita hace un voto sumamente importante -en adición al voto de obediencia y los otros dos ya mencionados- y es como sigue:  
 
" ...realizar lo que sea que el Papa reinante ordene, adentrarse en todas las tierras, entre los turcos, paganos o herejes, dondequiera que le plazca enviarlo, sin vacilación o tardanza, sin  preguntas, condición, o premio."  
 
Hoy la Compañía de Jesús es la Orden más poderosa de su tipo, teniendo miembros, trabajando para extender la primacía del Papa en los lugares más delicados e influyentes, en lo religioso, lo educativo, lo social, y a menudo en los campos políticos. Es la maquinaria más dinámica a disposición del Papa; una poderosa teocracia que trabaja continuamente y con fanatismo para extender  la gran teocracia de la Iglesia católica en el mundo.  
 
Además de los Jesuitas y las otras numerosas Órdenes puramente religiosas, la Iglesia católica ha intentado adaptarse a la sociedad moderna creando nuevas organizaciones que, debido a su  naturaleza religiosa, social, y política, son quizás más aptas para influir en su ambiente que las antiguas Compañías religiosas. Estas organizaciones se han creado durante el último siglo y el siglo presente, y son muy numerosas. Sus actividades se dedican sobre todo a la educación y la asistencia social. Mencionaremos sólo dos.  
 
La primera es la Salesiana -una compañía de lo que pueden llamarse "sacerdotes laicos". Fue fundada el siglo pasado, y su trabajo principal es dirigir colegios y cuidar del bienestar espiritual y físico de estudiantes y obreros. Ellos serán encontrados en muchos países de Europa, y sobre todo en América del Sur.  
 
Otra organización típica de este tipo es la Compañía de San Pablo. Es aún más "laica" que la Salesiana, porque sus miembros han desechado todas las señales exteriores de su estado. Como su contraparte más antigua, los Jesuitas, esta Compañía tiene un carácter político importante. Su objeto principal es neutralizar y luchar contra  las influencias del Socialismo y del Comunismo, sobre todo  a través de instituciones sociales y educativas. Fue fundada recientemente, en 1920, por el Arzobispo de Milán.  
 
Sacerdotes y laicos y mujeres son igualmente elegibles para la membresía; ellos residen en casas separadas, pero se reunen para trabajar. Los sacerdotes deben tener un grado en ley canónica, teología, u otra ciencia; otros deben tener un grado universitario o deben pasar un examen de ingreso. Todos deben tener menos de treinta años al entrar. Se hacen votos simples y se renuevan anualmente. Ningún hábito religioso es llevado, y los miembros son alentados a tener lazos de estudio, amistad, y trabajo fuera de la Compañía, para que puedan vivir en estrecho contacto con el mundo.  
 
Entre los trabajos de la Compañía están hospicios, imprentas con varias publicaciones, incluyendo un diario, misiones, escuelas, y centros de entrenamiento técnico. Fuera de Italia la Compañía está establecida en Jerusalén, Buenos Aires, y otros centros. Como algunas otras de su tipo, esta Compañía se especializa en distritos de trabajadores, entrenando a los obreros jóvenes en sus centros para implantar tempranamente en sus mentes la enseñanza social de la Iglesia católica, y así neutralizar la enseñanza Socialista. Para este propósito está abriendo continuamente centros de entrenamiento técnico, centros de descanso, bibliotecas, clubes deportivos, etc.  
 
Además de estas Órdenes religiosas o semirreligiosas, el Vaticano controla otros tipos de organizaciones, a veces de una naturaleza aparentemente religiosa, a veces completamente social. No es raro para las tales organizaciones contar sus adherentes en millones.  
 
Por citar un ejemplo, el Apostolado de Oración, la Liga del Sagrado Corazón. Papa tras Papa lo bendijeron, y el Papa Benedicto XV dijo que todos los católicos deben ser miembros de él. Su propósito principal es unir a tantos católicos como sea posible en oración privada y comunal, con el propósito de rogar la protección de Dios para la Iglesia católica, por el Papa, por la extensión del Catolicismo en el mundo, y por una Paz Universal (que, por supuesto, significa una Paz católica). Hoy la Liga tiene un número de miembros de más de 30,000,000, y su diario, Mensajeros, se publica en cuarenta idiomas.  
 
En Gran Bretaña está la organización La Espada del Espíritu que está bajo el mando directo del Arzobispo Cardenal. Su objetivo es extender el Catolicismo a través de la Prensa, folletos, libros, actividades culturales y sociales, etc.  
 
Después están muchas asociaciones completamente laicas que superficialmente no tienen nada que ver con el Vaticano. No obstante, en materias sociales, culturales, y políticas ellas dependen de instrucciones de la jerarquía local o de Roma. En Inglaterra, por ejemplo, está: el Concilio Nacional de Mujeres Católicas, la Liga de Mujeres Católicas, el Concilio Nacional de Juventud Católica, la Asociación de la Federación Católica, etc. Un movimiento cultural formado durante la Segunda Guerra Mundial es la Nueva Asociación del Hombre. En todos los países europeos y americanos existen innumerables organizaciones de este tipo. En los Estados Unidos de América la más influyente y adinerada es la Asociación de los Caballeros de Colón.  
 
Pero la más importante de estas nuevas organizaciones, creadas por Papa mismo y dependiente directamente del Vaticano y que la Iglesia católica usa para avanzar con los tiempos modernos, es la Acción católica, o la Liga Católica. Su tarea principal es mantener y extender las ideas católicas y principios en la sociedad moderna, a través de actividades sociales, culturales, y políticas.  
 
La Acción Católica fue creada para proporcionar a la Iglesia católica una organización menos comprimida que los Partidos católicos en los diversos países, pero no obstante capaz de influir permanentemente con ideas católicas en las tendencias sociales y políticas. Semejante organización pudo penetrar los estratos sociales y políticos más discretamente, y así lograr los mismos objetivos que los viejos Partidos católicos sin incurrir en sus riesgos y responsabilidades.  
 
Durante el período entre las dos guerras mundiales, el Papa Pío XI sacrificó muchos Partidos católicos con esta idea en vista. Él creó este nuevo movimiento, unitario en carácter, que unió estrechamente a los hombres comunes con la Jerarquía y lo equipó para la acción pública sobre todos los partidos, defendiendo intereses religiosos, la familia, la educación católica, los principios católicos, etc. La Acción Católica, declaró el Papa, era la niña de sus ojos. Tan así que no sólo hizo conocer  su existencia a muchos Gobiernos, sino que insistió en que una de las cláusulas principales de cualquier Concordato que él hiciera con algún país fuera que este incluyera el reconocimiento diplomático de la Acción Católica.  
 
Las actividades de la Acción católica abarcan todos los campos, del intelectual al manual, del social al político. Está organizada de tal manera que el trabajo principal de puertas para afuera es llevado a cabo por hombres católicos comunes que no obstante están conectados estrechamente con la Jerarquía católica y son dirigidos por ella -la cual, por supuesto, se mueve a la voluntad del Papa. De hecho, la unión íntima con la Jerarquía (lo cual significa con el Vaticano) es el principio principal de la Acción Católica:  
 
"La Jerarquía tiene el derecho de ordenar y dar instrucciones  y directivas. La Acción Católica pone todas sus potencialidades y todas sus energías a disposición de la Jerarquía. Además de la obediencia completa a las directivas de la autoridad eclesiástica, como incluso la autoridad civil viene de Dios, los miembros de Acción católica también deben prestar el respeto debido a la autoridad civil, y leal y fielmente servir sus prescripciones legítimas (Papa Pío XII, septiembre de 1940).  
 
¿Cuáles son los objetivos de la Acción católica?  
 
" ...apunta a desarrollar, en acuerdo con la Iglesia, una actividad social santa y caritativa, para inspirar y restaurar donde sea necesario el verdadero vivir católico; en una palabra, para Catolizar o re-Catolizar el mundo..."  
 
En las palabras del Rev. R. A. MacGowan, otro clérigo católico, Director Auxiliar de la Conferencia Nacional Católica de Bienestar, la Acción católica trata con "las cuestiones en el campo de la legislación y la economía, pero sólo en sus aspectos distintamente religiosos y morales, y no como lo hacen los partidos políticos."  
 
El autoritativo periódico católico Commonweal, en una declaración más clara, define la meta de la Acción Católica como "procurar cambiar y ajustar todo pensamiento religioso, moral y social y económico y el curso de la vida moderna a las normas católicas de pensamiento y acción para extender el reino de Cristo."  
 
Es muy evidente (y, de hecho, admitido por las declaraciones de la propia Iglesia) que la Acción Católica es el arma más poderosa y moderna usada por la Iglesia católica para intentar amoldar la sociedad según sus principios. Éste es un intento racional e intrépido de burlar el juego abierto de la política, y emplear la creencia religiosa y la organización religiosa para ganar metas políticas que, a su vez, sirvan para extender las ideas religiosas.  
 
Así la Iglesia católica, con justicia o sin ella, interfiere en política, en este caso indirectamente a través de viejas y nuevas organizaciones semirreligiosas o semilaicas ; y no puede honestamente negar que interfiere con los problemas temporales de los pueblos. La demarcación entre lo espiritual y lo físico, lo temporal y lo divino, siempre ha sido muy difícil. Hoy se ha vuelto imposible. Si éste no fuera el caso, las cosas serían mucho más fáciles para la Iglesia católica así como para la sociedad. Desgraciadamente, la mayoría de los problemas son "las materias mixtas", y todos los que niegan que la Iglesia católica está obligada a interferir en problemas políticos debe recordar el comentario hecho por la Reina Catalina que dijo que la demarcación entre lo temporal y lo espiritual es a veces imposible. El ciudadano católico está obligado a tratar con la política, porque, como el Papa Pío XI, el fundador de la Acción Católica, lo expresó: "El mismo hombre, según la naturaleza de su tarea, actúa ya como católico, ya como ciudadano". Sus actividades diarias no pueden ser nítidamente divididas en compartimentos estancos. Como George Seldes acertadamente lo dice:  
 
"El espíritu religioso es una fuerza viviente que no puede envasarse como categorías y especies con bien pegadas etiquetas."  
 
"Finalmente", y citamos al mismo escritor, "es claro que el armazón de la Acción Católica provee la máquina más formidable para la centralización universal que uno puede imaginar en nuestro tiempo". Y si el lector al mismo tiempo recuerda todas las otras compañías completamente religiosas, semirreligiosas, y laicas, o asociaciones que existen, él comprenderá qué formidable maquinaria tiene a su disposición la Iglesia católica para alcanzar todos los estratos de la sociedad, para extender sus principios y así afirmar su autoridad en el mundo moderno.  
 
Es obvio que aunque, en los aspectos técnicos y administrativos, esta maquinaria se asemeja mucho a la de un Gobierno moderno, tal parecido es sólo superficial. Porque las diversas Congregaciones o Ministerios han sido creadas por medio de una complicada e inmensa red de intereses espirituales y  materiales. Sus campos no tienen límite de ningún tipo, sus actividades se sienten en todos los continentes, y están a disposición de una sola voluntad -la del Papa.  
 
Aunque cada Congregación tiene una bien planeada rutina a seguir y tiene sus propios problemas particulares con que tratar (las Congregaciones tienen sus encuentros regulares diarios, semanales, y mensuales), ellas pueden reducir o ampliar sus actividades según los planes del Papa.  
 
Como ya hemos mencionado, el Pontífice Supremo, al contrario de cualquier primer ministro, presidente, rey, o dictador, puede ejercer en cualquier sección del Vaticano una presión personal ilimitada. Ningún dictador antiguo o moderno ha celebrado un poder alguna vez comparable con el del Papa. Él no tiene ningún control de ninguna especie encima suyo; él no necesita dar cuenta de sus acciones a nadie, ni siquiera al Colegio de Cardenales. Toda la complicada maquinaria del gobierno de la Iglesia católica cuyos brazos se extienden a todos los rincones de la tierra está a disposición completa e incontenible de un hombre -o, quizás, dos hombres: el Papa y su Secretario de Estado.  
 
Ahora, habiendo visto cómo funcionan el gobierno de la Iglesia católica y el Vaticano, y habiendo adquirido algún conocimiento sobre la inmensa influencia que los dos pueden ejercer en muchos estratos de la sociedad dondequiera haya católicos, miremos lo que los Papas que gobiernan la Iglesia católica de nuestro tiempo piensan sobre los grandes problemas que han agitado al mundo durante los últimos cincuenta años. Al saber por qué principios se guía el Papa, será más fácil de evaluar la actitud futura y la consiguiente política del Vaticano con respecto a los candentes problemas del Secularismo, el Liberalismo, y el Autoritarismo, las ideologías sociales y políticas inspiradoras de la Democracia, el Socialismo, o el Fascismo. Porque fue el apoyo u hostilidad de los Papas hacia estas formas de gobierno lo que causó que el Vaticano se oponga o favorezca a ciertas ideologías modernas, sistemas políticos, y naciones en lugar de otros, y determinó así la política del Vaticano en nuestro siglo. 

Capítulo 6

 

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