UNIÓN CON ROMA

Capítulo 2, continuación

 

8. Otra objeción puede ser considerada aquí. 

 

Algunas personas han alegado, que puesto que la Profecía es interpretada mejor por su cumplimiento, y como no todos están de acuerdo interpretando estas profecías Apocalípticas de manera semejante, aplicándolas a Roma, y puesto que Roma niega que sean aplicables a ella, por consiguiente ellas no deberían ser interpretadas así. 

 

Pero una pequeña consideración mostrará la falacia de esta alegación. 

 

De hecho es verdad, que la Profecía es mejor interpretada por su cumplimiento; y que si no puede demostrarse con certeza por investigadores francos, inteligentes, y atentos,  que estas Profecías se han cumplido en parte en la Iglesia de Roma, entonces seguramente habría una fuerte presunción de que ellas no se han cumplido así. 

 

Pero, porque el cumplimiento no sea reconocido universalmente, y, particularmente, no sea reconocido por la Iglesia de Roma, no es por consecuencia verdadero, que ellas no se hayan cumplido. 

 

Todos los Cristianos están de acuerdo en que ya se han cumplido las Profecías del Antiguo Testamento, acerca del Mesías, hace casi  dos mil años, en la persona de Jesucristo. Y sin embargo, hasta esta hora, los paganos no creen esto; y, lo que es más, los judíos que mantuvieron esas profecías en sus manos y eran los más interesados en la consumación de esas profecías, no reconocen su cumplimiento, sino que obstinadamente lo niegan. 

 

Pero, preguntémonos, ¿Significa que este rechazo del cumplimiento en cualquier grado invalida la verdad de esas profecías, o que vuelva menos cierto su cumplimiento? Ciertamente no. No, lo confirma. Porque esta incredulidad de los judíos fue predicha en esas profecías: ¿Señor, quién ha creído a nuestro dicho? (Isaías 53: 1; Juan 12: 38). 

 

De igual manera, es fútil alegar, que estas profecías del Apocalipsis no apuntan a la Iglesia de Roma, porque la Iglesia de Roma no reconoce que ellas la involucren. De hecho este escepticismo suyo acerca de ellas es una corroboración de la prueba de su cumplimiento. Así como se predijo en las profecías del Antiguo Testamento, que los judíos no creerían su cumplimiento, así de igual  manera se predice en las del Apocalipsis, que aquella a quien ellas involucran no las creerá, y no se arrepentirá (Apocalipsis 9: 20; 16: 9-11) sino que será herida con ceguedad de juicio, y  endurecida por  juicio de Dios; en una palabra, que Babilonia será Babilonia hasta el final. 

 

Por consiguiente, si la Iglesia de Roma es Babilonia, nosotros no tenemos ninguna razón para sorprendernos de que ella no reconozca, y no tenemos ninguna razón para esperar que ella reconocerá que es el tema de estas profecías y  que reconocerá que ella es retratada allí como Babilonia. 

 

Observemos aquí los misteriosos procedimientos de Dios. Los judíos sostienen en sus manos, y veneran como divino, al Antiguo Testamento. Y del Antiguo Testamento la Iglesia de Cristo prueba su propia causa contra los judíos. Y así  la Iglesia de Roma sostiene en sus manos el Apocalipsis; ella lo reconoce como el trabajo de San Juan, y  exige a todos los hombres que lo reciban como divinamente inspirado. ¿Y no puede acaso la iglesia de Cristo probar del Apocalipsis su propia causa contra Roma? 

 

La verdadera cuestión por consiguiente, vemos, es: no si la Iglesia de Roma reconoce, ni si las personas de nuestra propia Comunión reconocen, que estas profecías ya se han cumplido, o están cumpliéndose, y serán completamente cumplidas, en la Iglesia de Roma; sino: si hay evidencia para convencer a una mente imparcial de que ese sea el caso. 

 

Esa es la cuestión ante nosotros. 

 

9. Prosigamos por lo tanto con nuestro argumento. La Mujer, llamada la "Ramera", y "Babilonia", o "la Gran Ciudad",  "la Ciudad sobre Siete Colinas", la Ciudad de Roma, se sienta sobre la Bestia como sobre un trono, es decir, la gobierna, y es apoyada por ésta. La Bestia se representa como teniendo diez Cuernos llevando Coronas que, se nos dice, son diez Reyes, o Reinos; y éstos, se agrega, no habían recibido poder en la época de Juan, sino que lo recibirían después con la Bestia. 

 

Ahora, si, con Bossuet y sus correligionarios, imaginamos que la Mujer sobre la Bestia es la Roma Pagana, y no la Cristiana, preguntémonos entonces: ¿Dónde, en ese caso, estaban estos Diez Reinos que no existían en  la época de San Juan, y que se levantarían y recibirían poder junto con Roma? La Roma pagana reinó sola, y fue destruida, antes de que cualquier reino semejante se levantara. Ninguno puede encontrarse que corresponda a la descripción de Juan. 

 

Pero ahora adopte, de nuevo, la otra suposición. Permita que la Bestia, con la Mujer entronizada sobre ella, representen la Ciudad y la Iglesia plantadas sobre las Siete Colinas sobre las que la Mujer se sienta. Permita que esto representa a la Iglesia de Roma. Entonces todo se vuelve claro. Cuando el Imperio pagano de Roma cayó, nuevos Reinos se levantaron de sus ruinas. Éstos eran los cuernos de la Bestia que entonces crecieron; luego la Iglesia de Roma aumentó en fuerza; y estos Reinos recibieron poder con ella. 

 

Mire la profecía de nuevo. Estos reyes, leemos, dan su poder y fuerza a la Bestia. Ellos reinan, como reyes, al mismo tiempo con la Bestia. Como reyes  -es decir, ellos son llamados reyes- pero la Bestia es la verdadera Soberana de sus súbditos. ¿Y cuál es el hecho? Los Reinos europeos que se levantaron a la disolución del Imperio romano se rindieron al dominio de la Iglesia de Roma, y estuvieron, durante muchos siglos, sujetos al Papado. La Mujer que se sentaba en la Bestia tenía su mano sobre los Cuernos, y los sostuvo firmemente bajo su control. Ella todavía los trata como sus súbditos. Las Monedas Papales proclaman esto: "Omnes Reges servient ei", "et Gens Regnum, tibi quod servierit, peribit". Tales son sus demandas; y en la Coronación de cada Pontífice ella se  dirige así a él: "Reconócete a ti mismo ser el Padre de Reyes y Príncipes, el Gobernante del Mundo". Éstas son las palabras que él recibe para sí mismo, cuando la Tiara papal es puesta sobre su frente. Así en la pretensión de la Iglesia de Roma de ejercer  dominio sobre los Reyes de la tierra, y en esa amplitud de dominio y plenitud de felicidad a que ella ha apelado por tantas generaciones como una prueba de que ella es favorecida del Cielo, nosotros reconocemos otra prueba de que la Babilonia del Apocalipsis, la Mujer sobre la Bestia a quien los Reyes habrían de dar su poder y fuerza, no es otra cosa que la Iglesia de Roma. 

 

Más aún: Se profetiza en el Apocalipsis que algunos de los Cuernos, algunos de los reinos que habrían de recibir poder junto con la Bestia, un día se levantarían contra ella, y comerían la carne de la Ramera, y la quemarían con fuego (Apocalipsis 17: 16). 

 

Ahora, de nuevo suponga, para poder argumentar, que la Mujer sobre la Bestia era la Roma Pagana. Luego, concedemos prontamente, que Alarico con sus Godos, Atila con su Hunos, Genserico con sus Vándalos, Odoacro con su Hérulos, ciertamente saquean la Ciudad de Roma. ¿Pero cuándo recibieron ellos el poder junto con Roma? ¿cuándo le dieron ellos su poder y su fuerza a la Roma Pagana? Nunca. Por consiguiente, si la Mujer sobre la Bestia es sólo la Ciudad de la Roma Pagana, entonces la Profecía de San Juan ha fallado; lo cual, puesto que es de Dios, es imposible. 

 

Pero la Roma Pagana hace mucho tiempo que dejó de ser. Por consiguiente, estas predicciones no pueden involucrar la Roma Pagana. Pero ellas ciertamente involucran la Ciudad de las Siete Colinas, Roma; y, por consiguiente, ellas apuntan a esa Ciudad en la cual el Obispo de Roma ahora gobierna. Y la maravilla  predicha por el Apocalipsis es ésta -y es un tremendo misterio- que algunos de los Poderes de la Tierra que recibieron poder con la Bestia y una vez le dieron su poderío a ella, habrán, bajo el dominio superior de la justicia retributiva de Dios, de levantarse contra la Mujer sentada sobre la Bestia, y "comerán sus carnes" y la quemarán con fuego (Apocalipsis 17: 16). Y, lo que todavía es más maravilloso, ellos harán esto, aunque, en la primera instancia, ellos se hayan ligado con la Bestia y con el Falso Profeta (Apocalipsis 17: 13, 14; 19: 19), o Falso Maestro que es el Aliado de la Bestia sobre quien la Mujer se sienta como una Reina en oposición a Cristo: y se predice, que ellos castigarán a Roma en un misterioso rapto de indignación, y en un salvaje éxtasis de venganza. 

 

Tal es la profecía de San Juan. Y preguntemos al lector sincero: ¿Acaso esta profecía no está aun ahora en el curso de cumplimiento, a los ojos del Mundo? 

 

De todas las casas principescas de Europa que una vez estuvieron consagradas al Papado romano, ninguna era un vasallo más abyecto de éste, que la casa de Saboya. En el decimoséptimo siglo, en 1655,  ésta ejecutó con cruel obsequiosidad los sanguinarios mandatos de Roma, quien le exhortó exterminar a los Valdenses -las comunidades protestantes de los Alpes- con fuego y espada. Tal fue su ahínco en el trabajo de destrucción, que Oliver Cromwell escribió una carta de reconvención al Duque de Saboya, y envió a un embajador de Inglaterra para desaprobar esta cruzada de desolación; y Milton escribió entonces su famoso soneto que ha demostrado  ser casi profético "Sobre la última Matanza en el Piamonte", "Venga, Oh Señor, a tus  santos asesinados, cuyos huesos yacen esparcidos sobre las frías montañas Alpinas" 

 

¿Y cuál es ahora el caso, en la actualidad? 

 

Un Príncipe de esa misma casa, la casa de Saboya, se ha elevado ahora al Trono de Italia, Víctor Manuel; y él ha "comido la carne" de Roma, él la ha despojado de la mayor parte de sus dominios temporales; Francia (que es ahora virtualmente señora de Roma), España, y Portugal, lo han reconocido como Rey de Italia; él ha suprimido sus Monasterios, y ha privado a Roma de su más poderoso Ejército espiritual; y no es improbable, que su dinastía o que algunos otros Potentados seculares anteriormente consagrados al Papado, puedan ser empleados como un instrumento para infligir más castigos sobre la Roma Papal. 

 

10. Además, miremos hacia adelante, y examinemos la Profecía Apocalíptica que describe cual será el estado de la Babilonia mística luego de su caída. 

 

Su condición, se nos enseña en el Apocalipsis, será entonces similar a la de la Babilonia literal, o Asiria, después de su destrucción. Acerca de la Babilonia literal, Isaías profetizó así: Dormirán allí bestias fieras, y sus casas se llenarán de hurones, allí habitarán hijas del búho, y allí saltarán peludos (Isaías 13: 21). Y Jeremías predijo que Babilonia se volverá montones, morada de chacales, espanto y silbo (Jeremías 51: 37). 

 

Así San Juan en el Apocalipsis profetiza de la Babilonia mística: Babilonia la grande (él dice) caída es, y es hecha habitación de demonios, y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de todas aves sucias y aborrecibles. (Apocalipsis 18: 2). Porque todas las gentes han bebido del vino del furor de su fornicación; y los reyes de la tierra han fornicado con ella; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades. 

 

Ahora, tome, de nuevo, la suposición de Bossuet, y otros Teólogos Romanistas, e imagine, para poder argumentar, que Babilonia es sólo la Pagana Ciudad de Roma. Roma fue tomada, en varios momentos, por los godos y los Vándalos; permita que su captura sea, como es alegado por esos Teólogos Romanistas, el cumplimiento de la profecía de San Juan, Babilonia ha caído. Roma que ha sido Pagana, se volvió Papal. ¿Cuál es entonces  la consecuencia? ¡Roma –la Roma Papal- ha llegado a ser la habitación de demonios, y la guarida de todo espíritu inmundo!... ¿Será esto aceptado por los Teólogos Romanistas? ¡Roma la habitación de demonios, y la guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de todas aves sucias y aborrecibles! 

 

No: nosotros no decimos esto; y en su propio lenguaje Roma es "la Capital de la Cristiandad", "la Ciudad Santa", la "Sión espiritual". Ellos llaman a su Soberano" el Sumo Pontífice", "Santo Padre"; sus Estados son "los Estados de la Iglesia"; y su trono: "la Santa Sede". 

 

Por consiguiente estas profecías Apocalípticas no se cumplieron en la Roma Pagana. Pero es admitido por los Teólogos Romanistas que ellas involucran a Roma. Por consiguiente ellas no involucran a Roma como Pagana, sino como Papal. 

 

11. Otra vez; se profetiza en el Apocalipsis que Babilonia será quemada con fuego, y será absolutamente desolada. Ahora, permita que Babilonia sea imaginada siendo sólo la Ciudad pagana de Roma. ¿Cómo entonces, preguntémonos, puede reconciliarse la predicción con el hecho? ¿Cómo puede decirse que Roma ha sido quemada con fuego, y que el humo del incendio asciende al cielo? (Apocalipsis 18: 8, 9). ¿Ha cesado la voz de arpistas y músicos dentro de ella? ¿ha sido ella levantada, como una gran muela de molino, y zambullida en el mar? No: la voz de la melodía todavía se oye en sus palacios magníficos; ellos todavía se adornan con célebres cuadros y hermosas estatuas. Las riquezas de su púrpura y seda y escarlata, y perlas y joyas, todavía se despliegan en el atavío espléndido de su Pontífice y sus Cardenales en sus cónclaves solemnes. Las cabalgatas de caballos y carros, con vistosas coberturas, y largos séquitos de procesiones religiosas, todavía se mueven en sus calles; las nubes de incienso todavía flotan en sus Templos que en las grandes fiestas se adornan con tapiz y brocado y alegre bordado; sus preciosos vasos todavía relucen sobre sus Altares; su rica mercancía de oro y plata todavía se compra; sus cosas delicadas y graciosas no se han apartado todavía de ella. Ella todavía se sienta como una Reina, y se glorifica a sí misma, y dice, no soy viuda, y no veré llanto. Ella todavía exige el título de la Divinidad, y se llama ETERNA. 

 

Remítase cualquiera al confiado lenguaje que ella usó, y al vistoso esplendor con  el cual se exhibió el 8 de diciembre de 1854, cuando promulgó, en la Iglesia de San Pedro, el dogma de la Inmaculada Concepción; y cuando el domingo  8 de junio de 1862 ella canonizó los mártires Japoneses, -un ceremonial asociado con sus propias demandas de Supremacía, espiritual y temporal, y él admitirá estas declaraciones como incuestionables. 

 

Por consiguiente, nosotros llegamos aquí a la misma conclusión. La Babilonia del Apocalipsis se admite por parte de todos que es Roma. La Roma pagana no puede ser. Es por consiguiente la Roma Papal. 

 

Continuación del Capítulo 2

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