UNIÓN CON ROMA
Capítulo 2, continuación
12. Pero puede decirse: Es cierto, las
Profecías Apocalípticas han fallado de cumplir su
efecto, si Babilonia es interpretada como representando
sólo la Ciudad de Roma como Pagana. Todavía, puede
alegarse que no se sigue necesariamente que ellas involucran la
Roma Papal, ya que es posible que la Ciudad de Roma
puede dejar de ser Papal, y que puede, en algún momento
futuro volverse infiel, y entonces ser
destruida de la manera descrita en el Apocalipsis.
Esa es la teoría de algunos
Expositores Romanistas que perciben las insuperables dificultades
que embarazan a la hipótesis que ha sido examinada; y que ha
sido y todavía es mantenida por sus Teólogos más eminentes.
Aquí podemos entonces observar:
Los Teólogos Romanistas concuerdan
con nosotros en que Babilonia es la Ciudad de Roma. ¡Pero
ellos no se ponen de acuerdo entre ellos, si
Babilonia es la Roma de hace 1500 años o una Roma todavía en el
futuro! ¡Y sin embargo ellos dicen que ellos tienen, en
el Pontífice romano, una Guía infalible para la exposición de
la Santa Escritura! ¿Cómo es que ese Guía infalible todavía
no ha establecido para ellos el significado de las profecías que
involucran su propia Ciudad? Aquí estaba una ocasión
digna para el ejercicio de sus poderes. ¿Cómo es que el Obispo
de Roma ha dejado la Iglesia de Roma en un estado de
incertidumbre y de variación con respecto a estas temibles
profecías que se refieren a la Ciudad de Roma? ¿Cómo es que él
permite a algunos Teólogos Romanistas decir que estas profecías
se refieren a una roma de hace mil años y permite a otros
decir que ellas todavía se refieren a una Roma en el futuro?
¿Es esto Unidad? ¿Es esto Infalibilidad?
Examinemos ahora la hipótesis de esos Teólogos
Romanistas que dicen que la Babilonia Apocalíptica es una Roma futura;
Roma volviéndose pagana e infiel.
¡Roma pagana e infiel! ¿Qué entonces será
de su aseveración de que ninguna Herejía la ha infectado alguna
vez y de que cada Iglesia debe conformarse a ella?
Babilonia es descripta como embriagada
de la sangre de los santos, y como haciendo a todos
beber de su copa (Apocalipsis 17: 6, 2).
Ahora, que Roma llegará a ser pagana, y que
propagará el paganismo con la espada; ésta es ciertamente una
alternativa a la que ningún abogado de la Iglesia de Roma podría
acudir, excepto por desesperación. Pero, sin embargo esto puede
ser, esta Tesis es irreconciliable con las palabras de San Juan,
y no puede ser por consiguiente legítima. ¿Y por qué? Porque,
como hemos visto, San Juan se refiere a la Roma que reina
sobre los Reyes de la Tierra en su propio día. Luego él procede
a revelar su Historia futura. Ninguna advertencia se da sobre
ninguna ruptura en el hilo de su profecía. ¡Pero si Babilonia
es alguna Roma futura, al igual que la Roma de la época
de San Juan, debe haber un abismo de aproximadamente dos mil años
en esa historia!
Remitámonos otra vez al Apocalipsis. Allí
se dice que la Bestia sobre la que se sienta la Mujer,
es la octava cabeza o rey; y que cinco cabezas
ya se habían desplomado para la época de Juan, que la sexta
estaba entonces existiendo, que la séptima sólo continuaría
durante un tiempo corto, y luego la octava
aparecería; y que la octava cabeza es la Bestia
sobre la que la Mujer se sienta.
Si reyes están aquí usados para significar
individuos, entonces, la octava cabeza, es decir, la
Bestia y la Mujer sobre ella, deberían haberse levantado poco
después de la época de San Juan. Pero admitamos que se usa aquí
reyes para las formas de gobierno, como es común en la
Profecía de la Escritura. Luego las ocho cabezas son las ocho
formas sucesivas de Gobierno en la Ciudad de Roma. Cinco de éstas
habían seguido una tras otra, y habían desaparecido para la época
de San Juan. Por consiguiente se dicen haber caído
cinco cabezas, la sexta o la cabeza imperial estaba entonces
existiendo. Pero la cabeza imperial también cayó. Pereció con
Romulus Augustulus en el año 476 D.C. Sería seguida por el séptimo.
Y el séptimo habría de ser de duración breve, sólo
habría de durar un breve tiempo (Apocalipsis 17: 10).
El octavo habría de levantarse de los siete; es
decir, sin interrupción, después del séptimo; y el
octavo es la Bestia sobre la cual se sienta la Mujer (Apocalipsis
17: 3, 8, 11).
Por lo tanto la Bestia sobre la cual se
sienta la Mujer ha aparecido largo tiempo atrás.
Esas profecías se refieren a esa mujer: esa
Mujer es la Ciudad Roma: y ellas señalan a Roma, no futura,
sino como ella ha sido mucho tiempo, y ahora es.
II. Hemos visto que la Babilonia Apocalíptica
no es la Roma Pagana. Pasemos ahora a la parte positiva
de nuestro argumento, y averigüemos más particularmente, si la
Babilonia del Apocalipsis es o no es la Roma Cristiana, bajo el
dominio del Papa; y si ésta es Roma, como Roma es ahora.
1. Aquí podemos observar primero, la Ciudad
sentada sobre la Bestia es llamada una Ramera. Éste es
el nombre escritural de una Iglesia infiel.
Tal es el amor de Cristo por su pueblo fiel,
que Él se place en hablar de su propia relación con ellos llamándola
matrimonio. La Iglesia es su Esposa (Juan 3: 29;
Efesios 5: 23-32). Yo os he desposado como una virgen pura
para Cristo, dice San Pablo a los corintios (2 Corintios 11.
2) por lo tanto la infidelidad espiritual a Cristo se
representa en la Escritura como adulterio.
Esta idea corre a través de todo el libro
de Apocalipsis. Se dice que en la Iglesia de Pérgamo
hay algunos que tienen las doctrinas de Balaam, y causan
que otros cometan fornicación (Apocalipsis 2. 14). En
Tiatira hay una Jezabel que, por su enseñanza falsa, seduce
a los siervos de Cristo; y aquellos que cometen
adulterio con ella son amenazados con tribulación (Apocalipsis
2: 20, 22). Y, por otro lado, los fieles que siguen al
Cordero -es decir Cristo- dondequiera Él va, se
dice que son Vírgenes, y que no han sido contaminados
con mujeres; es decir, no mancillados con la mancha de la prostitución
espiritual (Apocalipsis 14: 4).
El nombre Ramera, por lo tanto,
describe una Iglesia que ha caído de su primer amor y
se ha ido detrás de otros señores, y les ha dado a ellos
el honor debido a Cristo solo; y si la Iglesia
romana da a otros seres algo del culto que es debido a
Cristo solo (y ciertamente ella atribuye a la Bendita Virgen María
honor casi igual al de Cristo), entonces este nombre es aplicable
a la Iglesia de Roma.
2. Pero aquí es dicho por los Teólogos
Romanistas, que si San Juan se hubiese referido a una Iglesia
infiel, entonces:
(1) él no la habría llamado una ramera,
sino una adúltera; y
(2) él no la habría designado por el
nombre de una ciudad pagana, Babilonia, que nunca
poseyó al verdadero Dios, sino por el nombre de alguna ciudad
tal como Samaria que alguna vez lo conoció y
luego se apartó de Él.
Esas son las alegaciones de Bossuet.
Nosotros podemos contestar a ellas como sigue:
(1) Concedemos que un Iglesia infiel pueda
ser llamada una Adúltera a causa de que ella se olvidó
de Dios; pero ella también puede ser, y a menudo es,
llamada en la Escritura una Ramera, cuando ella mezcla
doctrina y culto falsos con la verdadera fe.
Así Isaías exclama tocante a Jerusalem, la
antigua Iglesia de Dios (Isaías 1: 21), "¡Cómo
te has tornado ramera, oh ciudad fiel!" Y Jeremías,
"Tu has hecho de ramera con muchos amantes" (Jeremías
3: 1, versión King James). Y Oseas, "Aunque Israel haga
de ramera, no ofenda Judá" (Oseas 4: 15, versión King
James)
La palabra original que es uniformemente
utilizada por San Juan en el Apocalipsis para ramera es porne.
Y esta misma palabra o sus derivados, es usada en los
pasajes citados, y es empleada en la Versión Septuaginta de los
Profetas del Antiguo Testamento, por lo menos cincuenta veces,
para describir la fornicación espiritual, es decir, la doctrina
y práctica corrupta de las Iglesias de Israel que
Bossuet especifica como el apropiado paralelo, es
identificada con prostitución.
Por lo tanto la palabra ramera
designa una Iglesia; y si la Iglesia de Roma es descrita
por ese nombre en el Apocalipsis, entonces la palabra ramera,
como es aplicada a ella, indica la multitud de sus pecados.
Además, el nombre de la Ramera en
el Apocalipsis es Misterio (Apocalipsis 17: 5, 7). Esta
palabra, Misterio, es usada más de veinte veces en el
Nuevo Testamento, y nunca es aplicada a ningún objeto abiertamente
infiel, sino que siempre es aplicada a algo sagrado
y religioso, tal como una Iglesia.
(2) Para considerar la segunda objeción de
Bossuet: Concedemos prontamente que una Iglesia fiel podría
ser llamada una Samaria; pero nosotros afirmamos que
también puede con mayor propiedad, bajo ciertas
circunstancias, ser llamada Babilonia. Así Isaías se
dirige la antigua Iglesia de Dios por dos nombres paganos,
Sodoma, y Gomorra. "Príncipes de
Sodoma, oid la palabra de Jehová; escuchad la ley de
nuestro Dios, pueblo de Gomorra" (Isaías 1: 10). Y
de nuevo, él dice, "como Sodoma predican su pecado"
(Isaías 3:9). Así Ezequiel llama a Jerusalem una hermana de Sodoma;
y a Sodoma más justa que ella (Ezequiel 16: 48. Compare
2 Pedro 2: 6, Judas 7). Está claro que las palabras Sodoma
y Gomorra, dos nombres paganos aplicados a Iglesias,
denotan aquí la gran flagrancia de la culpa en esas Iglesias.
En el Apocalipsis, también igual, un falso maestro en una Iglesia
no sólo es llamado un Balaam, sino una Jezabel
(Apocalipsis 2: 14, 20), es decir, se lo compara con un promotor pagano
de idolatría.
Por lo tanto, Babilonia puede
representar una Iglesia infiel; una que habiendo sido un
Bethel, o Casa de Dios, se convirtió en un Bethaven,
o Casa de Ídolos (Oseas 10: 5, 15). Y si la Babilonia
Apocalíptica es una Iglesia, y si la iglesia de Roma es esa
Iglesia, entonces el nombre pagano Babilonia, atribuido
a ella, está pensado por el Espíritu Santo para
mostrar la enormidad de su culpa.
3. La Ramera es llamada Babilonia.
Y Babilonia es llamada la Gran Ciudad. Ella es llamada
así doce veces en el Apocalipsis, y ninguna otra
ciudad es llamada en ese libro La Gran Ciudad. Ahora, la
Gran Ciudad que es la ciudad de la Bestia que persigue a los
Testigos, y en cuya calle sus cuerpos yacen (Apocalipsis
11: 8), la cual Ciudad se llama, espiritualmente, Sodoma y
Egipto, también se la llama la Ciudad en la que el Señor
de ellos fue crucificado (Apocalipsis 11: 8). Es decir,
también se la llama espiritualmente una Jerusalem, es
decir que es llamada una Iglesia de Dios.
Por lo tanto, otra vez vemos, la Ramera es
una Iglesia.
4. Ello es también claro de las siguientes
consideraciones. El Apocalipsis abunda en contrastes.
Por ejemplo, el Cordero que en el Evangelio
de San Juan es llamado siempre Amnos, en el Apocalipsis
de San Juan en el que Arnion ocurre veintinueve veces, es llamado
siempre Arnion y nunca Amnos. ¿Y por qué Amnos aquí se vuelve
Arnion? Para contrastarlo más fuertemente con To
Therion; es decir, para marcar la oposición entre el Cordero
y la Bestia.
Y como el Cordero es contrastado con la
Bestia, así la Esposa del Cordero, o la Novia, es contrastada
con la Ramera que se sienta sobre la Bestia.
Así, por un lado vemos la Mujer (Apocalipsis
12:1), vestida con el sol, que es Cristo, y de pie sobre la luna,
esto es, sobreviviendo a todos los cambios y eventos de este
mundo; y teniendo su frente rodeada de Doce estrellas -la
diadema de la fe Apostólica. Ella es una Madre; y su niño
es tomado al cielo. Por el otro lado, vemos a una Mujer infiel,
adornada de esplendor mundano, y llevando sobre su frente
el nombre Misterio; y llamada "la Madre de las
Abominaciones de la Tierra."
Otra vez; por un lado, vemos a la Mujer fiel
conducida al desierto y perseguida por el Dragón.
Por el otro lado, vemos la Mujer infiel,
entronizada sobre siete colinas, sentada sobre muchas
aguas que son pueblos y naciones; persiguiendo, y
sentándose sobre la Bestia que recibe su poder del Dragón.
La primer Mujer es la Iglesia Fiel,
que es verdaderamente Católica o Universal.
La última Mujer que es contrastada con ella
y se llama la Ramera, es una Iglesia infiel que
pretende ser Católica pero no es.
Sigamos el contraste.
La Mujer fiel aparece de nuevo, después de
que su peregrinación en el desierto de este mundo ha terminado.
Sus sufrimientos han cesado. Mire hacia arriba. Su gloria se
revela al cierre del Apocalipsis. La Mujer que estaba en el
desierto se ha vuelto ahora la Novia en el Cielo. Ella es la
Iglesia de Cristo glorificada, su Esposa purificada. Ella es
adornada en lino fino, limpio y brillante. Ella se llama
la Ciudad Santa, la nueva Jerusalem (Apocalipsis
19: 7, 8; 21: 2, 9, 10).
Ahora mire hacia abajo a la Mujer infiel, o
Ramera, sentándose sobre la Bestia. Ella se adorna de escarlata
y perlas, y joyas, y oro. Ella se
llama Babilonia, la Gran Ciudad (Apocalipsis 17: 4, 5;
11: 8), la Jerusalem en la cual Cristo es crucificado (Apocalipsis
11: 8).
Mire una vez más. ¿Cuál es el final?
Mire hacia arriba: El cielo abre sus
portales de oro para recibir a la Novia.
Mire hacia abajo: La tierra abre su oscuro
abismo para tragar a la Ramera.
¡Cuán llamativo es este contraste!
¿Y cuál es la conclusión de todo esto?
Como la primer Mujer, la Novia, la Ciudad
Santa, la nueva Jerusalem, representa a la Iglesia fiel,
así la segunda Mujer, la Ramera, la gran Ciudad, la Ciudad
sobre Siete Colinas que reinaba en la época de
Juan, la Babilonia mística, la Jerusalem reprobada, representa
una Iglesia infiel.
La pregunta ahora es: ¿qué
Iglesia?
A estas alturas, la evidencia, declarada en
el Capítulo anterior, entra con fuerza irresistible. Fue
demostrado entonces que la Ciudad sobre siete colinas -la Ciudad
que reinó en la época de San Juan -la Ciudad llamada Babilonia
en el Apocalipsis-, es la Ciudad de Roma; y esto (como
también hemos visto) es generalmente admitido por los Teólogos
Romanistas.
Por consiguiente, la respuesta es: La
segunda Mujer, la Ramera, representa la Iglesia infiel
en la Ciudad de Roma.
5. ¿Está este resultado confirmado por
hechos? Averigüemos.
La Mujer entronizada sobre la Bestia se
representa en el Apocalipsis como sosteniendo una copa de oro
en su mano, con la que embriaga a los hombres, y de la cual exige
a todos beber (Apocalipsis 14: 8; 17: 4; 18: 6). ¿Se aplica
esto a la Iglesia de Roma? Ciertamente: esto aparece como sigue:
(1) Dios Omnipotente ha distinguido al
hombre del resto de la creación por la dotación de la Razón y
de la Conciencia; y Él les ordena que las usen, y no
las entreguen. Pero la Iglesia de Roma demanda a los
hombres que las sacrifiquen ante la voluntad de ella. Y luego
ella derrama en sus mentes un trago delirante de doctrinas extrañas
que no pueden encontrarse en la Santa Escritura y que eran
desconocidas para los Apóstoles, y para las Iglesias Apostólicas
de Cristo. Ella exige a todos beber de esta copa (Apocalipsis
14: 8; 17: 4; 18: 6). Ella dice de su Credo de Trento, "Ésta
es la Fe Católica fuera de la cual no hay salvación".
(2) También: la Mujer infiel en el
Apocalipsis es representada como embriagada de la sangre de
los Santos. Y cuando la vi, dice San Juan, quedé
maravillado de grande admiración (Apocalipsis 17: 6).
Ahora, si la Mujer hubiera sido la
Roma pagana, pasada o por venir, ¿por
qué debería San Juan maravillarse? No es nada
asombroso que una ciudad pagana persiga a los Santos de
Dios. San Juan había visto la sangre de los Cristianos derramada
por la Roma imperial. Ella había decapitado a San Pablo, y había
crucificado a San Pedro. Él mismo había sido un mártir en
la intención, y era ahora un desterrado, por la crueldad de
ella. Por consiguiente él no podía maravillarse con gran
admiración, si la Ramera fuera Roma pagana. Pero
era un asunto apropiado para sorprenderse que una Iglesia
Cristiana -una Iglesia que se llama "la Madre de la
Cristiandad," "la Sión espiritual," "la
Iglesia Católica"- estuviera embriagada con la
sangre de los santos; y ante un espectáculo como ese San
Juan bien se podría haber maravillado con gran admiración.
¿Se ha entonces, la Iglesia de Roma, alguna
vez manchado con la sangre de Cristianos?
Sí; ella ha erigido las prisiones, y
preparado el potro, y encendido las hogueras, de lo que ella
llama "El Santo Oficio de la Inquisición" en
Italia, España, América, e India. Ella ordenó a los
antepasados de Víctor Manuel que persiguieran a muerte a los
Cristianos del Piamonte. Uno de sus Papas a quien ella ha
canonizado, Pío Quinto, es alabado en sus oficios litúrgicos,
por ser un Inquisidor inflexible. Ella tiene grabado
sobre sus monedas una representación de la sanguinaria masacre
del Día de San Bartolomé, y la representa allí como una obra
hecha por un Ángel del cielo; y su Pontífice fue a una procesión
pública a la iglesia para dar gracias a Dios por ese salvaje y
traicionero hecho. Ella ha insertado un Juramento en su libro
Pontifical por que el que ella requiere a todos sus Obispos
"perseguir y hacer guerra contra" todos los
que ella llame herejes.
¿Qué habría dicho San Juan a esto? ¿No
se habría maravillado justamente con gran admiración,
de que se hicieran tales actos bajo los auspicios de uno que se
llama el Vicario de Cristo?
(3) También: la Mujer es representada como
incitando a los Reyes de la Tierra a cometer fornicación con
ella (Apocalipsis 17: 2; 18: 3); y se dice que ellos dan
su poder y fuerza a la Bestia (Apocalipsis 17: 13) sobre la
cual ella se sienta.
Esto no se aplica ciertamente a la Roma pagana.
Ella recibió los dioses de otras Naciones en su Panteón. Aun
las deidades de reptiles de Egipto encontraron un lugar allí.
Ella habría abierto sus puertas al Cristianismo, si el
Cristianismo hubiera estado contento en ser venerado junto con el
Paganismo.
Pero esas palabras del Apocalipsis son
notablemente características de la Roma Papal. Ella ha
traficado y se ha corrompido con todos los Reyes y Naciones de la
Tierra.
En las palabras del juicioso Hooker, "ella
ha lisonjeado a Reyes y Príncipes, y por fraude espiritual les
hizo vender su autoridad legal por títulos vacíos". Ella
los ha acariciado y los ha engatusado con regalos amatorios de
flores, cuadros, baratijas, rosarios y reliquias, crucifijos y Agnus
Deis, y consagrado plumas y estandartes. Ella ha intoxicado
y narcotizado sus sentidos con pociones de amor de sonrisas
hechiceras y palabras cautivantes; y los ha privado así de
su fe, su valor, y su poder. Como otra Dalila, ella ha hecho a
los Sansones de este mundo dormir suavemente en su regazo (Jueces
16: 19), y luego los ha esquilado de su fuerza. Ella ha
cautivado, y todavía cautiva, los afectos de sus Prelados y
Clero, enredándolos en las mallas fuertes y sutiles de
Juramentos de vasallaje a ella, y ha robado los corazones de los
súbditos de sus Soberanos, y ha hecho que Reinos dependan de sus
labios para la lealtad de su Pueblo; y así, en su sueño de
Imperio universal ella ha hecho del Mundo un feudo de Roma.
¡Tan fuerte es el hechizo con que ella
encadena las Naciones que aun nosotros en Inglaterra, que estamos
excomulgados por ella, y cuya Reina Virgen [n.de tr.: la Reina
Elizabeth I] era por ella anatematizada como una Usurpadora, y
cuya tierra está ahora parcelada en Diócesis Papales, como si
fuera una Provincia romana, y los nombres de cuyas más grandes
Ciudades -nuestras Westminsters y nuestras Liverpools- son
regaladas por ella como títulos como si fueran pueblos
italianos, hemos tenido a bien buscar relación con ella sin
requerir una retractación de los juramentos injustos que ella
impone sobre súbditos ingleses, o una revocación de los
anatemas imprecatorios que ella ha pronunciado, y todavía
pronuncia sobre Soberanos ingleses; y como si fuera posible para
nosotros desunir lo que ella declara indisolublemente unido -su
dominio temporal y espiritual!
(4) Además: La Mujer es descrita como
sentada sobre una Bestia escarlata, llena de nombres de Blasfemia
(Apocalipsis 17: 3)
¿No ha cumplido Roma esta profecía? El color
aquí mencionado es reservado por ella para su Pontífice
y sus Cardenales. ¿Y cómo se designa ella a sí misma? Como
Infalible, Perfecta, Eterna. ¿Y no son éstos nombres de
Blasfemia? Algunas personas parecen imaginar que esos
nombres de Blasfemia deben indicar un poder infiel.
Pero esta noción es errónea. "Blasfemia", en
el Nuevo Testamento, denota una apropiación de lo que es
divino. Y los nombres que Roma exige para ella, son
usurpaciones del intransferible Nombre de Dios. "Cuando
aquello que es temporal pretende poseer la Eternidad" dice S.
Jerónimo, "es un nombre de blasfemia". Y
cuando Roma retira la Santa Escritura de su
pueblo (y ella nunca ha impreso en Roma una sola copia del
Antiguo Testamento en su lengua original) -y cuando ella da honor
a aquellos que ultrajan la Escritura llamándola "imperfecta,
ambigua, Juez mudo, una Regla de plomo", y otros nombres
oprobiosos, ¿no es ella culpable de Blasfemia contra el Autor
Divino de la Escritura? Y cuando, con la Copa de sus hechicerías
en su mano, ella quita la Copa de Bendición en la Cena de Señor
que Cristo ha ordenado para ser recibida por todos (Juan
6: 53, Mateo 26: 26, 27. Marcos 14: 23); y cuando hace que los
hombres beban de la una, y no les permite beber de la otra, ¿no
son estos actos suyos como actos de Blasfemia contra Dios?
(5) Además: la Ramera en el Apocalipsis
ejerce dominio temporal y espiritual. Ella se entroniza sobre muchas
aguas que son Naciones y Pueblos (Apocalipsis 17:
15). Ella tiene reyes a sus pies. Ella les hace beber de su Copa.
Ella comercia con las almas de los hombres (Apocalipsis
18: 13). La Bestia sobre la que ella se sienta como una Reina, y
de la que ella es el Poder Gobernante, usa la agencia de la
segunda Bestia, o falso Profeta o Maestro, y este falso Maestro
hace que todos, pequeños y grandes, se pongan su
marca, y que nadie pueda comprar ni vender, sino el que tiene la
marca, el nombre de la Bestia, o el número de su nombre (Apocalipsis
13: 16, 17).
Es muy notable, que este Falso Profeta o falso Maestro se dice en el Apocalipsis que tiene dos cuernos como los cuernos de un Cordero (Apocalipsis 13: 2). Ahora bien, la palabra Cordero se usa veintinueve veces en el Apocalipsis, y en cada uno de estos lugares se relaciona a Cristo, el Cordero de Dios. Por lo tanto está claro, que el Falso Profeta o Maestro que es el aliado de la Bestia sobre quien la Ramera se sienta no es un poder pagano o infiel, sino que hace una profesión de Cristianismo. Él viene como un Cordero con las especiosas palabras de inocencia Cristiana y Amor. Él es por consiguiente el Ministro de alguna forma de Cristiandad, o Iglesia. Por consiguiente, de nuevo, la Ramera es una Iglesia. Y la Iglesia de la que él es un Ministro (como es evidente del pasaje del Apocalipsis recién citado), hace una demanda de dominio temporal y espiritual universal; y esta unión de Supremacía civil y religiosa es una característica muy llamativa.
¿No se aplica esta característica a la
Iglesia de Roma, -y a la Iglesia de Roma exclusivamente?
Ciertamente que sí.
La Iglesia de Roma se sienta como una Reina
sobre muchas aguas que son pueblos y muchedumbres, y
naciones, y lenguas. Ella pretende tener dos espadas. ¡Señor,
he aquí dos espadas! (Lucas 22: 38); uno de sus Pontífices
ha interpretado éstas palabras de San Pedro como autorizándola
al doble dominio, temporal y espiritual. Ella tiene en
sus manos dos llaves -los emblemas, como ella afirma, de
su poder universal. El Pontífice romano es coronado dos
veces, una vez con la Mitra, su símbolo de Obispado
universal, y otra vez con la Tiara, en señal de Supremacía Imperial
Universal. Él lleva ambas diademas. Realmente hay un Misterio
sobre la frente de la Iglesia de Roma, en la unión de estas dos
Supremacías; y se ha demostrado a menudo un Misterio de
Iniquidad. Ha hecho los Misterios más santos servir a las
peores Pasiones. Ha incitado la Rebelión invocando la
Religión. Ha prohibido los últimos consuelos espirituales del
agonizante, y el entierro Cristiano al difunto, por causa de la
venganza, o de la lujuria de poder. Ha impedido casarse -y sin
embargo ha autorizado los más impíos Matrimonios. Ha profesado
amistad por los Reyes, y ha invocado bendiciones sobre los
Regicidas y Usurpadores. Exige ser el único dispensador de la
Palabra y Sacramentos, y ha transformado el aniversario de la
Institución de la Cena de Señor en una época de maldición. Ha
cambiado la colina del Vaticano en un Ebal espiritual (Deuteronomio
27: 13) desde el cual ha fulminado maldiciones según su voluntad.
Por lo tanto llegamos a la misma conclusión:
vix. que la Ciudad Ramera es la Iglesia de Roma. Pueden notarse
otras características ahora:
(6) Se dice que la Mujer en el Apocalipsis
está sentada sobre una bestia de color escarlata; para
también estar vestida en escarlata y dorada con oro, y
adornada de piedras preciosas y de perlas (Apocalipsis 17: 4);
y se dice que su mercancía es de oro y de plata, y
de piedras preciosas, y de perlas y de lino fino, y de escarlata
y de seda, y de grana (Apocalipsis 18: 12); y después de su
destrucción los que lloran por ella claman, ¡Ay, ay,
aquella gran ciudad, que estaba vestida de lino fino, y de
escarlata, y de grana, y estaba dorada con oro, y adornada de
piedras preciosas y de perlas! (Apocalipsis 18: 16)
Esta descripción de la vestidura de la
Mujer es tan definida, y se repite con tal énfasis, que está
manifiestamente pensada con el propósito de su identificación.
Tal, notemos, es su atavío.
Luego encontramos en el Apocalipsis que se
da honor divino a la Bestia sobre la que ella se sienta: Ellos
adoraron a la Bestia diciendo (Apocalipsis 13: 4), ¿quién
es semejante a la Bestia?
La palabra aquí interpretada adorar
(proskunein) es una que literalmente significa adorar
por postración y besando; como es descripto en
las palabras divinas, Y yo haré que queden en Israel siete
mil; todas rodillas que no se encorvaron a Baal, y bocas todas
que no lo besaron.
Esta palabra ("postrarse") ocurre
veinticuatro veces en el Apocalipsis. En diez de estos casos,
designa Adoración rendida al Dios Omnipotente:
en otros nueve, describe la adoración pretendida por la
Bestia y su imagen; y así muestra, que él
exige lo que es debido a Dios, y (como el Ángel advierte a San
Juan) no debido a los Ángeles, sino a Dios solo (Apocalipsis
19: 10; 22: 9); y esto es Blasfemia.
Observe, ahora, a los devotos de la Bestia
decir, ¿Quién es semejante a la Bestia? Éste es
un desafío al propio Dios. Jehová, dice al Salmista (Salmos
35: 10), ¿quién como tú? y de nuevo (Salmos 71: 19;
113: 5), Oh Dios, ¿quién como tú? y Oh Señor,
ninguno hay como tú entre los dioses, Ni obras que igualen tus
obras (Salmos 86: 8). También es una parodia del nombre del
Ángel Príncipe, el conquistador de Satanás y su ángel, Miguel,
cuyo nombre significa ¿Quién es como Dios? Recordemos,
también, que esta expresión ¿Quién es como la Bestia?
la contraseña de los adoradores de la Bestia, proporciona un
llamativo contraste con las palabras dibujadas sobre el
estandarte de los Macabeos, aquellos valerosos soldados
contra Antíoco Epífanes, -¿quién entre los dioses es como
tú, Jehovah? de cuya insignia (según algunos) los Macabeos
derivaron su nombre.
Recuerde, ahora, que Babilonia es un tipo de
Roma; y del Rey de Babilonia se dice, ¡Cómo caíste del
cielo, Oh Lucifer, hijo de la mañana! ¡Cortado fuiste por
tierra, tu que debilitabas las naciones! Tú que decías en tu
corazón: Subiré al cielo, en lo alto junto a las estrellas de
Dios ensalzaré mi trono; yo también me sentaré en el Monte de
la congregación; yo seré semejante al Altísimo. Sin embargo
serás derribado en el infierno (Isaías 14: 12-15).
Aquí, el Monte de la congregación,
donde el Rey de Babilonia se sienta es el Templo
de Dios.
Recordemos también que la Mujer que se
sienta sobre la Bestia es llamada la Madre de las
abominaciones (Apocalipsis 17: 4, 5). La palabra abominación
(Bdelugma) designa especialmente un propósito de Adoración idólatra;
y la profecía de Daniel, prediciendo la contaminación del
Templo de Dios por el establecimiento en éste de la
abominación de la desolación, se cumplió en primera
instancia (168 A.C.) por Antíoco Epífanes que puso un ídolo
en el altar de Dios en el Templo en Jerusalem: o, como el
Libro de Macabeos lo expresa, estableciendo la abominación
de la desolación sobre el Altar:
manchando así la Casa de Dios, y haciéndola desolada; es decir,
desterrando de ella al verdadero culto de Dios, y sus adoradores
fieles.
Esta profecía habría de tener un segundo
cumplimiento en tiempos Cristianos. Porque nuestro Bendito Señor
habla de ésta como todavía referido a un evento en el futuro,
como sigue:
Por tanto, cuando viereis
la abominación del asolamiento, que fue dicha por Daniel
profeta, que estará en el lugar santo,
(el que lee, entienda) (Mateo 24: 15).
Esta predicción de nuestro Señor tuvo, sin
dudas, un cumplimiento parcial cuando Jerusalem fue ocupada, y su
Templo profanado, por facciosos asesinos profesando celo por Dios.
Pero tendrá otro cumplimiento en la Sión Cristiana, o Iglesia.
Esta opinión es confirmada por la profecía de San Pablo, acerca
del Misterio de Iniquidad. Luego, dice el Apóstol, el
Hombre de pecado, o ese Sin Ley (Anomos), será
revelado, el Hijo de perdición, oponiéndose, y levantándose
contra todo lo que se llama Dios, o que se adora; tanto que se
asiente en el TEMPLO de Dios
como Dios, haciéndose parecer Dios (2 Tesalonicenses 2: 3,
4).
Las palabras aquí traducidas, tanto que
se asiente en el Templo de Dios (Kathisai eis naon), son
notables. Naos, la palabra traducida Templo, es la parte
más santa del Templo, -el Santuario, donde está
el Altar; y Kathisai eis naon son palabras que
involucran movimiento, y significan ser llevado o
llevarse y tomar un asiento en el Lugar Santo del Templo
de Dios, o la Iglesia Cristiana.
Hagamos ahora una pausa, y repasemos la
evidencia ante nosotros.
La abominación de la desolación,
como hemos visto, era el establecimiento de un ÍDOLO
en el ALTAR en el TEMPLO
de Dios; y nuestro Señor habla de la Abominación de la
desolación, como todavía a ser esperada, y a ser
manifestada en el Lugar Santo (Mateo 24: 15, Marcos 13:
14); y San Pablo predijo la aparición de un Poder que él llama Misterio
y que exige Adoración en el Templo Cristiano, -tomando
su asiento en el Santuario de la Iglesia de Dios, haciéndose
parecer Dios. Recordemos también que la palabra abominación
de Daniel, que describe un propósito de culto idólatra, es
adoptada por el Apocalipsis; y así, de igual manera, la palabra Misterio
de San Pablo es adoptada en el Apocalipsis; y que ambas palabras
se combinan en este libro, en el nombre de la Mujer cuyo
atavío es descrito minuciosamente por San Juan, y cuyo
nombre sobre su frente es "Misterio (Apocalipsis 17:
5, 7), Babilonia la Grande, Madre de las abominaciones
de la Tierra."
¿Es esta descripción aplicable a la
Iglesia de Roma?
Para una respuesta a esta pregunta, refirámonos
-no a cualquier fuente privada- sino al oficial "Libro de
Sagradas Ceremonias" de la Iglesia de Roma.
Este Libro, a veces llamado "Ceremoniale
Romanum", está escrito en latín, y fue compilado hace
trescientos cuarenta años, por Marcellus, Arzobispo católico
romano, y está dedicado al Papa, León X. Vayamos a esa porción
de este Volumen que describe la primera aparición pública del
Papa en Roma luego su Elección al Pontificado.
Nosotros leemos allí el siguiente orden de
procedimientos: "El electo Pontífice es conducido al
Sagrario, y desvestido de su atavío ordinario, y es vestido en
las túnicas Papales". El color de éstas
se describe luego minuciosamente. Baste decir que cinco
diferentes artículos del atuendo con el que se viste entonces,
son de color escarlata. Otra vestidura se especifica, y
ésta está cubierta con perlas. Su mitra se menciona
luego; y ésta está adornada con oro y piedras
preciosas.
Tal, entonces, es el atavío con el que el
Papa se viste, y en que él aparece primeramente al
Mundo como Papa. Refiérase ahora al Apocalipsis. Hemos
visto que escarlata, perlas, oro, y piedras preciosas
son especificadas tres veces por San Juan, como caracterizando al
Poder Misterioso retratado por él.
Pero no podemos detenernos aquí. Vuélvase
de nuevo al "Ceremoniale Romanum". El electo Pontífice,
vestido como se ha descrito, se dirige a la Catedral de Roma, la
Basílica, o Iglesia de San Pedro. Él es guiado
al Altar; se postra primero ante éste, y ora.
Así, él declara la santidad del Altar. Él se arrodilla ante éste,
y ora ante éste, como ante el asiento de Dios.
¡Qué contraste sucede entonces! Nosotros
leemos así: "El Papa se levanta, y, vistiendo su mitra, es
alzado por los Cardenales, y es puesto por ellos en el Altar
-para sentarse allí. Uno de los Obispos se arrodilla, y
empieza el 'Te Deum'. En el entretanto los Cardenales besan
los pies y las manos y el rostro del Papa."
Tal es la primera aparición del Papa ante
la Iglesia y el Mundo.
Esta ceremonia ha sido observada durante
muchos siglos; y se realizó en la inauguración del actual Pontífice,
Pío IX; y normalmente es llamada por escritores romanos la
"Adoración. Se representa sobre una moneda, acuñada en la
casa de la moneda Papal, con la leyenda, "Quem creant, adorant",
-"A quien ellos crean (el Papa), ellos adoran"....
¡Que asombrosa confesión!
El siguiente lenguaje fue dirigido al Papa
Inocencio X, y puede servir como una muestra de los sentimientos
con los que la Adoración es realizada:
"Más Santo y Bendito Padre, Cabeza de
la Iglesia, Gobernante del Mundo a quien se encomiendan
las llaves del Reino del cielo a quien los Ángeles en el
Cielo Veneran, y a quien las puertas del infierno temen,
y a quien todo el Mundo adora, nosotros especialmente te
veneramos, te rendimos culto, y te adoramos, y nos
encomendamos a nosotros mismos, y todo lo que nos pertenece, a tu
paternal y MÁS que divina disposición".
¿Qué más podría decirse al propio Dios
Omnipotente?
Pero para volver. Observe la naturaleza de
esta 'ADORACIÓN'. Es realizada arrodillándose, y besando
la cara y las manos, y los pies. ¿Y cuál es la palabra de San
Juan, nueve veces utilizada para describir el homenaje
rendido al Misterioso rival de Dios? Es proskunein, arrodillarse
delante y besar.
Luego, observe el lugar en el que
se rinde esta adoración al Papa. El Templo de Dios. El
principal Templo en Roma, La Iglesia de San Pedro. Observe la
actitud del Papa cuando él la recibe. Él se sienta. Observe el lugar
sobre el que él se sienta. El Altar de Dios [n. de tr.:
o por lo menos en el lugar que el mismo Papa señaló como siendo
el Altar de Dios].
Tal es la inauguración del Papa. Él es
puesto por los Cardenales sobre el Altar de Dios. Allí él se
sienta como sobre un Trono. El Altar es su escabel; y los
Cardenales se arrodillan ante él, y besan los pies que pisan en
el Altar del Altísimo.
Volvamos ahora a San Juan. El Poder descrito
por él es un Misterio, y es llamado la madre
de las Abominaciones. Y la palabra Abominación en la
Escritura significa a menudo Ídolos; y, en las profecías
de la Escritura, describe una forma especial de idolatría. La
Abominación de la desolación, como hemos visto, prefigura
el establecimiento de un objeto de adoración idolátrica
sobre el Altar en el Templo
de Dios.
Tal fue el Ídolo establecido por Antíoco
en el Templo judío. Y nuestro Señor describe la Abominación de
la desolación como estando en el Lugar Santo. Y el Apóstol
San Pablo predice que la caída del Imperio romano sería seguida
por el levantamiento de un poder que él llama MISTERIO,
levantándose contra todo lo que se llama Dios, ó que se
adora; tanto que se asiente en el templo de Dios como Dios -o
sea llevado al santuario de Dios, y allí puesto para
sentarse- haciéndose parecer Dios.
6. Por consiguiente, surgen aquí las
siguientes preguntas:
¿No ha cumplido la Iglesia de Roma el
Apocalipsis ante los ojos de los hombres, no ha proclamado ella,
y no proclama ahora, su propia identidad con la Mujer infiel en
el Apocalipsis, en cada elección de cada Pontífice, aun por el
vestido exterior de escarlata, oro, piedras preciosas, y
perlas, con que ella lo inviste entonces, y con el que lo
exhibe luego a la Cristiandad y al mundo?
¿No ha cumplido ella el Apocalipsis, y no
proclama su propia identidad con esa Mujer infiel cuyo nombre es Misterio,
Madre de las Abominaciones, públicamente al comenzar cada
Pontificado haciendo del Pontífice su propio Ídolo,
alzándolo en las manos de sus Cardenales, y haciéndole sentarse
sobre el Altar de Dios, y arrodillándose ante él, y
besando sus pies?
Por su larga práctica en esta forma de
Abominación que ella llama "la Adoración", ¿no se ha
identificado ella a sí misma con el poder Apocalíptico cuyo
nombre es Misterio, y también con el "Misterio
de Iniquidad", descrito por el Apóstol San Pablo como
entronizado en el Templo de Dios?
Poniendo su Pontífice para ser adorado,
como el Altísimo, en la presencia de Dios, sobre el Altar de
Dios en la Iglesia de Dios -en su propia Iglesia principal en
Roma, la de San Pedro- como Antíoco Epífanes puso un ídolo
para ser adorado sobre el Altar en el Templo de Jerusalem, ¿no
hace ella al Papa de Roma ser igual al Rey de Babilonia cuyo
orgullo y caída están descriptos por Isaías, e igual a la Abominación
de la desolación hablada por Daniel el Profeta, y por
nuestro mismo Bendito Señor?
7. Hagamos una pausa aquí , y resumamos lo
que se ha dicho.
O las demandas de la Iglesia de Roma son
justas o no lo son.
Si los son, -ella es infalible, y perenne.
Ella es la Madre y Señora de las Iglesias. Su Pontífice es el
Pastor Universal; el Centro de la Unidad; el Padre del Creyente;
la Cabeza Suprema, y el Juez Espiritual de la Cristiandad, y (como
él mismo afirma) es necesario para cada uno estar en comunión
con él, y estar en sumisión a él. Fuera de su Comunión no hay
salvación.
Luego, sostenemos en nuestra mano el
Apocalipsis de San Juan, la Revelación de Jesucristo (Apocalipsis
1: 1), la Voz del Espíritu a las Iglesias (Apocalipsis
2: 7, 11, 17, etc.); la Historia profética de la iglesia desde
la edad Apostólica hasta el Día del Juicio.
En éste San Juan nos sitúa en Roma;
él apunta a sus Siete Colinas (Apocalipsis 17: 9): él
nos muestra la Ciudad entronizada sobre ellas: él nos detiene
allí, mientras revela para nosotros la historia del futuro de
Roma, aun hasta su extinción total que él describe (Apocalipsis
18: 1-24).
I. Si (como Roma afirma) Cristo ha
instituido una supremacía espiritual, y una Autoridad Infalible
que todos los hombres están obligados a reconocer, y ante la que
todos deben inclinarse, y con la que todos deben estar en comunión
bajo pena de eterna condenación, puede suponerse razonablemente,
que el Espíritu Santo, revelando la Historia
futura de la Iglesia (como Él lo hace en el Apocalipsis), y
proporcionando guía y consuelo para los Cristianos bajo sus
pruebas, que Él predice, no habría fallado en dar alguna
noticia de tal supremacía espiritual e infalible autoridad en la
Iglesia.
II. Si Cristo ha establecido esa
Preeminencia y Supremacía espiritual en Roma, puede
concluirse razonablemente, que el Espíritu Santo,
al hablar especialmente y copiosamente de Roma, y
trazando su historia (como Él lo hace en el
Apocalipsis, y como los teólogos Romanistas admiten que Él hace),
aún hasta el día cuando ella será quemada con fuego,
y su humo ascienda al cielo, -tendría que no haber
omitido mencionar esa Preeminencia y Supremacía que se supone
como existente en Roma.
III. Si la Iglesia de Roma es,
-como ella afirma-, la verdadera Esposa de Cristo, la Madre y Señora
de todas las Iglesias en la Cristiandad, y si la comunión con
ella es necesaria para la salvación, ciertamente el Espíritu
Santo habría tenido gran cuidado en que ningún hombre
razonable pudiera imputar a la Iglesia Cristiana de Roma
lo que que Él pensó para la Ciudad Pagana de Roma. Y
puesto que por la Unión de la suprema autoridad civil con la
espiritual en la persona del Obispo que también es el Soberano
de Roma y por la incorporación consecuente de la Ciudad de Roma
en la Iglesia de Roma, había gran probabilidad de semejante
confusión -que el Espíritu Santo pudo prever-
Él la habría guardado contra ésta, y habría tenido cuidado de
que el Carácter que Él traza de la Ramera, y la descripción
horrible que Él da, en el Apocalipsis, de su futura ruina, no
pudiera ser aplicada por ningún hombre razonable a la Iglesia
de Roma.
8. Ahora, ¿cuál es la realidad?
1. Ni una palabra dice el Espíritu Santo,
en el Apocalipsis, de la existencia de alguna Suprema
Cabeza Visible o Autoridad Infalible en la Iglesia.
2. Ni una palabra Él dice de la Iglesia de Roma
como siendo el Centro de la Unidad, el Árbitro de la Fe, la
Madre y Señora de las Iglesias. Ni una palabra habla Él en
alabanza hacia ella. ¡De hecho los defensores de la iglesia de
Roma (todos los cuales reconocen que, en el Apocalipsis, Él
habla grandemente de la Ciudad Romana) dicen que Él no
menciona a la Iglesia Romana en absoluto!
¡Cuán inexplicable es todo esto, si, como
ellos afirman, Cristo ha instituido semejante Supremacía;
y si la ha puesto en Roma!
9. Pero ahora tomemos la otra alternativa.
Aceptemos que las pretensiones de la iglesia de Roma son infundadas;
luego debe admitirse que ellas no son nada menos que blasfemia:
porque ellas son pretensiones de Infalibilidad, Perennidad, y
Dominio Universal, espiritual y temporal, que son Atributos del Dios
Omnipotente.
Y ahora de nuevo volvamos al Apocalipsis. ¿Qué
encontramos allí?
Vemos allí descripta una cierta Ciudad -
una grande Ciudad - la gran Ciudad - la Reina de la
Tierra cuando San Juan escribió - la Ciudad sobre Siete Colinas
- la Ciudad de Roma.
En Roma, entonces, es donde somos
puestos por San Juan. Nosotros estamos de pie allí al
lado de San Juan. Esta ciudad es representada por él
como una Mujer; es llamada la Ramera. Es contrastada por él con
la Mujer en el Desierto, coronada con las Doce Estrellas, la
futura Novia en el Cielo, la nueva Jerusalem; es decir, es
contrastada con la Iglesia Apostólica fiel
ahora peregrinando sobre la tierra, y a ser glorificada en el
futuro en el cielo.
La Ramera persigue con el poder del Dragón;
la Novia es perseguida por el Dragón: la Ramera se viste en
escarlata; la Novia se atavía en blanco: la Ramera se hunde en
un abismo; la Novia se remonta al cielo. La Novia es la
Iglesia fiel; la Ramera contrastada con ella, es una Iglesia
infiel.
La Gran Ciudad, entonces, que se
admite ser Roma es llamada una Ramera, y una Ramera es una Iglesia
infiel, por consiguiente esa Gran Ciudad es la Iglesia de Roma.
Esta Ramera-Ciudad se representa como
sentada sobre muchas aguas que son Gentes y Naciones, y
Lenguas. Los reyes le dieron su poder, y cometen fornicación
con ella. Ella se jacta de que es para siempre una Reina. Ella es
exhibida como exigiendo una doble Supremacía.
Ahora, mire a Roma. Ella,
ella sola de todas las Ciudades que son, o alguna vez
han sido, en el mundo, afirma universal Supremacía, espiritual y
temporal. Ella maneja dos espadas. Ella lleva dos Diademas. Y
ella ha exigido este poder doble por más de mil años. "Gobernante
del Mundo" - "Pastor Universal" - "Padre de
Reyes y Príncipes"- éstos son los títulos de su Pontífice.
Ella alardea ser la Iglesia Católica; que es "sola, y
ninguna al lado de ella" sobre la tierra: ella afirma
que su luz nunca se apagará, que su Candelero nunca será
quitado. Y sin embargo ella enseña doctrinas extrañas. Ella ha
roto su compromiso de fidelidad, y se ha olvidado del amor de sus
desposorios. Ella ha sido desleal a Dios. Ella ha llevado la túnica
de color escarlata y joyas ostentosas y la mirada intrépida de
una ramera, y andado tras otros dioses. Ella canoniza hombres, -como
lo hizo el otro día (el 8 de junio de 1862), y luego les rinde
culto. Ella haría a los Apóstoles infieles a su Señor, y
constriñe a la Bendita Madre de Cristo a ser un rival de su Hijo
divino. Ella adora Ángeles, y por eso deshonra al Triuno Dios
ante Cuya gloriosa Majestad ellos velan sus rostros. Ella deifica
a la Criatura, y así desafía al Creador.
Cuando San Juan nos llama a ver a la ciudad
Ramera, la Ciudad de las siete colinas, fija su nombre sobre su
frente -Misterio- para ser visto y leído por todos. Y
él dice, Bienaventurado el que lee, y los que oyen las
palabras de esta profecía (Apocalipsis 1: 3; 22: 7).
Su título es Misterio, un hechizo secreto,
llevando una semejanza de santidad,: un rito solemne que promete
la dicha a aquellos que son iniciados en éste: un prodigio que
inspira asombro y pavor a la mente de San Juan: un intrincado
enigma que requiere para su solución la ayuda del Espíritu de
Dios.
La Roma pagana haciendo la obra del
paganismo de perseguir a la Iglesia no era ningún
Misterio. Pero una Iglesia Cristiana, llamándose la
Madre de la Cristiandad, y sin embargo ebria con la sangre de
los santos -éste es un Misterio. Una Iglesia
Cristiana que se jacta de ser la Novia, y siendo
sin embargo la Ramera; llamándose Sión, y siendo Babilonia -éste
es un Misterio. Un Misterio de hecho es, que, cuando ella
dice a todos, "Venid a mí", la voz del cielo
deba clamar, "Salid de ella, Pueblo mío" (Apocalipsis
18: 4). Un Misterio realmente es, que ella que se jacta
como la ciudad de los Santos, deba volverse la habitación de
demonios; que de ella quién exige ser Infalible deba
decirse que corrompe la tierra; que ella que se designa
a sí misma "la Madre de las Iglesias", deba
ser llamada por el Espíritu Santo "la Madre de las
Abominaciones"; que ella que alardea ser Perenne, deba
en un día ser destruida, y que los Apóstoles deban regocijarse
a su caída (Apocalipsis 18:20): que ella que sostiene, como ella
dice, en sus manos las Llaves del Cielo, deba ser lanzada en el
lago de fuego por Él, quien tiene las Llaves del infierno (Apocalipsis
1: 18). Todo esto, en verdad, es un gran Misterio.
Dieciocho Siglos han pasado, desde que el
Espíritu Santo profetizó, por la boca de San Juan que este
Misterio se revelaría en esa Ciudad que era entonces la
Reina de la Tierra, la Ciudad sobre Siete Colinas, -la Ciudad
de Roma.
El Misterio era entonces oscuro, oscuro como
la media noche. El ojo del hombre no podía traspasar las
tinieblas. El cumplimiento de la profecía parecía improbable, -casi
imposible. Época tras época pasó. Por grados, las nieblas que
pendían sobre ésta se volvieron menos espesas. Las nubes
empezaron a retirarse. Algunos rasgos del oscuro Misterio
empezaron a aparecer, oscuramente al principio, luego más
claramente, como las Montañas al alba. Luego la forma del
Misterio se volvió más y más distinguible. Las Siete Colinas,
y la Mujer que se sienta sobre ellas se volvieron más visibles.
Su voz fue oída. Extraños sonidos de blasfemia fueron
murmurados por ella. Luego ellos se volvieron más y más
ruidosos. Y el cáliz de oro en su mano, su atavío escarlata,
sus perlas y joyas, fueron vistos reluciendo al Sol. Reyes y
Naciones se mostraron postrados a sus pies, y bebiendo de su copa.
Los santos fueron matados por su espada, y ella se regocijó
sobre ellos. Y ahora la profecía se volvió clara, clara como el
mediodía; y nosotros temblamos ante el espectáculo, mientras
leemos la inscripción, grabada en grandes letras, Misterio,
Babilonia la Grande, escrita por la mano de San Juan,
guiado por el Espíritu Santo de Dios, sobre la frente de la Iglesia
de Roma.
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