volver al índice
volver a artículos

 

El ingreso de un bebé al Jardín Maternal.

Una mirada psicoanalítica a la tarea pedagógica

 

Andrea Fernández

Lic. en Ciencias de la Educación

[email protected]
 Trabajo realizado en el marco del Seminario Subjetividad y Aprendizaje,
dictado por la Prof. Dra. Silvia Bleichmar (MAESTRÍA EN PSICOLOGÍA
EDUCACIONAL, UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES -
FACULTAD DE PSICOLOGÍA)

 

 

EL INGRESO DE UN BEBÉ AL JARDÍN MATERNAL

UNA MIRADA PSICOANALÍTICA A LA TAREA PEDAGÓGICA

 

                “Tiene que estar siempre la princesa para salvarlo”

  

            Durante el desarrollo del Seminario “Subjetividad y Aprendizaje” se me han presentado al menos dos desafíos complejos e importantes: el acercarme a un marco conceptual nuevo a una mirada diferente (muy poco conocido hasta la fecha por mí)  y a la vez la invitación de poder articularlo con mi práctica profesional. Esta invitación fue más que interesante por lo cual a través de este escrito intentaré articular algunos de los lineamientos teóricos ofrecidos por la Dra. Silvia Bleichmar con varias de las acciones pedagógicas realizadas en el ingreso de un bebé al Jardín Maternal.

 

            El objetivo de dicha articulación es poder reflexionar sobre lo que junto con otros colegas venimos propiciando o llevando a cabo en el ámbito del Jardín Maternal, desde la perspectiva psicoanalítica que propone la autora.

 

            Es mi intención  poder preguntar, fundamentar, cuestionar  desde este marco aquellas propuestas pedagógicas que llevamos a cabo en las salas de los Jardines Maternales cuando el bebé comienza a  asistir  a un Jardín Maternal, donde es recibido y acompañado por otros adultos (los maestros) dejando de estar todas las horas del día en el ámbito de su hogar, con sus familiares.

 

 

La función materna. El encuentro del bebé con su madre

 

            El cachorro humano nace en un estado de indefensión tal que para poder sobrevivir necesita del otro, de un prójimo cargado de deseo, que le permita el inicio de un crecimiento psíquico.

 

            En esos tiempos de constitución psíquica, el otro humano, que tenga a cargo la función de humanización, que desarrolle la función materna,  intentará responder a las necesidades del niño. Esto implica la tarea de poder comprender lo que el niño está necesitando “leer, interpretar esa necesidad”  y satisfacerla.  En ese momento el vínculo que se establece con ese adulto va más allá del plano de lo autoconservativo. Según explica Bleichmar, al saciar la necesidad, simultáneamente, el adulto introduce una excitación que no es posible de llevar a cero…,

 

“Esta es la gran paradoja de la función materna,  en el momento que satisface necesidades incluye excitaciones, introduce en ese movimiento, algo que no estaba previsto en el programa de la naturaleza, produciendo una profunda alteración de los modos automáticos de descarga y quebrando de entrada la inercia neuronal. A partir de ello ya no podrá haber descenso  de la tensión a cero. Y cada vez que se pretenda evacuar esa cantidad, el aparato se recargará con tensiones de carácter interno, producto de sus sistemas de representaciones activadas por las zonas erógenas pulsadas en el acto de cuidado correspondiente. (…) La acción específica ha quedado totalmente subordinada a los modos de recomposición representacional excitante que ya no son atravesados sino por líneas de investimiento relacionadas con el deseo” (Bleichmar 2001:304)

 

            Este “otro” portador de inconsciente, de preconsciente y de deseo va a ser el adulto  que necesita el bebé para poder tener un crecimiento psíquico, ese otro ofrecerá, los elementos necesarios para que el bebé pueda transformarse en un ser de cultura. 

            Según Bleichmar (2001) el crecimiento intelectual al que hacemos referencia no es efecto de la acción del plano de lo autoconservativo sino de todo aquello que lo acompaña y que puede estar sujeto a un orden infinito de variaciones.

            Es así que en cada acercamiento con ese otro, su madre, el bebé encuentra elementos conocidos y nuevos; algunos elementos permanecen pero otros se modifican. Puede ser por ejemplo, que se haya modificado el sabor del pezón, no así la voz de la mamá. En ese encuentro en el que el niño necesita satisfacer una necesidad, en este caso alimentarse, el niño no solo ingiere leche materna sino que forma parte de la escena que se conforma: mamá – bebé. Cada vez que tenga hambre, algunos de estos aspectos se conservaran pero otros se modificaran. Esos elementos van a constituir las primeras inscripciones, cada vez que el bebé tenga hambre buscará  el objeto que quedó ligado a la autoconservación…

 

“La tensión de necesidad, al producirse en el interior del ser humano que está en un estado de profunda desayuda, convoca a otro ser humano que viene a atenderlo con todos sus sistemas simbólicos, con todos sus sistemas sexuales y en razón de ello lo parasita. Es mediante la parasitación como produce una conmutación de energía somática en energía libidinal, y una mutación del objeto, un trastocamiento; así el lactante tenderá a reencontrar ya no el objeto de la autoconservación sino el objeto que quedó ligado a la autoconservación: los indicios metáfora metonímicos del objeto; metáfora porque se trata de una sustitución, metonimia porque no se articula sino por desplazamiento de ciertos puntos, en contigüidad con el objeto contingente” (Bleichmar 2001:305)

 

            Esta parasitación, a la que hacemos referencia, es la puerta de entrada al primer tiempo de la sexualidad, es el primer tiempo de la vida psíquica en el que se instala la pulsión. [1]

 

            “si no se inscribe la pulsión, no se producen los elementos básicos de la humanización, el aparato no es obligado a un trabajo psíquico: es la pulsión lo que lo obliga a someterse a un trabajo de dominio y ligazón impulsando a través de ello lo que llamamos crecimiento intelectual, crecimiento psíquico” (Bleichmar 2001:142)

 

            La condición de la pulsión en el niño, está en la existencia del inconsciente materno, desde aquí aquel que asuma la función materna, ejercerá determinadas acciones sobre el cuerpo del  niño, que implantarán una sexualidad “que surge como traumáticamente inligable y destinada a una religazón o reelaboración(Bleichmar 2001:145)Este es el verdadero motor de la vida psíquica, al cual se refirió Freud” (Bleichmar 2001:136)

 

            El plus traumático que introduce el otro, es lo que obliga al niño a encontrar vías de descarga o ligazón para las cantidades sobrantes.[2]

           

 

            Lo anteriormente descrito ocurre muy próximo al nacimiento. La problemática que nos convoca en este escrito  hace referencia al momento en que ese otro que cumple la función materna, debe compartir esta función con otros adultos, cuatro o cinco horas diarias.

 

 

¿Qué acciones pueden facilitar la continuidad de esas inscripciones que se han establecido en el contacto diario con su madre cuando el niño va a encontrarse con otro adulto (el/la docente) diariamente en el ámbito del jardín maternal?

 

 

            Desde este marco conceptual, una problemática central es poder resolver la continuidad de esa función materna aunque la ejerza otro adulto ya que hay determinadas inscripciones que deben conservarse. Según Bleichmar (2001, Pág. 95)  si lo que se le brinda al niño es muy diferente a lo que la mamá le ofrece el niño, no podría reconocer el objeto que quedó ligado a lo autoconservativo, no habría búsqueda del objeto, el bebé abandonaría esta acción por desconocimiento. Ahora si lo que se le ofrece, es idéntico cada vez, no habría crecimiento psíquico. “Para que el aparato progrese, tiene que haber siempre algo que se introduzca como una diferencia entre lo inscripto y lo encontrado” Bleichmar 2001,  Pág. 95

 

Es apelando, una vez más, al Proyecto de Psicología como podemos ampliar nuestras hipótesis: la representación del objeto de satisfacción originario (pecho representacional) se encuentra con el objeto perceptivo (pecho real) en cada nueva experiencia. Si ambos objetos fueran idénticos (lo cual sería imposible, salvo en el caso que redujéramos este encuentro a lo autoconservativo, donde no quedan remanentes tensionales), la anulación del percepto  no posibilitaría nuevas retranscripciones. Si el objeto fuera totalmente diverso, por el contrario, no habría recubrimiento parcial entre la huella alucinatoria y el percepto, lo cual llevaría a abandonar todo intento de trabajo psíquico” (Bleichmar 1993:102)

 

 

            Parece ser entonces fundamental que este nuevo otro que (por algunas horas) formará parte de la cotidianeidad del bebé conozca como es esa comunicación, esos momentos compartidos mamá – bebé para asegurar una continuidad, la permanencia  de algunas inscripciones.

 

 

-         La entrevista con los padres

 

            Una estrategia posible es la entrevista previa con madre/padre del bebé, intentando que a través del diálogo puedan comunicar las costumbres, las maneras en que se llevan a cabo los cuidados y encuentros diarios con el niño. Esta información puede ser el inicio del conocimiento de cómo ese niño se alimenta, duerme, juega, es higienizado.

            A través del lenguaje la mamá va a codificar las necesidades del bebé, va a poder describir las acciones del bebé y sus reacciones. En esta descripción la mamá  se verá implicada, al describir las acciones del niño dará cuenta de las respuestas y de las actitudes de ella frente a las mismas. Esta primer entrevista nos permitirá conocer  como el otro (la mamá)  lee las acciones del bebé y como le repercuten…

 

… “el niño es representado, hablado, significado, antes de que pueda hablar. Esto es lo que hace el otro humano que lo tiene a su cuidado: codificar, en una trascripción al lenguaje, los signos de naturaleza que la cría emite, otorgarles un sentido. (…) Lo que caracteriza la relación primaria con el cachorro humano es el hecho de que el otro humano está implicado en los sistemas de codificaciones que establece y todo lo que el cachorro hace lo interpela. (…) .

Cada acto del otro, en la medida en que el semejante está profundamente implicado, convoca al adulto a una teorización acerca de su papel en lo que ocurre, de modo que el otro no es nunca alguien que opera en sí mismo sino alguien que opera para mí”   (Bleichmar 2001: 315)

 

 

            Esta información podrá completarse al invitar a la mamá junto a su bebé a la sala por varios días. Esto no solo favorecerá el vínculo del niño y de la mamá con estos actores que comienzan a formar parte de su cotidiano sino que les permitirá  a los maestros “ver” como ese otro se conecta con su bebé. Como aquellas encuentros mamá – bebé, que intentan satisfacer las necesidades del niño (la alimentación, sueño juego e higiene) son llevadas a cabo.

 

 

-         La presencia de la mamá en la sala

 

 

            El poder participar como observadores de los momentos de encuentro del bebé con la mamá en las distintas propuestas de alimentación, sueño, higiene, juego, nos permitirá compartir algunas modalidades, que se intentarán reproducir conservando así algunos signos que le permitan al niño reconocer aquello que quedó ligado a lo autoconservativo.

            Si nos centramos en la alimentación por ejemplo,  se tenderá a que aquel niño que toma pecho continúe haciéndolo en el jardín, en caso que no pueda ser posible y haya que pasar al biberón con leche materna, se sugerirá que el pasaje al biberón se realice en la casa y luego en el jardín, de forma tal que si bien existirá un cambio entre el pezón y la tetina, otros elementos que hacen al momento  de la alimentación, al hacer el pasaje,  se podrán conservar por ejemplo la voz de la mamá, la manera de sostenerlo, el olor, etc. 

 

“ se encontrará con otra textura y otro sabor (diversidad del objeto de la zona erógena oral) pero algunos signos permanecerán, lo idéntico y lo diverso operando como una combinatoria que logra un cierto nivel de contigüidad  (contigüidad, metonimización de la piel y de los concomitantes generales de la sexualización)” Bleichmar 1993  Pág. 102

 

 

            Una vez que este pasaje se haya realizado en la casa entonces si observaremos como la mamá le ofrece la mamadera y luego allí los maestros del jardín podrán alimentarán al bebé.

 

            Al igual que en la alimentación, se presentan particularidades en el momento del sueño. Así todos los niños necesitarán de una postura particular para poder relajarse y conciliar el sueño, una canción de cuna que a diario canta la mamá, una posición determinada en el momento de ser ubicados en la cuna… esta información es fundamental no solo para el desarrollo de la tarea del maestro sino para el crecimiento psíquico del bebé, ya que al ofrecer la posibilidad de reposo, debe encontrar también  lo conocido y algún elemento nuevo.

 

            La presencia de lo verbal, a través de la canción y el diálogo será una manera de comunicación entre el bebé y la mamá a observar y reproducir. El lenguaje tiene la particularidad de poder acompañar todo intercambio (la alimentación, el sueño, la higiene, el juego)  y de poder anticipar y recrear la escena. Lo que deviene, la anticipación de lo que va a ocurrir puede ser reconocido por el bebé a través del lenguaje. El lenguaje colaborará en la posibilidad del tiempo de espera del bebé, será un elemento ligador, permitirá recrear el objeto sin estar el cuerpo en juego, será suficiente por un tiempo, la voz del otro. Los maestros incorporarán aquellos diálogos, juegos, canciones que ya se realicen en la casa y luego podrán incorporar otros que también podrán ser compartidos con el ámbito familiar

 

…” (…) la madre en sentido genérico, (…) mientras le da de comer, le habla, le dice cosas, y la vista del niño va recreando un objeto que además tiene una característica, la de estar impregnado de la voz de la madre, lo cual se convierte en el elemento distal que posibilita la recreación de su presencia sin cuerpo en juego. Esto es central para la problemática del lenguaje; la voz del otro ocupa una función de recrear su presencia sin el sensorio corporal excitable. (…) la voz humana, en su carácter de ligador, derivador de libido, constituye un prerrequisito profundo de sublimación: porque más allá de su aspecto amoroso y excitante, tiene ese rasgo singular de ser algo que no se implanta en las zonas erógenas sino que acompaña todo intercambio, y en razón de ello deviene elemento segundo que viene a abrir las primeras posibilidades sublimatorias de ligazones colaterales. (segundo prerrequisito del proceso de constitución de la inteligencia humana)” (Bleichmar 2001:308)

 

           

 

-         Indagar acerca de la existencia de un objeto transicional

 

            Otra manera de colaborar en mantenimiento de algunas inscripciones y en la posibilidad de facilitar la separación y el reencuentro del niño con la madre es indagar si el niño posee un elemento que lo acompaña en algunos momentos o durante la mayoría de los momentos del día… “la almohadita para dormir” “una media que huele” “el oso que lo acompaña al recorrer diferentes espacios de la casa” Bleichmar explica (2001) que el objeto transicional es un elemento en el cual confluyen fragmentos, que representan a  la madre y al niño, por ello es  transicional; “se instala en un espacio dando cuenta, por su presencia, de una abertura y al mismo tiempo de su rellenamiento entre el hijo y la madre” (Bleichmar 2001:244)

            Este objeto transicional, según Sonia Abadi (2000)  ayuda a desarrollar la capacidad de espera, a tolerar la frustración a re – unirse en la fantasía con la madre que no está, permite mantener el vínculo con la madre ausente. 

 

 

 

-         Una  mirada atenta

 

            Es posible que una vez que haya ingresado el bebé o niño al Jardín Maternal observemos algunas acciones del bebé, el modo en que toma los objetos, cómo se relaciona con los adultos, como se lleva a cabo la alimentación, el sueño, la higiene, que comience a llamarnos la atención. El maestro no diagnostica, por lo tanto no tiene las herramientas para discernir por ejemplo,  si se encuentra frente a un trastorno o un síntoma, tampoco para conocer el origen del posible problema; pero sí tiene un sustento conceptual que le permite tener una mirada alerta, detectar cuando está frente a un niño con una posible  dificultad y colaborar con él y su familia.

            En este caso la tarea del maestro será observar diariamente a ese bebé, conversarlo con los papás y dejar explícita la necesidad de la consulta con el profesional pertinente.

 

            En estas situaciones es fundamental tener una actitud de apertura y de colaboración. No es culpabilizando a los padres como el maestro puede ayudar a ese bebé/niño y a esa familia a enfrentar la problemática. Considero que no solo los analistas, sino también los docentes, deben considerar que las fallas de los padres son producto de las historias edípicas personales, el acotarlas a “errores de crianza cometidos por brutalidad o torpeza, es no entender  que ellos también son sujetos de inconsciente” (Bleichmar 2001:258)

 

           

 

 

A modo de cierre. 

 

            Es sabido que en muchas instituciones lo anteriormente dicho no es tenido en cuenta, se dispone una única manera de alimentar a los niños, de dormirlos, de higienizarlos,  ofreciéndose  un modelo idéntico para todos… Indudablemente estas propuestas  no solo serían una incorrecta práctica pedagógica ya que proceder de ese modo implica no responder adecuadamente  a los cuidados y a las necesidades de un bebé o niño pequeño, sino también darían  cuenta de que ese “otro” (en este caso el maestro/a, responsables institucionales, etc,)   no está pudiendo desarrollar adecuadamente una función maternante, reduciéndose la relación con el niño a una práctica meramente asistencial, manifestándose la no existencia de deseo por parte de ese adulto para ese niño.

 

“la manipulación del niño “como cosa biológica” impide la metamorfización y conduce al abandono de todo intento de búsqueda de las huellas (“Sobre el prójimo el ser humano aprende a discernir, dice Freud en el Proyecto: pero para que haya trabajo psíquico, es necesario que el “prójimo” sea realmente un “prójimo”, vale decir, otro ser humano provisto de deseos para el niño” (Bleichmar 1993:104)

 

Según Bleichmar (2001) es necesario que el otro humano tenga inconsciente, deseo de sexualidad, deseo de un goce ligado al cuerpo que el mismo desconoce. Y por otro lado,  que ese otro tenga constituido su yo que le permita ligar esas cantidades que desata.

            Determinadas prácticas que se llevan a cabo en Jardines Maternales y Guarderías, nos llevan a pensar en la no existencia de ese deseo, prácticas que se encuentran cercanas a la existencia de  un no-vínculo entre el adulto y el bebé.

 

            Profesionales de la educación y de la salud debemos estar atentos respecto a como se está acompañando desde las instituciones a los bebés, en el intento de asegurarnos que se le ofrezca un contexto adecuado para su total crecimiento.  

 

 

 

 BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

 

ABADI, S (2000). Transiciones. El modelo terapéutico de D. W. Winnicott. Bs.As.,                       

Argentina: Lumen.

 

BLEICHMAR, S (1993) La fundación de lo inconsciente. Bs. As, Argentina: Amorrortu             

                                     Editores. 

 

BLEICHMAR, S (2001) Clínica psicoanalítica y neogénesis.  Bs. As, Argentina:

                                     Amorrortu Editores. 

 

FREUD, S. (1995) Proyecto de Psicología para neurólogos. En Obras Completas.

                                      Ensayos I al CCIII (1873-1938). Traducción de Luis López Ballesteros. Ed. Biblioteca Nueva. España.

 

LAPLANCHE J, PONTALIS. Diccionario de psicoanálisis. Bs. As Argentina.                                                Departamento de publicaciones (circulación interna para

                                          estudiantes)

 



[1] Entiéndase por pulsión al proceso dinámico consistente en un empuje (carga energética, factor de motilidad) que hace tender al organismo hacia un fin. Según Freud, una pulsión tiene en una excitación corporal (estado de tensión), su fin es suprimir el estado de tensión que reina en la fuente pulsional, gracias al objeto, la pulsión puede alcanzar su fin  (Laplanche J, Pontalis J)

[2] Si bien aquí estamos profundizando en el primer tiempo de la vida psíquica, la Dra. Silvia Bleichmar (2001) propone un Segundo Tiempo que se caracteriza por la constitución de la represión originaria, por la instauración de yo- representativo narcisista que “sepulta las representaciones del autoerotismo en el inconsciente” (Tiempo de la fundación del inconsciente en el sentido estricto  siendo la pulsión reprimida: se instaura la contradicción, el principio del tercero excluido, la temporalidad y la negación. En el Tercer Tiempo se va a producir la fundación de las instancias ideales y de la conciencia moral.

Hosted by www.Geocities.ws

1