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Experiencia áulica con la obra "Psicoanálisis de los cuentos de hadas", de Bruno Bettelheim

Escribe: María de Jesús Cejas

La autora es Profesora de Enseñanza Primaria, Profesora Elemental de Piano, Teoría y Solfeo
y Analista de Sistemas de Computación


Un poco de historia

     Mi primer contacto con la Literatura Infantil la tuve entre los 10 y 11 años, con las obras "Moby Dick", "Las aventuras de Tom Sawyer", "La vuelta al mundo en 80 días", "Shunko", etc., que eran obras que pude leer y disfrutar porque estaban acorde a mi edad y al interés que tenía en ese momento. Por supuesto que en la escuela ya había tenido contacto también con la literatura, pero era distinto, porque era algo impuesto que no respondía a mis intereses (salvo "Cuentos de la Selva", de Horacio Quiroga; esos cuentos sí recuerdo haberlos disfrutado).

     Es increíble, pero mi primer contacto con los Cuentos de Hadas lo tuve a los 19 años, cuando era una estudiante del Profesorado de Enseñanza Primaria, puesto que hasta ese momento solamente conocía someramente algunas de esas obras por la TV o algunos libritos de cuentos adaptados del momento.
Recuerdo que, en esa época del Profesorado, había una Unidad en el área Lengua que se llamaba "Los cuentos maravillosos y su didáctica". Es ahí cuando la Profesora del área nos leía las obras originales de Andersen, Perrault, los hermanos Grimm, etc. Cuando escuchaba esa lectura, siendo adulta, experimentaba diversas sensaciones y lamentaba no haber escuchado ni leído esos cuentos en la niñez. Me hubiera gustado saber qué sensación me hubieran producido.

     El caso es que, a modo de curiosidad, la Profesora nos comentó un artículo que se había publicado en ese momento, sobre un debate entre Educadores y Profesionales de Psicología sobre la obra "Psicoanálisis de los cuentos de hadas", del psiquiatra y psicólogo infantil Bruno Bettelheim. Había quienes estaban de acuerdo y quienes no. Pero como en ese entonces yo era una aficionada a la Psicología y me habían cautivado los cuentos de hadas, atiné a anotar el nombre del autor y el de la obra con el propósito de leerla en algún momento.

     Esto fue simplemente anecdótico puesto que, luego de recibirme y comenzar a ejercer como Maestra de Grado, nunca tuve oportunidad de leerle a mis alumnos cuentos de hadas, ya que utilizaba los textos literarios del momento y en las Bases Curriculares no figuraban esos cuentos de los que tanto nos había hablado la Profesora. Recién entonces entendí porqué mis maestras de escuela primaria tampoco nos habían leído ese tipo de textos.

     También fue circunstancial que hace unos tres años en la TV se hiciera mención de esta obra y de su autor. Entonces recordé los que nos había comentado la Profesora aquella vez y se me despertó el interés por conocerla. Fue así que compré el libro, lo leí, conseguí también las obras originales de los hermanos Grimm para conocerlas, lo releí, y me quedó la duda: ¿sería realmente así?

¿De qué se trata la obra?

     Antes de continuar con mi relato, paso a detallar de qué se trata esta obra: Bruno Bettelheim aborda en este libro el estudio de los cuentos de hadas y su influencia sobre la educación de los niños. Para ello, examina los cuentos más conocidos de la cultura occidental y pone de relieve su función liberadora y formativa para la mentalidad infantil. Al identificarse con los distintos personajes de los cuentos, los niños comienzan a experimentar por ellos mismos sentimientos de justicia, fidelidad, amor, valentía; no como lecciones impuestas, sino como descubrimiento, como parte orgánica de la aventura de vivir. Considera estos cuentos como fuente inestimable de placer estético y de apoyo moral y emocional para la niñez.

     Cabe destacar que el autor hizo toda esta investigación con las obras originales de esos cuentos tradicionales, que son un poco más crueles que las adaptaciones ilustradas de los actuales libros de cuentos. Los cuentos abundan en detalles que en los demás no figuran y muchas escenas tienen un alto contenido de agresividad, incluso los finales son distintos. Por eso es que me vi obligada a adquirir las obras originales que mencionaba el autor para poder comprender mejor su análisis.

     Es ahí cuando me hubiera gustado saber qué sensación hubiera tenido de chica si los hubiese conocido en esa etapa. También me intrigaba saber qué efecto podría ocasionar en los alumnos la lectura de estos cuentos, pero no me animaba a intentarlo por dos razones importantes: no figuraban en los Diseños Curriculares y su alto contenido de agresividad podría ser cuestionado por los padres o las autoridades de la escuela.

     Tal vez sea reiterativa, pero es necesario que comente nuevamente mi experiencia del año pasado con un grupo muy especial, para luego continuar con mi relato.

Un grupo muy especial

     Mi contacto con este grupo fue casual: comenzó el año pasado, cuando me ofrecieron un reemplazo de Profesora de Informática en otra escuela en donde se superponían los turnos. Por consiguiente, tuve que cambiar mi turno para tomar dicho reemplazo, puesto que me interesaba ampliamente la propuesta.
A pesar de los años que ya llevaba en la docencia, este cambio de turno me resultó sumamente indignante por el grupo con el que me encontré. Muchas veces había trabajado con grados carenciados y problemáticos, pero como éste ¡nunca!

     Era un grado de 11 alumnos nada más pero, en realidad, eran 11 problemas acumulados en un grado. Estaban "a la deriva" en la escuela, puesto que la docente de turno -ante su situación de impotencia- atinaba a la "promoción automática"; es así como estos chicos, de diversas edades, se encontraban en un 3º Año de E.G.B.1, sin conocer ni una letra ni un número.

     La escuela en donde trabajo tiene entre 4 y 5 secciones de grados por cada Año, por lo tanto tiene 34 secciones de grados en total. Estos chicos eran alumnos repetidores, que habían deambulado por otros grados antes de caer en este grupo que los "contenía" dentro de la escuela.

     Eran chicos con diversas patologías, que ya habían sido analizados por un Gabinete Psicopedagógico, quienes, por diversas razones, no habían sido derivados a la Escuela Especial ubicada en la misma manzana de la escuela. Todos tenían una edad mental inferior a la real, problemas de conducta de toda índole, malos hábitos, algunos con lesiones cerebrales leves y todos eran de un nivel socio-económico-cultural muy bajo.

     Es difícil describir el grado de impotencia que se siente ante un grupo así, el que además era una "isla" dentro de la escuela, olvidado por los directivos, el "chivo expiatorio" de todos los destrozos y culpas, ignorados o "falsamente queridos" por muchas colegas. No cuestiono a nadie por esta actitud. El Docente también es un ser humano y es débil en estas situaciones. Solamente trato de expresar lo que se siente cuando uno se encuentra ante algo para lo que no está preparado. Yo soy Maestra de Escuela Primaria Común, en donde nuestros alumnos deberían estar dentro de determinados parámetros para los que fuimos preparadas. Sin embargo, me veía en la obligación de pisar un terreno que no era el mío, sino el de una Maestra Especial, puesto que mi grupo era "Muy Especial". Debía asumir un rol que nunca hubiera querido tener, puesto que no tenía alternativa si quería obtener algún logro y no sentirme tan terriblemente impotente.

     No obstante, nunca me dí por vencida ni abandoné mi trabajo con el grupo en cuestión. Después de observar toda la situación, fui buscando las formas posibles de acercame a ellos para ser aceptada, aprendí a quererlos (es muy difícil establecer los límites entre "afecto" y "lástima"), descubrí que eran muy afectivos internamente pero que les costaba expresarlo, puesto que siempre estaban a la defensiva ante los reproches. También descubrí que, aunque muy lentamente, aprendían. Comencé a trabajar con ellos a partir de "cero", brindándoles los cuatro elementos que más necesitaban: SEGURIDAD - AUTOESTIMA - AFECTO - ORDEN. Ellos también se fueron acostumbrando a mí y, muy pronto, me trasformé en líder del grupo. Mi trabajo se basó más en el aspecto psicológico que en el pedagógico. En este último aspecto, mis clases grupales eran casi obsoletas, puesto que su atención dispersa y problemas de comunicación no les permitía concentrarse ni retener los conceptos. Por lo tanto, mi mayor aliada era la enseñanza personalizada, ya que también el nivel de aprendizaje de cada uno era distinto.

Una gran oportunidad

     Si bien el cuadro que tenía era espantoso, comencé a verle el lado positivo: eran alumnos cargados de problemas pero con sus mentes casi vacías de contenidos, con padres totalmente ajenos a la escuela, que solamente se acercaban para reclamar ropa o zapatillas, un personal directivo que solamente le interesaba la "contención" de los alumnos dentro de la escuela, sin interesarse por nada más, compañeras de trabajo muy concentradas en su trabajo con sus respectivos grados, sin interesarles el intercambio de experiencias con mi grado y mucho menos la integración. A todo esto le llamé "el lado positivo", por lo siguiente: gozaba de absoluta LIBERTAD para trabajar con esos chicos. Nadie me iba a cuestionar nada en el aspecto pedagógico y yo tendría todos los fundamentos con la excusa de que "el grupo es muy especial".

     Fue ahí cuando sentí que tenía la gran oportunidad de experimentar con la obra de Bruno Bettelheim. A medida que los iba conociendo pensaba con qué cuento podría asociar la problemática del grupo y de cada alumno en particular, para trabajar con ella no pensando en revertir una conducta -pues no soy psicóloga-, sino simplemente observar las reacciones que manifestarían los alumnos.

Una gratificante experiencia

     Recuerdo que comencé con "Hansen y Gretel", puesto que le vi relación con la pobreza y el maltrato familiar que era común a todos ellos. Vuelvo a reiterar: tengo conocimientos de Psicología por afición, pero no soy psicóloga (aunque, en ese entonces, me hubiera gustado mucho serlo). Estas fueron las reacciones que observé en mis alumnos con el mencionado cuento:

     Expresaron placer cuando la madrastra fue cruelmente maltrada y muerta. Como fue tan exitosa mi experiencia con este primer cuento, fui incorporando otros, primero con características parecidas y luego con otras distintas. Con todos logré captar la atención, y observar distintas reacciones -algunas impredecibles-, pero muy positivas todas. Cabe destacar que los cuentos que les leía eran los originales de los hermanos Grimm y que eran bastante extensos. Por lo tanto, dividía los cuentos en varias partes, teniendo en cuenta la atención dispersa de todo el grupo, y les leía una parte por día, como una "novela" decían ellos. El caso es que todos los días, ni bien escribían la fecha, me recordaban que tenía que leerles la otra parte del cuento. Por lo tanto, yo me sentía satisfecha de haber conseguido un recurso didáctico que realmente les interesaba y me servía para lograr otros objetivos. También es extraño que esto mismo ya lo había intentado con los cuentos comunes y los resultados habían sido totalmente negativos, muy distintos a estos.

Conclusiones

     Sé que todo esto hubiera sido de gran valor para un estudio psicológico, pero a mí también me sirvió para:

     Esto es en síntesis lo que rescaté de esa experiencia. Estaría mucho más tiempo escribiendo si quisiera contar los detalles de todas esas situaciones que también están cargadas de cosas interesantes que debería dar a conocer. Pero no es mi intención ahondar en estos detalles sino, simplemente, destacar la "magia" que tienen estos cuentos que nunca conocí de chica y me hubiera encantado saber qué sensación me hubieran producido.

     En cuanto a la obra "Psicoanálisis de los cuentos de hadas", de Bettelheim, realmente no estoy en condiciones de dar una opinión objetiva porque no soy psicóloga pero, como maestra, opino que vale la pena intentar poner en práctica la experiencia, especialmente cuando hay poco que hacer con otros recursos. Lo considero como una panacea para grupos de alumnos problemáticos en donde la impotencia está al orden del día.

 

 

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