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El Jardín Maternal: lo social desde una mirada pedagógica
Es indudable
que los Jardines Maternales son una necesidad actual, en la que convergen muchas
expectativas y ansiedades, por parte de los padres, de los niños y también de
la comunidad educativa. La misma
está atenta a encontrar la mejor manera de darle lineamientos y contenidos a
una alternativa relativamente nueva de aproximación a la escolaridad.
Por un lado los Jardines Maternales
son prioritarios para una gran mayoría de familias que deben dejar a sus niños
muchas horas fuera del hogar, por cuestiones de trabajo, pero también es
indudable que esos niños tienen necesidades propias y es imprescindible que el
jardín esté en condiciones de conocer, recoger y abordarlas adecuadamente.
Esto implica la confección de un “Proyecto Institucional” que tenga en
cuenta no sólo las etapas evolutivas de los niños sino que también esté en
condiciones de dar cabida a las expresiones culturales con las que cada familia
inviste a sus hijos. Estas son el referente con las cuales el niño se
constituye dentro de la trama vincular-familiar, con las que está embuído
desde antes mismo de nacer.
Este niño
del que hablamos o estos niños, son ante todo seres sociales, inmersos y
envueltos en toda la gama de expresiones, culturales, religiosas, políticas
etc. que lo constituyen en un individuo con historia, con costumbres y leyes que
se transmiten de generación en generación. Cada uno de ellos posee características
únicas y a la vez comparten con sus pares una raíz filogenética, una línea
de desarrollo evolutivo que es imprescindible conocer para lograr tener una
lectura clara de las necesidades y poder aportar respuestas apropiadas desde la
tarea docente.
La
necesidad se manifiesta como un registro de la pérdida del equilibrio interno
que el niño debe restablecer y es así, que para resolver esta situación
despliega un conjunto de acciones tendientes a lograrlo. Cuando tiene hambre el
bebé llora, manifiesta su necesidad con expresiones de su cuerpo que son
codificadas por su entorno y de esta manera van cargándose de significados.
Cuando comienza a interesarse en los objetos que están a su alrededor, intenta
por ejemplo, tomarlos y si no lo logra grita se queja, arquea su cuerpo, expresa
disconformidad. En la medida que el adulto pueda leer estos mensajes y responda
a ellos lo más satisfactoriamente posible, el bebé podrá ir adquiriendo
herramientas de comunicación. Las mismas le permitirán dialogar a través de
sus manifestaciones y de las repuestas que del medio obtenga. Si la lectura ha
sido correcta probablemente el adulto acerque el elemento al niño, de no ser así
permanecerá alejado. Entonces poco a poco al no lograr su objetivo, el niño
seguramente perderá el interés y deje trunco un proceso de conocimiento que
era generado por su necesidad interna de conocer. Por esto en el actuar sobre el
mundo, transforma y es a su vez transformado, pues genera variadas y múltiples
respuestas de los que están en su entorno. La mamá que le acerca el pecho, el
adulto que lo cambia, lo acuna para calmarlo etc. Las respuestas
ya sean gratificantes o no, serán incorporadas por el bebé.
Por
esto es que el niño es eminentemente un ser social, constantemente interactúa
con un mundo hecho por hombres para los hombres. Es aquí donde lo social debe
tenerse en cuenta a la hora de observar e implementar la tarea pedagógica, pues
es constituyente del sujeto.
Pichón Riviere habla del aprendizaje como “la apropiación
instrumental de la realidad para transformarla”.
Un
niño que explora chupando, tocando, golpeando, rompiendo, llenando, vaciando
etc., se va apropiando de las características de los objetos. En sucesivos
ensayos y errores va haciendo hipótesis y descubrimientos, que le permiten
apropiarse de la realidad. Es así que en este proceso va sumando
cuantitativamente en el aprendizaje real y efectivo.
Menuda
labor la que realiza, conocer, apropiarse, construir el pensamiento. Es en este
accionar constante sobre el medio que lo rodea que va logrando llevar a cabo
este proceso de conocimiento, a través de los elementos con los cuales convive
y se relaciona constantemente. En este contacto, en este investigar, como el
científico, donde la comprobación es permanente y donde el uso de los
elementos, será la confirmación en acto de su correcta internalización, es
donde podemos hablar de “aprendizaje”.
La
particular manera de combinar las cualidades de los objetos, de acuerdo a los
conceptos abstraídos del actuar, del experimentar, será la que manifestará su
creatividad.
Los adultos, padres-docentes que acompañan a los niños, serán
los que adjudicarán determinado valor a las producciones y manifestaciones de
los mismos, favoreciendo o no el despliegue de estas, permitiendo el desarrollo
de sus competencias.
Sabemos que
es en los otros en los que desde un primer momento los bebés se reflejan y que
desde la mirada que les es devuelta van estableciendo su personalidad. Por lo
tanto, no podemos dejar de observar cuales son sus necesidades, y no las
nuestras.
¿Enseñar o favorecer en los niños,
la apropiación de lo real para ayudarlo a construir su pensamiento?
Creo que debemos pensar
muy bien en las necesidades de los niños que concurren a los Maternales
y desde allí analizar lo Pedagógico. Debemos plantearnos entonces, cual
es el objetivo del “Jardín
Maternal” que se va a entroncar con el Nivel Inicial. Pues pensar en
contenidos desde una idea de enseñar, aportando desde arriba, actividades y técnicas
más o menos ricas, que contemplen el tiempo de atención, con materiales y
colores atractivos, que no resisten el análisis a la hora de conocer el real
aporte al desarrollo de los niños, sería estar mirando a un niño empequeñecido
y no a un niño en crecimiento, en constante evolución, en proceso de
construirse persona, que evoluciona permanentemente.
Establecer
cuáles son los objetivos o el gran objetivo de un Proyecto Institucional,
implica conocer muy bien las necesidades
y para esto tener una amplia mirada que nos permita verlas. Digo esto, porque es
fundamental, propiciar la conformación de individuos sanos, con una
personalidad segura, una autoestima elevada y sobre todo niños autónomos
capaces de desarrollar sus capacidades plenamente.
Es que
el Jardín Maternal es tan particular y específico en cuanto a dispositivos y técnicas
que no podemos englobarlo de manera simplista, con el Nivel Inicial. Estaríamos
dándole forma a un Jardín híbrido pues no satisfacería las necesidades de
los niños de 0 a 3 años, ni la de los niños del nivel siguiente. Debemos
analizar e investigar en las particularidades de los niños más pequeños ellos
“son diferentes” no sólo lo parecen.
Para
Wallon, “el movimiento es todo lo que tiene el niño pequeño para dar
testimonio de su vida psíquica, y la traduce íntegra, hasta el momento en que
sobreviene la palabra. Hasta entonces sólo tiene, para hacerse entender,
gestos, ademanes, movimientos en relación a sus necesidades o a su humor...”
Los niños pequeños se comunican distinto,
tienen necesidad de un adulto en momentos específicos en los que dependen de
ellos, pero también si aprendemos a mirar,
podremos apreciar que van construyendo primero instantes y más tarde
momentos de actividad autónoma. Y es en esos períodos en los que el niño
realiza el mayor “aprendizaje”. Construye nociones, se apropia de las
características de los objetos, se ubica en el espacio, desarrolla su
motricidad gruesa y fina, su lenguaje se va construyendo, es capaz de asimilar
las costumbres de su trama vincular.
Ahora bien
para poder abrirse al mundo que lo rodea necesita ante todo construir un
vínculo seguro, contenedor, capaz de sostenerlo mientras así lo hace. Un
adulto fiel, predecible y estable, que pueda
tener con el niño una buena comunicación a través del diálogo tónico-emocional,
estableciendo entre ambos una
interacción efectiva.
Respuestas de afecto o de rechazo, de aceptación
o de indiferencia van imprimiendo huellas en él. Es así que este adulto
contribuye a modelar la manera de “ser en el mundo” del niño.
Este niño
que está un tiempo en casa y otro similar en el jardín, evoluciona entonces,
al amparo de padres y docentes que deben complementarse en cuanto a su cuidado
en tiempo y espacio. Por esto es que necesitan establecer un diálogo fluído,
una buena comunicación que redunde
en un óptima calidad de acompañamiento.
Este
niño podrá abrirse al mundo si tiene un adulto a su lado que este dispuesto a
que lo logre. Y esto será más sencillo si
aprendemos a ver cuales son los intereses, cuales las demandas concretas,
reales de los chicos y no las que como adultos creemos que ellos tienen.
Debemos observar
que el bebé y el niño muy pequeño tienen herramientas para hacerse entender
si estamos dispuestas a ver y escuchar, un lenguaje corporal y gestual.
Cuando hay
entendimiento de las necesidades del niño, se produce un diálogo tónico-emocional
con el otro, que será la puerta de entrada a un profundo conocimiento del pequeño.
Es así, que este adulto significante que interactúa con el niño, se convierte
en su traductor codificando y decodificando, construyendo un lenguaje, el cual
le permitirá insertarse en su entorno familiar social.
Es
imprescindible entonces, que el docente este formado y sea consciente, de que en
los tres primeros años se construye la base de la personalidad. Por lo tanto no
podemos estar desprevenidas o actuar por intuición nuestro compromiso es
demasiado importante, la función de nuestro rol es sumamente determinante.
Pues nuestra mirada será la que en el ámbito del jardín codificará
sus necesidades, su particular manera de expresarse, de relacionarse. Que le
devolverá determinadas respuestas que se instalarán junto con las de sus
progenitores o sustituos en el hogar, en el inicio de la comunicación que se
establecerá con el bebé o el niño pequeño. Y por esto es fundamental que
haya diálogo y coherencia entre ambos ámbitos. Este otro con el que se
relaciona, es fundamental ya que será él el que le acerque los objetos
pertinentes a la etapa de desarrollo en la que el niño se encuentre teniendo
presente sus necesidades y posibilidades. De esta forma le irá ofreciendo
elementos que estarán atravesados por lo cultural, aportándole elementos que
le permitirán insertarse en la sociedad donde luego se desarrollará.
Deberíamos preguntarnos cuantas veces observamos detenidamente una
actividad autónoma en un bebé. Cuando estamos
con ellos, ¿podemos verlas? ¿
Sabemos como mirar, como leer lo que está haciendo este bebé particular, único,
con sus manos, por ejemplo? Cómo observa atentamente la luz que entra por la
ventana permaneciendo quieto y con la vista en un punto. O sin advertir estas
actividades, lo tomamos en brazos o le acercamos un objeto, interrumpiendo un
proceso de conocimiento en el que nosotras docentes, no hemos reparado.
Debemos asumir el
compromiso de revisar nuestra función y de tratar de encontrar los
medios adecuados para llevar a cabo una tarea docente apropiada, en base a un
acabado conocimiento de las necesidades de los niños. Teniendo siempre presente
que es necesario establecer un vínculo que le haga sentir al niño que este
adulto es capaz de sostenerlo desde
el estar presente, desde la mirada, mientras él realiza actividades de su interés.
Para que esto sea posible debe favorecer un
entorno que facilite el accionar de este bebé, de este niño. Él
necesita de una continuidad de adultos y también de elementos que le permitan
anticipar lo que vendrá en un marco de orden, seguridad y contención, que le
ayuden a construir una relación de mutuo entendimiento.
Para Wallon en la manifestación de
sus capacidades, en el despliegue de su creatividad, estará presente el
desarrollo afectivo, y una maduración progresiva saludable del niño.
Acompañar desde la tarea docente, será estar atentos, conocer y poder acercarle al niño, los elementos que necesite de acuerdo a las necesidades que se le presenten, acordes a la etapa en la que se encuentre. Para que esto sea posible será fundamental establecer una relación de empatía que nos permita a través de un diálogo tónico emocional recíproco encontrar y saber leer los indicios que nos lleven a una verdadera comprensión de las necesidades. Buscando lograr la formación de individuos autónomos, competentes que desarrollen lo mejor posible sus capacidades creativas.
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