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       El Jardín Maternal: lo social desde una mirada pedagógica

Alejandra de Renzis Peña

          Es indudable que los Jardines Maternales son una necesidad actual, en la que convergen muchas expectativas y ansiedades, por parte de los padres, de los niños y también de la comunidad educativa.  La misma está atenta a encontrar la mejor manera de darle lineamientos y contenidos a una alternativa relativamente nueva de aproximación a la escolaridad.

      Por un lado los Jardines Maternales son prioritarios para una gran mayoría de familias que deben dejar a sus niños muchas horas fuera del hogar, por cuestiones de trabajo, pero también es indudable que esos niños tienen necesidades propias y es imprescindible que el jardín esté en condiciones de conocer, recoger y abordarlas adecuadamente. Esto implica la confección de un “Proyecto Institucional” que tenga en cuenta no sólo las etapas evolutivas de los niños sino que también esté en condiciones de dar cabida a las expresiones culturales con las que cada familia inviste a sus hijos. Estas son el referente con las cuales el niño se constituye dentro de la trama vincular-familiar, con las que está embuído desde antes mismo de nacer.

           Este niño del que hablamos o estos niños, son ante todo seres sociales, inmersos y envueltos en toda la gama de expresiones, culturales, religiosas, políticas etc. que lo constituyen en un individuo con historia, con costumbres y leyes que se transmiten de generación en generación. Cada uno de ellos posee características únicas y a la vez comparten con sus pares una raíz filogenética, una línea de desarrollo evolutivo que es imprescindible conocer para lograr tener una lectura clara de las necesidades y poder aportar respuestas apropiadas desde la tarea docente.

             La necesidad se manifiesta como un registro de la pérdida del equilibrio interno que el niño debe restablecer y es así, que para resolver esta situación despliega un conjunto de acciones tendientes a lograrlo. Cuando tiene hambre el bebé llora, manifiesta su necesidad con expresiones de su cuerpo que son codificadas por su entorno y de esta manera van cargándose de significados. Cuando comienza a interesarse en los objetos que están a su alrededor, intenta por ejemplo, tomarlos y si no lo logra grita se queja, arquea su cuerpo, expresa disconformidad. En la medida que el adulto pueda leer estos mensajes y responda a ellos lo más satisfactoriamente posible, el bebé podrá ir adquiriendo herramientas de comunicación. Las mismas le permitirán dialogar a través de sus manifestaciones y de las repuestas que del medio obtenga. Si la lectura ha sido correcta probablemente el adulto acerque el elemento al niño, de no ser así permanecerá alejado. Entonces poco a poco al no lograr su objetivo, el niño seguramente perderá el interés y deje trunco un proceso de conocimiento que era generado por su necesidad interna de conocer. Por esto en el actuar sobre el mundo, transforma y es a su vez transformado, pues genera variadas y múltiples respuestas de los que están en su entorno. La mamá que le acerca el pecho, el adulto que lo cambia, lo acuna para calmarlo etc. Las respuestas  ya sean gratificantes o no, serán incorporadas por el bebé.

Por esto es que el niño es eminentemente un ser social, constantemente interactúa con un mundo hecho por hombres para los hombres. Es aquí donde lo social debe tenerse en cuenta a la hora de observar e implementar la tarea pedagógica, pues es constituyente del sujeto.

 

  Pichón Riviere habla del aprendizaje como “la apropiación instrumental de la realidad para transformarla”.

Un niño que explora chupando, tocando, golpeando, rompiendo, llenando, vaciando etc., se va apropiando de las características de los objetos. En sucesivos ensayos y errores va haciendo hipótesis y descubrimientos, que le permiten apropiarse de la realidad. Es así que en este proceso va sumando cuantitativamente en el aprendizaje real y efectivo.

Menuda labor la que realiza, conocer, apropiarse, construir el pensamiento. Es en este accionar constante sobre el medio que lo rodea que va logrando llevar a cabo este proceso de conocimiento, a través de los elementos con los cuales convive y se relaciona constantemente. En este contacto, en este investigar, como el científico, donde la comprobación es permanente y donde el uso de los elementos, será la confirmación en acto de su correcta internalización, es donde podemos hablar de “aprendizaje”.

La particular manera de combinar las cualidades de los objetos, de acuerdo a los conceptos abstraídos del actuar, del experimentar, será la que manifestará su creatividad.

Los  adultos, padres-docentes que acompañan a los niños, serán los que adjudicarán determinado valor a las producciones y manifestaciones de los mismos, favoreciendo o no el despliegue de estas, permitiendo el desarrollo de sus competencias.              

          Sabemos que es en los otros en los que desde un primer momento los bebés se reflejan y que desde la mirada que les es devuelta van estableciendo su personalidad. Por lo tanto, no podemos dejar de observar cuales son sus necesidades, y no las nuestras.

      ¿Enseñar o favorecer en los niños, la apropiación de lo real para ayudarlo a construir su pensamiento?

        Creo que debemos pensar muy bien en las necesidades de los niños que concurren a los Maternales  y desde allí analizar lo Pedagógico. Debemos plantearnos entonces, cual es el objetivo del  “Jardín Maternal” que se va a entroncar con el Nivel Inicial. Pues pensar en contenidos desde una idea de enseñar, aportando desde arriba, actividades y técnicas más o menos ricas, que contemplen el tiempo de atención, con materiales y colores atractivos, que no resisten el análisis a la hora de conocer el real aporte al desarrollo de los niños, sería estar mirando a un niño empequeñecido y no a un niño en crecimiento, en constante evolución, en proceso de construirse persona, que evoluciona permanentemente.

Establecer cuáles son los objetivos o el gran objetivo de un Proyecto Institucional,  implica conocer muy bien las  necesidades y para esto tener una amplia mirada que nos permita verlas. Digo esto, porque es fundamental, propiciar la conformación de individuos sanos, con una personalidad segura, una autoestima elevada y sobre todo niños autónomos capaces de desarrollar sus capacidades plenamente.

           Es que el Jardín Maternal es tan particular y específico en cuanto a dispositivos y técnicas que no podemos englobarlo de manera simplista, con el Nivel Inicial. Estaríamos dándole forma a un Jardín híbrido pues no satisfacería las necesidades de los niños de 0 a 3 años, ni la de los niños del nivel siguiente. Debemos analizar e investigar en las particularidades de los niños más pequeños ellos “son diferentes” no sólo lo parecen.

           Para Wallon, “el movimiento es todo lo que tiene el niño pequeño para dar testimonio de su vida psíquica, y la traduce íntegra, hasta el momento en que sobreviene la palabra. Hasta entonces sólo tiene, para hacerse entender, gestos, ademanes, movimientos en relación a sus necesidades o a su humor...”

    Los niños pequeños se comunican distinto, tienen necesidad de un adulto en momentos específicos en los que dependen de ellos, pero también si aprendemos a mirar,  podremos apreciar que van construyendo primero instantes y más tarde momentos de actividad autónoma. Y es en esos períodos en los que el niño realiza el mayor “aprendizaje”. Construye nociones, se apropia de las características de los objetos, se ubica en el espacio, desarrolla su motricidad gruesa y fina, su lenguaje se va construyendo, es capaz de asimilar las costumbres de su trama vincular.

         Ahora bien  para poder abrirse al mundo que lo rodea necesita ante todo construir un vínculo seguro, contenedor, capaz de sostenerlo mientras así lo hace. Un adulto fiel, predecible y estable, que pueda  tener con el niño una buena comunicación a través del diálogo tónico-emocional, estableciendo entre ambos  una interacción efectiva.

    Respuestas de afecto o de rechazo, de aceptación o de indiferencia van imprimiendo huellas en él. Es así que este adulto contribuye a modelar la manera de “ser en el mundo” del niño. 

          Este niño que está un tiempo en casa y otro similar en el jardín, evoluciona entonces, al amparo de padres y docentes que deben complementarse en cuanto a su cuidado en tiempo y espacio. Por esto es que necesitan establecer un diálogo fluído, una buena comunicación que  redunde en un óptima calidad de acompañamiento.

Este niño podrá abrirse al mundo si tiene un adulto a su lado que este dispuesto a que lo logre. Y esto será más sencillo si  aprendemos a ver cuales son los intereses, cuales las demandas concretas, reales de los chicos y no las que como adultos creemos que ellos tienen.

         Debemos observar que el bebé y el niño muy pequeño tienen herramientas para hacerse entender si estamos dispuestas a ver y escuchar, un lenguaje corporal y gestual.

          Cuando hay entendimiento de las necesidades del niño, se produce un diálogo tónico-emocional con el otro, que será la puerta de entrada a un profundo conocimiento del pequeño. Es así, que este adulto significante que interactúa con el niño, se convierte en su traductor codificando y decodificando, construyendo un lenguaje, el cual le permitirá insertarse en su entorno familiar social.

Es imprescindible entonces, que el docente este formado y sea consciente, de que en los tres primeros años se construye la base de la personalidad. Por lo tanto no podemos estar desprevenidas o actuar por intuición nuestro compromiso es demasiado importante, la función de nuestro rol es sumamente determinante.  Pues nuestra mirada será la que en el ámbito del jardín codificará sus necesidades, su particular manera de expresarse, de relacionarse. Que le devolverá determinadas respuestas que se instalarán junto con las de sus progenitores o sustituos en el hogar, en el inicio de la comunicación que se establecerá con el bebé o el niño pequeño. Y por esto es fundamental que haya diálogo y coherencia entre ambos ámbitos. Este otro con el que se relaciona, es fundamental ya que será él el que le acerque los objetos pertinentes a la etapa de desarrollo en la que el niño se encuentre teniendo presente sus necesidades y posibilidades. De esta forma le irá ofreciendo elementos que estarán atravesados por lo cultural, aportándole elementos que le permitirán insertarse en la sociedad donde luego se desarrollará.                                                           Deberíamos preguntarnos cuantas veces observamos detenidamente una actividad autónoma en un bebé. Cuando  estamos con ellos, ¿podemos verlas?  ¿ Sabemos como mirar, como leer lo que está haciendo este bebé particular, único, con sus manos, por ejemplo? Cómo observa atentamente la luz que entra por la ventana permaneciendo quieto y con la vista en un punto. O sin advertir estas actividades, lo tomamos en brazos o le acercamos un objeto, interrumpiendo un proceso de conocimiento en el que nosotras docentes, no hemos reparado.                                   

      Debemos asumir el  compromiso de revisar nuestra función y de tratar de encontrar los medios adecuados para llevar a cabo una tarea docente apropiada, en base a un acabado conocimiento de las necesidades de los niños. Teniendo siempre presente que es necesario establecer un vínculo que le haga sentir al niño que este adulto es capaz de sostenerlo  desde el estar presente, desde la mirada, mientras él realiza actividades de su interés. Para que esto sea posible debe favorecer un  entorno que facilite el accionar de este bebé, de este niño. Él necesita de una continuidad de adultos y también de elementos que le permitan anticipar lo que vendrá en un marco de orden, seguridad y contención, que le ayuden a construir una relación de mutuo entendimiento.

      Para Wallon en la manifestación de sus capacidades, en el despliegue de su creatividad, estará presente el desarrollo afectivo, y una maduración progresiva saludable del niño.

   Acompañar desde la tarea docente, será estar atentos, conocer y poder acercarle al niño, los elementos que necesite de acuerdo a las necesidades que se le presenten, acordes a la etapa en la que se encuentre. Para que esto sea posible será fundamental establecer una relación de empatía que nos permita a través de un diálogo tónico emocional recíproco  encontrar y saber leer los indicios que nos lleven a una verdadera comprensión de las necesidades. Buscando lograr la formación de individuos autónomos, competentes que desarrollen lo mejor posible sus capacidades creativas.

 

 

 

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