¿POR QUÉ CAMBIARON LA MISA?
HACIA LA RELIGIÓN ÚNICA
Por MAURO CIOTOLA  

LA ORACIÓN SUSTITUTIVA DEL NOVUS ORDO

   "Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa, ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos." (Por Cristo nuestro Señor. Amén.)

   Esta mala traducción de la oración hace borrosa la línea que distingue al sacerdote de los laicos. ¡Faltan las palabras críticas "de nuestra servidumbre" (servitutis nostrae)! Ahora se lee: "Padre, acepta esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia." Y en esto se implica fuertemente la noción protestante del "sacerdocio común" de todos los bautizados sin distinción. Parece en esta oración de la misa nueva que todo el mundo hace la misma cosa en exactamente la misma forma, y ¡que no hay diferencia alguna entre el papel del sacerdote (o ministro) de pie donde la mesa allá adelante y el papel de los fieles en el banco!

¿Qué tendría que decir Inocencio III de esto?

   En la misa tridentina la oración continua: "La cual oblación te suplicamos, ¡oh Dios!, te dignes hacerla en todo bendita +, aprobada +, confirmada +, razonable, y aceptable, a fin de que se haga para nosotros Cuerpo + y Sangre + de tu dilectísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo."     

   La forma nueva de la oración es la siguiente: "Bendice y acepta, oh Padre!, esta ofrenda haciéndola espiritual, para que sea Cuerpo y Sangre de tu Hijo amado, Jesucristo, nuestro Señor." 

   De esta oración se eliminan las cinco señales de la cruz hechas por el sacerdote después de las palabras "bendita," "aprobada," "confirmada," "Cuerpo," y "Sangre." Estas no son bendiciones simplemente, sino son signos demostrativos del sacrificio de la cruz y de su Víctima. Estas señales modifican la oblación, califican la ofrenda, haciendo perfectamente claro que esta ofrenda sí que es la misma ofrenda hecha hace dos mil años por la misma Víctima, Jesucristo.

   "Ratum" y "rationabilem" se relacionan con la palabra "ratificar," o sea, hacer válido por aprobación. El sacerdote Le pide a Dios que apruebe el sacrificio a punto de llegar, que lo haga válido, en una palabra, que efectúe la transubstanciación. Ya sabemos que los protestantes tienen un problema serio con la noción católica de la transubstanciación, ¡pero no tienen problema alguno con aceptar esta oración como queda ahora en el Novus Ordo! Y además, los nuevos textos se refieren a la oblación como "espiritual," sea lo que sea que signifique eso. Cierto que es capaz de una interpretación católica, pero le falta la claridad de la oración tridentina. ¡Si ha de tener lugar la transubstanciación, hay que esforzar la imaginación mucho para percibirla! Lo que sí presenta el rito nuevo es una ofrenda “espiritual." ¿Apoya esta construcción la doctrina católica de la Verdadera Presencia? Eso depende de lo que se quiere decir con una ofrenda "espiritual."

    En la misa tridentina, hemos visto que las doctrinas católicas están plenamente desarrolladas por el habla, las rúbricas que expresan el contenido de las palabras, y símbolos, todos los cuales fomentan y profesan tales doctrinas como el sacrificio de la cruz; no un sacrificio nuevo, sino el mismo sacrificio ofrecido por Nuestro Señor para nuestra redención; que el Víctima es el mismo, Jesucristo. Baja sobre nuestro altar con una presencia verdaderamente corporal bajo las apariencias de pan y vino, y se Le ofrece a Su Padre todopoderoso por el sacerdote en su capacidad especial representándoLe a Cristo el Sumo sacerdote eterno en virtud del carácter sacerdotal que se le ha transmitido y que él solo tiene el poder de transubstanciar.

   Todo esto está indiscutiblemente claro.

   En vista de esto es cierto que cuando el sacerdote dice, "a fin de que se haga para nosotros," se supone el poder sacerdotal de transubstanciar; cuando dice, "el Cuerpo y la Sangre de Tu Hijo dilectísimo," se quiere decir una presencia verdaderamente corporal y substancial.

   Esto, pues, es el significado claro comprendido a la luz de lo que se ha afirmado antes que estas palabras en la misa tridentina.

   Sin embargo, como hemos visto, el Novus Ordo tiende a negar la claridad sobre la doctrines católicas y en vez de esto ¡recurre a la ambigüedad y la supresión!

   Esta actitud llega a ser un asunto serio en él que antes que profesar el rito tradicional católico el cual está "puro de todo error, que nada se contiene en él que no sepa sobremanera a cierta santidad y piedad" (Concilio de Trento), se adopta un rito ambiguo, capaz de muchas interpretaciones, el cual puede usarse por todo grupo cristiano y comprenderse por cada uno a su propia manera peculiar.

   Al eliminar ciertas palabras y al suprimir rúbricas y símbolos, consigue suprimir doctrinas católicas sobre la naturaleza de la misa; la Presencia Verdadera, el poder del sacerdote "de actuar en la Persona de Cristo" y transubstanciar, y la posición única del sacerdocio sacerdotal como distinto del "sacerdocio común" de los laicos y superior a él. "Para que sea Cuerpo y Sangre de...Jesucristo" implica ahora "el cuerpo y la sangre de Jesucristo" por la fe y no por el ministerio del sacerdote, insinuado en un sentido únicamente espiritual, conseguido no por la transubstanciación, sino más bien por el sentido de la presencia espiritual de Cristo en los fieles, mencionado en el Evangelio de S. Mateo (18:20): "Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos."

   Este último concepto es de la teología protestante, y cuando se juntan todas las piezas de la misa nueva, las innovaciones y sus implicaciones, es fácil entender cómo un protestante puede percibir sus propias doctrinas en estas oraciones de la misa nueva. Este rito nuevo confeccionado por los "reformadores" nuevos con la ayuda de seis expertos protestantes es intencionalmente ambiguo, hipócrita, ecuménico y por una omisión calculada, es capaz de satisfacer "aun al protestante más modernista," como acusó el Cardinal Ottaviani. ¡Ha llegado la hora de despertarse para esos católicos demasiado confiados, paralizados por el pensamiento que estos cambios y mutilaciones se fomentan por prelados de alto rango de la "Iglesia nueva," y sometidos a una falsa sensación de "obediencia!" ¡Despertad y considerad los hechos y las pruebas!

   Ahora llegamos al momento más solemne de la misa, la Consagración. En la misa tridentina, el sacerdote, obediente al mandato de Nuestro Señor, reconstruye la Ultima Cena con esta oración: "El cual, el día antes de su pasión, tomó el pan en sus santas y venerables manos, y elevados los ojos al cielo, a Ti, Dios, Padre suyo omnipotente, dándote gracias, lo bendijo +, lo partió, y lo dio a sus discípulos, diciendo: `Tomad y comed todos de él, [y ahora, el sacerdote interrumpe la oración, se inclina sobre la Hostia, y en voz baja y en la Persona de Jesucristo Mismo, dice con suma reverencia y solemnidad] Porque éste es mi Cuerpo'".

   En el Novus Ordo Missae esta oración se traduce como sigue: "El cual, la víspera de su Pasión, tomó pan en sus santas y venerables manos, y, elevando los ojos al cielo, hacia ti, Dios, Padre suyo todopoderoso, dando gracias te bendijo, lo partió, y lo dio a sus discípulos, diciendo: Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por vosotros."

   Lo más probable es que si preguntáramos a esos católicos complacientes a quienes no les importa de lo que se trata la misa y quienes van solamente porque se espera que vayan, si haya alguna diferencia entre las dos, probablemente respondería sin duda que no hay ninguna. Y esto es exactamente de lo que dependen los innovadores: que no se vea ninguna diferencia. Pero la diferencia es muy profunda. Está allí para que se vea si tan sólo se tomara el tiempo de verla. De hecho, hay mucho que descubrir por comparación.

   La primera cosa de todas es que en la misa tridentina se usa una manera eucarística de hablar doble. Con esto queremos decir que por un lado está la narración de los hechos que rodean la Ultima Cena, y por otro, la acción misma de sacrificio. En la misa nueva se usa una sola manera eucarística: _el relato! La Instrucción General sobre la Liturgia Nueva hasta la titula "El Relato de la Institución."

   Esta diferencia es muy significativa. En la misa tridentina, la narración llega a un alto para que tenga lugar una acción, y esa acción es la Consagración. Las oraciones de la narración paran, entonces el sacerdote, inclinándose sobre la Hostia, y en voz baja dice, "Porque este es Mi Cuerpo." ¿Por qué mandó la Iglesia esta doble manera de hablar en las palabras de la consagración? La razón es de primerísima importancia.

   En la Iglesia Católica, Jesucristo Mismo consagra. Cada misa es una re-presentación de la pasión y muerte de Cristo de forma incruenta. El sacrificio es el mismo, y el Sumo sacerdote es el mismo Jesucristo.

   Todo esto se profesa vivamente en la misa tridentina por la manera y el contexto en que se presenta la consagración, y en obediencia directa al mandato de Cristo, "Haz esto en memoria Mía."

   "Contexto" viene del latín "con" que significa "junto," y "texere" que significa "tejer." "Contexto" significa, pues, aquellas partes de una frase, párrafo, etc., que "contejen" (o entretejen) el significado de alguna parte determinada. Por lo tanto, para comprender el significado de algo, hemos de explicar su "contexto," o sea, hemos de saber lo que viene antes y después.

   Un examen minucioso del "contexto" en él que se coloca la consagración de la nueva misa demuestra que se desea un significado totalmente distinto y no católico.

   En la misa nueva no se da ninguna interrupción del relato; la oración entera se hace ¡como una narración! Esta tiene la distinción singular de que la prefieren los protestantes, ya que indica el relato de la Ultima Cena como un acontecimiento pasado más bien que una acción de sacrificio del sacerdote, quien hace que el Calvario esté presente aquí y ahora.

   En la misa nueva, el sacerdote no separa deliberadamente las oraciones preliminares de las palabras de consagración por una inclinación sobre los elementos ni por recitar las palabras de Institución en un tono de voz baja y solemne; en vez de esto, continua en voz alta, contando la historia de lo que hizo y dijo Cristo durante la Ultima Cena. A menos que el sacerdote improvise de su propia piedad, ¡no hay ni siquiera una pista de que él, el sacerdote, esté haciendo algo más que ¡contándonos un cuento!

   Un protestante convencido no tendría ningún problema con esta idea de solamente recordar la historia de la Ultima Cena, ya que el protestantismo sostiene que la misa no es más que un servicio de comunión, un servicio memorial de la Cena. ¡Pero tal cosa es la misma que ha condenado la Iglesia católica! El Concilio de Trento era bastante claro sobre este asunto: "Si alguien dijere que el rito de la Iglesia Romana debiera condenarse, ordenando que alguna parte del canon y las palabras de consagración se reciten en tono de voz baja, sea anatema."

   Pero, ¿por qué definió la Iglesia específicamente que estas palabras en particular habían de recitarse en tono de voz baja?

   Ya se ha establecido que el sacerdote actúa en la Persona de Cristo y consagra; esta ha sido siempre la doctrina de la Iglesia. Lutero, sin embargo, proclamó que el sacerdote no estaba en condiciones de cumplir el mandato de Cristo, "Haz esto en memoria Mía." Insistía en que la doctrina católica hizo mecánico y mágico al sacramento. Dijo que el sacerdote no "Le fabrica a Dios," no Le "sacrifica a Cristo." Lo juzgó necesario hacer que las palabras de consagración se recitasen en voz alta y en forma narrativa. Esto, para él, demostraría claramente que lo que ahora tomaba lugar era estrictamente un "memorial de la Ultima Cena" y no algún acto mágico de Sacrificio y transubstanciación.

   No es de extrañar que esta referencia de los herejes a la misa tradicional católica como mágica, con el tiempo fomentara aquella fórmula mágica tan conocida, "hocus pocus" (=abracadabra) como una burla corrompida de las palabras latinas en la forma de la consagración: "¡Hoc est enim Corpus meum!"

   Si mirases en tu misal latino, te fijarías en que las palabras correctas de consagración son "Hoc est enim Corpus Meum." "Porque éste es Mi Cuerpo." En la misa nueva son, "Hoc est Corpus Meum." "Este es Mi Cuerpo." El punto de interés aquí es que la conjunción latina "enim" no se traduce.

   Se puede hacer la pregunta que si esto tiene trascendencia alguna, y la contestación es "absolutamente que sí." La palabra "enim" significa "porque," pero en el latín esto no es un simple "porque," sino que es un "porque" muy específico. En el uso, conlleva la fuerza de "porque ciertamente," "porque verdaderamente," "porque en efecto," y en la misa tridentina se da énfasis a la realidad de la presencia de Cristo; el significado es "¡ciertamente," "verdaderamente," y "en efecto" esto es el Cuerpo de Cristo! Y además, las rúbricas de la misa mandan que el sacerdote haga genuflexión como un acto de fe y de adoración a Cristo entero verdaderamente presente sobre el altar, no una vez, sino dos: inmediatamente después de las palabras de consagración pero antes de elevar la Hostia hacia el cielo, y otra vez inmediatamente después de que la Hostia se vuelve a poner sobre el altar. En la misa nueva, una sola genuflexión, siguiendo la narración entera, elevación y reposición, sustituye las dos de la misa tridentina.

   Esta supresión puede afirmar, en su propia forma disfrazada, pero efectivamente, que las palabras de consagración no han producido ningún cambio y que aquello que se acaba de elevar hacia Dios Padre es simplemente pan--hasta que el pueblo haya ratificado lo que el sacerdote ha hecho sobre la mesa en su nombre (en nombre del pueblo).

   Ahora bien, se puede argüir que el sacerdote en efecto hace genuflexión en la consagración de la misa nueva, pero lo hace sólo después de que termine la narrativa entera. Eso es, rinde reverencia a la hostia, ciertamente no inmediatamente después de la pronunciación de las palabras de institución, sino sólo después de que haya subido la hostia para que toda la asamblea la vea. Lutero mandó lo mismo, con la idea de que sólo después de que la congregación haya endosado las palabras del ministro y las haya ratificado por un acto de fe propio, la hostia en efecto se hacía "para ellos" el signo del cuerpo de Cristo. El hecho de que el sacerdote no puede rendir este acto de adoración en un punto de tal importancia sí llega ser un asunto serio y no se puede pasar por alto. La seriedad de esta supresión llega a ser aún más aparente cuando se considera que la Iglesia ha mandado siempre esta genuflexión inmediatamente después de las palabras de consagración como materia de fe. Sin embargo, ¡el Novus Ordo lo suprime! Tal supresión no coincide con la doctrina católica, sino tiende a fomentar la interpretación de Lutero de las palabras, "que es entregado por vosotros." Para él significaban "este es Mi Cuerpo," en un sentido espiritual y simbólico solamente, "que es entregado por vosotros" mañana, en el Calvario. Lo que nos queda no es más que una narración de lo que dijo Cristo durante la Ultima Cena acerca del sacrificio que realizaría al día siguiente, haciendo del pan sólo un símbolo de Su Cuerpo que se daría en sacrificio al día siguiente.

   De hecho, de entre las diez genuflexiones por lo menos contenidas en la misa tridentina, la nueva misa conserva sólo dos. Ciertamente, la supresión más significante sería aquella que sigue inmediatamente las palabras de consagración sobre la Hostia, porque esta supresión en particular no puede ser útil a nadie excepto a aquellos que desean negar la Verdadera presencia efectuado por la transubstanciación.

   En todo esto no podemos pasar por alto una inclusión muy curiosa en la narrativa del Novus Ordo, ¡una inclusión realmente curiosísima! Nos referimos a las palabras "que se da por vosotros." (quod por vobis tradetur) Las palabras se mencionan por San Pablo en su epístola a los Corintios. (I Cor. XI) Estas palabras no están incluidas en la forma tridentina, sin embargo aparecen en la misa nueva. ¿No debemos preguntar por qué? ¡Sobre todo cuando descubrimos que estas palabras estaban incluidas por Martín Lutero en su "misa" compuesta hace más de 400 años! Seguramente, si Lutero añadió estas palabras, lo hizo por alguna razón--una razón que convenía a sus propósitos heréticos, una razón que sería anticatólica. Si encontraba la capacidad de fomentar sus doctrinas con la inclusión de estas palabras, mientras que a la vez destruía las de la Iglesia católica, entonces ciertamente debemos preguntar ¿por qué? Seguramente, los innovadores modernistas de la misa nueva inventarían alguna buena razón para imitarle a Lutero en cuanto a esto, pero sus explicaciones parecerían ser nada más que disculpas a la luz del número abrumador de tales casos en los que siguieron la iniciativa de Lutero al mutilar la misa.

   Para eliminar la idea de un sacerdote sacrificador que podía cambiar las sustancias del pan y el vino al Cuerpo y a la Sangre de Cristo y renovar el sacrificio de la cruz, Lutero cambió el énfasis de sacrificio a una "comida memorial." Lo hizo por varios medios--la inclusión de estas palabras ("que se ofrecerá por vosotros") en la narrativa sobre el pan es uno de ellos.

   Como hemos visto, la primera cosa que se logra es la supresión de la genuflexión, de significado tan profundo, después de las palabras de institución. Después de pronunciar estas palabras, el sacerdote no puede demostrar un acto de adoración a Cristo inmediatamente presente en la Hostia. No puede porque tiene más que decir y esto, claro, es "que se da por vosotros."   

   Se puede argüir perfectamente que estas palabras deben ser ortodoxas, ya que están escritas por San Pablo. Sí, ciertamente en sí son totalmente ortodoxas, pero en el contexto de la nueva misa toman un significado distinto. En el relato de S. Pablo en 1ª de Corintios, el apóstol explícitamente contaba la historia de un acontecimiento pasado--exactamente como lo consideraba Lutero. El traspaso de esta noción a la misa, cuya finalidad es él de hacer presente de nuevo a ese acontecimiento pasado, amenaza cambiar la misa a exactamente lo que Lutero pretendía que debía ser: un simple recuerdo de algo que pasó hace mucho tiempo y en un sitio muy lejano. Esta interpretación segurísimamente cambia el énfasis de un sacrificio que se renueva aquí y ahora a un "memorial" de lo que Cristo dijo e hizo durante la Ultima Cena. La acusación se justifica aún más por el hecho de que la misa nueva impone una "nueva fórmula de consagración," siguiendo la innovación de Lutero. Lutero introducía novedades cuando alteraba las palabras de consagración; siempre utilizando una "base bíblica" a la que mostraba parcialidad cuando confeccionaba sus principios heréticos, utilizó las palabras de San Pablo (1ª Cor. 11:24) para su fórmula de "consagración." Sin embargo, la fórmula utilizado por la Iglesia es anterior a las Escrituras. O sea, es anterior al escribir del Nuevo Testamento. Fue recibido por los Apóstoles de Cristo mismo y luego fue transmitido a sus sucesores. El Papa Inocencio III, en una carta a Juan de Lyón con fecha de 29 de noviembre, 1202, afirma explícitamente: "Creemos, por lo tanto, que los apóstoles recibieron la fórmula de palabras como se encuentran en el canon de Cristo, y las transmitieron a sus sucesores." (Denzinger, no. 415) El Canon de la misa tridentina nos viene de la tradición apostólica, que por su parte es más antigua que las Escrituras.

   Es importante recordar que esta "fórmula de palabras," dicha por Inocente III es la que se encuentra en la misa tridentina y no la que se encuentra en el Novus Ordo. El Novus Ordo utiliza la fórmula preferida por Lutero, quien seleccionó su fórmula basada en el principio erróneo de "sola scriptura" --que solamente las escrituras pueden contarles a los hombres la revelación de Dios y las enseñanzas de Cristo, y que le concierne a cada hombre determinar lo que las escrituras significan en realidad.

   Sabemos que Nuestro Señor sufrió y murió cerca del año 33 d.C. También sabemos que el primer libro del Nuevo Testamento, el Evangelio de San Mateo, se escribió cerca del año 50 d.C. ¿Hemos de creer que los primeros cristianos no hicieron nada hasta que San Mateo les dio la guía para formar su Iglesia? Sabemos también que San Pablo escribió su primera epístola a los Corintios cerca del año 57 d.C. ¿Hemos de creer que los cristianos primitivos tenían que esperar otros siete años antes de que San Pablo les instruyese sobre cómo decir la misa?

   La verdad de este asunto es que ¡no hicieron tal cosa! La Iglesia ya contaba con su existencia dos décadas antes de que se escribiera el mismo primer libro del Nuevo Testamento. Dos generaciones de cristianos se habían criado antes de escribirse el último libro del Nuevo Testamento. Y el sacrificio de la misa se celebraba ya 24 años antes de la primera carta de San Pablo a los Corintios. Y ¿qué era lo que guiaba a la Iglesia naciente de Cristo? La tradición apostólica.

   Resumamos lo que acabamos de descubrir. Hemos visto que la misa nueva rompe con la tradición apostólica sobre la fórmula de consagración y vuelve a "la fórmula bíblica" de Lutero, y que Lutero, como todos los protestantes, prefería esta fórmula porque subraya más el relato de la última cena (como un memorial) que como la acción de sacrificio del sacerdocio católico.

   El Novus Ordo rompe con la práctica inmemorial de la Iglesia y reduce lo que en la misa tradicional eran las palabras de la consagración, una acción sacramental y de sacrificio, a un simple "relato de la institución" --un cuento sobre los acontecimientos de la última cena. Esto logra dos cosas: primero, al celebrante se le obliga a decir las palabras "Esto es Mi Cuerpo" en el tono narrativo de un memorial y no en el tono afirmativo de quien efectúa una acción personal; también da a entender que las palabras preliminares: "Tomad y comed todos de Él" pertenecen a la fórmula de consagración. Por esta innovación sin precedente, el aspecto de comida (acción de comer) se coloca sobre el mismo nivel que el aspecto de sacrificio. Una parte íntegra (comer) se confunde con la parte esencial (sacrificar). Esta innovación se inclina fuertemente hacia la comprensión de las palabras de la consagración en un sentido simbólico y la supresión del aspecto de sacrificio de la misa a favor de una simple "comida memorial."

   Al suprimir las genuflexiones después de la recitación de la fórmula, como lo hace el Novus Ordo, la noción de la presencia real se erosiona en la mente de los fieles, y muy gravemente, la adición de las palabras "que se da por vosotros" constituye una forma nueva, jamás usada antes, un cambio en la mismísima forma del sacramento de la Sagrada Eucaristía! Tales innovaciones, en el clima ecuménico de hoy en día, enseguida fomentan la idea de "cena" o "comida" para suplantar la realidad de la misa.

(Vol. XIV, No. 3, 1992; pp. 44-48)

   Acabamos de tratar de la consagración del pan, un campo que la mayoría de los católicos excesivamente confiados piensan que no se ha cambiado. Y sin embargo, después de un examen cuidadoso, hemos descubierto mucho.

   Ahora, examinaremos la consagración del vino, un campo donde hasta el católico más indiferente no puede por más de ver lo que la han hecho los innovadores.

   En la misa tridentina, la consagración del vino empieza así: "De igual modo, después de cenar, tomando también este precioso Cáliz en sus santas y venerables manos, dándote igualmente gracias a Ti, lo bendijo, y lo dio a sus discípulos, diciendo: `Tomad y bebed todos de él. [Y ahora el sacerdote interrumpe la oración, se inclina sobre el cáliz, y continuando en voz baja, hablando en la Persona de Cristo, dice:] Porque éste es el Cáliz de mi Sangre, del nuevo y eterno Testamento: el Misterio de la fe, la cual será derramada por vosotros y por muchos, para remisión de los pecados. Cuantas veces hiciereis esto, lo haréis en memoria Mía.´"

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