(pendiente)
Platón y el Demiurgo
Los griegos, por influencia de Parménides
de Elea y de Heráclito de Efeso, tenían el concepto de dos
mundos. Uno era maravilloso a su modo, pero hecho de sombras y copias.
El otro era el mundo real, donde viven para siempre las grandes realidades
de las cuales nuestras cosas mundanas no son más que meras copias.
Para el griego, el mundo invisible era el real, y el mundo visible no era
mas que una sobra, una irrealidad.
Platón sistematizó esta forma de pensar
en su doctrina de las formas o las ideas. El sistema platónico se
basa en una concepción de la existencia de dos mundos, uno ideal
y de otro real. El mundo que existe mas allá del espacio y del tiempo,
fuera de este mundo sensible (que se puede tocar, sentir, oler, ver, gustar
y oír) y de nuestros conceptos, y otro mundo, el nuestro, en el
cual todo cambia, se transforma, donde todo es un devenir, un conjunto
de mutaciones y de persistencias. Según su percepción, en
el mundo ideal existían los modelos perfectos de cada cosa. En algún
lugar estaba el modelo perfecto del bien y de la belleza de la cual todo
bien y toda belleza no son más que copias imperfectas. Para Platón
ese mundo de conceptos estaba en el mundo ideal, el cual se refleja a modo
de destellos en este mundo real.
Platón se da cuenta de que a ese mundo ideal
en el cual existe todo lo original, es decir, el modelo perfecto de cada
cosa que existe en este mundo real-terrenal, le falta un creador. El ve
que esas ideas son la causa necesaria de la finalidad de este mundo, pero
no son la causa suficiente de la generación del mundo, no fueron
creadas por ellas, por lo tanto el mundo no pudo ser creado por las ideas.
Para Platón lo sensible esta relacionado con lo "inteligible" porque
hay una causa eficiente que efectúa tal participación, es
decir, de un dios que imprima en la materia los reflejos de las ideas en
el acto de engendrar el mundo sensible. Efectúa la relación
de este mundo con aquél y hace del nuestro una imitación
del otro. Bajo la apariencia de un ente mítico llamado Demiurgo,
se oculta una postulación metafísica de la necesidad de una
solución teística del problema del origen y formación
del mundo. Para Platón, las verdaderas causas de las cosas son las
ideas y ese ser llamado Demiurgo, es decir, una causa inteligible y un
principio inteligente. El propósito es el de plasmar en el mundo
sensible esa ideas y el principio inteligente, la mente que proyecta su
obra, el arquitecto, que pone la idea en la realidad. Ese origen se debe
a la inteligencia y a la bondad de ese ser sobrenatural. Sostiene, también,
que aunque sin demostrarlo, el Demiurgo ha tenido conciencia de la madurez
de la materia y la ha encuadrado en el origen y la finalidad del conjunto.
Pero a la pregunta de que si ese orden se ha logrado, no tiene respuesta
afirmativa porque tal ente no tiene poder absoluto sobre su creación,
el dios de Platón tiene límites.
Este es un modelo de Dios que nos resulta conocido.
No solo es el concepto de Dios, sino la teología impregnada que
lo acompaña es la que vamos a ver llegar hasta nuestros días.
La visión del mundo celestial donde plácidamente gobierna
Dios, en el cual hay paz, tranquilidad, descanso, estabilidad y hasta
con un poco de monotonía; versus el mundo terrenal, que cambia vertiginosamente
con y en todas sus realidades que preguntan: ¿Dónde se escondió
Dios que no ve este caos? Platón tuvo una intuición de la
necesidad de Dios causada por la búsqueda de respuestas a la existencia.
La teología aportada por la filosofía precristiana es, quizás,
el pensamiento mas elevado que el hombre haya podido lograr por sus propios
medios, pero no alcanza para responder a la profunda pregunta del origen
de lo creado, aunque alcanzó para impregnar la sabiduría
religiosa popular que intuye a Dios pero no le ve. Sócrates,
Platón y toda la tradición de la que ambos formaban parte,
habían criticado a los dioses paganos, diciendo que eran creación
humana, y que según los mitos clásicos eran mas perversos
que los hombres. Platón hablaba de un ser supremo, inmutable, perfecto,
que era la suprema bondad y belleza. Creía en la inmortalidad de
alma, y por consiguiente en la vida después de la muerte.
El gnosticismo fue considerado la primera herejía
del cristianismo. Su base era que el mundo físico y material no
había sido creado por el Dios Verdadero, sino por un Demiurgo, un
imitador imperfecto (que identificaban con el Yahvé del Antiguo
Testamento). Por lo tanto el mundo y la materia eran algo corrupto, que
aprisionaba las almas puras emanadas del Dios Verdadero.
Este Demiurgo estaba asistido por siete Arcontes,
que se identificaban con los siete cuerpos celestes de la astrología
tradicional. El alma humana era obligada a encarnarse una y otra vez en
un cuerpo material, cegada al mundo espiritual del que procede, y hundiéndose
en la maldad. Evitar que naciera más gente era evitar que las almas
fueran atrapadas en cuerpos, así que los gnósticos procuraban
no tener hijos.
Sin embargo, el Dios Verdadero había enviado
a su hijo Jesucristo para liberar a la humanidad. Como Jesucristo era puro
no podía estar atrapado en un cuerpo físico. Se aparecía
a los apóstoles para darles su mensaje, pero la crucifixión,
muerte, y resurrección no eran más que una ilusión,
ya que no era material.
Esta herejía era tan importante que para
combatirla se escribió el Evangelio de San Juan, que comienza diciendo
"la Palabra se hizo carne" en clara alusión a que Jesucristo tenía
un cuerpo humano. La gnosis contaba con famosos seguidores, como Simón
el mago, que aparece en Hechos de los Apóstoles y no sale muy bien
parado. Por otro lado, tambien existen los Evangelios Gnósticos,
que son apócrifos (es decir, no forman parte de la Biblia oficial).
Las ideas gnósticas fueron desapareciendo
(extinguidas alrededor del siglo V), si bien dejaron el concepto del cuerpo
como algo negativo y pecaminoso, que obstaculizaba el progreso espiritual.
Esta idea, posiblemente conectada con tradiciones orientales (hiduísmo,
budismo, y otras religiones que enviaron misioneros a Occidente en aquel
tiempo), fue muy popular entre los ascetas y puritanos medievales.
Las herejías de los Cátaros y Albigenses
en plena Edad Media, que motivaron una Cruzada, se suponen inspiradas en
la Gnosis. Aunque algunos sostienen que dichas ideas se transmitían
a través de sociedades secretas que han funcionado desde los primeros
tiempos del cristianismo, es más probable que estos brotes fueran
a consecuencia de las lecturas de los libros antiguos, así como
los grupos gnósticos actuales. Estos grupos mezclan las ideas antiguas
con las nuevas modas esotéricas y pretenden alcanzar poderes mágicos.
Por supuesto, son elitistas (sólo ellos tienen
el "conocimiento", la "gnosis"), y piensan que el resto de la humanidad
vive "dormida" ante la "Verdad".
EL EVANGELIO CÁTARO DEL PSEUDO-JUAN
Capítulo I
Revelaciones de Jesús sobre Satanás
1. Yo, Juan, vuestro hermano, que toma parte en vuestras
tribulaciones, a fin de tomarla igualmente en el reino de los cielos, cuando
tenía reclinada mi cabeza sobre el pecho de Nuestro Señor
Jesucristo, le pregunté: Señor, ¿quién es el
que te traicionará? Y él me respondió: El que mete
conmigo la mano en el plato. Entonces Satanás entró en él,
y buscaba ocasión para entregarlo.
2. Y yo dije: Señor, antes que Satanás
cayese, ¿cuál era su gloria cerca de tu Padre? Y Jesús
me contestó: Era una gloria tamaña, que mandaba en las potestades
de los cielos. Yo estaba sentado junto a mi Padre, y el mandaba a todos
los imitadores de mi Padre. Descendía del cielo al infierno, y subía
después desde el infierno hasta el trono del Padre invisible. Y
fue herido de orgullo por la gloria de quien, como él, dirigía
los cielos, y concibió el pensamiento de colocar su residencia por
encima de las nubes de los cielos, y quiso ser semejante al Altísimo.
3. Y cuando hubo descendido en el aire, dijo al
ángel del aire: Ábreme las puertas del aire, y el ángel
le abrió las puertas del aire.
4. Y, descendiendo más abajo, se dirigió
al ángel que presidía los cielos, y le ordenó: Ábreme
las puertas de los cielos, y el ángel se las abrió.
5. Y, continuando su camino, encontró toda
la faz de la tierra cubierta por las aguas.
6. Y, descendido sobre la tierra, encontró
dos grandes peces extendidos sobre las aguas, y que eran como bueyes uncidos
en pareja para labrar, los cuales, conforme al mandamiento del Padre invisible,
ocupaban toda la tierra, desde la puesta hasta la salida del sol.
7. Y, cuando descendió más todavía,
encontró su ossop, que es el elemento del fuego, y no pudo
descender más, a causa de las llamas ardientes que se lo impedían.
8. Y Satanás retrocedió, y fue hacia
el ángel del aire, y hacia el que preside las aguas, y dijo: Todo
esto es mío. Si me escucháis y me obedecéis, colocaré
mi residencia por encima de las nubes, y seré semejante al Altísimo.
Y, quitando las aguas de este firmamento supremo, reuniré los demás
lugares del mar, y no habrá agua sobre la superficie de la tierra,
y reinaré con vosotros por los siglos de los siglos.
9. Y, habiendo hablado así a los ángeles,
subió hacia los otros ángeles, hasta el quinto cielo, y preguntó
a cada uno: ¿Cuánto debes a tu Señor? Y uno contestó:
Cien medidas de trigo candeal. Y Satanás repuso: Toma pluma y tinta,
y escribe sesenta.
10. E interrogó a otros: Y tú, ¿cuánto
debes a tu Señor? Y uno de ellos, respondió: Cien medidas
de aceite. Y Satanás le dijo: Siéntate, y escribe cincuenta.
11. Y, subiendo hacia todos los cielos, habló
así hasta el quinto cielo, lisonjeando a los ángeles del
Padre invisible.
12. Y una voz salió del trono del Padre,
y dijo: ¿Qué haces, tú que niegas al Padre, y que
seduces a los ángeles? Fautor de pecado, cumple prontamente lo que
en el pensamiento has concebido.
13. Entonces el Padre dio orden a los ángeles,
diciéndoles: Tomad sus vestiduras. Y los ángeles despojaron
de sus vestiduras, de sus tronos y de sus coronas, a todos los ángeles
que habían escuchado y obedecido a Satanás.
Capítulo II
Satanás convertido en Demiurgo
1. Y yo, Juan, pregunté al Señor: Cuando
Satanás cayó, ¿a qué sitio fue a habitar?
2. Y el Señor me respondió: Mi padre
lo desfiguró a causa de su orgullo, y le arrebató su luz
prístina, y su faz se tornó a modo de un hierro enrojecido
al fuego, y fue semejante a la del hombre, y, con un solo latigazo de su
cola, arrastró a la tercera parte de los ángeles de Dios,
y fue lanzado lejos de la sede del Altísimo y de la estancia de
los cielos.
3. Y, al descender en el firmamento, no pudo procurarse
ningún reposo, ni para él, ni para los que lo acompañaban.
4. Y rogó al Padre, diciendo: Ten compasión
de mí, y te lo devolveré todo.
5. Y el Padre tuvo compasión de él,
y le concedió reposo, así como a los que lo acompañaban,
por espacio de siete días.
6. Y Satanás se instaló en el firmamento,
e imperó en el ángel del aire, y en el ángel del agua.
Y éstos levantaron la tierra, la cual apareció arriba, y
el ángel que dominaba sobre las aguas recibió una corona.
Y con la mitad de ella hizo la luz de la luna, y la luz de las estrellas,
y con las piedras hizo todas las milicias de las estrellas.
7. Y tomó en seguida a los ángeles
por ministros suyos, según el orden establecido en la mansión
del Altísimo, y creó el trueno, la lluvia, el granizo y la
nieve.
8. Y envió a la tierra a los ángeles,
sus ministros. Y mandó a la tierra que produjese todos los volátiles,
y todos los reptiles, y los árboles, y las hierbas. Y mandó
al mar que produjese los peces y los pájaros del cielo.
9. Y, reflexionando entre sí, quiso hacer
al hombre a su imagen, y ordenó al ángel del tercer cielo
que entrase en un cuerpo de barro.
10. Y, tomando una porción de este cuerpo,
hizo otro cuerpo en forma de mujer, y ordenó al ángel del
segundo cielo que entrase en el cuerpo de la mujer.
11. Y los ángeles lloraban, al verse revestidos
de una forma mortal y diferente de la que siempre les había correspondido.
12. Mas él los mandó a ejecutar la
obra carnal en sus cuerpos de barro, sin que ellos comprendiesen que cometían
un pecado.
13. Y el autor del mal pensó en formar el
Paraíso, e introdujo en él al primer hombre.
14. Y plantó un árbol en medio del
Paraíso, y ocultó así su pensamiento, para que los
hombres no conociesen su engaño.
15. Y se aproximó a ellos, y les dijo: Comed
de todo fruto que esté en el Paraíso, mas no comáis
del fruto del árbol del bien y del mal.
16. Y el diablo entró en el cuerpo de la
serpiente perversa, y sedujo al ángel que tenía forma de
mujer, y en su hermano repercutió la concupiscencia del pecado,
y cometió su concupiscencia con Eva en el canto de la serpiente.
17. Y he ahí por qué se llaman hijos
del diablo e hijos de la serpiente a los que cometen la concupiscencia
del diablo, su padre, hasta la consumación de los siglos.
18. Y, sin tardanza, el diablo inoculó al
ángel que estaba en Adán su veneno y su concupiscencia, que
engendraron el hijo de la serpiente y el hijo del demonio, hasta la consumación
de los siglos.
Capítulo III
Explicación del pecado original y de la redención
cristiana
1. Y en seguida, yo, Juan, interrogué al Señor,
diciendo: ¿Cómo los hombres afirman que Adán y Eva
fueron creados por la mano de Dios, y que, puestos en el Paraíso
para observar los preceptos, se vieron entregados a la muerte?
2. Y el Señor me respondió: Escucha,
Juan, bien amado de mi Padre. Los hombres ignorantes dicen también
en la prevaricación que mi Padre había fabricado cuerpos.
Empero ha creado, por el Espíritu Santo, todas las virtudes de los
cielos y los santos, a causa de la prevaricación, se encontraron
en posesión de cuerpos de barro, y he aquí por qué
se vieron entregados a la muerte.
3. Y de nuevo, yo, Juan, interrogué al Señor,
diciendo: ¿Cómo el hombre comienza a existir en espíritu
en un cuerpo carnal?
4. Y el Señor me respondió: Ángeles
caídos del cielo pasan a los cuerpos de las mujeres, y reciben la
carne de la concupiscencia de la carne. Porque el espíritu nace
del espíritu, y la carne de la carne, y es así como se consuma
el reinado de Satanás en este mundo y en todas las naciones.
5. Y me dijo: Mi Padre le ha permitido reinar siete
días, que son siete siglos.
6. Y otra vez pregunté al Señor: ¿Cuándo
advendrá ese tiempo?
7. Y él me contestó: El diablo, que
ha caído de la gloria del Padre, y que ha querido levantar y realzar
su propia gloria, envió a sus ángeles, irradiantes de fuego,
a los hombres, desde Adán hasta Enoch, su ministro.
8. Y elevó a Enoch por encima del firmamento,
y le mostró su divinidad, y le dio pluma y tinta, para que escribiese
sesenta y siete libros, y le ordenó que los trajese a la tierra,
y los diese en legado a sus hijos.
9. Y Enoch obedeció a Satanás punto
por punto y, llegado a la tierra, comenzó a instruir a sus hijos
en la manera como debían hacerse los sacrificios, y a enseñarles
misterios injustos, y ocultaba así a los hombres el reino de los
cielos.
10. Y el diablo le decía: Cree en mí,
porque soy tu Dios, y no hay otro Dios que yo.
11. He aquí por qué mi Padre me ha
enviado a este mundo, a fin de que haga conocer a los hombres los perversos
designios del diablo.
12. Y, cuando el diablo supo que había bajado
del cielo al mundo, envió a un ángel, y tomó tres
lenguas, y las dio, para crucificarme, a Moisés, y yo las conservo
aún.
13. Entonces Moisés anunció a Dios
a su pueblo. Y Dios le mandó dar la ley a los hijos de Israel, y
lo condujo por entre la mar desecada.
14. Y, cuando mi Padre pensó en enviarme
al mundo, envió, antes que a mí, a su ángel, llamado
María, para que yo fuese recibido en su seno.
15. Y, descendiendo, entré en ella por el
oído, y por el oído salí.
División B Giacomo Leopardi Charles Baudelaire Almafuerte (Pedro Bonifacio Palacios) Arturo Capdevila Eduardo González Lanuza |
Parte V AUTORES, TEXTOS Y TEMAS INICIO |
INICIO DE SUBSECCIÓN A |
INICIO DE SECCIÓN II |
INICIO DEL INFORME C-3 |
MAPA DEL SITIO |
BIENVENIDA AL ARCHIVO PÚBLICO |
PÁGINA DE INICIO |