ESCATOLOGÍA COLECTIVA. LA VIDA Y LA MUERTE ETERNA.

Enraizamos esta cuestión en el significado que tiene Dios en la revelación, es un Dios de vivos, de vida, de entrega y de encuentro con el hombre, a los que trata como amigos. En este proceso, la vida eterna se encuadra como la visión de Dios, el lógico final desde un Dios que es amor y vida sin medida.

En LG aparece en el número 48, ya citado, la visión de Dios, al que veremos tal y como es. Los Bienaventurados estarán unidos gloriosamente a Cristo, por lo que el Concilio vuelve, como ya hemos señalado a una escatología cristocéntrica. La vida eterna es estar con Cristo. También está acentuada la cuestión social y eclesial, es toda la Iglesia la que goza y la que se consumará en la gloria celeste. El concilio Vaticano II empleó los textos del NT para referirse a las cuestiones de la muerte eterna, Se presenta la muerte eterna como una posibilidad que podría estimular a la vigilancia, no entrando en más cuestiones.

El final dramático para los hombres está vinculado a la justicia de Dios, es la capacidad del hombre de elegir. Bajo el ejercicio de la libertad que Dios ofrece no podemos obligar a que todos los hombres se salven, porque no habría ninguna libertad para la humanidad. Es posible que todos aceptemos a Dios cuando lo conozcamos, por lo que la purificación sea o tenga más fuerza e importancia para la teología de lo que le damos en principio, pero la libertad, es respetada por Dios hasta el final, no puede quedar arrinconada. La muerte eterna no sería sino la autoexclusión del Reino y de Dios, decidida por los hombres de manera voluntaria. Esta muerte eterna podemos definirla como la nada, la ausencia de Dios de una manera absoluta. Sería la muerte total, la soledad absoluta, la falta total de amor.