22. Intro. liturgia sacramental. Los sacramentos en la vida de los creyentes.
22. Intro. liturgia sacramental  

LOS SACRAMENTOS EN LA VIDA DE LOS CREYENTES.

La vida sacramental de la Iglesia contemporánea es sin duda una de las cuestiones más debatidas en la teología pastoral. La abundancia de su práctica ha hecho de la misma una realidad sociológica, antes que cristiana, con muchos riesgos de malformación de la fe y de la misma vida celebrativa. El desequilibrio con otras perspectivas de la vida creyente, como la vida moral, la formación cristiana, la atención a los pobres o la misma fe se han visto maltratadas por el uso y abuso de las mismas.

Nos encontramos en la comunidad cristiana que no pocas veces celebran sacramentos personas sin fe, o participan del mismo hombres con convicciones religiosas muy distintas de la comunidad cristiana. En el lado contrario otras prácticas sacramentales son abandonadas, incluso por los mismos creyentes. Nos referimos a esposos que se casan por la Iglesia sin tener fe, bautizos sin ningún compromiso de educación cristiana, o confirmaciones donde pasadas unas horas no queda ni el apuntador. En el extremo opuesto está la penitencia, cuya celebración es escasa, incluso por los cristianos más comprometidos de la Iglesia.

En los últimos años se ha revalorizado y exigido la catequesis para la recepción sacramental, pero sigue siendo su administración última una fuente de conflictos en la vida cristiana. Es posible que hayamos perdido la perspectiva del misterio cristiano en nuestras vidas, no nos interesan las cosas tan obvias. La tradicional separación entre lo sagrado y profano, puesta en entredicho en los años 60 y 70, han llevado consigo a que todo es profano, y lo sagrado no es fácilmente percibido, siquiera por los creyentes. Hoy la comunidad cristiana está haciendo esfuerzos por revalorizar la práctica sacramental más conscientemente, la formación es perseguida en la liturgia, los coros tratan de estimular a la oración, los sacramentos y su vivencia se han enriquecido, pero la disfunción del no creyente que pide un sacramento, y que la Iglesia no puede negar fácilmente, sigue ahí. La atmósfera social y cultural en la que vivimos, excesivamente utilitarista, ha convertido la vida sacramental gratuita en algo sin valor. La pérdida de sentido ante el pecado, el materialismo convergente y el positivismo cultural hacen que se borren los cristianos sociológicos de las filas de la Iglesia, aunque siempre retornen para lo importante socialmente: bautizos, comuniones, bodas y defunciones. La acción de la Iglesia no puede dejar de lado la vida de estos dudosos creyentes.

También habrá que dejar un espacio para la autocrítica, la mirada al interior de la comunidad, al modo de vivir el misterio, al sentimiento de fraternidad en las parroquias, a la coherencia mínima que podemos exigir al que comulga el cuerpo de Cristo... etc. Nuestra práctica pastoral debe ser mejorada, esto parece evidente, pero también parece imprescindible que los cristianos vivamos mejor y con más profundidad los sacramentos.

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